Saga para + 18

Iris púrpura es el cuarto libro de la saga Los Craig. Para comprender la historia y conocer los personajes es necesario partir de la lectura de Los ojos de Douglas Craig.

La saga es de género romántico paranormal. El blog contiene escenas de sexo y lenguaje adulto.

Si deseas comunicarte conmigo por dudas o pedido de archivos escribe a mi mail. Lou.


sábado, 28 de abril de 2018

¡Hola chicos! Lamento la demora. Me fue difícil encontrar el tiempo para escribir pero ya estoy aquí. Un beso grande y gracias por la paciencia y por comentar. 
Capítulo 48.
Desesperanza.


Scarlet.

Observé por la ventana del despacho a Rose y a Anne caminando por el parque. Grigorii llegaría en media hora y había que prepararse para una inminente despedida de mi querida y especial amiga. Era comprensible que él deseara vivir con su hermana sobre todo ahora que podían contar con un bonito apartamento. No había excusa razonable. Tampoco para nosotros. Ya que el padre de Anne había sido asesinado y no existía razón justificada para sentir miedo. Ron… Ron le había quitado la vida…

Sebastien carraspeó y giré la cabeza para contemplarlo.

Sentado en el escritorio lucía más demacrado y sin desgano que días atrás. Es que la partida de Bianca poco a poco parecía abatirlo sin remedio.

Volví la mirada al parque…

¿Qué había ocurrido con Bianca? Jamás pensaría que había dejado de amar a mi hermano pero era evidente que la llegada de Nicolay la había desestabilizado. Desconocía mucho más. Hacía tiempo que ambas no nos sentábamos a conversar como solíamos hacerlo. Adoraba a mi hermano, pero a la vez, Bianca era intocable. Ella había hecho de mí una joven refinada y sociable. Sonreí al recordar aquel día que me enseñaba significados de palabras nuevas. ¿Y cuándo caminé por primera vez con tacones? ¿O cuando me cubrió de haber asesinado a Samanta Vasiliev? No… Bianca no podía haber cambiado. Algo muy grave estaba pasado en su mente.

—¿Le dirán la verdad?

Sebastien golpeó tres veces la punta de la lapicera sobre una carpeta.

Me aparté de la ventana y me senté frente a él caminando con elegancia como me había enseñado ella. Crucé las piernas como una dama, y su consejo retornó a mi memoria como aquellos días.

—Sí, le dirá a Grigorii que puede hablar.
—¿Desde cuándo puede hacerlo, Scarlet? Porque no me trago el cuento que de la noche a la mañana se haya despertado elocuente.
—Desde hace un tiempo. Pero solo hablaba conmigo.

Me miró fijo.

—Le dirá que habla desde ayer. Es casi la verdad.
—Pero no es la verdad. Su hermano merece saber que estaba recuperada desde ese primer instante que habló.
—Es que no estaba preparada, Sebastien. Ahora su padre murió. En su mente pensaría que podría volver por ella. No soy psicóloga. No sé porqué recurrió a ese escape. Para el resto suena tonto.
—Puede ser. Si ella se hubiera dejado ayudar, Dimitri hubiera encontrado la respuesta y la solución antes.
—Los machos la hacían sentir inestable, desprotegida… Hablando de ello… Tú me has ocultado un dato importante.

Encendió la notebook en silencio.

—No negarás que te ha llamado la atención lo que ha hecho Ron, salvo… que supieras hechos que ignoro.
—No podía ir por allí de cotilleo.
—Es algo más que un cotilleo –me puse de pie y regresé a la ventana—. Resulta que Ron se enamoró de Anne, no sé qué día y en qué momento. No quiero pensar que desobedeció mis órdenes y entró a su habitación.

Negó con la cabeza.

—¿Entonces? ¿Cómo fue? –lo miré—. Dime cómo fue.
—Lo supe hace poco. Ellos se comunicaban mediante notas escritas por debajo de la puerta.
—¿Y de ahí surgió el amor de Ron?
—Si tienes memoria recordarás que la vio por primera vez hace tiempo. Un día en el hotel no permitían a Grigorii cenar con ella.
—Ah… Sí…
—Después no sé… Quizás se enamoró a primera vista y alimentó ese amor con ilusiones.
—Vaya, ¡qué valiente son algunos para apostar por el amor sin una base sólida!
—¿Y tú Scarlet? ¿Qué harás con Petrov?
—No lo sé. Juro que no lo sé. Estoy aterrada de hundir a los Craig si cuento el secreto.

Sonrió con pena.

—Sí, a veces ser centrado y responsable no es maravilloso. ¿Preferirías seguir siendo aquella que fuiste?

Observé el parque… Me tomé el tiempo para contestar…

—No, porque aquella que fui vivía en una mentira. En un mundo donde gritar lo que te parece y lo que eres nunca trae consecuencias. Y las trae –giré la cabeza para contemplarlo—. Como los niños, ¿no? Ellos son sinceros y no miden el resultado.
—Dímelo a mí. Cada vez que Nicolay pide que vivamos sus padres juntos porque eso lo haría feliz. Ignora que me produce tristeza, y hasta un poco de enojo.
—¿Qué le has dicho?
—Que no se puede. Entonces trato de explicarle el porqué. Nicolay no es de los niños que se queda con una respuesta lisa y llana.

Sonreí.
—Es un Craig por donde lo mires… ¿Qué diría papá si lo hubiera conocido?
—¿No lo conoce? ¿Crees eso? ¿No has pensado que en cualquier lugar que se encuentre debe observarnos?
—Puede ser.
—Hay algo que sí me preocupa, hablando del más allá.
—¿Qué es?
—Nicolay menciona a una persona, no sé, a alguien. Viste con ropas oscuras.
—¿Será su abuelo?
—No creo. Parece incomodarlo y le desagrada. El Defensor preguntó sobre el tema. Lo escuchó hablar cuando esperábamos en el hall.
—Ropas oscuras… ¿Por qué no le preguntas más datos?
—Ya te dije. No quiero incomodarlo. Le desagrada.
—No creo sea nuestro padre.
—Tampoco yo.

