Capítulo 24.
Un nuevo año.
Sebastien.
Entré a la mansión junto a
Charles con el plano bajo el brazo. Seguí hasta el despacho un poco preocupado
por la demora en la construcción, y me dejé caer en la silla esperando que
acotara algo. Charles cerró la puerta y se sentó frente a mí.
-No te ofrezco coñac porque
creo que has bebido como cuatro.
-Cinco, me serví uno
mientras despedías a los obreros.
-Ah…
-A este paso no llegaremos
más a ampliar la casa.
-Tranquilo Sebastien, no has
elegido buena época. La noche cubre Kirkenes las veinticuatro horas. Los
humanos no ven demasiado para trabajar, aún con los reflectores. Y además ha
nevado sin cesar estos últimos cinco días.
-Lo sé. De todas formas
había que hacer muchas terminaciones en el interior y tampoco han avanzado.
-Ron ha dicho que los ha
vigilado y no parecen holgazanes.
-No sé… No me sirven.
-Por supuesto son humanos.
¿Servirán para alimento?
Sonreí.
-Tú y tus bromas.
-¿Por qué no les propones a
los vampiros errantes de Rusia? ¿No era tu idea que se civilizaran?
Lo miré y arquee la ceja.
-Los vampiros errantes que
dices ya no son tan errantes, ni salvajes.
-¿Ah no? ¡Qué buena noticia!
-Bueno… No sé si es el
momento para que sea una buena noticia.
-¿Qué dices?
-Olga se comunicó conmigo al
móvil. Se lo ha dado Iván en uno de sus encuentros con su hermana Ekaterina. Me
ha dicho que quiere verme.
-Ahora entiendo y me cierra
todo.
Me miró sonriente recostándose
al respaldo de la silla.
-No, no comiences con tus
pensamientos rebuscados. Lo de Olga se terminó cuando Bianca y yo nos
conocimos.
-¿Y ella? ¿Opina lo mismo?
No cualquier hembra deja escapar un pretendiente como el hijo de Adrien Craig.
-Te equivocas. Olga es
inteligente. Siempre fui claro con ella desde que visitaba las cumbres. Quizás
quiera salir de Rusia por nuevos horizontes. No te olvides que si conviven con
humanos tarde o temprano tendrían que mudarse.
-Los Gólubev lo ha sabido
manejar muy bien.
-Pero Mijaíl ya pensó
mudarse en un par de años a la Isla del Oso. Es señal que siente que no podrá
mantenerse con su familia en el mismo sitio.
-Por suerte Svetlana vive en
París.
-Sí, tienes razón.
-Y Anouk…
-Anouk es casi nuestra
–reí-. ¿Has notado lo bien que se ha establecido en Kirkenes?
-Lo he notado, sí. En
Kirkenes y en la reserva. Por sí no te has dado cuenta.
Abrí la notebook y la
encendí.
-Larga lo que tienes para
contarme.
-No… Nada en especial. Sólo
que acompaña a Scarlet cada vez que va a visitar a Yako.
-¿Y eso es extraño?
-Bueno… Si no conocería a la
menor de los Gólubev diría, ¡qué bien, ama la interacción de razas! Sin embargo
–se puso de pie y acomodó su chaqueta negra-, viniendo de ella…
-Todos cambiamos, Charles.
Los lobos son agradables y amistosos.
-Y bellos y musculosos.
Reí.
-No me vengas a tu edad con
que te gustan los lobos. Siempre has corrido tras las hembras.
-Ssssh… ¡Quieres que duerma
en el sofá como tú o tu hermano! Además eso era antes de conocer a mi querida
Margaret.
-Eso sí. Igual yo que ella
no te perdería pisada. El zorro pierde pelo pero no las mañas.
-¡Qué desagradable te pones!
Escribe un libro con tus refranes.
Volví a reír. Él se acercó a
la puerta pero lo detuve.
-No te vayas. Quiero
contarte algo sobre Bianca.
Se sentó apresurado.
-¿Qué? ¿Se siente mal?
-Nooo, es algo bueno.
-¡Cuenta!
Bajé la voz.
-Bianca ha dejado de tomar
las pastillas anticonceptivas.
-¿En serio?
-Sí, estoy feliz y muy
entusiasmado.
-Ahora que me has contado yo
también.
-¿Tú crees que tardaremos
mucho en ser padres?
-No lo sé. Te aconsejo que
calmes la ansiedad.
-Sí, sólo te lo he contado a
ti.
-Gracias por el honor.
Scarlet entró al despacho
sin golpear.
-Perdón, creí que estabas
solo. Puedo regresar en otro momento.
Charles se puso de pie.
-De ninguna forma, querida
princesa. Yo ya me retiraba. Margaret debe cazar y yo seré el caballero que la
acompañe.
Sonreímos.
Al cerrar la puerta Scarlet
se sentó.
-¿Qué ocurre cariño?
-Es Grigorii.
Mi rostro se desencajó.
