En este capi traté de que no faltara nada aunque se ha hecho largo y algunas cositas que desearán leer no entraron. Por ejemplo Liz y Lenya en soledad por fin y juntos como vampiros. Créanme que debía contarles otros detalles antes así que los dejo con "Leyendas" segunda parte.
Un besazo y gracias por comentar.
Capítulo
13.
Leyendas.
(Segunda parte.)
Liz.
Al
llegar a la costa corriendo a toda velocidad, me detuve sobre el acantilado. El
aire había rozado mi rostro en la veloz carrera y confieso que por poco me
llevé dos cipreses por delante. Hubiera sido mi primer papelón, además de estar
vestida con mi pijama de satén rojo. Demasiado para mi salida improvisada pero
no podía esperar. En mi oído unas voces me llamaban por el nombre incitándome
que fuera al encuentro del mar.
“Ven
Liz, es urgente, ven a la costa”.
No
sabía de dónde nacía esa orientación perfecta a medida que corría y esquivaba
árboles del bosque. Sin embargo, el aroma a sal era como un imán del cual no
podía resistirme. Me detuve tres veces. La primera, para escuchar el roce de
los arbustos tras de mí, no muy lejos… Anouk… Ella seguramente tenía la
importante misión de no perder de vista a la hembra de Lenya Craig.
Sonreí.
Pues
no se la iba a hacer fácil por más veloz que fuera.
La
segunda, para decidir uno de los sentidos del sendero. A la izquierda un cartel
indicaba, “PLAYA A MEDIO KILÓMETRO”. A la derecha, PELIGRO ACANTILADOS.”
Me
decidí por la derecha y continué corriendo todo los que daban mis piernas.
La
tercera vez que me detuve, fue para pensar en él… Lenya… Sé que lo había dejado
preocupado pero al menos no había escapado para cazar como Bianca… Bueno… Eso
no lo sabía. Si se presentaba la oportunidad… Madre mía… ¿Qué haría?
Observé
el mar a mis pies. La noche invernal olía a resina y a salitre. No nevaba. La
vista panorámica debía ser un espectáculo a la luz del día, sin embargo debía
conformarme con la visión de un mar profundo y oscuro despuntado con líneas
blancas de espuma. El sonido… El sonido sí era una de las cosas más bellas. El
chocar de las olas contra las rocas, el susurro de la marea que se unía con el
cielo en el horizonte en una línea imposible de descifrar, ni aun con mi
flamante vista de vampiro. Ese sonido debía ser el más hermoso que podrían
escuchar mis oídos. No, miento. El más hermoso sonido es aquel que dejaba
escapar de sus labios Lenya cuando llegaba al éxtasis. Contra ello no había
comparación.
Salté
entre las rocas descendiendo con cuidado. No era un súper héroe tampoco y todos
mis dones tendría que incorporarlos con paciencia y de a poco. Por lo pronto,
algo o alguien me llamaba desde las costas. ¿Qué querrían? ¿Quiénes eran?
Caminé
descalza esquivando puntas y grietas filosas. A un metro una gran roca sobresalía
del mar. Parecía ser un banco de arena. Me senté a esperar. Remangué mi
pantalón pijama y metí los pies en el agua. ¿Y ahora qué?
La
aurora boreal dibujaba rostros distorsionados como el mejor cuadro surrealista.
A una distancia un buque de gran calado, de luces brillantes, navegaba mar
adentro. Al parecer se alejaba del puerto de Kirkenes. A medio kilómetro un
faro construido en piedra iluminaba buena parte de la zona, y su luz
intermitente guiaría pescadores audaces que habrían decidido echarse al mar.
El
contacto del agua en mi piel fue como darme una inyección de vida. Como si el
mar fuera parte de mi existencia. Quizás en parte lo sería. Pensar que viviendo
en Drobak jamás hubiera imaginado que mis días y noches se convertirían en algo
soñado. Nunca me atreví a soñar tanto, aunque era muy imaginativa.
Mi
rostro giró hacia la izquierda… Parecía ser un pueblo muy cercano a la costa.
Algunas luces de las casas se veían perfectas, otras entre los árboles parecían
esconderse de la inmensidad del océano. La reserva…
Cerré
los ojos y algo similar a la angustia apretó mi corazón…Amigo… No quieres
verme… Perdón… Nunca quise hacerte daño… ¿Qué dirás cuando me veas? ¿Querrás
verme alguna vez?
De
pronto, afiné mi oído… ¿Alguien nadaba cerca de mí?
Una
ola bañó mis rodillas y por instinto encogí mis piernas quitándolas de agua.
La
risa cristalina y divertida me
sorprendió.
-Perdón,
perdón, no he querido asustarte.
Una
mujer emergió del agua hasta sus hombros. La luz del faro permitía ver su
rostro con bastante claridad. Tenía ojos brillantes y cabello castaño o rojizo,
no supe distinguir. Sus delgados brazos se apoyaron en una roca muy cerca de mí
y sonrió.
Abrí
la boca para emitir palabra pero me ganó de mano.
-Mi
nombre es Asradi, eres Liz, ¿verdad?
-Te
hemos estado esperando mucho tiempo aunque no sabíamos quien eras. Esperábamos
a la reina del mar.
Balbucee.
-¿Y
quién eres tú? ¿Quiénes me esperaban?
-Ya
te lo dije, me llamo Asradi.
-¿Eres
una sirena?
-Mmm…
Algo así. Las sirenas tienen cola de pez según los humanos, yo no los tengo.
¿Lo ves?
Alzó
su pierna estilizada fuera del agua y movió los dedos de los pies.
-Buenas
noches, Liz –la voz me llegó desde la izquierda. Apoyada con un brazo en una
roca una mujer de cabellos claros sonrió.
-Oh,
eres Vepar. La misma que me guió en ese extraño lugar.