En ese instante se escucharon pasos bajando la escalera. Afiné el oído…

—Ese es Ron. Siempre baja y sube comiéndose escalones.

Caminé hacia la puerta. Sebastien levantó la vista de la notebook.

—No seas dura con él.

Cerré la puerta y me quedé frente a la sala. Ron de espaldas a mí se servía un coñac en el bar.

—Ron.

Su nombre en mi boca provocó que soltara la botella que cayó entre el whisky y el vodka. Sosteniendo el vaso en la mano se giró lentamente para verme.

Me crucé de brazos y aguardé una palabra de su boca. Sin embargo solo me miró con los ojos grandes y el rictus de temor.

Avancé para acercarme y por instinto dio un paso atrás. Me detuve y lo miré fijo.

—¿Por qué no me lo dijiste? ¿No confiaste en mí?

El líquido del vaso en su mano se balanceó imperceptiblemente.

Me senté en el sofá.

—Deja el vaso antes que caiga al suelo.

Obedeció y se acercó. Cogió asiento frente a mí.

—¿Te repito la pregunta?

Negó con la cabeza.

—¿Entonces? Me debes una explicación.
—Lo sé –su voz sonó insegura.
—Te escucho.
—No lo busqué. No planee enamorarme de Anne. Jamás haría daño a los Craig porque sencillamente soy uno de ellos.
—¿Qué pensabas que iría a ocurrir con el tiempo?
—Cualquier cosa menos esto. Esto… Que Anne tuviera que irse de la mansión. Imaginaba que el tiempo transcurriría y muerto el padre.
—Asesinado –corregí.

Bajó la vista.

—Haría cualquier cosa por ella. Lo que me pidiera.
—¡Qué miedo me da tu aseveración!
—Creí que ella de a poco comenzaría a vivir normal. Que con el tiempo podría acerarme y conquistarla.
—¿Con el tiempo? Ni siquiera sabes si tardaría años en lograrlo.
—Centenas de años la esperaría.
—Tú sí. Pero ella es humana. ¿Lo olvidaste?
—No… Es una pena que cada minuto de cada día recuerde que soy un vampiro. Sin embargo… Ella ha hecho que por instantes crea la posibilidad de lograr ser feliz. Te juro que soñaba con ese imposible.
—No es un imposible.
—Sí, lo es. Tú lo dijiste. Es humana y yo un vampiro.
—Bianca y Sebastien lo eran.

Sonrió con tristeza.

—Bianca no tenía un hermano policía.
—Eso es cierto.
—No sé porque la vida me niega el amor.
—Ron, no puedo asegurarte que todo saldrá bien. Yo misma no me he animado a confesarle a Grigorii quien soy. Al menos ella no ignora que eres un vampiro. Pero… dudo que quiera estar tan cerca del sexo masculino.
—Lo tengo claro.
—Bueno… Te ha contestado cada una de tus notas. Tienes una luz especial.

Sonrió.

—Aunque debiste confiar en mí –fruncí el ceño.
—Scarlet, prohibiste que nos acercáramos. ¿Cómo iba a decirte que pasaba sentado noches enteras en el zócalo de su habitación, tras la puerta? Esperando escuchar cualquier sonido que viniera de ella.
—¡Ay, madre mía! Tienes un metejón sin nombre.
—No es metejón. Me enamoré de Anne. Ella es especial.
—Que es especial salta a la vista y ya sabemos el porqué. No quiere hablar. Sinceramente deseo que no salgas herido. No por ser una mujer mala, todo lo contrario. Tú entiendes. Si nunca te corresponderá ya sabes que se siente.

Me miró fijo.

—Pasaste por ello gracias a mí.
—Scarlet…
—¿Lo olvidaste? Yo no. De verdad que cada tanto me reprocho no haberte hablado como debía. Sin ser altanera y orgullosa.
—Sin embargo en algún momento lo hiciste y te lo agradezco.

Extendí la mano.

—Dame un trago de ese coñac. Quiero borrar la imagen de lo insoportable que era. Gracias a Bianca –bebí un trago—, gracias a Bianca… ¿Dónde estará?
—Nunca hubiera imaginado que ella lo abandonara.
—Es momentáneo, Ron. Confío en que volverá.
—¿Sebastien la esperará?
—Eso es algo que no te sabré responder.

                                                         ………………………


Ayudé a Anne a guardar en la maleta algunas pocas pertenencias que quedaban por la habitación al tiempo que Grigorii aguardaba conversando con Sara y Rodion. Mientras aproveché a sonsacar que ocurría en su corazón.

—¿Este video de la película Anastasia? –Alcé la mano sosteniendo la caja—. Ibas a olvidarlo.
—No lo olvidaba. No quiero llevarlo. Lo regalo a Nicolay.
—¿Ah no?
—No. Me cansé de verlo.
—Okay. ¿Este libro de princesas?
—Tampoco lo llevaré. Si quieres guárdalo de recuerdo.
—Bien… ¿Estás lista?
—Sí, muchas gracias por todo.
—Ha sido un placer. Te quiero mucho.
—Yo también. ¿Qué harán con él?

Haciéndome la tonta la miré extrañada.

—¿Con quién?
—Con Ron. Digo… Por ayudarme asesinó a mi padre.
—¡Oh sí! Haremos lo correcto. Lo que se hace con los traidores.
—¡Pero si no los traicionó!
—Anne, no consultó lo que haría. Pasó por encima del líder de los vampiros. Es decir, mi hermano. Eso es traición.
—¡No lo es! –pateó el piso enfurecida.
—Anne, son reglas ajenas a tu mundo. Por favor, entiende. Ya ocurrió con dos vampiros del aquelarre. Los degollamos lentamente. ¿Cómo era que se llamaban? –mentí—. ¡Ah sí! Yin y Yan.

