Por fin el capi tan esperado. No puedo adelantarles nada. Los dejo con la lectura aunque me encantaría saber su opinión. Próximo capi tendrán más sorpresas y un banner nuevo.
Un beso grande y gracias por molestarse a comentar.
Capítulo
11.
El
llamado del mar.
Liz.
Me
sentía muy mal, triste y desolada. ¿Cómo podía ser que mi mejor amigo no quería
verme por un tiempo? Tanto era mi disgusto que atravesé la sala corriendo y
subí las escaleras sin saludar a nadie. Creo que Sebastien y Charles me miraron
preocupados pero no reparé demasiado en ellos. Había algo que carcomía mi alma,
que me hundía en un profundo dolor. No sabía si sentirme decepcionada con Drank
o enfadada conmigo por no haberme dado cuenta de lo que aún sentía por mí. No
ignoraba que le seguía gustando pero no así… Que mi presencia lo alterara tanto
que no quería tener contacto de ninguna clase.
Abrí
y cerré la puerta de mi habitación con el mismo ímpetu que me daba mi rabia.
Lenya
leía un libro tumbado en la cama y apartó la vista de la lectura unos segundos
para verme. Después volvió al libro. De pie, en el medio de la habitación, me
quedé no sé cuantos minutos sin saber qué hacer ni que decir.
Di
unos pasos, me quité mi chaqueta de piel de un tirón, y la dejé caer sobre la
cama.
El
abrigo cayó sobre los pies desnudos de Lenya pero él no se inmutó.
Observé
de reojo sus jeans desprendidos y su camiseta blanca marcando los pectorales.
¡Qué
rabia daba que no preguntara sobre que me ocurría! Para una hembra no hay nada
peor que la ignoren y no tengan curiosidad por saber. Por supuesto, después de
la ansiada pregunta vendría la típica contestación, “no me ocurre nada”. Así
éramos la mayoría de mujeres cuando estábamos furiosas. ¿O no?
Y
él, seguía en su mutismo y aparente desinterés.
Resoplé
indignada. Caminé de un lado a otro hasta que entré en el baño. Abrí la ducha
con fuerza aunque la verdad no iba a bañarme ya que lo había hecho tres horas
atrás.
Cerré
la ducha indignada y abrí el armario buscando no sé qué cosa. Ni yo sabía. La
cuestión era llamar la atención al espécimen que tenía acostado en la cama
leyendo un estúpido libro.
Al
salir del baño cerré con fuerza la puerta y él apartó la vista de la lectura
arqueando una ceja.
Me
quedé de pie, con los brazos cruzados esperando su bendita y ansiada reacción.
-¿Qué
ocurrió? –fue la pregunta en voz baja de mi amado.
¡Al
fin!
-Nada…
Hizo
a un lado el libro y se sentó en la cama.
-Dime,
¿qué ocurrió? –insistió con voz firme-. No vas a negarme que deseabas que te
preguntara –sonrió.
-Tonterías
mías.
-¿Ah
sí? ¿Y por eso estás tan descontrolada? ¿Crees que no te conozco?
-No
quiero hablar.
Se
recostó y cogió el libro nuevamente.
Lentamente
me acerqué hasta sentarme en la cama. Él continuó en silencio haciendo de
cuenta que leía. Pero yo sabía muy bien que estaba pendiente de cada gesto o
suspiro mío.
Al
fin… lo largué… ¿Con quién sino? Él era el macho que amaba con todo mi corazón
y quizás me comprendería.
-Drank
me echó.
Lenya
no habló absolutamente palabra.
Me
desesperé.
-¿Me
has escuchado? Estoy contándote que me echó.
-Sí,
te escuché.
-Dice
que no quiere verme. Que le es muy difícil tener contacto conmigo y a la vez
tratar de hacer su vida. ¿Puedes creerlo?
Lo
miré unos segundos mientras él pasaba la página con absoluta parsimonia.
-¡Lenya!
-Lo
que no puedo creer es cómo ha aguantado tanto sin decírtelo.
-¿Qué
dices? ¿Estás de su parte?
Por
fin tiró el libro a un costado y se cruzó de brazos recostado en la almohada,
contemplándome fijo.
-Si
pensar que para un macho es muy difícil olvidar a la hembra que ama si ésta
insiste en hacer de cuenta que todo está bien, sí estoy de su parte.
-¡Eres
un cretino!
-No,
simplemente te he dado mi opinión.
-¿No
te das cuenta que es mi mejor amigo?
-Tú
eres la que no se da cuenta que la amistad entre ustedes dos no funcionará. Al
menos mientras él siga enamorado de ti. Hace falta distancia, y a veces no
alcanza con ello.
-Ah
bueno… Okay… Soy la mala de la película.
-¡No
pongas palabras en mi boca que no dije!
-Yo
también te conozco Lenya Craig, sé que no piensas nada bueno de mí.
-No
digas eso. Eres un poco egoísta, sí… Pero a la vez tienes muchas virtudes. Así
que no te preocupes, todos tenemos defectos.
Con
rabia de sentirme incomprendida me acerqué a la ventana. La noche estaba
hermosa, pero fría. Mis ojos se deleitaron con la aurora boreal tras los pinos
del monte.
Sentí
sus pasos, lentos. Su cercanía a mi espalda. Mi cuerpo aflojó la tensión como
preludio a su abrazo tierno y a la vez tan poderoso…
Apoyó
sus labios húmedos y helados en mi hombro. A través del suéter de lana percibí
su deseo por tenerme. Aun así continuó hablándome para calmar mi angustia, a
pesar de que el fuego corría por sus venas. Había aprendido a conocerlo tanto…
-Dale
tiempo. Verás que podrán ser amigos algún día.