-¿Supo lo qué somos?
-No. Se trata de la búsqueda
del apartamento para él y Anne. Se ha retrasado y seguramente Anne permanecerá
un mes más aquí. ¿Te molesta?
-En absoluto. Incluso pensé
que su hermano vendría más a menudo a la mansión a verla y tendríamos que ser
cuidadosos.
-Él no quiere importunar.
Una vez a la semana dice que es suficiente viéndola tan feliz y con tantas
comodidades. Él nunca podrá darle lo que le brindamos nosotros. Aún así… Creo
que un mes más… Todo se torna más peligroso. Ya ha transcurrido más de un mes
desde que vino por primera vez para Navidad.
Tipee la dirección de mail y
la miré fijo.
-¿Por qué lo dices?
-Grigorii me ha hecho
preguntas sobre el león de los Craig.
-¿Qué clase de preguntas?
-Sobre su origen, si nuestro
padre lo inventó o lo copió de alguna imagen ya diseñada, si los ojos rubí
significan algo… No sé… Cosas así.
-No creo que llegue a saber
de nuestra naturaleza por la cabeza de león…
Me mantuve pensativo… Envié
el mail a András mientras hacía memoria de algún hecho que llamara la atención…
Quité del cajón el contrato
y la copia para la nueva empresa de tour.
¿Cómo podría llegar Petrov a
la respuesta si no sabía nada sobre el león de los Craig?
-¿Qué piensas?
-Si algún hecho conduce… -de
pronto recordé-. ¡El tatuaje!
-¿De qué hablas?
-El tatuaje de Susan, la
amante de Olaf Arve. La enfermera tatuó los cadáveres para simular los
orificios de los colmillos. Tú no vivías con nosotros… Yo buscaba córneas de
humano para Douglas y… Todo simuló una secta aunque a Bianca y a Bernardo no
logré engañar.
-Mi cuñada es muy lista.
-Sí… Susan… Sabía todo, era
nuestra cómplice. Ella murió con la ola de frío… Susan es la hermana de un
amigo de Petrov. Un tal…
-¡Vikingo!
-Sí, Vikingo. Scarlet, ¿tú
crees que él llegaría a unir los hechos?
-Grigorii es muy inteligente
y tenaz. Sólo nos salvaría que él no estuviera queriendo investigar.
-Fue hace tiempo. Las
muertes fueron caratuladas como suicidios en cadena. Me lo dijo Bianca.
-Además las heladas
arruinaron parte de los expedientes y la construcción de la comisaría. No creo
que por ese lado habría tanta mala suerte.
-Para nosotros, porque para
ellos, los muertos y sus familias, sería buena suerte.
Mi hermana quedó pensativa…
-Una vez… Una vez cuando
patrullábamos, Grigorii habló de Bianca. Dijo que no entendía como siendo tan
buena forense había dictado una autopsia errónea con Samanta Vasiliev.
-Mierda… Scarlet, creo que
es mejor que busquemos un apartamento para Petrov y su hermana. Hay que sacarla
de aquí. ¿Entiendes cariño?
-Sí, estoy de acuerdo. Sin
embargo no aceptará que le paguemos un alquiler y hasta que se compongan sus
cosas no podrá rentar este mes.
-No le diremos que lo
pagamos. Inventaremos algo. Podría ser que tuviéramos un inmueble sin usar y
necesitáramos que lo habiten para que no se deteriore, no sé… Algo así.
-Podría, ¿en dónde? ¿En
Siberia?
-¿Siberia?
-Querido hermano, para
apartar a Grigorii si es que se le ha puesto una intriga en la cabeza, Kirkenes
no será suficiente para detenerlo.
Drank.
Parpadee entre las cobijas
tibias de mi cama. Había despertado de un sueño profundo gracias a unos dedos
traviesos y astutos que recorrían mi bajo vientre.
Sonreí y giré la cabeza para
contemplarla. Era tan bella, aun con su cabello largo alborotado sobre la
almohada.
-Buen día, hermoso.
Su voz tenía un timbre
melodioso y subyugante.
-Buen día, Bua.
Apoyó el codo en el colchón
y sus ojos caramelo se fijaron en mi cintura. Poco a poco fue retirando el
edredón mientras su iris brillaba de deseo.
-Ninfómana –susurré
sonriendo.
Arqueó una ceja y me miró.
-¿Y si lo fuera? ¿Te
molestaría?
Negué con la cabeza. Una de
mis manos se hundió en la cabellera y me aferré a su nuca. La atraje hasta mi
boca y la besé.
Su lengua no tardó en
responderme con un beso feroz y apasionado. Un quejido brotó de mi garganta
mientras ella hurgaba con delicadeza la entrepierna.