Se sentó en la cama con el rostro, angustiada. Sus ojos brillaban y la frente se arrugó en actitud llorosa.

—No puede ser. No quiero que le ocurra nada. Todo es mi culpa.
—Tranquila. Pronto olvidarás todo y podrás caminar feliz por cualquier parte. Libre de temores.
—¡No entiendes! ¡No voy a vivir feliz sabiendo que ustedes mataron a Ron!
—Anne…

Estalló en llanto.

—Anne, Grigorii espera en la planta baja y notará que has llorado.

Sus ojos azules miraron hacia la ventana. Las lágrimas corrían por sus mejillas. Creí que me había excedido un poco. Quise consolarla pero se puso de pie de un salto y abrió la puerta. Salí tras ella como alma que lleva el diablo.

Al bajar la escalera, Grigorii se puso de pie. Bebía un café que le había ofrecido Sara.

—¡Anne, cariño!

Ella atravesó la sala corriendo y se precipitó en el despacho. Pero no fue lo único que llamó la atención a Grigorii… Sino sus primeras palabras delante de él… “¡Espérame!

Antes de entrar al despacho vi el rostro de Grigorii descomponerse de asombro. Murmuró un, “¿habló? ¿Mi hermana habló?

—¡Sí, qué suerte! –Exclamé, y cerré la puerta.

Bien… Frente a mí tenía a una Anne llorosa y desconsolada suplicando que no mataran a Ron. Por otro lado a un hermano arqueando la ceja detrás del escritorio sin entender qué cuernos pasaba.

—¡Por favor, se lo suplico señor Craig! Máteme a mí. ¡No a Ron!
—¿Qué dices? –se puso de pie.
—¡Tengan piedad! ¡Es injusto!
—No vamos a matar a Ron, y baja la voz.
—¡Sí, lo harán! Lo degollarán lentamente como a Yin y a Yan.
—¡De qué estás hablando Anne! ¿Qué Yin y Yan?
—Esos vampiros que los traicionaron.

Mi hermano me miró. Encogí de hombros.

—¿De dónde sacaste ese disparate, Anne?
—Sé todo. No lo niegue. Scarlet me lo contó.

—Aaah, Scarlet… Claro… Debí imaginarlo.

Rodé los ojos.

—Te prometo que no mataremos a Ron. No lo degollaremos ni lo torturaremos como a esos vampiros, ¿cómo se llamaban?
—Yin y Yan –respondí en un murmullo.
—Esos, sí… Ahora deja de llorar y gritar porque tu hermano descubrirá que algo extraño ocurre en la mansión.
—Vamos Anne, sé buena. Ya mi hermano te prometió que no lo matará.
—¿De verdad? No les creo.

Sebastien suspiró y rodó los ojos. Señaló la puerta.

—Por favor…
—Ya nos vamos –lo tranquilicé—. No te preocupes.
—Noo, si no me preocupo. ¿Me ves preocupado?
—Algo, pero tengo todo bajo control —guiñé un ojo y cerré la puerta.

Grigorii estaba de pie. Aún tenía en su rostro el gesto de “¿qué está pasando aquí?”

Cogí a Anne del brazo y susurré.

—Por favor, echarás todo a perder.
—Anne… —se acercó cauteloso—. Has hablado.
—Sí –respondí—. Estamos muy felices todos.

Anne quedó frente a su hermano y bajó la vista.

—Hermana… ¿Desde cuándo te has animado a hablar?
—Desde hace un par de horas –respondí otra vez.

Le alzó la barbilla con delicadeza pero ella evitó mirarlo.

—Anne, es una gran alegría para mí. Yo… no puedo creerlo.
—Nosotros tampoco –interrumpió Sara.

Grigorii se echó a reír emocionado y la abrazó. Sin embargo, Anne mantuvo sus brazos a los costados de su cuerpo, con desgano y tristeza. Grigorii se separó y la miró temeroso.

—¿Te sientes bien?

Ella asintió.

Mi hermano hizo acto de aparición y se acercó prendiendo el botón de su chaqueta. Lo observé… Su rostro, su mirada, su porte… Supe desde ese instante que no podía haber otro líder que él. Aunque Lenya y yo fuéramos sus hermanos. Había algo en Sebastien que no teníamos nosotros. Quizás el aplomo de Adrien Craig. Esa virtud de no salir de las casillas ante un grave problema. Y lo teníamos…

Extendió la mano y sonrió.

—Petrov, un gusto recibirte. Nos alegramos por el avance de tu hermana.

Grigorii estrechó la mano.

—Por favor, no sé cómo agradecerles. Han hecho mucho por Anne.
—No lo menciones. Gracias a ti por confiar en nosotros y dejarla en nuestras manos –se dirigió a Sara y a Rodion—. Vayan a descansar, yo mismo le serviré de beber al caballero.

¿Estaba loco? ¿Cómo podía estar seguro de dominar la situación? Yo solo quería que partieran de la mansión cuanto antes.

—Me da pena rechazar la invitación Craig,  pero me gustaría que Anne cuanto antes conozca su nueva casa. No lo tome como desaire, por favor. Yo… ¡No puedo creerlo! –rio.
—No te preocupes. Entiendo –me miró sin perder la sonrisa—. Querida, ¿por qué no llevas a Anne al parque para que se despida de aquellos que deseaba saludar?

Arquee la ceja.

—De aquellos…
—Sí, Scarlet. De Rose, de Margaret…
—¡Ah claro! Cierto que Anne quería saludarlas, sí…

La cogí de la mano y se dejó llevar.

—Vamos Anne. Enseguida regresamos.

Al salir al parque comencé con mi rosario de maldiciones.