Algún
día… ¡Qué lejos sonaba esa frase!
-Estoy
enojada –murmuré.
Supe
que sonreía.
-Lo
sé. Sé que te enfada que algo no salga como quieres. Pero debes aprender que
así es la vida. A veces no sale todo como esperamos. Ten paciencia, todo se solucionará.
-¿Se
solucionará? –pregunté mientras mis lágrimas corrían por mis mejillas.
-Claro
que sí.
-Y
si él me ama como tú me amas… ¿Tú me olvidarías algún día?
El
silencio fue la más cruel respuesta. No, no me olvidaría ni yo tampoco a él.
Entonces, ¿quién me garantizaba que volvería a recupera a mi amigo?
Creo
que lloré alrededor de una hora entre sus brazos. Él, tan poderoso, arrogante,
y oscuro, para muchos, se mostraba tal cual era en verdad frente a mí. Solo
conmigo desnudaba su debilidad que no era otra que yo. Yo era su debilidad y mi
sufrimiento una vez más lo ponía al límite de la desesperación. No quería eso
para Lenya. Era injusto. No se lo merecía. Aunque las parejas compartieran su
alegría y desdicha él no se merecía sufrir por mí.
Giré
entre sus brazos para quedar frente a frente. El aire fresco se coló por la
rendija abierta y me estremeció. Un extraño olor a mar revuelto inundó la
habitación. No tenía su oído privilegiado pero podía jurar que escuchaba el
golpear furioso de las olas contra las rocas a más de un kilómetro de
distancia.
Sequé
mis lágrimas mientras sus ojos plata buscaban una pizca de consuelo en los
míos.
-Estaré
bien –aseguré-. He pasado por cosas peores.
-Lo
sé –murmuró.
-Me
dolerá su distancia, pero de algo estoy segura.
-¿De
qué? –volvió a murmurar acariciando las hebras finas de mi cabello.
-Que
moriría sin ti Lenya Craig. No resistiría ni un solo segundo sabiéndote que no
eres mío.
-Siempre
seré tuyo. Hasta la muerte.
-Y
yo también, hasta la muerte.
Nuestras
bocas se buscaron con ansias. Chupó mi lengua y mordisqueó los labios a la par
que me desnudaba. Ya en la cama, con la deliciosa tarea de enredar las sábanas,
comenzamos a amarnos como él y yo sabíamos. Entregando todo, como si fuera
la última vez que haríamos el amor. Nuestra piel sensible a las caricias atrevidas,
nuestros labios ávidos de besos salvajes, nuestros sexos calientes y urgentes
de alivio…
Recuerdo
contemplar encima de mí su cuerpo firmemente torneado. Sus hombros y abdomen a
la luz de las farolas del jardín. Era perfecto, era digno de amarlo hasta la
locura. Lenya Craig era el único capaz de hacerme olvidar de cualquier
tristeza. Por el reflejo del espejo en penumbras disfruté ver sus embistes una
y otra vez hundiéndose dentro de mí. Ese gesto de su cara entre el goce y el
dolor de esa tortura de llegar cuanto antes al máximo placer. Era perfecto
sí…Pero toda perfección tiene un talón de Aquiles, y esa era yo.
No
supe quien comenzó a sentir el eminente orgasmo demoledor. Solo supe que ya no
podíamos volver atrás. Ninguno de los dos recordó la regla imperativa que
siempre habíamos mantenido. No podíamos llegar juntos, porque ese hecho traería
el descontrol, y el descontrol el caos.
Si
me pusiera a pensar detenidamente creo que lo hubiera podido evitar. Podía
haber aguardado segundos para que él se vaciara dentro de mí gimiendo de goce
como decenas de veces. Sin embargo no lo hice. Si me lo pregunto, quizás fue el
hecho de demostrarme a mí misma que no solo podía con la tristeza de esa noche,
sino con todo límite que se impusiera.
Sé
que por más que mi vida durara lo inimaginable jamás olvidaría su pasión en los
ojos brillantes y su boca entreabierta jadeando enloquecido. Él alcanzó a
balbucear, “Liz… perdón”.
Esa
fue la última oportunidad que debí usar para detenerlo. Decirle, “aguarda,
podrías matarme”. O cualquier otra frase que lo hiciera razonar. Pero no pude.
No pude o no quise, daba igual.
Mi
boca dejó escapar mi voz ahogada de pasión al tiempo que sentí bañar mis
entrañas…
-Te
amo Lenya.
Mis
oídos captaron el rugido de su pecho, un dolor agudo y punzante en mi muñeca
derecha, y un frío recorrió mi cuerpo hasta dejarme helada por completo.
Después… Después no sé… Perdí el conocimiento.
Charles.
Sebastien
me miró de reojo por cuarta vez mientras me servía coñac antes de sentarme
frente a los leños.
-¿Algún
problema, Charles?
-No,
en absoluto.
-Te
noto inquieto.
-Está
todo en orden.
Dirigió
la vista al periódico y continuó leyendo en silencio.
Jugué
con el par de hielos del vaso provocando un sonido tintineante.
Alzó
la vista…
-Perdón,
¿te desconcentro?
Negó
con la cabeza y fijó la vista en las páginas.