Yo también no tardé en
responder. La loba era puro fuego. Conocía dónde y cómo acariciar para encender
cada centímetro de mi piel. Y aunque jamás sentiría con ella esas sensaciones
de cuando uno hace el amor, no podía negar que se asemejaba bastante en la
cama. Quizás me sentía deseado, y hasta querido, quizás…
Al montarse en mis caderas
tiró la cabeza hacia atrás y sus pechos voluminosos y turgentes se balancearon
al compás lento de su cintura. Mis manos fueron atraídas como un imán y masajee
jugado con sus pezones oscuros.
Cuando sus ojos se posaron
en mi rostro, una sonrisa de satisfacción dibujó su boca pulposa. Era perfecta,
preciosa. Sabía cómo hacerme sentir bien y mi ego llegaba a un límite que nunca
hubiera sospechado. Se acomodó sin abandonar los movimientos sensuales y sentí
entrar en ella, completo, entero, hasta la base de mi miembro.
-Mmm… Bonito… Me gusta
tenerte tan profundo. Que me dilates así… ¿Sientes cómo te apretó?
Creo que balbucee un sí.
-¡Qué grande eres, cariño!
Me llenas toda…
Más para mi ego…
-Hermosa –susurré-, muévete,
dame ese gusto de verte cabalgar sobre mí.
Sonrió con malicia.
-¿Quieres que me mueva?
-Sí –jadee-, por favor.
-¿Cuánto lo deseas?
-Mucho…
Las yemas de sus dedos se
deslizaron por mis labios entreabiertos. Introdujo el índice y succioné. Ella
se inclinó hasta rozar mis pezones y jugó con los dientes tironeando suave y
lamiendo una y otra vez. Me arquee ofreciéndome como si fuera su manjar. El
calor recorría mi cuerpo, mi corazón bombeaba rápido, el sudor comenzaba a
bañar mi piel. Por instinto buscando mayor placer mis caderas envistieron lento
y profundo. Nos comimos a besos mientras la encerraba entre mis brazos y
empujábamos nuestros sexos palpitantes y húmedos. Era una diosa de las sábanas.
Una verdadera profesional dando placer. ¿Por qué no abandonarme a sus
artilugios y experiencia? ¿Qué tenía para perder? Nada…
Nadie reclamaría ni hoy ni
mañana con celos de hembra engañada porque mi corazón no le pertenecía a
ninguna. Yo que había sido tan fiel, ahora era libre para gozar sin culpa.
¿Pero por qué sentía que no disfrutaba del todo esa libertad? ¿Acaso era
masoquista?
Sus quejidos se tornaron
prolongados a medida que aceleramos el ritmo. Jadee buscando aire para mis
pulmones y me aferré a su culo perfecto. Envestí con fuerza, no sé si porque
necesitaba que llegara y yo terminar con esta escena de placer y a la vez
dolor. Un dolor que siempre se repetía a pesar de disfrutar el sexo. Era como
saber de antemano que por más que mi cuerpo estallara de pasión y lujuria,
siempre quedaba el vacío del después. Vestirnos, un intercambio de palabras, y
su partida. Aunque su “nos vemos” no me dolía por ser ella que abandonaba mi
cama, siempre me recordaría ese “adiós” de Liz. Nuevamente solo conmigo mismo.
Nuevamente ese silencio aterrador que me angustiaba y me desarmaba en
pedacitos. Otra vez quedarme junto a la ventana contemplando el paisaje con la
esperanza de que fuera todo un sueño, y ella… la única dueña de mi corazón
corriera a mi encuentro para refugiarse en mis brazos y murmurar un “te amo”.
Al llegar al orgasmo temblé
bajo los efectos del goce. Mi boca dejó escapar un quejido de satisfacción,
para después contemplar el rostro de la loba en un gesto memorable. Sin embargo
antes de que su éxtasis terminara, la luz de la luna me mostró las puntas de
sus colmillos filosos.
Quedé estático, el temor
invadió mis sentidos y me paralicé.
Ella lo notó. Respirando
entrecortado se recostó en mi pecho.
No hablamos por algunos
minutos. Finalmente rompió el silencio con una pregunta cuya respuesta sabía de
antemano.
-¿Te asusté?
No respondí por miedo a
ofenderla.
Levantó su cabeza y me miró.
-Sí, te asusté. Creíste que
te mordería.
Sonreí con pena.
-Lo siento, Bua.
-No te preocupes, debe ser
normal siendo humano. Pero no debes temerme. Jamás podría morderte sin
importarme las consecuencias.
Me incorporé para acomodarme
en la almohada con ella entre mis brazos.
-¿Qué consecuencias
tendrías?
Es una prohibición absoluta
para nuestra raza. Si rompería esa regla fundamental tendría que irme de la
reserva. Sería repudiada por todos los míos. Incluso mi familia. Y aunque eres
un hombre bello, no estaría dispuesta a perder todo por ti.
-Entiendo. Sin embargo a
Bernardo… Lo mordió un lobo.
-Sí, Christopher. Ese ser
nunca mereció ser lobo. Yo no me parezco a él.