-Así
es, querida. Buena memoria. Ese extraño lugar que dices es una etapa intermedia
donde los vampiros permanecen, los que aún no han alcanzado la energía
luminosa. Tengo el don de poder comunicarme con el mensajero de la muerte.
-Como
mi prima Bianca.
-¿Tienes
una prima? –preguntó Asradi?
-Sí,
también tengo una hermana, Marin. Tenía dos. Pero una falleció, fue asesinada
por los lobos.
-¡Pobrecita!
-dijeron a dúo.
-¿Estaré
soñando? ¿Ustedes están aquí?
-¿Quieres
que te pellizque?
-¡Asradi,
pórtate bien! –ordenó Vepar.
Reí.
-¿Son
muchas ustedes? Digo… ¿Hay muchas sirenas?
-Somos
cuarenta y ocho, éramos centenas –contestó Vepar.
-¿Desaparecieron?
-Arpones,
motores de barcos, contaminación, tristeza. Todas causas que pueden matarnos.
-Lo
siento.
El
movimiento del agua cambió nuevamente y miré hacia mis costados. Noté que no
éramos las únicas, varias cabezas sobresalían del agua y sus ojos me miraban
curiosos.
-¡Holaa!
–saludé.
Algunas
sonrieron otras se sumergieron con rapidez.
-Dales
tiempo –dijo Vepar sentándose junto a mí-. Tenerte entre nosotras es nuevo.
-Estoy
feliz. Nunca creí que podría llegar a cumplir mi sueño de ser una vampiresa.
Vepar
sonrió.
-Lo
imagino.
-Andaaa
cuéntanos de ti, queremos saber –rogó Asradi.
-No
mientas, tú quieres saber. Eres una curiosa –protestó una sirena nueva de
cabello renegrido, nadando hasta llegar a mi lado.
-Calla
Splash, te mueres por saber igual que yo.
Reí.
-¿Se
pelean mucho entre ustedes?
-Claro
querida, como todo grupo diverso y de tantos integrantes –explicó Vepar-. Ahora
cuéntanos de ti. Lorelei te vio venir, pero solo sabíamos que una nueva
vampiresa sería la privilegiada de ser convertida bajo el poder de Neptuno. Por
eso te llamamos “reina del mar”.
-No
mientas Vepar, la llamamos así por su don. ¿Ya sabes el don especial?
-No
la apabulles Splash, tenemos tiempo.
-Aguarden,
¿qué don?
Vepar
rodó los ojos.
-Tarde
o temprano debe saberlo –se defendió Splash.
-Primero
nos debe conocer. Por lo menos quienes estaremos en contacto con ella –me miró
e indicó-. Mi nombre es Vepar y ya sabes mi don, soy equilibrada, muy pensante,
y en absoluto arrebatada. No me enojo con facilidad.
-Te
has enojado cuando echaste a Valquir de tu cueva –rio Asradi.
-¿Quién
es Valquir? –pregunté risueña.
La
sirena frunció el entrecejo.
-Un
ex novio. No vale la pena recordarlo.
-Como
todos los machos, no valen la pena recordarlos –contestó una sirena morena
acercándose al grupo.
-Ay
Mily, ¡qué exagerada eres! –rio Asradi.
-Bien,
ella es Asradi, ¿quieres presentarte tú misma?
-¡Claro
que sí!
-No
la dejes Vepar, le contará solo sus virtudes –protestó Splash.
-¡Calla!
No tengo defectos. Es por eso –sonrió pestañeando.
-¡Sí,
eres vanidosa y muy curiosa!
-Silencio,
liaremos a la joven. Vamos Asradi, di quien eres.
-Mi
nombre proviene de una leyenda Vikinga, mis padres lo eligieron porque sabían
que yo sería especial.
-¡Especialmente
curiosa!
-¡Calla
Splash! Déjala hablar o estaremos aquí toda la noche –protestó Mily.
Asradi
cogió impulso y se sentó a mi lado.
-Tengo
doscientos setenta y cinco años. Sé nadar muy rápido y tengo el don de la
intuición. Puedo saber dónde está el peligro antes que este aceche. Pero no veo
el futuro. Ese don le pertenece a Lorelei.
-¿Y
dónde está Lorelei? –pregunté.
-Allí
–señaló.
Una
sirena permanecía sentada en las rocas alejada del grupo. Sus cabellos eran
claros y con bucles que caían hasta la cintura. Me miró sin sonreír.
-No
te dirá palabra –acotó Vepar-. A Lorelei la salvamos de unos pescadores que
lograron atraparla. Nació en las costas de Aarhus, Dinamarca. Quizás con el
tiempo coja confianza. No habla con nadie.
-Ah…
¿Y los pescadores? Conocen el secreto, ¿no es peligroso?
-Querida,
nadie subsistió a la masacre. Todos murieron gracias a nuestros colmillos.
-¿Tienen
colmillos?
-Por
supuesto, crecen al sentir el peligro o la furia.
-Los
míos crecen cuando huelo sangre –sonreí.
Vepar
también sonrió.
-Estás
orgullosa de ser lo que eres, ¿no es así?
-Si,
como él. Mi amado Lenya Craig.
-¿Los
Craig? ¿Es cierto todo lo que se cuenta de ellos? ¿Es verdad que el líder
murió? –preguntó Mily.
-Sí,
Adrien Craig nos dejó. Pero están sus hijos igual de nobles y sabios. Uno de
ellos es mi novio.
-¡Siii!
¡Eso está muy bien! –las sirenas aplaudieron festejando.
Reí.
-Cuenta
de tu novio, anda. ¿Es guapo? –indagó Asradi.
-Mucho.
-¡Qué
va a decir ella si es su novio! Pues que es guapo, aunque sea un adefesio
–aseguró Splash.