Bebí
dos tragos… Eché un vistazo alrededor de la sala. Había silencio. Bianca estaba
en el hospital, Scarlet con los últimos preparativos para la habitación de
Anne, Rose ayudándola, Margaret esperando por mí en la habitación. Douglas y
Numa habían salido al centro de Kirkenes. Ron… Pues Ron no sabía si se
encontraba en el parque o en el garaje revisando el motor de mi Falcon. Anouk
descansaría. Rodion y Sara, al igual que Lenya y Liz, estaban en sus respectivas
habitaciones.
-¿Escuchas
el sonido del mar?
Sebastien
alzó la vista.
-Si
pongo la misma atención que estás poniendo tú, seguramente. El mar se escucha
siempre en las noches de tormenta. No estamos muy lejos.
-Claro…
-¿Por
qué? ¿Te pone nervioso el chocar de las olas?
-No…
Solo que… Siempre me pregunto si algún humano será convertido en vampiro bajo
la influencia de Neptuno. ¿Sabes que puede ser peligroso?
-Algo
sé, sí. Mi padre siempre hablaba de tiempos milenarios. Se dice que el diluvio
universal comenzó por el poder de un gran vampiro. Pero eran habladurías.
-Sí…
Se decía que con un simple ademán de sus manos la marea subía o bajaba según su
voluntad. Su dicha podía conservar el océano en pacíficas condiciones, en
cambio su ira… Su ira desataría las tormentas más aterradoras.
-Tranquilo,
debe faltar tiempo para que Neptuno ejerza su poder sobre la tierra.
-Te
equivocas. Hoy Neptuno está sobre nosotros.
Me
miró.
-Okay,
ahora entiendo tu estado de ánimo. ¿Sin embargo, cuantas veces ha ocurrido?
-Creo
que cuatro veces en trescientos años.
-Ah…
Si te preocupas por vampiros nuevos, quítate esa idea. Tengo casi todo
controlado.
-Los
vampiros rusos… esos errantes… ¿Bajo qué planeta fueron convertidos?
-Despreocúpate,
Ivan me lo dijo y aunque no retuve los nombres ninguno fue bajo Neptuno.
-¡Qué
suerte!
-Charles,
te lo he dicho. Los vampiros rusos llegarán después de Navidad para hablar
conmigo. Quieren comenzar a mezclarse con humanos. Es una buena señal. Alguno
sé que ha adelantado mucho. Los Gólubev los han seguido de cerca durante muchos
años.
-Sí,
me lo has dicho.
-Me
gustaría que disfrutaras de tu coñac como yo de la lectura.
-Lo
siento, sigue leyendo… ¿Hay algo interesante?
-El
mercado, el petróleo… En realidad no quiero aburrirte.
-Bien...
Dio
vuelta la página y preguntó como al descuido.
-¿Sabes
que ocurre con Liz?
-No,
¿por qué?
-No
entró a la mansión muy feliz que digamos.
-Sé
que regresó de visitar a su amigo en la reserva.
-¿Lenya
lo sabe?
-Sí,
querido. Él mismo la despidió en el parque y le puso el abrigo.
-Okay…
-¿Te
molesta que ella siga viendo a Drank? A tu hermano no le afecta.
-No
es eso. Creo que Liz espera lo mismo de ese chico que Bernardo con Bianca, y
según Bianca, Drank sigue interesado en ella. No me parece correcto que vaya.
Encogí
los hombros.
-Bueno…
A Lenya no le parece mal.
-Conozco
a mi hermano. Nunca le dirá que no se vea con él pero estoy seguro que no le
cae en gracia.
-Tú
porque eres muy celoso.
-¿Él
no? –sonrió con sorna.
Sonreí.
-Entonces
es un gran actor.
-Yo
creo que la ama hasta la última célula.
-No
es novedad. Tú también amas a Bianca.
-Sí,
pero sé ponerle límites cuando se pone terca sin razón.
-Permíteme
descostillarme de la risa. Ni tú te lo crees.
-No
me pongas de mal humor.
-Okay,
okay –reí.
-¿Anouk?
No la he visto hoy.
-Ha
tenido un día ajetreado. Era su día libre. Fue a cazar cerca de las cumbres,
Rose la acompañó. Después fue de compras con Scarlet. Trajeron la tienda
completa.
Sonrió.
-¡Qué
extraño! Anouk no es demasiada coqueta.
-Pues
ahora parece que sí. De un tiempo a esta parte.
Apartó
el periódico y me miró serio.
-¿Por
qué? ¿Está enamorada de alguien?
-No
lo creo.
-Charles,
Anouk es mi responsabilidad, lo que falta es que se embarace y…
-¡Qué
trágico eres! Tranquilo, no creo que exista en el mundo un príncipe de sangre
azul en carroza de oro que le regale un castillo.
Rio.
De
pronto sentí el golpe de una puerta al cerrarse. El correr apresurado de
alguien por el pasillo de planta alta, y a Lenya con el rostro desencajado
aferrado a la barandilla.
-La
maté –sollozó.
Sebastien
se puso de pie al igual que yo.
-¿Qué
has dicho? –preguntó el líder de los vampiros con el terror en su cara.
-¡La
maté! ¡Maté a Liz!
Creo
que volamos literalmente escaleras arriba justo cuando Ron entraba a la sala y
preguntaba que ocurría.
Lenya
se escurrió hasta sentarse en el piso mientras gritaba sin control.
-¡La
maté! ¡Maté al amor de mi vida! ¡Quiero moriiiir!