-Por lo que me contaron no
digo que tú seas como él. Pero un error…
-Convertir a un humano no es
un error, Drank. Es cambiarle la vida y quebrar su destino.
-Bueno, quizás el destino de
Bernardo era ser uno de ustedes, guiar la reserva, ser guardián de Gloria.
Se mantuvo callada. Insistí.
-¿Qué tienes para decirme?
Sus ojos ahora de un tono
más claro se hundieron en los míos.
-Mejor dime tú. ¿Serías
feliz si alguien con una mordida cambiara tus planes?
-Yo… Hace mucho no tengo
planes en mi vida.
-Sí los tienes. Por algo
sentiste miedo cuando te viste amenazado.
Encogí los hombros.
-Sí, puede que tengas razón.
-¿Qué tal un café con
bollitos de miel?
-Me encantaría –sonreí.
Nos besamos con un beso
lento y suave.
Se separó y me miró
divertida.
-¿El café en la cama o en la
cocina?
Reí.
-En la cama sabes que no
beberemos jamás ese café.
Rio y saltó de la cama. La
observé mientras se ponía mi camisa leñadora y salía de la habitación.
Giré y me abracé a la
almohada.
No había empezado mal el
día, a pesar que de día no tenía nada. Fin de enero y el cielo de Kirkenes
estaba sumergido en la extraña oscuridad. El azul del infinito se volvía
tornasol por unas tres o cuatros horas. Quizás preparándose poco a poco para la
próxima estación. Debía ser maravilloso contemplar la pradera reverdecer paso a
paso, la nieve ir desapareciendo, y el aire menos frío traer el aroma de los
brotes y a la resina del bosque.
El bosque… Varias veces me
escapé al cementerio Sami, y de allí caminé hacia el norte para encontrarme con
el huraño. La primera visita no había sido muy fructífera. Recuerdo que no le
gustó verme allí nuevamente. Sin embargo, cuando creyó que jamás diría a nadie
donde se encontraba y que me aseguraba que nadie me seguía, fue distendiéndose
con mi presencia. Creo que hablé yo solo. Él parecía no escucharme desinteresado
en mis anécdotas, incluso de Drobak. Pero yo era muy observador y no se me
escapaba cuando él levantaba la vista de su tarea o arqueaba la ceja con una
media sonrisa.
Su tarea era preparar unos
líquidos a base de hierbas y separarlas en frasquitos. Una vez terminado lo
dejaba enfriar y guardaba en los estantes de un viejo armario. ¿Vendería
medicina alternativa en la ciudad? De algo debía vivir además de lo que le
brindaba la naturaleza.
La segunda visita fue un
poco mejor. Pienso que vocalizó un no y tres sí en todas las horas que
estuvimos reunidos. Algo es algo. Debía tener paciencia si en años no había
tenido contacto como decían en la reserva. Nunca le pregunté si su nombre era
Rob, estaba convencido que para tener una amistad el nombre de una persona es
lo que menos importaría.
Esa última vez que lo había visitado me llevé una
sorpresa al entrar a la cabaña apenas me hizo pasar. Otro tronco… Otro tronco
había del otro lado de la mesa. Ahora había dos asientos improvisados.
Sonreí.
Supe que él nunca me diría
“estaba esperándote” pero el hecho del tronco nuevo era una clara evidencia que
se sentía bien con mis visitas. Ese día me convidó con un cigarro de tabaco
armado, un poco fuerte para mi gusto aunque no estaba en mí rechazarlo. Tampoco
habló mucho sin embargo me miraba a los ojos cuando le contaba sobre mi ciudad.
Ya no esquivaba mi mirada y parecía complacido con mi presencia.
En un momento le dije,
“¿quieres preguntarme algo para conocerme mejor?” Él negó con la cabeza, se
puso de pie y salió de la cabaña. Lo seguí en silencio. Por supuesto que no
preguntaría nada sobre mí, porque eso habilitaría tácitamente a que yo
preguntara sobre él. Era muy inteligente.
Y una vez… Una vez lloré
frente a él. Recuerdo que fue por Liz, por el pasado que jamás volvería. Por el
futuro sin ella. Esa tarde me sentía angustiado y no pude contenerme. Me
desahogué. Él me escuchó llorar, y me dejó hacerlo sin interrumpir. Aunque
pasando los minutos se puso de pie y lo vi buscar en los frascos de su
medicina. Lo vi de pie frente al armario sin saber qué hacer. Lo sentí
impotente ante mi dolor como lo hace un verdadero amigo. Finalmente negó con la
cabeza y volvió a sentarse.
-No –murmuré-. No
encontrarás nada allí para curar mi corazón.
Sin embargo me equivoqué. Si
bien no había llenado el espacio con palabras alicientes y consoladoras, su
sólo acto de preocupación y su vano intento por curarme alivió mi alma y juro
que me sentí mejor.
Desde ese día, por más que
no supiera su nombre y quizás no lo supiera nunca, yo le había puesto el mejor
nombre que un ser podría tener… “amigo”.