—¡Estás loca Anne! Por el maldito infierno. ¡Mira en qué lío casi nos metes! ¡Casi acabas con mi sano corazón! ¡No es justo! ¿Entiendes que si Grigorii hubiera escuchado tu ridícula súplica ahí sí los Craig tendrían que dar explicaciones?
—Lo siento –balbuceó cogida de mi brazo—, pero no me arrepiento de pedir a tu hermano que no matara a Ron.
—Ya te dijo que no –murmuré.

En ese instante por mi cabeza pasó preguntarle, “¿cogiste aprecio por Ron? ¿Te gusta? Sin embargo callé. Anne no era una chica normal, al menos por ahora. Y si ella sentía algún sentimiento especial por nuestro noble guardaespaldas no hubiera sido indicado hacérselo ver. Aunque no tenía dudas que él hubiera ganado su corazón en mayor o menor medida.

—Los extrañaré.
—Nosotros a ti. No te preocupes seguiré visitándote en esa casita nueva que tienes ahora.
—Gracias.

De pronto se detuvo y sus ojos se fijaron entre los árboles. Seguí la perspectiva y lo vi…

Ron fumaba recostado a un ciprés. Con su camiseta negra y pantalón gris, lucía elegante pero abatido y triste. Sus músculos de acero se marcaban bajo las prendas aunque a Anne ese detalle no le importaría. Solo sus ojos se encontraron. Para ella, quizás, por primera vez podía conocer ese azabache profundo con vetas rojizas del iris de quien le había liberado la vida.

La cogí de la mano y sonreí.

—Ven, me quedaré contigo para que le des el adiós.

Un “adiós” es una palabra que a nadie le gusta en situaciones similares. Las despedidas duelen y te desgarran si quieres al otro ser con el corazón. No había otra salida. Imposible pensar otro final para los dos. Las causas no eran las razas diferentes. La razón tenía nombre y apellido, Grigorii Pretov.

Nos acercamos lentamente sin embargo Ron no se adelantó. Creo que había conocido a Anne todo este tiempo sin necesidad de verla en persona. Probablemente, sí… Porque él debía ser un gran lector de almas.

Tuve deseos de dejarlos solos en un acto de arrojo y locura, envuelta en ese maravilloso don del romanticismo que gozamos las hembras. Pero ya no era la Scarlet espontánea e irresponsable. De aquella nada quedaba… Daba fe que para estar al frente de los Craig era lo mejor, para mi vida… no estaba tan segura.

Sentí jalar mi mano para que retrocediera y me detuve. Aún nos separa varios metros de él.

Se mantuvo muda, con ojos húmedos. Ron lanzó el cigarrillo y metió una mano en el bolsillo. Aguardando, paciente… como toda su vida habría hecho en muchas situaciones. Como cuentan de aquel día que se despidió de Anthony. Sebastien llevaba a su mejor amigo a la mansión para vivir y así abandonar las cumbres. Mi hermano había prometido a Ron que regresaría por él un día. Según Charles, Ron era un niño. Sin embargo no hubo berrinches y pataletas, solo permaneció allí, aguardando el momento que Sebastien cumpliría.

—Gracias.

La dulce voz de Anne llenó los alrededores. Ron sonrió y asintió con la cabeza.

—Fue un placer –la voz tembló.
—Quizás… —comencé a hablar, pero callé.

Por ahora no existía ni siquiera un “quizás”.

El ruido de los portones al abrirse provocaron que miráramos hacia la entrada. Douglas y Marin avanzaban en la moto rumbo al portal.

—Debemos irnos, Anne.

Ella murmuró un “sí” con desgano, entonces Ron dio tres pasos hacia nosotras.

Sus ojos se hundieron en la mirada de mi entrañable amiga y su mano ancha y fuerte se extendió temblorosa con la palma hacia arriba. Fue como si quedara suspendida en el aire una pizca de la ilusión. Pero ella no atinó a moverse. Negó con la cabeza mientras una lágrima resbalaba por la mejilla. Era evidente que no podía dar ese gran paso.

Ron retiró la mano sin perder la sonrisa.

—No te preocupes. Lo entiendo. Yo… te deseo una buena vida.

Anne estalló en llanto y la abracé.

—Vamos, cariño. No llores.

Rodeándola por los hombros avancé hacia el portal. A los pocos pasos giré la cabeza para contemplar a Ron, sin embargo había desaparecido.

Bianca.

Llegué a Alberta cuando caía la tarde. Previsora, tenía puesto el bloqueador solar con el típico aroma a coco. El cielo era límpido de un color celeste tenue, y alguna nube perdida parecía haber perdido el rumbo del resto de aquellas blancuzcas que se escondían tras las montañas. Los reflejos débiles del astro rey teñían de un ocre los tejados de las cabañas a lo largo de la principal avenida.

Entré a un bar para poder beber un café y pensar que pasos seguiría para llegar hasta los McCarthy. Tenía un dato a mi favor. Banff era pequeño y contaba alrededor de nueve mil habitantes. La región era netamente turista, controlada estrictamente por ser una zona protegida y Patrimonio de la Humanidad. Sus valles, montes, cascadas, y la imponente reserva, era custodiada con recelo rodeada de costosos hoteles.

Por la ventana del bar, mientras bebía el café, Sebastien entró en mi mente como tantas veces durante el viaje. ¿Qué estaría haciendo? ¿Jugaría con Nicolay? ¿Habría ido a cazar? ¿Y si no deseaba alimentarse por mi ausencia? Mi corazón latió sin control. Tenía miedo. Miedo de haber echado todo a perder. ¿Pero qué otra cosa podía hacer sino era aclarar mi mente y sanar mi alma? Él no merecía lo que había quedado de mí. Para regresar debía ser la hembra de antes. Confiaba que lo lograría. La pregunta era, ¿estaría esperándome o me olvidaría? Es que ni yo sabía cuánto me llevaría desenredar el nudo en mi corazón. Ese que no permitía que actuara libre y sin culpas. ¿Tenía que haber puesto a Ekaterina en su lugar? Probablemente. Mi reacción poca más que salvaje no hablaba bien de una dama que representaba al aquelarre más poderoso de la tierra. No había sabido usar el lugar que los Craig me habían dado.