Ron
se apresuró a asistirlo encerrándolo entre sus brazos para calmarlo. Sebastien
y yo llegamos a la habitación y contemplamos el cuadro.
En
el medio de la cama revuelta y cubierta por el edredón, yacía el cuerpo de la
bella rubia. Sus labios entreabiertos, sus ojos cerrados, su piel pálida. Un
hilo de sangre corría por su mano y goteaba por sus dedos hasta manchar la
sábana.
-Hay
que detener la hemorragia –ordené.
Sebastien
contempló la escena y tardó en reaccionar.
-Demonios,
Charles. ¡Demonios!
-Vamos,
Sebastien. Apresúrate, lame la herida yo buscaré vendas y perfume que contenga
mucho alcohol. Hay que provocar que despierte cuanto antes.
Corrí
por el pasillo hasta el baño de mi habitación. Sabía que Margaret guardaba un
perfume que había comprado muy barato. Ese serviría. Antes de llegar a la
habitación Margaret salió asustada.
-¿Qué
ocurre, Charles?
-Lenya
mordió a Liz, por favor consigue el perfume que compraste la última vez y
muchas vendas.
-Síii
siii, tranquilo.
Ron
dio un aullido de dolor.
-Nooo
Lenya, ¡no me hagas esto!
Miré
hacia el extremo del pasillo. Ron sujetaba con fuerza a Lenya y éste intentaba
zafarse y cogerle el arma de la cintura.
-¡Quiero
morir! ¡Dame el arma, maldito seas!
Corrí
hacia ellos para ayudar a Ron. Intenté sujetar a Lenya de los brazos pero
recibí un golpe en la mandíbula que me adormeció. Apenas me repuse devolví el
golpe pero con la certeza que lo haría inmovilizarse.
La
sangre saltó de la nariz mientras sus ojos inyectados, como si fuera un loco,
bailaban girando sin detenerse.
-Lo
siento –murmuré-. Debes escucharme.
Bajó
la cabeza y su cuerpo se diluyó en mis brazos.
-Déjame
morir.
-Lenya,
Liz no está muerta. Creo que… Si todo sale bien…
Levantó
la cabeza y me miró aterrado.
-¿Convertida?
¿Liz, convertida? No, dime que no es verdad. No me lo perdonará…
-Vamos,
ten calma. Ella te necesitará fuerte.
-No…
No me lo perdonará nunca. Me odiará toda la vida. ¡Charles!
-Querido…
-¡Regresa
el tiempo Charles! ¡Tú que todo lo puedes!
Sonreí
con tristeza.
-No
puedo hacer eso. Lo hecho, hecho está. Pero ten fe, todo saldrá bien.
-Soy
un hijo de puta, soy un cabrón, hijo de puta. Debí cuidarla –lloró.
Sebastien
se asomó a la puerta de la habitación al tiempo que Margaret avanzaba
apresurada.
-¿Dónde
está esa niña?
-En
la cama. Dame las vendas y ayúdame con el alcohol.
Anouk
salió de su habitación mientras ayudaba a Lenya a ponerse de pie.
-¿Qué
ocurrió aquí?
-Anouk,
regresa a tu habitación. No te preocupes –ordené.
Ella
iba a obedecer pero Scarlet y Rose corrieron por el pasillo entones supo que
algo grave ocurría en la mansión.
-¿Qué
ocurrió Charles? –preguntó angustiada Scarlet.
Se
sabía que un escándalo de tal magnitud no iría a pasar desapercibido por nadie
de la mansión. Así fue como Sara y Rodion se les unieron.
-Lenya,
Charles, ¿qué ha pasado? –se animó a preguntar Rodion.
-¡La
mordí! –gritó Lenya desconsolado-. ¡Mordí a Liz!
Hubo
sonidos de asombro después silencio.
Scarlet
se apresuró a entrar a la habitación junto a Rose y Sara. Rodion se acercó al
tiempo que Ron guardaba el arma en la cintura.
-Hijo…
-No
me llames hijo… No merezco ser hijo de nadie…
-Vamos
Lenya, tranquilo –repetí palmeando el hombro.
Lenya
avanzó hacia la habitación y lo seguimos con la esperanza que al ver a Liz viva
fuera ganando la calma. Aunque era obvio que lo carcomía la conciencia por
haberse dejado llevar.
La
rubia parecía dormida en un profundo sueño, como “La bella durmiente” de los
cuentos. Sin embargo no despertaría con un beso de amor. Ella debía sobrevivir
por sus propios medios, dejar de ser humana, y resurgir al mundo oscuro de los
vampiros. ¿Lo lograría?
Liz
había sido una luchadora toda su vida. Cualquier escollo había sido su
baluarte. Valiente, tenaz, persistente. Su carácter sensible pero a la vez
rebelde había provocado que cada día de su vida fuera único e irrepetible.
Hasta para defender lo que ella amaba con todo su corazón. La amistad y el
amor, dos sentimientos que hicieron de Liz la hembra guerrera.
Mientras
Lenya permanecía arrodillado junto a la cama, contemplándola y sosteniendo su
mano vendada, afiné el oído. Por la ventana abierta el sonido del mar parecía
haber desaparecido. Quizás, obediente, a la espera de su reina, de su amada. De
aquella que con solo un chasquido de dedos podría dejar el planeta bajo las
aguas.
Cuando
Bianca llegó se encontró con la sorpresa. Creo que también sintió temor. Ella
había pasado por el trance de la conversión y nada le fue fácil. Sin embargo
teníamos como aliciente que Liz no estaba en agonía al ser convertida.