El aroma del café desde la
cocina despertó mi apetito. Volví al presente y me vestí con los jeans de prisa.
Descalzo y sin camiseta llegué hasta el living y encendí la leña. Bua me alcanzó
un jarro de café y un bollito de miel que hizo que mordiera de su mano. Una
piña verde explotó entre los leños apenas el fuego cobró fuerza.
Ella rio. Me gustaba verla
reír.
-¿Te asustaste? –pregunté
bebiendo el café.
-No más que tú con mis
colmillos.
Caminó lento rodeándome
hasta quedar a mi espalda. Su mano acarició la columna y se coló por debajo de los jeans hasta apretar uno de mis glúteos.
-Joder… -murmuré divertido.
Sus labios besaron mi nuca.
-Mmm… Y pensar que serias un
hermoso lobo –mordisqueó el cuello-. ¡Qué tentación convertirte en uno de los
míos!
-Traviesa, me pones
nervioso.
-Me encanta –susurro en mi
oído.
La cogí del brazo con mi
mano libre y la posicioné frente a mí. La aferré por la cintura y la apreté
contra el pecho. Incliné el rostro y la besé con pasión. Otra vez nuestras
lenguas se enredaron buscando la hegemonía. Besaba muy bien, porque negarlo.
Al cabo de unos segundos se
separó jadeante.
-Me quedaría todo el día
contigo… pero tú tienes que trabajar… y yo prometí a Mike que me anotaría en la
Universidad.
La solté despacio y bebí un
trago de café.
-¿Mike?
-Sí.
Se alejó hacia la habitación
para vestirse y la seguí.
-¿Eres amiga de Mike?
Me miró divertida viendo mi
gesto de preocupación.
-No, es mi hermano.
Escupí el café.
-¿Cómo qué…? ¡Cómo qué es tu
hermano! Mike… ¡Mike me matará si sabe que me acuesto con su hermana! ¿Por qué
no me lo dijiste?
-Tranquilo –contestó
poniéndose las botas, sentada en mi cama-. El no se mete en mis relaciones.
-No mientas, Bua. Todos los
hermanos se meten en las relaciones de sus hermanas. Es una regla de la
naturaleza.
-Pues él no. Ya sabe como
soy. Y tengo veintiocho, soy mayor que él.
-Pero, pero…
-Pero nada -besó mis labios
y entró al baño.
Desde la puerta cerrada
continué.
-Bua, tendrías que habérmelo
dicho. Tengo códigos. No me hubiera acostado con la hermana de un amigo. ¿Estás
escuchándome?
-Siiii, Drank. Te escuché.
-¿Ý ahora que le digo? “Mira
Mike te respeto como amigo pero me follé a tu hermana que lo hace como los
dioses”.
Abrió la puerta acomodándose
el cabello y arqueó una ceja.
-Omitiría lo último. No
quedaría ético –guiñó el ojo.
-¡Bua! –cogió la cazadora de
piel y me tiró un beso desde la puerta.
Joder…
En menos de media hora ya me
había duchado, vestido, e iba camino a la nueva construcción de la escuela. Por
lo bajo repetía una y otra vez frases practicando las decenas de formas bonitas
de decirle a Mike que me había follado a su hermana otra vez. “Oye Mike,
lamento no sabía que era tu hermana”, o “amigo, no lo vas a creer pero Bua es
tu hermana y no lo sabía”, o también “¡qué destino de mierda Bua y yo follamos
y me enteré de casualidad que era tu hermana”.
Me quedé tieso a mitad de
camino al escuchar la voz de Mike llamarme.
La puta madre…
-¡Ey, Drank! Aguarda
hermano, ¿vas para la construcción?
Perfecto, ahora no solo me
consideraba su amigo sino como un hermano. En cuanto supiera iba a dejarme la
cara hecha puré.
Me mantuve quieto sin
mirarlo. Subí el cuello de la cazadora y bajé mi gorro de lana hasta tapar las
orejas. Es que quería hundirme en la nieve, que el suelo me tragara, aunque
ocultarme bajo la ropa gruesa no evitaría que me deshiciera la cara a golpes.
¡Mierda!
-Oye… -dijo avanzando por el
camino dejándome atrás-. ¿Vienes?
-Sí… Ehm…Antes quiero
decirte algo…
-Claro amigo, dime.
-Escucha atentamente
–balbucee.
-¡Claro! Soy todo oído.
Qué pena… hubiera quedado
sordo de por vida y eso me facilitaría las cosas –pensé-. Vamos Drank tu eres
valiente… Sin embargo una cosa era enfrentar la muerte y otra muy distinta a un
hermano celoso.
-Bueno –me acerqué a él
midiendo la distancia de su brazo y puño-. Verás, en la vida a veces el destino
te juega sucio, muy sucio… Ehm… ¿Cómo explicarte? Bien… Lo que ocurre a veces
entre una mujer bella y un hombre que se siente solo… muy solo y…
Arqueó la ceja.