Poca gente transitaba por la calle, ahora iluminada con faroles de simetría perfecta. El clima notaba ser fresco a medida que la noche avanzaba. El cielo fue abandonando el celeste para convertirse en añiles cada vez más oscuros. Sería una noche estrellada.

Cuando fueron abandonando los distintos clientes el pequeño bar acogedor, decidí que era hora de marchar y buscar posada. Antes de partir, pregunté al mozo si conocía alguna familia McCarthy. Lo negó, aunque me propuso que recurriera al Municipio. Seguramente me darían información. Dada la hora avanzada debía esperar hasta mañana.

Prendí el último ojal de mi abrigo y avancé por la gran avenida. Hubiera sido maravilloso si Sebastien hubiera acompañado mi búsqueda, pero él tenía una gran prioridad que resolver y lo entendía. Las cosas se habían dado así.

El móvil vibró y me detuve en la acera. Otra vez mi corazón galopó como un caballo salvaje. ¿Sería él?

Al fijarme en la pantalla la desilusión llegó. En el fondo adivinaba que Sebastien no me buscaría. Esta vez no.

—Hola Sasha.
“Querida, ¿cómo estás? ¿Te encuentras bien?”
—Sí, no te preocupes.
“Todos están muy tristes. Sé que debes resolver tus conflictos pero por favor, no olvides que los Craig esperan por ti.”
—¿Sebastien? ¿Te ha dicho algo?
“Habla con Mijaíl, es su amigo. Mi marido guardará bajo siete llaves cualquier conversación secreta.”
—Entiendo.
“¿Dónde te encuentras? Juro que no lo diré. Solo quiero saber por si algo llega a ocurrir.”
—En Banff, Alberta, Canadá. ¿Por qué lo dices? ¿Qué podría ocurrir?
“Bianca, hay un juicio en estos días por tenencia, tú sabes. Si él llegara a perder… Ya no te tendrá a su lado.”

La emoción me embargó… Cerré los ojos y las lágrimas afloraron.

—Lo sé… Lo abandonaría en el peor momento. Aún así, no regresaré siendo la que soy. No aportaría nada, te lo aseguro. ¿Imaginas? Sebastien sin Nicolay y yo volviendo a la mansión, ¿con que objeto? Como si el hecho fuera mi triunfo. No… Que Nicolay se vaya no es una batalla ganada. Todo lo contrario. Mi regreso no se vería nada bien.
“¿Entonces?”
—Entonces, ruega porque el juicio salga a favor. De lo contrario no podría volver jamás.
“Creí que el hijo de Sebastien era el problema.”
—Yo soy el problema, Sasha. Arruiné la vida de mi padre, no le daré hijos a mi marido, y soy un obstáculo entre Sebastien y Nicolay.
“¡No es así!”
—Debo cortar.
“Escucha, Dimitri regresará este fin de semana, le diré…
—No, gracias por la ayuda. Esta vez lo resolveré sola. Un beso, querida amiga.

La inmensidad del monte se presentó ante mis ojos al final de la calle. Imponente como las cumbres en Kirkenes. La blanca nieve en las alturas no podía divisarse desde aquí, sin embargo conocía que eran eternas. Un solitario lugar para buscar alimento. Mañana… Mañana comenzaría mi búsqueda por mis raíces. Necesitaba saber sobre ellos, los McCarthy. El pasado de mi padre. Mi nacimiento… La obligación para con mi madre… Y yo… Haciéndole recordar día a día con mi existencia la frustración del verdadero amor perdido.

……………………………………………………………………………………………….

En menos de una hora estaba instalada en un hotel al pie de las montañas. Me bañé y me vestí con un equipo deportivo. Sería más fácil salir a correr y mezclarme en estas horas nocturnas con algún humano. Cierto que eran contados los especímenes a media noche, pero albergaba la esperanza de cruzarme algún turista solitario cerca de los campamentos.

El conserje del hotel me aconsejó no apartarme de las calles debido a que en varias oportunidades osos pardos del monte salían en busca de comida. Le aseguré que tendría cuidado, y decidida a cazar fui avanzando por la avenida hasta que la fachada luminosa de la bella construcción fue convirtiéndose en luces entre los árboles.

Noté un sendero que serpenteaba hacia el interior de la reserva natural. Corrí sin perder tiempo zigzagueando entre las espigadas coníferas. Me detuve cuando la distancia era suficiente para que nadie pudiera descubrirme. Entonces, mis pasos se volvieron lentos, poco a poco mi vista recorrió los alrededores en busca de alguna señal humana, alguna luz, algún aroma conocido y atrayente…

Observé el cielo. Entre las ramas más altas, una luna redonda bañaba con la luz gran parte del bosque. Traté de escuchar algún sonido familiar. Solo grillos y búhos. Arrugué la nariz e intensifiqué el olfato… El perfume de sándalos o flores nocturnas… El penetrante aroma de algún animal en celo… No había humanos alrededor…

Proseguí camino. Guiada por unos carteles al comienzo de la ruta, el corazón de la reserva quedaría más al norte. Allí acamparía mi alimento. De solo imaginar la sangre escurriéndose en mi garganta la boca se me hizo agua. Hace varias semanas que no salía a cazar. La última vez había sido con Sebastien, aunque nuestras desavenencias ya podían notarse muy marcadas. Habíamos hecho el amor, pero algo se había roto entre los dos… ¿Era la culpable? ¿O él no había querido luchar para retenerme a su lado? Los dos… Los dos parecíamos habernos alejado sin control, cada vez más. ¿La pasión? No, la pasión estaba intacta. Lo quería conmigo esta noche, lo deseaba entre mis brazos. Ansiaba con el alma contemplar el gesto de placer en su rostro mientras parecía diluirse sobre mi cuerpo. Siempre me sentí poderosa en nuestra cama. Conocía cada detalle que le gustaba, cada caricia que lo enloquecía… ¿Y ahora? ¿Qué haría Sebastien durante mi ausencia? Mi partida no era motivo de trabajo ni de ninguna obligación impostergable. Como al esperarlo en cada viaje a la Isla del Oso… Mi partida no tenía fecha de regreso. Mi ausencia era una incógnita. No había habido promesa alguna de volver. Él lo supo… Y yo también.