Posiblemente como había ocurrido con Numa o el hijo de Olaf, Liz saldría
triunfante de la transición. Pero claro… Nadie sabría el desenlace hasta verla
despertar del helado y profundo sueño.
La
madrugada transcurrió sin novedades. Nos reunimos en la sala tratando de hacer
cuentas sobre el tiempo y los pormenores al dejar el mundo humano. Numa recordó
que habían pasado dos días antes de que abriera sus ojos granate. Del hijo de
Olaf, Sebastien no recordaba demasiado. Pero Rodion fue el que más nos
tranquilizó.
-Yo
estuve casi tres días. Durante ese lapso soñé cosas extrañas, alguien con ropas oscuras me dejó regresar. No recuerdo
haber sufrido. Solo el frío, sí… El frío en mi cuerpo lo siento como si fuera
hoy.
Scarlet
se recostó en el brazo de Bianca.
-Pobre
Lenya, hasta que vea a Liz en buen estado de salud, no cesará de echarse la
culpa.
-Pienso
que igual se sentirá culpable –acotó Rose-. No olviden que Liz no se lo pidió.
Quizás se enoje con él y no quiera verlo más.
-No,
Rose. Ni lo menciones –dijo Sara abrazada a Rodion-. Después le acarició el
cabello-. ¿Por qué no subes, amor? Lenya quizás te necesite.
-No,
Sara. Me dijo que lo deje solo con ella.
-¿Solo?
¿Y si intenta suicidarse? –preguntó Anouk apenada.
-Douglas
está con él, querida. No te preocupes –contesté.
-Habrá
que avisar a su hermana –dijo Ron.
-¿Una
humana en la mansión en estos momentos? No será buena idea –negó Rodion.
-Pero
es su hermana. Debe saber.
-Lo
sé Ron pero…
-Descuiden,
somos muchos vampiros para protegerla y Liz no despertará tan pronto
–arriesgué.
-Mejor
en vez de llamarla iré por ella –dijo Scarlet poniéndose de pie.
Bianca
buscó el móvil en su bolsillo.
-¿Llamarás
al doctor Arve para que controle la salud de Liz? –preguntó Ron.
-No…
Ni Arve puede ayudar, y ni Liz necesitará ayuda de nosotros. Lenya es quien más
necesita consuelo. Aunque no sé si es lo correcto y dudo… Pero creo que hay
alguien más que puede llegar a ayudar a Lenya.
Bernardo.
Sentado
en el sofá de mi cabaña insistí a Sabina que fuera a la cama a descansar. Al
fin lo había logrado.
El
reloj marcaba las cuatro y cuarto de la madrugada y aún me quedaba varias horas
para conciliar el sueño. Tim, que había llegado en cuanto supo la noticia de mi
boca, había decidido quedarse hacerme compañía y no dejarme solo en el duro
trance por venir.
Me
acercó un café y sonrió.
-Tranquilo,
Bernardo. Él lo entenderá.
De
pronto la puerta se abrió y con un permiso tímido Louk se mantuvo inmóvil.
-Hazlo
pasar –ordené.
Se
hizo a un lado y Drank entró a la cabaña con gesto soñoliento y confundido.
-Pasa
Drank, y coge asiento.
Él
me miró sin comprender porqué lo había mandado llamar por Louk a estas horas
tan inapropiadas.
-Traeré
café –dijo Tim palmeando el hombro de Drank.
Louk
se acercó junto a la visita pero quedó de pie, a la izquierda, tenso, sin
sentarse. Parecía listo a recibir una orden. Cualquiera que saliera de mi boca.
-Drank…
Te he llamado a estas horas porque creí conveniente que lo supieras cuanto
antes y por mí.
-¿Qué
ocurre?
-Mira…
-Aquí
está el café –dijo Tim, ofreciendo un pocillo.
-Yo
no quiero, gracias –dijo Drank negando con la cabeza.
Bebí
un sorbo y lo deposité en la mesa baja de living. Tim se posicionó de pie cerca
del Drank, a la derecha.
-Mira…
Ocurrió algo en la mansión de los Craig.
Su
rostro se transformó.
-¿Liz?
Me
rasqué la cabeza y titubee.
-¿Se
trata de Liz? –repitió ansioso.
-Sí
–lo miré-. Se trata de ella.
Se
puso de pie de un salto. Louk y Tim se acercaron.
-¿Qué
ocurrió con Liz? –imploró-. Por favor, dime que no le ha ocurrido nada malo. Es
mi culpa, discutimos. Le dije que no regresara. ¡Soy un cretino!
-Calma,
Drank. Tú no tienes que ver en lo que ocurrió.
Se
dejó caer en el sofá.
-¿Qué
ocurrió? ¡Dime!
Arquee
la ceja y clavé la vista en la alfombra. Respiré profundo y se lo dije.
-Liz
fue convertida hace unas horas.
-¿Qué?
¿Convertida en…?
-Sí,
en vampiresa. No te preocupes, ella estará bien. Bianca pasó por ello y…
Se
abalanzó hacia la puerta en un abrir y cerrar de ojos aunque Louk y Tim
llegaron al mismo tiempo.
-¡Aguarda!
–exclamó Louk.
-¡Iré
a la mansión aunque ustedes no lo quieran!
Tim
lo sujetó al tiempo que trataba de calmarlo.
-Escucha
a Bernardo, no puedes ir ahora.