-Drank, ¿te sientes bien?
-Por ahora sí… Quiero
decir… -cubrí mi cara con las dos manos
y caí de rodillas a sus pies-. ¡Perdóon! ¡Por favooor no lo sabía! ¡Te pido mil
disculpas sé que no vas a perdonarme pero soy sincero!
-¿De qué mierda estás hablando,
Drank?
Descubrí mi rostro y lo miré
desde mi posición.
-Bua y yo… Dormimos juntos
–murmuré bajito.
Mejor si no escuchaba bien.
Poco a poco su cara cambió
el gesto de confundido a uno sonriente hasta que estalló en carcajadas.
-¡Eres un idiota! Ponte de
pie.
Hice lo que decía sacudiendo
mi ropa.
-¿No estás enfadado conmigo?
Rio y palmeó mi hombro.
-Drank, si tengo que
enfadarme con los amantes de mi hermana no me hablaría con media reserva.
-Pero…
-Es la verdad. No digo que
me alegra que no encuentre su media naranja y siente cabeza. Ella es así libre
y la acepto tal cual es. No soy machista. Si fuera un macho lo aplaudiría,
¿verdad? ¿Qué diferencia hay porque es hembra? Es lo mismo. No se enamoró y a
este paso dudo que alguna vez lo haga.
-Yo… pensé que te
molestaría.
-Sí te daré un consejo. No
quiero perderte como amigo. Trata de no enamorarte de ella y no andes llorando
después por los rincones.
-Ah… No… No ehm… Nosotros lo
tenemos claro… Sí… Ehm…
Rio con ganas.
-Mira que arrodillarte a
pedirme perdón.
-Okay, no te burles de mí.
-Vamos, llegaremos tarde
–sonrió.
Comenzamos a caminar por el
sendero hasta ver los grandes reflectores. ¿Hasta cuando los lobos, esa raza
que parecía tan salvaje, continuarían dándome lecciones de vida?
Ron.
Sentado en el sofá, con la
vista clavada en el pasillo superior, trataba de hallar una forma de acercarme
a Anne mientras Charle había salido a cazar y escuchaba a las chicas conversar
en la cocina. Imposible… Primero porque Scarlet me lo tenía prohibido, y
segundo porque si ella no estaba en la mansión sus instrucciones se cumplían a
rajatablas Ni Rose, ni Sara, ni Margaret, me perdían pisada cada vez que me
dirigía a mi habitación.
Aunque hacía quince días, una
noche, una bendita noche, ellas parecían estar reunidas con Marin en la sala
conversando sobre el compromiso. Liz y Lenya habían salido a cazar, Charles y
Sebastien habían viajado a la Isla del Oso para ver a Douglas y Numa. Era mi
oportunidad de poder aunque sea saludarla tras la puerta. Decirle que mi nombre
era Ron, el mismo que aquella vez la había defendido en el restaurante del
hotel Thon.
Esa vez me acerqué sigiloso
y me apoyé con cuidado en la puerta que me separaba de ese ángel.
Carraspee…
Con la voz baja, y muy
temeroso que pidiera auxilio, le hablé.
-Buenas tardes, Anne… Mi
nombre es Ron… No te asustes, no voy a entrar.
Silencio…
-Sólo quería saber si
necesitabas algo… Las chicas están en la sala y pensé quizás quieras un vaso de
agua o algo para comer.
Más silencio…
-Escucha, sé que no hablas… Podrías
golpear la puerta una vez si es “no” y si es “si” golpear dos veces. ¿Te
parece?
Silencio… ¿Estaría dormida?
Respiré profundo. Noté mis
manos transpirar. ¿Estaba tan nervioso en esa oportunidad por estar tan cerca
de ella? Cielos… Nunca me había sentido así por una hembra. No, no, ella no era
una hembra, no… Ella era un ángel que caminaba entre humanos. Bueno, ahora
entre vampiros. Recuerdo que le dije.
-Okay, Anne. No quiero
molestarte. Yo… Yo me iré a mi habitación y ya no te hablaré… ¿Está bien?
Dos golpes sonaron en la
puerta. Era un “si”. Le parecía bien que me fuera… Okay Ron… Al menos lo había
intentado y ella había respondido aunque deseaba que me fuera.
Mi mano resbaló por la
madera lustrada sintiendo una gran decepción. ¿Y qué esperaba? ¿Qué me dijera no
te vayas? No deseaba que estuviera tras la puerta y mucho menos que le contara
sobre mí.
Al instante sentí unos pasos
en la escalera. Alguien habría escuchado los golpes de Anne en la puerta. Me
escurrí por el pasillo hasta encerrarme en la habitación con el corazón
galopando salvaje.
Ahora, sentado en la sala,
pensaba como comunicarme con ella sin que escucharan los golpes de la puerta
desde la cocina.