Mi corazón nuevamente galopó en mi pecho. El miedo a perderlo todo se apoderaba de mí cada vez que Sebastien entraba en mi mente. Corrí, corrí hacia el norte sin detenerme. Ni siquiera sabía si encontraría lo que buscaba y podría saciar mi sed. Solo detuve mi loca carrera cuando los pies de la gran montaña me cerraron el camino. No muy lejos, un hotel de imponentes dimensiones adornaba la oscuridad profunda con sus centenas de luces. Hacia arriba, el pico más alto de Banff. Fijé la vista en ese portal elegante y suntuoso donde podía divisarse algunos humanos entrando y saliendo. Apoyada en un grueso tronco espié mientras tramaba mi estrategia. Mañana tendría que mezclarme con la raza humana y cazar esta noche, no era una opción que podría desechar.

Di varios pasos hasta el tronco vecino. Sin embargo, no ejecuté ningún movimiento más. Pasos… Podía escuchar pasos… No eran un par de pies… Eran varios arrastrando la hojarasca del camino. Me oculté en silencio y mi iris de vampiresa recorrió la panorámica alrededor… A mi derecha, unas luces pequeñas parecían moverse descontroladas… Linternas… El grupo se acercaba hacia mi dirección.

Con la agilidad que me daba mi raza trepé a la quinta rama. Poco a poco mi fino oído pudo escuchar las voces. Hablaban entre ellos y avanzaban, ignorando que un depredador como yo acechaba muy cerca.

—Creo que nos perdimos —alcancé a escuchar de un humano.
—De aquí se ve el hotel –contestó otro.
—Cojamos por aquí –se escuchó una voz de mujer—. Tengo miedo de algún oso.

Bajé del árbol y corrí por el camino que llevaría al hotel. Seguramente alguno se distanciaría o quedaría más atrás del grupo. La oscuridad me ayudaría, a pesar de la luna. Lo sorprendería como me había enseñado Sebastien. El asombro y shock producido en la víctima era un arma a nuestro favor. Solo debía esperar que pasaran por el sector elegido.

Trepé nuevamente por las ramas y esperé con paciencia que las linternas se acercaran. Inmóvil, con la garganta seca y el deseo de hundir mis colmillos en la carne blanda. Quizás el último del grupo era una excelente opción. Nada hubiera salido mal, excepto que no contaba con la imprevisión humana.

Una de las linternas se dirigió hacia las copas de los árboles. Asustada me pegué al tronco tras el espeso follaje.
—¿Vieron algo moverse allá arriba? –dijo una voz masculina.
—Serán ardillas –contestó otro.
—Era mucho más grande.
—Tranquilo, los osos no suben los árboles.
—¿Quién te lo dijo?
—¡Lo vi otra vez! –gritó—. ¡Es muy grande! ¡Allí!

La linterna del humano iluminó entre las copas vecinas. Desvié la vista hacia donde apuntaba. Me hubiera sentido aliviada al no ser atrapada por la luz potente ya que el árbol que había elegido no era el centro de atención, pero si no hablaba de mí, ¿qué cosa extraña habría visto entre las copas cercanas?

De pronto, algo me sujetó del brazo con firmeza y me llevó como vendaval hacia el suelo. En un abrir y cerrar de ojos me vi arrastrada a gran velocidad por varios segundos interminables, hasta que por fin la fuerza del ciclón se detuvo.

Me quedé de pie, jadeando, con las piernas temblando, y mis ojos recorriendo asustados alrededor. ¿Qué había sido eso? ¿Un micro clima? No, podía sentir la sensación en mi brazo de unos dedos firmes y potentes. No podía haber sido ningún viento huracanado debido a la calma que reinaba en el bosque.

—¿Quién eres? –me atreví a preguntar.

¿Estaba volviéndome loca? ¿Me ocurriría lo de mi padre y su desbocada mente?

—¿Cómo te atreves a cazar con tanta liviandad? ¡Insensata!

La voz grave y profunda me erizó la piel. Fue cuando lo vi, a un par de metros de mi desorientada existencia. Era muy alto y de cuerpo robusto. Vestía como humano, de jeans y abrigo negro, pero sus ojos lo delataban. Era un vampiro…

Sus grandes botas de cuero lucían plantadas firmes en la hierba. Su espalda ancha cubría el diámetro del tronco que quedaba tras de él. Sus brazos cruzados a la altura del pecho parecían bloques de acero.

—Te hice una pregunta. ¿Cómo pudiste ponernos en peligro?
—Eres un vampiro –balbucee.
—No dices nada nuevo. Mejor dime tú quién eres, y no me refiero a ser de mi raza, sino a qué haces aquí. ¡Habla!
—Yo…

Furioso frunció el ceño.

—Tenemos una ley que debemos cumplir a rajatabla. Si uno de los nuestros pone en peligro la raza, debe morir. Debiste saberlo, es la norma principal de Adrien.
—¿Adrien? –tartamudee—. ¿Has conocido a Adrien?

El vampiro arqueó una ceja.

—¿Y quién no ha conocido a su líder? Por lo visto tú no tienes idea de las reglas. ¿Eres errante?
—¡No! Yo soy una Craig.

La risa escalofriante llenó cada rincón del corazón del bosque.

—¡Qué poca imaginación para contar sobre ti!
—Digo la verdad.
—Te has echado un título muy alto.
—Soy la hembra de Sebastien Craig. Mi nombre es Bianca.
—¡Mientes! La humana murió con la ola de frío en Kirkenes. Nadie que fuera humano sobrevivió.
—Pero yo vivía en la mansión. El hermano de Sebastien nos salvó. Cambió el clima.