-Nooo,
es verdad –reí-. A ver… ¿Saben cantar para atraer pescadores? –pregunté.
Todos
me miraron sin pestañear.
-¿Cantar
dices? ¡Qué no se te ocurra, cantamos muy mal!
Reí.
-Bueno,
eso dicen los humanos de ustedes.
-Querida,
no necesitamos cantar para asesinarlos –dijo Vepar.
-Por
suerte, ¿se imaginan a Asradi cantando? –rio Mily.
-¡Tonta!
Vamos Liz, cuenta de tu novio, ¿dónde lo has conocido?
-En
la mansión de los Craig, por estas fechas, diciembre. Era Navidad.
-¡Qué
romántico!
-¿Y
te dijo que eras bella?
-No,
en realidad, nos fue muy mal al principio. Nos odiábamos.
-¡Me
gusta! Como Blue y Suu. Ellos no se podían ver. Ahora tendrán un bebé.
-¿En
serio?
-Sí
pero están muy escondidos. Tienen miedo que el crío nazca y lo descubran los
humanos.
-Eso
no puede ocurrir –dije angustiada-. ¿Cómo puede evitarse?
-Tu
don nos ayudaría, Liz –murmuró Asradi,
-¡Ves
que eres boca suelta! -protestó Splash.
-Por
favor, ¿a qué se refieren con mi don? ¿Qué puedo hacer?
Vepar
suspiró.
-Tu
don es maravilloso, extraordinario, pero a la vez es una virtud peligrosa y
debes usarla con respeto y moderación. Con absoluta sabiduría… Podrás dominar
las aguas todo lo que te plazca. Calmar tormenta y desatarlas con sólo un
movimiento de tus manos y tu pensamiento. Es decir, los seres que viven en la
tierra están a tu merced.
-Entonces,
podría detener los Tsunami, salvar vidas.
-¡Qué
buena es, Vepar! ¿Has visto? Y tú que dudabas si sería la ideal.
Vepar
frunció el ceño a Asradi.
-Te
entiendo, es un don muy peligroso en manos de cualquier ambicioso.
Vepar
me miró.
-No
te creas, no tiene porqué ser ambicioso, la furia cambia los seres, puedes
perder el control. ¿Tú me aseguras que siempre mantendrás el equilibrio y la
calma ante un hecho que te enoje?
-Por
supuesto, sabiendo que puedo causar tanto mal.
-Bueno,
lo tomaré como antecedente. El tiempo demostrará si lo logras. En cuanto al
Tsunami, lo siento… No puedes estar en el momento justo en cualquier parte del
mundo. Sólo dominas aquello que está a tu alcance.
-¡Cuenta
de tu novio, Liz!
-¡Asradi,
déjala en paz!
-Yo
quiero saber cómo ejerzo mi don.
-Ah
pues, te enseñaré. Debes hacerlo con cuidado.
-Lo
prometo.
Vepar
se hundió en el agua y emergió frente a mí.
-Estira
tu mano sobre la roca que tienes a tu lado.
Hice
lo que me indicaba…
-¿Y
ahora?
-Ahora
debes fijar la vista en el agua.
Observé
las débiles olas que me rodeaban.
-Ahora,
debes desear que las olas lleguen hasta la roca, esa que has elegido. La marea
no llega hasta allí, pero tú con tu poder hará que llegue. Vamos, inténtalo.
Seguí
los pasos lentamente… Aunque nada cambió.
-¡No
puedo!
-Tranquila,
no desesperes. Llevará su tiempo debes practicar. Inténtalo otra vez.
Pero
nada sucedió… La roca elegida seguía tan seca como antes.
-No
sé porque no funciona.
-Otra
vez, Liz.
El
mar continuó en una apacible calma con olas que perdían su fuerza al acercarse
a nosotras.
El
olor a salitre inundó mi nariz con una mezcla a un aroma extraño, pero
atrayente.
Arrugué
la nariz.
-Huelo…
Huelo otro aroma… Es muy fuerte.
-Es
sangre de un ballenato. Lo mataron hace unas horas –informó Splash.
-¿No
pudieron hacer nada?
-Llegamos
tarde, querida.
-¡Malditos
cazadores! –protesté.
-¿Tú
ya te has alimentado?
-Asradi,
tus ideas son peligrosas –dijo Mily.
-¿Por
qué? Es una vampiresa.
-Anda
Vepar, ¿por qué no la guías?
-No
lo sé. Mily tiene razón, puede ser peligroso.
-Solo
quiero vengar al ballenato, díganme como llego hasta allí.
-Pues
nadando –rió Splash.
-¿Puedo
nadar tan lejos? ¿Son esas luces que se ven allá? –señalé mar adentro noventa
grados a la derecha.
-¿Cómo
sabes? –preguntó Asradi.
-Es
el único buque que veo.
-¿Vepar?
–preguntó Splash insistiendo por una respuesta.
-Mira,
probaremos con llegar hasta allí. Veremos cuántos son. ¿Entiendes? No harás
nada sin consultarnos.
-Lo
prometo.
-Además,
debes regresar pronto. Hay alguien que te espera en la cima del acantilado.
Miré
hacia donde la sirena señalaba.
-Es
mi novio. Lenya Craig. Debe estar preocupado por mí.
-¿Quieres
regresar otro día?
-No,
quiero vengar al ballenato.
-Tú
sed de justicia me apasiona, Liz –sonrió Asradi.
-A
mí… me da miedo –susurró Vepar.
Lenya.
Eché
a correr siguiendo a Anouk, tras de mí Ron y Numa me seguían de cerca.
Me
detuve entre dos pinos.
-¿Dónde
se fue esta niña? ¿Es capaz de correr tan rápido?
Ron
se acercó.
-Siempre
se dijo que era la más veloz de los Gólubev, pero sospecho que también de los
Craig.