-¡Suéltenme
los dos! –gritó revolviéndose furioso.
-No
irás a ninguna parte, Drank. ¡Entra en razón! –protestó Louk.
-¡Tendrán
que matarme!
-¡Si
vas será una provocación! Lenya no permitirá que la veas –acotó Tim
sosteniéndolo con fuerza.
-Lenya…Sus
ojos se achinaron-. Lenya Craig, él la convirtió, ¿verdad?
-Sí
–respondí-. Entiende Drank debes esperar con paciencia. Ella estará bien.
-¿Paciencia?
–me miró angustiado-. Bernardo… Tú no puedes pedirme eso. Por favor, tú tienes
que entenderme.
Bajé
la vista y tragué saliva.
-Mi
amiga, Bianca, dice que no sería mala idea que estés allí, pero yo tengo mis
dudas.
-Por
favor Bernardo, tú tienes que entender lo que estoy sintiendo. Prometo que no
haré nada en contra de la paz de las razas. ¡Solo quiero verla! ¡Que me diga
ella misma que está bien!
-Eso
no podrá ser. Liz está inconsciente.
Aterrado
se acercó a mí.
-¿Eso
es normal?
-Sí,
cálmate. ¿Por qué no esperas unos días?
-Por
favor…Bernardo…Sería una tortura. No me lo merezco.
Asentí
con la cabeza.
-Lo
sé, Drank… Sé lo que sientes…
-Bernardo
te lo suplico, déjame ir con ella.
Pensé…
¿Y si Bianca se equivocaba? ¿Y si era una catástrofe?
-Drank… Prométeme que no te enfrentarás a Lenya.
-Quiero
verla. Quiero saber en persona como está.
Miré
a Tim y a Louk. Ambos me miraban esperando mi orden.
-Okay,
confío en ti. Pero irás con nosotros.
-No
me parece buena idea -murmuró Tim-.Tu amiga puede equivocarse.
-No
te preocupes, me haré cargo de mi decisión –contesté.
………………………………………………………………………………………………
Apenas
estacioné la furgoneta frente al hogar de los Craig, Drank saltó del asiento.
Abrió y cerró la puerta y se abalanzó hacia los portones seguido de Louk. En
la mansión ya nos esperaban porque las puertas no tardaron en darnos paso. Sin
embargo eso no indicaba que no se desataría el desastre cuando llegáramos a la
sala.
-Drank,
tranquilo. Lo prometiste –dijo Louk alcanzándolo antes del portal.
-Siempre
cumplo mi palabra –protestó.
Charles
abrió la puerta y con una inclinación a modo de saludo cortés se hizo a un
lado.
Los
tres pasamos a la sala iluminada por esa araña central. Había muchos en la sala
reunidos, quizás todos. Aunque no vi a Lenya Craig entre los rostros.
-Buenas
noches –dijo Bianca.
-Buenas
noches –respondimos, menos Drank.
Él
se quedó de pie observando a cada uno, como buscando una respuesta a tanta
intriga y temor. Como humano que era, desconocedor de mucho sobre vida de
vampiros, debería sufrir el miedo como cualquiera que ignora el destino de un
amigo.
Sí…
La desesperación de desconocer sobre lo que ha ocurrido o ocurrirá lo sabía muy
bien.
-Lamento
la intromisión a estas horas, pero creo que la ocasión lo amerita –dije mirando
a Sebastien-. Drank está preocupado por su amiga. Solo hemos venido para saber
cómo se encuentra.
Charles
se adelantó, pero no me miró al contestar, sino que contempló a Drank entre la
duda y la comprensión.
-Todo
está bien. Ella no corre peligro.
-Quiero
verla.
La
frase de la boca de Drank no sonó a sugerencia. Sebastien miró a Bianca quizás
con un dejo de reproche. Entendí que no todo el mundo allí en esa sala estaba
de acuerdo con la visita de Drank.
-No
puedes verla, por ahora –continuó Charles-. Debes creerme, ella estará bien.
De
pronto una sombra recorrió el pasillo hacia la escalera. Cuando se detuvo
en el último peldaño la luz de la sala iluminó su rostro entristecido.
Lenya
Craig…
Drank
lo miró fijo… Noté sus músculos tensarse… Y el aire de la sala cortó como
cuchillo.
Louk
me miró en actitud preocupada.
Silencio…
Mucho silencio de parte de todos.
Drank
caminó lentamente hasta el principio de la escalera. Se detuvo. Apoyó una mano
en la baranda sin dejar de contemplar al que era dueño del corazón de su amada.
-¿Cómo
está ella? –preguntó Sebastien a su hermano.
Lenya
murmuró un “duerme”, después comenzó a bajar la escalera muy lento, acortando
la distancia hacia Drank.
Rodion
se puso de pie, pero ante una señal de Sebastien volvió a sentarse.
Lenya
se detuvo en la mitad de la bella escalinata. Sus ojos hinchados quizás de
llorar. Su cabello despeinado, y un rictus de desolación reflejaban cada poro
de su rostro. Miraba fijo a Drank como Drank lo miraba a él. Nada dijeron… Ni
una palabra salió de la boca de los dos. La tensión crecía. Por mi parte
hubiera preferido que nuestro leñador largara algún reproche, un insulto, para
adivinar que pasaba por su cabeza.
Fueron
segundos interminables. Nadie sabía cómo iría a terminar este encuentro. Pero
allí estábamos, haciendo frente a la situación que tarde o temprano se
produciría.