El vampiro caminó alrededor, lentamente, como si me cercara. Sin dejar de observarme detenidamente murmuró.

—Sebastien no tiene hermanos. Está mintiendo otra vez.
—¡No! –me desesperé.
—Me tomas por idiota. Tú eres vampiresa. La hembra de Sebastien era humana. Lo siento, te mataré. No puedo dejar pasar este grave hecho. Pondrás a todos en peligro.
—Escucha, si me matas Sebastien y todos los Craig vendrán por ti. Te lo juro. No descansarán hasta encontrarte.

No quiso escuchar más mis alegatos. Desnudó los colmillos en actitud desafiante y dejó caer sus brazos. Era poderoso como jamás había visto un vampiro. Sus puños se cerraron con fuerza y el rojo de sus ojos brilló en la oscuridad.

Apoyé mi mano en el tronco porque sentí que caería como bolsa de patatas. Nunca había sentido el miedo de esa forma, ni siquiera cuando no despertaba de la agonía. Era una muerte inminente. Era mi final. Quizás ni los Craig se enterarían. Sebastien… Mis lágrimas bañaron mis ojos. ¿Por qué me había ido de tu lado? ¿Por qué no quise sentarme frente a ti y contarte lo que sentía? Gritarte, reprocharte, y enojarme por tu actitud distante. Eso debía haber hecho. Ambos éramos un matrimonio, una pareja que debía haberse contado todo, fuera del orgullo de quien recurre al otro primero.

El vampiro avanzó hacia mí y cerré los ojos… Hela… No podría darte tu don. Tampoco cumpliría con la promesa…

Un silencio le siguió mientras no me atrevía a ver a mi asesino a la cara. Ni los búhos ni los grillos se escuchaban… Mi mano sobre el tronco se aferró en un intento nulo por salvar mi vida.

—El león…—escuché su voz como susurro.

Abrí los ojos con la valentía que me hacía falta segundos antes. El vampiro había cambiado su expresión feroz por una de asombro. Sus ojos que aún brillaban estaban fijos en mi mano apoyada en el tronco.

—Tienes el símbolo de los Craig –balbuceó desconcertado.

Rápidamente retiré mi mano y la acerqué para que viera el anillo.

—Sí. Me lo regaló Sebastien. Es verdad lo que te he dicho. Nos salvamos de la ola de frío mortal. Créeme, soy aquella humana hoy convertida en vampiresa por Charles.
—Charles –murmuró—. ¿Charles vive?
—Sí, también Scarlet, y Rose, Sara, Ron, y Anthony. Por favor, debes creerme.

Los músculos parecieron distenderse. Dio varios pasos atrás y me contempló con recelo, después con temor. Me miró por varios segundos hasta que con gesto de rendición inclinó mitad del cuerpo y su cabeza frente a mí.

—Lo siento. Pido disculpas a la dama de los Craig.
—Disculpas aceptadas –susurré aún con el miedo dominando mi cuerpo.

Se irguió y miró hacia el cielo.

—Lloverá a la madrugada. La temperatura no será tan agradable aún siendo vampiro, no debes quedarte aquí.
—¿Lloverá? –pregunté incrédula mirando el cielo estrellado.
—Sí, en tres horas.
—Volveré al hotel. Solo que… No resistiré mucho tiempo sin cazar.
—Permíteme guiarte, Bianca Craig –señaló hacia el oeste—. Encontraremos tu alimento lejos de aquí.

Sebastien.

Acurrucado entre las cobijas de la cama, sequé mis lágrimas segundos antes que Charles entrara a la habitación.

La puerta se cerró a mis espaldas. No deseaba moverme de mi posición fetal ni tampoco quería intercambiar palabras con nadie, ni siquiera con él.

—No enciendas la luz –murmuré.
—No te preocupes –contestó—. No la necesito para adivinar que estás llorando.

Cerré los ojos y la angustia ahogó mi pecho.

—Vete Charles.
—No me iré.
—Debí adivinarlo –gruñí.

Vi la silueta en penumbras acercarse al ventanal. Su perfil recortado entre las sombras parecía un fantasma aguardando una señal de la noche.

—Pronto no habrá oscuridad.
—Lo sé –susurré.
—¿Se ha sabido algo de ella?
—No.

El rostro volvió hacia mí.

—¿No has querido buscarla?
—No puedo –las lágrimas comenzaron a correr por mis mejillas—. No puedo, Charles. Pasado tengo el juicio por Nicolay y… tampoco sé dónde buscarla. Se ha ido sin dejar rastro.

Observó el parque en silencio. Esperé, mudo, con la esperanza que de su sabia boca saliera una solución, un aliciente a tanto dolor. Pero Charles no dijo palabra.

Entonces, estallé en llanto.

—Si tú no tienes la respuesta que será de mí.

Se acercó sentándose en el borde de la cama.

—La respuesta no la tengo porque debes buscarla tú.
—¡No entiendes que nadie sabe de ella! Ni Scarlet, ni Liz, ni Rose, ni Sara, ¡nadie!
—Alguien debe saber dónde está.
—No tengo tiempo. Debo presentarme pasado mañana en el Tribunal, ¿cómo quieres qué haga?
—Tranquilo, la desesperación no te dejará pensar. Mañana puedes merodear las cumbres o algún monte solitario. Después del juicio tendrás más tiempo.
—Ya la busqué. Nadie lo sabe, pero ya la busqué. En las cumbres, en los bosques cerca de la reserva, en el hospital. Pregunté a Olaf pero nada sabe. No digas a nadie. Prometí que no iría por ella y no lo hice. Fui por ella –el sabor salado de mis lágrimas murió en mi boca—. No está en Kirkenes.
—¡Entonces piensa! ¿Dónde puede haber ido buscando paz?
—¡No lo sé!
—Disculpa, quizás te altero y no es la idea. Solo quiero que despiertes y no la pierdas.
—¿Si ella ya no me ama?