-¿Y
ahora?
La
sombra de Anouk se dibujó entre los árboles acercándose a nosotros. Se detuvo a
un par de metros y me miró.
-A
la playa no ha ido. Está desierta. Debemos ir hacia los acantilados.
-¿Acantilados?
Es peligroso para ella, ¿por qué me hace esto?
-Calma
–dijo Ron-, Charles explicó algo sobre el mar de Barents y el planeta Neptuno.
Debe ser un rito que Liz debe cumplir.
-Vamos,
no perdamos tiempo. La encontraremos –murmuré más preocupado que convencido.
Nos
dirigimos hacia los acantilados. Una vez allí, Numa y Ron se separaron para
buscar a la derecha. Anouk bajó por unas rocas hacia las cuevas donde una vez
yo mismo había buscado a Douglas hasta hallarlo herido por los lobos. Corrí a
toda velocidad hacia la derecha con la esperanza de que alguno de nosotros la
encontrara.
La
angustia apretaba mi pecho, si hubiera sido humana no hubiera sentido tanto
pánico por ella. Ahora, la dueña de mi corazón podía correr y escapar de mí si
lo quisiera… Me detuve en la roca más alta, agitado, impaciente, aterrado…
“Lenya”.
Me dije a mi mismo, “ella te ama, te lo dijo, no querrá irse de tu lado jamás,
ten paciencia”.
Pero,
¿dónde estaba Liz? ¿Por qué irse sin esperar que la acompañara? Lo que debía
hacer, ¿debía hacerlo sola?
Mis
ojos dispararon una rápida mirada a lo lejos, a la izquierda… La reserva…
Una
punzada de celos me invadió.
¿Podía
ser posible que mi amada fuera a encontrarse con él para contarle su nuevo
estado inhumano? ¿Podía ser tan importante su amigo que no le importaba dejarme
preocupado para reconciliarse con él?
Él
siempre él… Lo peor de todo que yo había colaborado para que viviera, así que
debía callarme y soportar mi decisión, para mal o para bien, tendría que
convivir con ese cariño incondicional que le tenía. Sin embargo yo era su amor,
el vampiro por el cual Liz querría vivir eternamente. Era el único que la hacía
vibrar entre los brazos. El que con una mirada o una simple aparición, ella se
rendía. Sí… Ella tan altanera y prepotente…
Una
sombra se movió un kilómetro hacia abajo, entre las rocas que lamía el mar.
¿Era ella?
Agudicé
la vista y bajé varios metros hacia el sentido de la aparición…
Sí,
era ella…
Respiré
profundo hasta que el aire y sal llenaron los pulmones. Estaba sentada con las
piernas en el agua. Su cabello largo y rubio danzaba con la brisa. Entonces,
¿era eso que debía hacer? ¿Ir al mar y tener contacto cercano?
Quise
llamarla a gritos pero algo me detuvo. Aunque no estaba seguro daba la
impresión de que Liz estaba feliz y disfrutaba el momento. Era noche, no
distinguía su rostro pero sus gestos corporales me indicaban que estaba en un
momento de paz y sosiego.
Me
deslicé hasta sentarme en una de las rocas. Si ella volteaba me vería. El
latido de mi corazón fue volviendo a la normalidad.
“Liz,
amor, ¿por qué no me dejas compartir de cerca estos primeros instantes? Me
tienes aquí muriendo de ansiedad por estrecharte en los brazos otra vez”.
La
paciencia no era una de mis virtudes, precisamente. Sin embargo hasta eso
lograba ella… Que esperara por su decisión, que aguardara como un ser obediente
y esclavo.
Fruncí
el ceño y me crucé de brazos. ¿Hasta cuándo me tendría aquí?
De
pronto me sobresalté… La vi meterse al mar y perderse en esa inmensa oscuridad
que a cualquier ser daría inquietud. Jadee buscando aire, queriendo asimilar lo
que acababan de contemplar mis ojos. ¿Liz se había metido al mar? Notaba algo
alrededor de ella, como si fueran sombras fantasmales. ¿Y ahora qué hacía yo
con tanto amor, aguardando como si nada, su próximo paso?
Mierda
Liz… Joder contigo…
Una
mano se posó en mi hombro. Anouk… No la había escuchado llegar.
-Se
ha metido al mar, ¿verdad?
Asentí
con la cabeza.
-Tranquilo,
si es como cuentan, ella tiene a Neptuno como protector. Nada le pasará.
-No
sé si sabe nadar –balbucee. Después la miré desolado-. Cuéntame que más sabes
sobre los vampiros convertidos bajo Neptuno.
Ella
se sentó a mi lado.
-Sé
por Iván, él siempre ha estudiado antropología y teología, sabe muchísimo. Una
vez contó a mi padre que parece ser que un vampiro hace miles de años tuvo ese
privilegio. Tenía el don de dominar los mares y el primer cataclismo ocurrió
por su furia y su inconsciencia. Terminó con la humanidad.
-¿Podrías
contarme algo alentador?
Sonrió.
-Iván
dice que Neptuno les otorga la virtud de moverse en las aguas con tanta
presteza y naturalidad mejor que en la tierra. Es su medio Lenya, no tengas
temor.
-¡La
necesito! Si ella no está a mi lado es como si mi corazón no funcionara
correctamente.
Anouk
me miró apenada.
-Ojalá
pueda sentir algún día ese amor que sienten Liz y tú.
-Eres
joven, ten paciencia, el amor de tu vida llegará un día y te hará feliz. Sin
embargo prepárate, porque el amor no sólo te traerá felicidad, también lágrimas
y desesperación. De eso se trata también. Es un combo, vienen juntos. Desde ese
día, tu vida no te pertenecerá por completo, respirarás gracias a él, verás.
Será la razón de tu existencia.