Al
fin Lenya rompió el silencio. Sus labios temblaron al pronunciar el ruego…
-Perdón…
Sus
ojos brillaron y dejaron escapar una lágrima.
Drank
mantuvo la mirada firme. Su pecho que hace minutos se expandía en una
respiración jadeante pareció volver a un ritmo más pausado.
-Perdón
-volvió a repetir Lenya en voz baja-. No la cuidé como debía.
Apretó
los labios con su rostro bañado en lágrimas.
-¿Ella
te lo pidió? –preguntó Drank casi sin voz.
Lenya
negó lentamente con la cabeza.
Drank
cerró los ojos y su puño se cerró con fuerza en la baranda.
-Lo
siento mucho, de verdad… Perdóname por no cuidártela.
En
ese instante el motor de un coche se escuchó. Se detuvo. al minuto las puertas se
escucharon cerrarse con fuerza. Todos miramos hacia la entrada de la
mansión, menos Drank y Lenya. Ellos no apartaban la vista uno del otro.
Scarlet y Marin estaban en la sala. La princesa de los Craig abrió
los ojos asombrada de vernos allí en una armonía aparente. Sin embargo Marin
arremetió hasta llegar a la escalera furiosa.
-¡Tú,
desgraciado! ¡Maldito vampiro!
Lenya
la miró sin atinar a defenderse. Quizás porque creía en lo que vociferaba
Marin.
Sebastien
se acercó.
-Cálmate
Marin, ella está bien.
Continuó
envuelta en la euforia que provocaba el temor por su hermana.
-Desgraciado,
desde que llegaste a la vida de Liz has hecho de ella una odisea. Con tus aires
de prepotente y vanidoso solo lograste demostrar quién eres realmente. ¡No
tienes alma! Liz fue un trofeo para ti.
Lenya
tembló y Drank la miró asombrado.
-Suficiente,
Marin –protestó Sebastien-. No permitiré que insultes a mi hermano. Quiero que
te retires si es que no guardas compostura.
-Te
hemos dicho que ella está bien –aseguró Bianca, acercándose.
Ella
no escuchaba, la desesperación y el shock de lo ocurrido no la dejaba pensar en
nada.
Sus
ojos descubrieron a Drank y cambió el gesto a uno afable. Después volvió la
vista a un Lenya angustiado y tembloroso.
-Él…
Él la hubiera hecho feliz, maldito vampiro. Tú le trajiste desgracia a su
vida. ¡Te odio! Si mis deseos se cumplieran pediría que murieras en este
instante.
-¡Basta
Marin!
La
orden de Douglas se escuchó desde planta alta. Rápidamente bajó la escalera y
quedó frente a ella.
-¿Qué
vas a decir tú si no es tu hermana? ¡No entiendes nada!
-Entiendo
que estás fuera de control, puede ser hasta razonable pero hasta aquí llegas.
Tú eres la que no sabe lo que quiere tu hermana para su vida. ¿Crees que
necesita una familia e hijos como tú para ser feliz?
-¡Cállate!
¡Eres uno de ellos! Mi hermana hubiera sido muy feliz con Drank –miró con furia
a Lenya-. Pero tuviste que cruzarte en su camino, maldito vampiro. Eres el
mismo demonio.
-¡Y
tú eres una niñata estúpida! –gritó Douglas.
El
chasquido de la mano de Marin estrellándose contra la mejilla de Douglas puso
fin a la discusión.
-¡Marin!
–exclamó Bianca-. Vamos a la cocina, ya mismo.
La
cogió del brazo y la arrastró con ella hasta que desaparecieron de la vista.
Silencio
nuevamente… ¿Y ahora qué?
-Drank
–murmuró Charles-, querido… Créenos, ella estará bien.
Él
pareció no escucharlo. Levantó la vista y le habló a Lenya.
-Necesito
verla, por favor.
Creí
que se negaría rotundamente pero no fue así.
Lenya
asintió levemente y giró subiendo la escalera seguido de Drank.
Lenya.
Contemplé
durante minutos a Drank de pie junto a la cama. Estaba desolado, preocupado por
lo que podría pasar. Sus ojos recorrían el rostro de Liz como si ella fuera a
despertar de un momento a otro.
Mi
corazón latía alocado. Sentía angustia, me sentía culpable… Habían dolido las
palabras de Marin. Quizás porque había creído cada una de ellas. ¿Y él? ¿También
pensaría que fui la desgracia de Liz? ¿Pensaría que no debía haberme cruzado
nunca en su vida? Entonces, él estaría disfrutando de ella, haciéndola feliz.
Dándole una vida tranquila, un hogar, niños… Junto a mí nada de eso había
logrado. Solo la pasión entre las sábanas. ¿Acaso valía la pena lo que estaba
ocurriendo ahora?
Intuí
que él debería desear verme muerto… Sentí la necesidad aunque fuera irrisorio de
afirmar mis sentimientos. Que me creyera aunque fuera una remota posibilidad.
-Yo
la amo –murmuré-. Sé… Sé que no me creerás.
Drank
apartó la vista de Liz para mirarme desolado.
-Solo
quiero que esté bien, pero… ¿Cómo no creerte?
Estudié
su mirada sobre mí pensando si estaba burlándose.
-Sé
que la amas. Jamás dudaría de tu amor por ella. ¿Acaso piensas que no tengo
memoria? ¿Qué no recuerdo el sacrificio que has hecho al devolverme la vida?
No… No soy el ignorante y terco que crees.