Charles me miró a través de la oscuridad. Sus ojos borgoña brilloso, me recordaron a Bianca.

—Tú sabes que no hay duda en ti. No se ha ido porque no te ama. Estaba desesperada. Descansa. Pasado tendrás un turbulento día. Quiero que sepas que sea cual sea la decisión del juez, estaré a tu lado. Ten fe que no perderás a Nicolay.

































12 comentarios:

  1. El vampiro desconocido casi mata a Bianca,menos mal que ha visto el anillo.Sebastien que la llame al movil.Me ha gustado mucho.Besos.

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    1. ¡Hola Ramón! Muchas gracias por comentar. El vampiro hace mucho tiempo no tiene contacto con el resto de los aquelarres pero el león es conocido por cualquier ser de su raza. Cierto fue una suerte que lo viera. Sebastien no llamará por móvil a Bianca quiere enfrentarla cara a cara con el efecto sorpresa. Pero tienes razón eso lo sabe la autora y debería haber sido explicado a los lectores. Gracias por tu aporte. Veré como lo informo a medida que avances los capis. Muchas gracias por pasarte, leer y comentar. ¡Un abrazo!

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  2. Hola, Lou... Bueno, llegó el momento de que Anne se marche de la mansión... creo que está triste y sospecho por qué
    Estaba deseando que Grigorii ya supiera que su hermana hablaba... es muy buen hermano, y merecía esta alegría
    Creo que Anne ha demostrado lo mucho que le importa Ron... no le ha dado la mano porque todavía necesita más tiempo después de lo que le hizo un hombre que no merece ser considerado como un padre... pero sí que ha ido a enfrentarse con Sebastien para que, de ningún modo, le hagan lo que según Scarlet le hicieron a Yin y a Yan ;-)
    El móvil de Bianca ha vibrado, y su corazón ha galopado... pero no era Sebastien--- puedo entender muy bien su desilusión, y su tristeza
    Ella quiere conocer sus raices... pero también se está culpando muy injustamente... yo no puedo evitar seguir pensando que la culpa de todo fue de Sebastien
    También es verdad que veo a Sebastien muy abatido
    No podía creer que el vampiro acabara con la vida de Bianca
    Estupendas las descripciones que has hecho
    Y otro capítulo que ha sido un verdadero placer leer
    Besos

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    1. ¡Hola Mela! Gracias por tu comentario, me encanta leer cada detalle que no escapa de ti.
      Anne se marcha y su hermano ha sabido que puede hablar, el caso que no ha dicho toda la verdad y creo que debería saberla. Se lo merece.
      Anne necesita tiempo para brindarse como desea Ron, tendrá que tener paciencia y creo que la tiene.
      En el caso de Sebastien creo que ha tenido la culpa pero sigo pensando que Bianca debería haber hablado. Veremos como lo resuelven ambos si es que el amor triunfa.
      El vampiro guerrero no se hubiera perdonado tal crimen. Suerte que vio el anillo.
      Muchas gracias por comentar querida escritora. Un besazo grande.

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  3. Buen capítulo , ojala Bianca y Sebastien ya puedan dialogar. Por lo menos Bianca está bien. Veamos que pasa con Nicolay

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    1. ¡Hola tesoro! Muchas gracias por comentar. Ojalá puedan encontrarse y dialogar. Como están las cosas ambos están en lo suyo aunque se extrañan.
      Bianca tiene un largo camino por recorrer. En cuanto al juicio ya queda poco y veremos que resuelve el juez.
      ¡Un besazo grande amiga y gracias!

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  4. Arruinó la vida de su padre, no le dio hijos a su marido, es un obstáculo entre él y Nicolay. No volverá si Sebastien no tiene la custodia del niño. De verdad que Bianca se ha montado una peli de terror ella solita.
    Bso

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    1. ¡Hola Ignacio! Muchas gracias por tu comentario. Sí, es bastante trágica. Supongo que los conflictos se le han juntado y la han cogido débil. Quizás más adelante tenga la mente clara para pensar que no se le cae el mundo encima. Hay que ver si de la otra parte tienen tanta paciencia. Las opiniones están repartidas. Esperemos que el amor sea suficiente para salvar la pareja. Muchas gracias por comentar, ¡un abrazo!

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  5. Holaaaaaaa, cuidadín conmigo que me has dado un buen sustooooo. Creía que ese vampiro se iba a cargar a Bianca!!!!! Y Bianca que se entere que sólo se puede beber la sangre de malotes. Me encantaaaaaannnn Anne y Ron, tenía razón Mela, pasarse papeles por debajo de una puerta es de lo máaaaassss romántico!!!!!
    Bravísimo capítulo!!!!!

    Besotes!!!!!

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    1. ¡Mi querida lectora! Gracias por comentar. Menos mal que no asesinó ala dama de los Craig porque estarían en problemas, el vampiro y la autora.
      Ron y Anne se atraen cada uno a su manera y con sus historias a cuestas. Confío que el romanticismo le gane al pasado turbulento.Veremos que pasa.
      Muchas gracias por estar aquí y leerme. Una besote grande.

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  6. Pobre Ron cada vez que se enamora le va mal pero espero que con Anne si sea feliz y ella también con él y caso casi matan a Bianca por dicha vio el anillo porque si no otra cosa hubiera pasado, esperemos que en el juicio le den la custodia a Sebastien por fis 🤞🤞, Lou amiga bella gracias por el capítulo!

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    1. ¡Hola Lau! Gracias por comentar. Ron es un ser extraordinario, y Anne parece que le atrae. Aunque sabemos que falta tiempo para que ambos tengan una relación normal si es que la llegan a tener.
      Por suerte el anillo salvó a Bianca. En cuanto a la custodia no sé lo que pasará... Veremos que decide el juez. ¡Un beso grande tesoro y gracias!

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