-Entonces,
tendremos paciencia tú y yo. En mi caso, para esperar ese gran amor que dices,
y tú… para ver salir del mar a la dueña de tu vida.
Drank.
Después
de mi hazaña que por suerte había terminado bien, me sentía capaz de todo. Es
que lanzarme en parapente en la noche desde una cima y sin instructor, merecía
el orgullo que percibía en cada poro. No sé si el deseo de sentirme liberado
había provocado que fuera un inconsciente, a lo mejor, escapar de la muerte
cuando me tenía entre sus garras tan aferrado, era como volverse poderoso e
invencible. No desconocía que jugar con el destino era arriesgado. Hubiera sido
terrible morir de una forma estúpida después que muchos seres habían hecho lo
imposible por mí. ¿Lo hubiera intentado ahora que lo pensaba mejor? Sí, lo
hubiera repetido, y ese detalle era peligroso. No arrepentirme de un acto de
locura significaba que posiblemente volvería a repetir otros más.
Me
levanté de la cama y después de una ducha rápida, preparé café. Por fin me
digné a mirar el reloj confiado que siempre me despertaba a la misma hora. Así
que mis ojos se abrieron asombrados cuando contemplé las agujas del reloj de
pared de la pequeña cocina. ¿Tres y cuarto? ¿Cómo había dormido tanto? ¡Joder!
¡Qué vergüenza! Todos estarían trabajando hace muchas horas y yo como si nada,
de vago.
El
móvil vibró en la encimera. Volví sobre mis pasos y miré la pantalla.
Mi
padre…
-Hola…
-el móvil resbaló de mi mano y cayó al piso. Lo recogí y me aseguré que no se
hubiera roto-. Hola… ¡Hola papá!
“¡Drank!
¡Hijo! Es la quinta vez que te llamo. Me tienes preocupado”.
-Perdón
papá. El móvil estaba en la cocina y recién me levanto.
“Son
las tres y pico, Drank. ¿Te sientes mal?
-No,
no, descuida. Salimos con los chicos, eso es todo.
“¿Estás
cuidándote?”
Arquee
la ceja.
-Sí…
No te preocupes.
“¿Estás
abrigándote y comiendo bien?”
Rodee
los ojos.
-Sí
papá. ¿Qué cuentas tú?
Silencio…
-¿Papá?
“Bueno,
todo bien… Yo quería preguntarte algo pero… Si te molesta o te parece mal me lo
dices y ya”.
Me
serví café mientras esperaba lo que diría mi padre, que por la introducción no
sería algo fácil de decirme.
-Dime.
“Ehm…
Si no te molesta me gustaría pasar la Navidad aquí, con Jaqueline y con Roxane…
Es que nunca compartí con ellas y tú sabes…”
-Okay,
si es lo que deseas –bebí un tragó de café.
“De
todas formas si no estás de acuerdo…”
-Papá,
haz lo que desees, de verdad. Yo estoy bien. Pasaré con amigos. No te
preocupes, no estaré solo.
“¿Y
con Liz? ¿Cómo está Liz?”
Mierda…
-Está
bien.
“Dile
que le envío muchos cariños y…”
-Se
lo diré. Ahora disculpa debo irme a trabajar.
“Oh
si, hijo… Te quiero”.
Silencio…
Tragué saliva. La hiel de la angustia subió por mi garganta.
-Yo
también, papá.
Sin
terminar el café me puse el abrigo y salí al monte. Apenas abrí la puerta de la
cabaña y avancé por el sendero, la noche invernal y eterna me envolvió como
manto helado. Sin embargo era bella. Las estrellas titilaban con ese azul
eléctrico que sólo podía admirarse en las noches límpidas y despejadas.
Mi
padre había decidido pasar en Drobak la Navidad… Con ellas… Mi ciudad estaría
vestida de gala. Sus luces, la cabaña de Santa Claus, los turistas, la plaza
alegre y llena de risas y de jóvenes… Mis amigos… Aquellos que se preocuparon
por mi salud y otros que no tuvieron tiempo de acordarse. Todos…
A
mis oídos llegó por la memoria, las voces de los pescadores vendiendo el
producto. El alerta de algún barco acercándose a la costa. El ruido del agua al
chocar contra el muelle…
Por
unos segundos quise coger mi única maleta y regresar allí. Sin embargo recorrí
con la vista el paraje nocturno del bosque, y razoné que para volver a empezar debía
partir de cero, arrancando de cuajo los sentimientos y aquellos hechos
terribles del último tiempo.
Ahora
este era mi lugar, debía transformarlo en mi lugar. Aunque el mal humor me
visitara algunos días, aunque lágrimas silenciosas se escaparan cuando
estuviera solo en mi habitación. No debía retroceder, avanzar era el único
verbo que podía permitirme para salir de la depresión.
Salté
varios montículos de troncos y escarcha y me desvié por la hilera de pinos que
marcaban el sendero hacia la construcción. Allí sería la nueva Jardín de
Infantes. Miré al cielo, ¡quién diría que fueran las tres de la tarde! Aún no
podía acostumbrarme a esta extraña traslación del planeta que impedía ver el
sol por varios meses.
De
pronto la vi… Grande, amarillenta, redonda como horma de queso… Entre un claro
que se abría entre las copas de los cipreses, la luna inmóvil y atrayente
bañaba con la luz parte del paisaje. Me detuve… Sólo para admirarla, como quien
tiene el privilegio de contemplar un milagro.
Volví
a pensar en mi muerte, en el suceso de aquella noche de tormenta y en Adrien
Craig y su poder… Era imposible que pudiera olvidar de un plumazo aquella
escena y el suceso que me había permitido hoy por hoy, estar pisando estas
tierras. Noté las manos congeladas. Había olvidado los guantes… Pero me alegré
de sufrir el frío intenso entre los dedos, en mi rostro… Porque eso significaba
que estaba vivo y podía sentir.