Bajé
la vista e hice fuerza para no sollozar. Para no suplicar perdón nuevamente de
rodillas. Él continuó hablándome en voz baja…
-No
debes sentirte culpable. Aunque no te pidió convertirla… Ella amaba ser un
vampiro como tú. Lo sé… Nunca me lo dijo pero soy su mejor amigo. Liz no
necesita hablar para yo saber lo que piensa.
-¿Por
qué me dices eso? ¿Sabes lo que significa para mí saber que Liz no se
arrepentirá?
-Porque
sería injusto que pienses lo contrario. Ella te ama y te amará siempre. ¿Cómo
podría estar junto a ti sin ser uno de los tuyos?
Este
era Drank… Por el que Liz había dejado todo por acompañarlo en Drobak. Este el
macho por el cual se enorgullecía de tenerlo como amigo. No había sido un rival
cualquiera. Me sentí pequeño antes su grandiosidad.
Él
insistió.
-Dime
si estará bien, ¿cuánto habrá que esperar?
-No
lo sé. Quizás un día, dos…
Asintió
con la cabeza y volvió a contemplarla.
-Mejor
me voy. Tenme al tanto, por favor.
Con
una mueca de disgusto lo detuve.
-¿Te
irás y la dejarás en mis manos?
Me
miró serio.
-Sí,
no habrá nadie en este mundo que pueda cuidarla mejor. Incluso yo. Lo que
ocurrió, debía ocurrir tarde o temprano. Solo quiero que esté bien.
Abandonó
la habitación en silencio mientras me acercaba a la cama. Me recosté junto a
ella con la decisión de no moverme de allí.
Murmuré
cerca de su oído…
-Aquí
estoy mi amor, ansioso por ver abrir tus ojos. Tienes mi amor incondicional y a
un amigo que te ama esperándote. No te tardes.
Uy pobre Lenya, ojala Liz se recupere y no se enoje por ser vampiro genial capitulo.
ResponderEliminar¡Hola Ju! Ojala no se enoje Liz, sería terrible para Lenya. Quizás Drank tenga razón en lo que le ha dicho. Tendremos que esperar. Muchas gracias por el comentario, un besazoo.
EliminarAhhhhh al fiiiin!!! Que peligro la impulsiva de liz convertida bajo la influencia de Neptuno!
ResponderEliminarEs como darle una escopeta a un simio, espero no sea para problemas. Me partio el alma Lenya, angelito el, tan arrepentido, tan preocupado...ves q es un dulce?? (Se nota q es mi favorito no?)
Vamos a ver como evoluciona esta nueva integrante plena de la familia Craig. Excelente capi amiga, me gusto mucho...podes pedirle a Marin q le de otro par de sopapos a Douglas a ver si abre los ojos??? Jajaja gracias!! Te quiero.
¡Hola Alee! Sii la impulsiva de Liz vos lo dijiste, terror da.
EliminarLenya es algo hermoso, un sol. Aunque cuando se enoja se le va de las manos también. Él tiene a Marte así que no nos quedamos atrás. Linda combinación el Dios de la guerra. Marin se desató, y creo que será cada vez peor aunque no siento que eche atrás su compromiso con Carl... veremos. Un beso amiga y gracias por comentar.
Bueno eso se veía venir, y el pobre de Lenya se siente muy mal pero no creo que Liz reaccione enojada con él si eso tarde o temprano iba a pasar, ahora esperar por el despertar de ella, gracias Lou por el capitulo!
ResponderEliminar¡Hola Lau! Sí tienes razón pero que fuera en esas circunstancias sin haberlo hablado a Lenya le molesta. Veremos que pasa, si tú tienes razón y Liz está feliz.
EliminarMuchas gracias a ti por comentar. Un besote grande.
hola LOU, aquí me tienes de vuelta disfrutando de tus capítulos,,,abrazos
ResponderEliminar¡Hola Lobo! Me alegro que hayas disfrutado y ahora veremos que pasa con Liz. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarHola, Lou... Bueno, pues Lenya ha entendido a Drank... y qué nerviosa estaba Liz porque Lenya no parecía querer prestarle atención
ResponderEliminarHan hecho el amor, y han perdido el control... Tenía que acabar pasando
Entiendo a Lenya... su miedo y su desesperación
Me ha sorprendido lo que ha dicho Charles... que puede ser peligroso que un humano se convierta en vampiro bajo la influencia de Neptuno
Drank también está preocupado después de enterarse
Y, bueno, Marin le ha dado una bofetada a Douglas... Bueno, las mujeres tenemos la mano muy suelta a veces
Es lógico que Marin esté muy preocupada por Liz
Me ha encantado... no imaginas lo que estoy disfrutando con tus capítulos
Besos
¡Hola Mela! Parece que Drank y Lenya entiendes ciertos puntos sobre Liz y creo que es porque los dos la aman.
EliminarEs tal cual ha dicho Charles, Neptuno da un poder peligroso a quien no sepa ejercerlo.
Me ha dado gracias tu frase que las mujeres tenemos la mano suelta a veces.
Y me ha encantado que lo estés disfrutando querida amiga. Un besazo grande.
Decir que se m puso la piel de gallina es poco, sentí la desesperación de Lenya y Drank. Excelente capítulo como siempre!
ResponderEliminar¡Gracias por tus comentarios Joha, sabes que te adoro! Es un lujo tener a una gran lectora como vos en el blog. Besos te quierooo!
EliminarTe adoro mil veces más hermosa!♥
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