¿Escribirle? Sí, era una
opción muy buena. Sobre todo si ella no hablaba.
Me puse de pie y en ese
instante Rose y Anouk entraron a la sala riendo.
Volví a sentarme.
-Hola Ron, ¿en qué andas?
–preguntó Rose.
-Ah, hola… Pues yo leía.
La sonriente pelirroja echó
un vistazo alrededor.
-¿Y qué lees?
Anouk acomodó su bolso en el
hombro.
-Hasta luego, Ron. Iré a
trabajar.
-Hasta luego, Anouk.
¡Suerte!
La menor de los Gólubev se
despidió de Rose mientras ella habría los comandos de los portones.
Subí la escalera apresurado.
Había estado cerca de quedar como mentiroso. ¿Cómo iba a leer sin libro o sin
periódico?
Caminé por el pasillo y me
detuve en la puerta de Anne. Titubee… No, Rose podría subir. Mejor lo dejaría
para otro momento.
Resignado me dejé caer en la
cama y miré el techo sin saber qué hacer. Había algo más que me preocupaba. Iba
contra reloj. Había escuchado a Sebastien hablar con Charles sobre la partida
de Anne. Ella debía regresar con su hermano ahora que todo volvía a la
normalidad. Cielos… ¿Qué podía hacer en tan poco tiempo si ni siquiera quería
escucharme?
Me incorporé y abrí el cajón
de la mesa de luz. Estiré la mano tanteando hasta chocar con el anotador y una
lapicera. Me senté en la cama e hice un garabato en la primera hoja. Sí, tenía
tinta. Hace tanto no escribía. Salté de la cama y abrí la puerta. Me asomé
lentamente… No había nadie en el pasillo. Apenas escuchaba la voz de Rose
hablando con Charles… Entonces Charles estaba en la mansión y había regresado.
Caray… ¿Y ahora si subía
justo cuando estaba en la puerta de Anne? Engañar a nuestro querido mayordomo
no era tan fácil. Pero tenía que intentarlo. Si Petrov se llevaba a Anne en
estos días no la volvería a ver. No porque no supiera donde estaba sino porque
no tendría excusa para ir hasta su casa.
Cerré despacio y avancé
cauteloso hasta su puerta. Mis ojos clavados en el final de la escalera, al
fondo del pasillo… Nadie por ahora…
Me senté en el zócalo junto
a la puerta…
No se escuchaba ningún
ruido, miento… el sonido de un programa en la tv. Estaría viendo televisión.
Joder… No vería ningún papel por debajo de la puerta.
Aun así lo intenté.
Escribí en una hoja limpia.
“Hola Anne, soy Ron. Quería
saber si necesitabas algo.”
Arranqué muy despacio la
hoja para que el sonido no alertara a nadie de la sala. Ya no tenía las paredes
aislantes de por medio. Lentamente lo pasé por debajo y aguardé.
Nada…
Bajé la cabeza y miré un
punto fijo entre mis rodillas. Sentado en el suelo parecía un mendigo esperando
la limosna. Cielos… ¡Qué difícil llegar a ella!
Recosté la cabeza en la
pared y observé el techo iluminado por dicroicas…
Decidí escribir otro
mensaje…
“Anne, no quiero hacerte
daño. Soy Ron, el mismo que te cruzó en el restaurante. Sólo deseaba saber de
ti”.
Lo pasé por debajo de la
puerta y aguardé.
Nada… Sólo el sonido muy
bajo del televisor.
¿Y ahora? Basta Ron, estás
molestándola. Ella no quiere comunicarse contigo. Me dije a mí mismo.
¿Lo intentaría otra vez? ¿Y
si Scarlet o alguien más veía los papeles bajo la puerta al venir por Anne?
¡Qué idiota! No lo había pensado.
Escuché pasos subiendo la
escalera…
Era Charles. Sí, era él por la
forma de pisar.
De un salto me incorporé y
caminé hacia mi habitación pero la voz de Charles me detuvo.
-Ron, ¿vas a tu habitación?
Giré para verlo sonriente.
-Ah sí, justo iba a
descansar un poco.
-¡Qué bien! –se acercó a mí
con una sonrisa apacible y serena-. Veo extraño que no te vi pasar por la sala.
-Ah… No… Bueno… Salí de la
habitación de Douglas.
-¿De Douglas? Si Douglas no
está.
-No, es que… Me pidió si
podía enviarle un par de cosas que se ha olvidado y como quizás yo viaje a la
Isla de Oso la semana que viene –encogí los hombros.
-Oh… Curioso pedido. Sobre
todo si Douglas llega mañana.
-Ah, ¿en serio?
-Sí, en serio. Tendrá que
presentar la tesis en tres días y ya la tiene lista.
-¡Genial! Tendremos un
contador público en la familia.
-¿Verdad que es maravilloso?
-Sí…
Un ruido casi imperceptible
se escuchó. Mi vista se clavó en el suelo, entre Charles y yo estaba la puerta
de Anne…
Tragué saliva.