El
sonido de un búho me sobresaltó. Jamás había sido miedoso pero algo de ese
bosque me sobrecogió. Quizás el hecho de no pertenecer allí. Aunque, ¿cuál era
mi lugar sino era aquí? Donde había encontrado el recibimiento amable y cordial
de seres que no me conocían. Donde tenía trabajo y una cabaña bonita. Donde
podía contar con amigos tan generosos como Louk. No… Ya no tenía otro lugar en
el mundo que pudiera hacerme sentir mejor. Ni siquiera en mí querido Drobak… El
lugar que me había visto nacer y crecer, pero que en el presente se había
quedado sólo con mis sueños rotos. Esos sueños por los cuales jamás volvería a
luchar ni a recomponer. Allí quedaron enterrados como había quedado mi madre.
-¡Ey!
¡Drank!
Giré
hacia la izquierda y vi a Louk.
-Hola,
lo siento, me dormí.
-No
te preocupes, no he querido golpear tu puerta y despertarte. Estabas muy
cansado, y nosotros podíamos arreglarnos sin ti.
-¿Ya
regresan?
-¡Qué
va! Comeremos un reno asado, al pobre hubo que sacrificarlo. Iba a morir de
todos modos. Cayó en una trampa de osos y su herida se infectó.
-Ah…
-¡Cambia
la cara, Drank!
-¿Qué
cara tengo?
-Pues,
parece que vienes de enterrar a alguien. Pero, ¡vamos! Acompáñame a hacer café
y llenar en los termos.
-Yo
puedo hacer el café. Así que ve por los termos.
-Vale.
……………………………………………………………………..
Al
regresar con Louk, los chicos me convidaron con un buen trozo de la carne
ahumada y exquisita. Sentados alrededor de una pequeña hoguera se habló del
proyecto y del tiempo que podría estar terminado. Bernardo bromeó con Tim sobre
una tal Adelaida, parecía ser la única de la reserva que tenía conocimientos
sobre docencia, pero a la vez era una loba muy dulce y de poco carácter así que
imaginaban que los niños terminarían atándola a un poste y jugando a los
indios.
-Debemos
encontrar una docente para la guardería, Bernardo –aseguró Mike.
-Tranquilo,
encontraremos. Si es necesario, Sabina pondrá la solicitud en el hotel. Allí
van y viene mucha gente.
-Pero
no podemos traer a una extraña –agregó Tim.
-Lo
sé. Aunque tendrá que ser humana, dentro de nuestra raza no veo una solución.
-Bernardo,
mi chica le gustan los niños –dijo Louk-. Puedo pedirle a ella.
-No
Louk, llevar adelante el jardín de infantes requiere mucho más que gustar de
los niños. Debe tener conocimiento de cómo enseñar los primeros pasos en la
educación. Incentivarlos. De lo contrario no conseguiremos el permiso del
Estado para tener todo en regla.
-En
la reserva hay muchas madres que necesitan trabajar y así poder integrarse a
los humanos, Bernardo –dijo Tim-. Después de todo es tu idea. Abrirnos al mundo
para poder vivir una vida con mejor calidad.
-Lo
sé, créanme que lo lograremos.
De
pronto, miró hacia mi espalda y se puso de pie de un salto.
-¡Pero
qué hacen aquí ustedes dos!
Giré
la cabeza para ver llegar a Gloria y a Ruth con gruesos abrigos.
-Mamá
Sabina me dejó. Además nos acompañó Baltar hasta allí.
Pude
divisar entre los pinos un hombre mayor que se alejaba.
-Gloria,
hay muchos objetos que pueden dañarte alrededor, esto es una obra.
-¿Qué
es una obra, Bernardo? –preguntó Ruth.
-Ay
Ruth, es donde los hombres construyen cosas que no están hechas, ¿verdad?
–respondió Gloria.
-Sí,
algo así. Vengan aquí y siéntense cerca del fuego.
Las
niñas se acomodaron sonrientes con una alegría contagiosa. Noté a Louk
incómodo, parecía nervioso o disgustado.
-¿Qué
tienes? –pregunté.
Bajó
la vista y negó con la cabeza.
-Vamos,
Louk. Dime. Te ha cambiado el semblante. ¿Es por qué las niñas están aquí?
¿Crees que es peligroso?
-No
es eso…
-¿Qué
es? –bajé la voz.
-Es
una tontería…
-Pues,
dímela igual. Soy tu amigo.
Acercó
su rostro y en voz muy baja me contó…
-Es
que el otro día cuando fui a ver a Bernardo por el cobro del mes… Gloria estaba
con él. Ella me miró y sonrió con pena. Como si tuviera lástima de mí.
-Quizás
sabe que no sabes leer.
-No,
nadie lo sabe, confío en Bernardo. Es otra cosa… Ella se acercó al rato de estar
allí, y me dijo algo que no entendí, pero sé que es importante.
-¿Qué
te dijo?
Louk
dudó, finalmente me contó discretamente.
-Antes
de irme Gloria me dio un abrazo y un beso. Dijo que yo era un ser lleno de luz.
Le di las gracias, pero ella me miró con pena.
-¿Entonces?
-Entonces,
dijo que algún día yo no creería en mi bondad. Que dudaría de mí. Pero que no
debía hacer caso. Yo no era malo… Dijo, “no lo olvides Louk. Hagas lo que
hagas. Porque aunque no lo querrás, ese día estarás allí”.
-Guau…
¿Tiene siete años esa niña? ¿Qué significa?
-No
lo sé Drank, es lo que me preocupa. ¿Qué es lo que haré que me hará pensar que
soy malo? ¿Entiendes?
-No
mucho…
-Olvídalo.
-¡Ey!
Prueben el café antes de que enfríe –exclamó Mike.
Ambos
lo miramos.
Louk
se puso de pie y cogió los vasos que le ofrecían. Volvió al lugar y me dio uno
de ellos, caliente y humeante.
Observé
a Gloria jugar a “piedra papel o tijera” con Bernardo. De pronto miró hacia el
bosque por unos instantes. Dijo algo a su padre y éste dirigió la vista al
monte. Me miró…
Bebí
un trago de café…
Gloria
le preguntó algo que no llegué a escuchar pero él asintió con la cabeza. Ella
se puso de pie y avanzó hacia mí. Apenas llegó a mi lado sonrió.
-Drank,
hay un vampiro en el bosque.
Al
principio la miré aturdido. Después caí…
Louk
que la había escuchado fijó la vista hacia el oeste, entre los altos cipreses.
-Es
un vampiro, veo su luz violeta desde aquí.
Dudé
qué hacer… Las manos transpiraron a pesar del frío.
Gloria
volvió a sentarse junto a su padre y Louk me sonrió.
-Ve,
seguramente viene por ti.
Pasé
la lengua por mis labios resecos.
-Yo…
Yo no sé dónde se encuentra. No veo nada.
Louk
se puso de pie e insistió que lo siguiera. Así lo hice, con el corazón
latiéndome fuerte. A esa altura no dudaba de quien sería.
Caminó
un largo trecho internándose entre los pinos. Se detuvo. Señaló hacia adelante.
-Allí,
a la izquierda. En la copa del tercer ciprés.
Un
nudo en la garganta me impedía decirle “gracias” pero atiné a avanzar hacia
donde había señalado.
Al
llegar al tercer ciprés miré hacia arriba. Aunque la luna iluminaba gran parte
de alrededor, la oscuridad entre las ramas era muy densa. Imposible que con mis
ojos humanos distinguiera alguna silueta.
Mi
respiración se alteró por la emoción. Con la voz quebrada me animé a llamarla.
-¡Liz!
Nadie
contestó. Sin embargo algo me decía que ella estaba escuchándome.
-Liz…
Liz, solo dime si estás bien…
Un
leve movimiento de las ramas parecía haber sido acariciada por un viento.
Sentí
a Louk aproximarse a mi espalda. Lo miré con los ojos humedecidos.
Él
puso su mano en mi hombro y susurró.
-Lo
siento, amigo. Ya se ha ido.
……………………………………………………………..............
Mientras
nosotros adelantábamos la obra del Jardín de Infantes, Gloria se entretuvo con
Ruth sentada cerca de la hoguera. Varias veces desvié la vista para observar a
esa niña prodigio que según la manada en algunos años sería la encargada de
guiar con su sabiduría a todos los lobos. Es que a simple vista parecía una
niña normal, incluso cuando discutía por ganarle el juego de la “payana” a su
amiguita. Sin embargo era cierto. Jamás palabras similares podían salir de la
boca de una pequeña normal y corriente. No había duda que era especial.
Al
llegar las seis en punto Bernardo y Tim decidieron seguir la tarea al otro día.
De todas formas habíamos adelantado mucho y me sentía feliz de colaborar. Una y
otra vez la escena del ciprés se representó en mi cerebro… Liz… Sabía que no se
dejaría ver. Yo mismo le había pedido que se alejara un tiempo.
Inmerso
en mi tristeza, recogimos las herramientas y fuimos ordenando los materiales de
la obra. La luna se escondió tras un nubarrón sorpresivo y uno de los lobos
aseguró que en horas llovería. Sinceramente no lo parecía pero no iba a poner
en duda el conocimiento de alguien que había nacido y crecido en Kirkenes y
rodeado de naturaleza.
Durante
el regreso a las cabañas Gloria me cogió la mano y me enseñó una canción la
cual no tardé en aprender. Su risa era contagiosa al igual que la de Ruth. Al
llegar a mi portal, Louk se había adelantado no sabría si por el deseo de ver a
July o por no enfrentarse a Gloria y sus dichos.
Ella
evidentemente era muy inteligente e intuitiva. Después de ver a Louk perderse
por el sendero se detuvo y me miró.
-¿Tú
también me tienes miedo, Drank?
-Eres
una niña encantadora, ¿cómo tenerte miedo?
Ella
encogió los hombros. Tironeó suavemente mi brazo y me incliné hasta apoyar la rodilla en el suelo.
-¿Y
a las leyendas? ¿Tienes miedo a las leyendas?
-No,
me gustan las leyendas. ¿Quieres contarme alguna?
Pareció
pensarlo dos veces aunque sonriendo se decidió a contarme según ella “la
leyenda de la luna”.
-Dicen
que la luna protege con su luz a los cuatro guardianes del alfa.
-¿Ah
sí? ¿Son cuatro?
-Sí,
uno por cada punto cordinal, perdón –rio-, cardinal.
Reí.
-Cuenta,
¿y quiénes son los guardianes del alfa?
-¡Gloria!
¡Vamos cariño, mamá nos espera! –ordenó Bernardo a una distancia.
Ella
lo miró e hizo seña que aguardara. Al mirarme abrió su mano y contó usando los
dedos.
-Bernardo,
guardián del norte. Tim, guardián del sur, Louk, guardián del este…
-¡Gloria!
Me enojaré contigo. ¡Sé obediente!
Sabina
surgió entre los árboles con Yako en brazos. El portal de mi cabaña iluminaba
su rostro algo enfadado.
-¡Gloria!
Es hora de regresar.
Ella
se acercó y me dio un beso en la mejilla.
-Te
contaré otro día, Drank.
-Ah
pues, aunque sea dime quien es el guardián del oeste, falta uno –sonreí.
La
niña me miró. Sus ojos caramelo brillaron por la luz de mi cabaña.