Charles bajó la vista y
arqueó la ceja al ver un papel deslizarse por la abertura.
Desesperado me abalancé para
cogerlo y mi corazón se agitó.
Él me miró y yo pasé la
lengua por mis labios resecos.
-Léelo Ron, puede ser
importante –sonrió.
Titubee. Mis manos
temblaron… Pero lo abrí lentamente y leí.
“Hola Ron, gracias por
defenderme.”
Abrí la boca y la
respiración se agitó.
Después de unos segundos
reaccioné, doblé el papel y lo metí en el bolsillo. Charles me miraba
sonriendo. Aunque no me hubiera preguntado supe que le debía una respuesta.
-Yo… pregunté si estaba
bien. Yo… No haré nada que la incomode.
-Lo sé –aseguró con pena.
Bajé la vista y murmuré.
-Sé que le debes toda
información a Scarlet pero…
-¿Información de qué?
–preguntó-. Yo no he visto nada extraño, Ron.
Se hizo a un lado sin perder
la sonrisa y caminó hacia su habitación.
Giré y lo llamé.
-¡Charles!
-¿Sí?
-Gracias.
NOTA: Espero que les haya gustado.
Ahhhhhhh al fin al fun!!! Vos sabes que todos tus personajes me encantan, que todos los hilos de la historia los sigo con avidez,pero estos dos me pueden y lo tenes claro. Esa ingenuidad y esa ternura en un depredador natural me enloquece, tanto q no me acuerdo que mas te iba a comentar aparte de lo de Ron.... Gracias ami por tocar un poco de esta historia y satisfacer mi avidez de informacion sobre ellos....como siempre un capi mas que interesante. Quedo esperando mas!!!
ResponderEliminarBesos muñeca, te adoro!!
¡Holaaaasss! Al fin no? Aunque falta para que los veas juntos. Hay muchas dificultades. La mayor, un hermano que ignora quienes son los Craig. Y el hilo se va afinando...
EliminarGracias por tu comentario tan cariñosos, sabes que me hacen feliz.
Ron es un dulce pero vamos a ver otra cara de él...muy pronto.
Y quién no reaccionaría como salvaje si está frente a quien le hizo daño a quien amano? Y ahí te dejo...pensando...
un besazo amiii
Uy genial he extrañado leerte. Me gusto mucho tu cabecera. Veamos que pasa con Grigori y Ron Te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminarHola mi sol! Gracias yo también añoro tus capis y si tuviera más tiempo no me retrasaría eso seguro. Eres genial.
EliminarGrigorii... veremos. Y Ron creo que va por buen camino. Un besote y te me cuidas mucho
Oh pobre Ron le ganan los nervios por estar con Anne las cosas de a poco con ellos se van a dar y ojala que sea así porque me gustaría que estén juntos, y Grigorii anda bien encaminado averiguando sobre el escudo de Los Craig, gracias por el capitulo Lou, saluditos!
ResponderEliminar¡Hola Lau! Ojala se de, yo tengo ganas y eso es un porcentaje a favor, pero tu sabes los personajes me cobran vida de pronto y me dan sorpresas. Eso es lo bueno de escribir. Gracias a ti tesoro por comentar. Besazos!
EliminarHola, Lou... Bueno, pues no sé que pasará con Olga... no sé si Bianca no tendrá algo de celos
ResponderEliminarTal vez Sebastien y Bianca sean padres en un futuro cercano
Grigorii está haciendo muchas preguntas... entiendo que Sebastien quiera que Anne ya se marche de la mansión
La escena en que Drank se arrodilla ante Mike ha estado muy divertida
Ron me encanta, y Anne también... y Charles es adorable
Ron ha tenido una gran idea al escribir notas y pasarlas por debajo de la puerta... además me parece de lo más romántico
Un capítulo precioso que he disfrutado mucho... Muchas gracias
Besos
¡Hola querida amiga! Sobre Olga no puedo abrir la boca, pero te adelanto que la mansión Craig temblará otra vez. No por celos precisamente. Aquí me callo porque sé que deseas descubrirlo tú misma.
EliminarGrigorii es una piedra en el zapato y en el próximo capítulo el círculo de coincidencias se cerrará más para él. Veremos que ocurre.
Ron, que decirte de Ron, es un tierno y romántico vampiro, pero creo que tiene la fortaleza del más fuerte guerrero escondida en su corazón. Su padre fue guerrero de Adrien y eso a la larga surge en las venas.
Me alegro que te haya gustado. Deseando leer tu maravillosa novela. Un beso grande y muchas gracias.
Tienes razón, Lou... Me encanta descubrir las cosas por mí misma
EliminarEs que si te cuentan el final de una novela o de una película... el interés, la curiosidad, decaen por completo
Un beso grande
La ternura de Ron es de otro planeta!!! y me encantó la reacción de Mike al escuchar la confesión de Drank. Excelente capi! te quiero ♥
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