-Sí,
falta el guardián del oeste –señaló hacia la dirección-. El de las costas del
Mar de Barents… Todo tiene que ver con todo, Drank.
La
miré fijo sin entender dónde quería llegar.
-Dime,
¿quién es el guardián del oeste? –insistí.
Sonrió.
-Lo
siento, Drank… El lobo blanco aún no me lo dijo.
Sabía
que era yo el que había preguntado curioso, Gloria solo había respondido antes
de partir de mi cabaña y correr junto a Sabina hacia su hogar. Lo cierto que su
última frase, no supe el porqué, pero erizó los cabellos de mi nuca.
NOTA: Como dice Gloria mis lectores, todo tiene que ver con todo...
Uy genial capítulo . Me gusto el final y me quede con ganas de saber cual es el guardián, pero me imagino que es alguien que me cae muy bien. Veamos si acierto. Me dio pena Lenya ojala ya se encuentre con Liz Te mando un beso.
ResponderEliminarHola Ju! Para eso nos falta un poco, pero estoy segura que lo quizás lo imaginas.Me alegro que caiga bien. Lenya ya se encontrará con Liz nuevamente. Un besazo amiga y buena semana
EliminarQue capítulo más bueno, y me encantó leer sobre el poder de Liz y ella feliz con ese don, hay Lenya angustiado por ella pero no se debe de preocupar por su amada, y bueno Gloria siempre con sus acertijos que me deja con saber más, muchas gracias Lou por el capitulo!
ResponderEliminar¡Hola Lau! Me alegro que te haya gustado. Liz feliz con su don, todos deseamos que lo sepa dominar. Y Gloria... sin palabras, no podría agregar nada más, ¿verdad?
EliminarUn besote reina y que pases bien.
me puedes decir cuando saldrá el siguiente, me quedé "picado", gracias por tu historia, querida amiga,,abrazos
ResponderEliminar¡Hola Lobo! Aquí estoy y ya he visto que te he salteado, sí. Lamento haberlo hecho ya que fue sin intensión. Ante todo gracias por pasarte y seguir esta locura de mi imaginación. Te cuento, antes podía subir capi por semana pero por algún que otro problema personal que me tiene ocupada he estado escribiendo en períodos de tiempo que puedo por eso ahora me extiendo. Ojala pueda volver a subir tan a menudo ya que amo hacerlo. Calculo que lo máximo son dos semanas que me tardo.
EliminarNo sé si pasas por el face en la pag los craig. Allí o en el face de lourdes cambón generalmente aviso cuando he podido terminar capi. Si gustas fijarte por allí sabrás cuando subo. Lamentablemente ya no puedo ser dueña de mi tiempo pero bueno cosas que pasan en la vida a veces. Un beso grande querido amigo.
lamento no poder seguirte por face, realmente casi no entro, en google es donde tengo mas actividad, de todas maneras estoy pendiente de tus aportes,,,gracias
Eliminar¡Gracias a ti por tu tiempo! Un abrazo.
EliminarAh nooooo!!! No se hace eso nena! Como nos vas a dejar asi? Picando? Aunq se cae de maduro quien es el guardian del oeste,de las costas, me moria por escucharlo de Gloria....se las trae esa niña!
ResponderEliminarMe gusto mucho el capi muñeca, aunque me dejes penando por mas.
Beso enorme amiga! Te quiero
¡Hola mi sol! Ante todo gracias por hacerte el tiempo y comentar, sé que estás ocupada. Gloria es un personaje muy rico y me da para escribir mucho sobre ella, quizás más adelante haya un libro de lobos. Lo que puedo asegurarte que muy pronto llegará lo que tanto me pides sobre Ron... recordas? Así que afila los colmillos amiga. Un besote grande te quiero
EliminarHola, Lou... Tremendo capítulo
ResponderEliminarLiz siente que la llaman desde la costa, y que debe ir
Me ha encantado conocer a las sirenas... Asradi, Vepar, Splash, Mily
Siempre he imaginado a las sirenas con cola de pez... me encantan estas sirenas con piernas
Liz dominará el mar... qué poder tan maravilloso
Pobre ballenato... no me extraña que Liz quiera vengarlo
Lenya ve a Liz adentrarse en el mar, y se desespera... algo muy lógico
Bueno, Drank ha salido bien de su aventura con el parapente
Su padre quiere pasar la Navidad con Jaqueline y su hija, Roxane... creo que a Drank no le ha gustado mucho esta idea
La pequeña Gloria ha dejado muy preocupado a Louk porque le ha dicho algo realmente enigmático... "que hará algo malo, aunque él no es malo"
No me imagino qué puede ser... pero estoy segura de que ocurrirá... Gloria nunca se equivoca
Pues, querida Lou, tengo que decirte que ya te alcancé... ya estoy al día con tu fabulosa cuarta novela
He pasado ratos muy agradables con tus maravillosos capítulos... y te felicito por ser una excelente escritora
Besos
¡Hola Mela! Para mi es un honor que una escritora tan virtuosa como tú le guste leerme. Me alegra mucho de corazón. Las sirenas son como los hombres lobos y los vampiros, tú sabes como Natasha está tras los pasos de la genética y ese posible desorden que ocurrió hace miles de años. Son encantadoras, sí. Aunque tienen temor de Liz ya que ninguna cuenta con ese poder maravillosos y peligroso a la vez.
EliminarGeorge está en su derecho y es normal que a Drank le mueva el piso ese amor que quiere brindarles a ellas. Fue hijo único por mucho tiempo y lo creyó así, ahora a barajar y dar de nuevo.
Gloria que decirte... no puedo adelantar nada sobre Louk pero será tal cual lo dice ella.
Que hayas pasado ratos agradables para mí ya está cumplido el objetivo. Gracias cariño por tu atención y amistad. Un beso enorme.