Saga para + 18

Iris púrpura es el cuarto libro de la saga Los Craig. Para comprender la historia y conocer los personajes es necesario partir de la lectura de Los ojos de Douglas Craig.

La saga es de género romántico paranormal. El blog contiene escenas de sexo y lenguaje adulto.

Si deseas comunicarte conmigo por dudas o pedido de archivos escribe a mi mail. Lou.


lunes, 27 de febrero de 2017

¡Holaaaa! Esta vez una perspectiva sola. Drank... Y un dolor que ya todos imaginamos. En cuanto a Louk, sé que amarán a este lobo. Muchas gracias por estar aquí. Besos.


Capítulo 20.
Mi amigo Louk.



Drank.

Apenas llegué del centro de Kirkenes, bajé de la furgoneta de Bernardo y caminé por el sendero hasta su casa. Había traído unas compras que me había encargado para el arbolito de Gloria y el bebé. El guía de la manada siempre tan risueño y amable había confesado ser un pésimo comprador cuando se trataba de artículos para niños. Por otro lado, no deseaba que Sabina con los críos fuera al centro debido al mal clima que azotaba desde hace tres días.

Por mi parte no me desagradó ni lo sentí como obligación el hecho de darle una mano en tan tierna tarea. Amaba los niños y todo lo que se relacionaba a ellos. Creía que por ello, Gloria tenía un cariño desbordante por mí. Dicen que los niños saben cuando a ti te agradan y como no saben mentir lo manifiestan abiertamente sin tapujos ni entredichos.

Cambié la posición de los grandes paquetes bajo el otro brazo y golpee la puerta. Un aroma a guisado exquisito entró por las fosas nasales y el estómago crujió. Cierto que me valía por mí mismo y lo hacía bastante bien viviendo solo, pero también era cierto que no cocinaba esas comidas elaboradas y nutritivas. No porque no supiera sino porque ya no tenía sentido.

Bernardo abrió la puerta con una sonrisa ancha e inmediatamente me ayudó con los paquetes.

-¡Drank! ¿Cómo pagaré este favor?
-No ha sido nada. Es maravilloso ir de compras, sobre todo si no gastas un peso de tu bolsillo –él rio-. A propósito aquí tienes el vuelto, de verdad estaban a buen precio.
-No, déjalo por el mandado que has hecho.
-No, por favor. No lo aceptaría nunca. Fue un placer. Me has dado todo desde que llegué a la reserva.
-Eso fue también un placer –dijo sin dejar de sonreír.

Iba a retirarme y me detuvo.

-Imagino que no te negarás a cenar con nosotros. Sabina ya cuenta que te quedas y te advierto que es terca como cabra.
-Bernardooo, ¿Qué estás diciendo?

La voz de Sabina se escuchó desde otro ambiente.

-Nadaaa, amor. ¡Qué eres encantadora!

Reí.

-Ven, pasa y siéntate cerca de la chimenea. Puedes colgar el abrigo en ese perchero.

Señaló un artefacto reluciente cerca de la puerta.

-Okay. Gracias.

Sabina se asomó sonriente.

-¡No te escapes Drank!
-No, lo prometo. Huele muy bien.

Bernardo me guió hasta el sofá y me ofreció un coñac el cual acepté. Sinceramente había nevado por muchas horas y la brisa que soplaba del bosque se había sentido helada a pesar del abrigo. Me sentí rodeado de un ambiente acogedor. Las paredes eran como las mías, de troncos de madera a la vista, lustrados, y con excelente terminación. Sin embargo a mi cabaña le faltaba ese toque que le daba el hecho de ser un hogar compuesto por una familia feliz.

Sabina corrió a ver los paquetes y luego de inspeccionarlos feliz, se apresuró a esconderlos. Después desapareció por una puerta que seguramente daría a la cocina.

Mientras su marido y yo conversamos de muchas cosas interesantes, tales como los proyectos próximos a concluirse, la escuela, la sala de guardería, y la reconstrucción de la vieja plazoleta para niños, veía de reojo a Yako en su cochecito que chupaba sus dedos con ahínco.

Bernardo sonrió.

-Descuida, no es que lo matemos de hambre, él siempre tiene apetito.
-Me gustan los niños. Amaría tener una familia como la tuya.

Su sonrisa desapareció.

-Estoy seguro que tendrás una.

Durante la cena Bernardo preguntó sobre mi padre y si había noticias de que viajaría para las fiestas. Dije que la idea de él era pasar con su hija y su madre. Así que no regresaría al menos hasta mediados de enero. Comentamos sobre el hecho de su viaje a Drobak y le respondí que no me parecía mal solo que lo extrañaría mucho.

Terminando la cena unos golpes de llamado se escucharon en la puerta. Sabina miró el reloj de pared y arqueó una ceja curiosa.

Bernardo se puso de pie y fue a abrir.

Miré a Yako en brazos de su madre. Aunque era pequeñito ya sonreía y se notaba muy inquieto.

Como fondo escuché la voz de Bernardo y una mujer. A los pocos minutos cerró la puerta y Gloria hizo su aparición triunfal junto a nosotros.

-¿Qué haces tú aquí? –preguntó Sabina-.¿No era que deseabas dormir en la casa de Ruth?

Bernardo tomó el lugar en la mesa.

-La señorita quiso volver, así que tuvieron que traerla –respondió.
-¿Extrañabas, cariño? –preguntó Sabina.

Ella negó con la cabeza y me miró.

-Hola Drank, ¿estás bien?

Sorprendido ante su interés respondí.

-Por supuesto, he probado el guisado de tu mamá y estaba delicioso. Lo he pasado muy bien.
-Gloria… ¿Has cenado?
-Sí, papá.
-Entonces despídete de todos y ponte el pijama. Es tarde, cielo.

Gloria no se movió.

-Por favor, ¿puedo quedarme un rato más?
-Cariño, es tarde –reiteró Sabina.
-Solo quiero saber si él estará bien.

La frase de Gloria descolocó a Sabina y puso nervioso a Bernardo. En cuanto a mí, no entendía el afán de la niña por saber sobre mí. Pronto lo entendería…

Cortando el extraño suceso conté a Gloria una historia de Santa Claus. Sabía infinidad de ellas y logré que sus ojos brillaran entusiasmados más de una vez. Lo que más atrapó a la niña era el hecho de que yo había nacido y vivido en la ciudad natal de Santa.

Drobak era mágica en toda época del año, pero en diciembre se vestía con los colores típicos de rojo y verde y adornaba sus calles con luces de colores.

-¿Entonces Santa Claus vive en el bosque? –preguntó Gloria.
-Por supuesto. Allí le llegan todas las cartas que lee cuidadosamente.
-¿Tú lo has visto?
-Sí, desgraciadamente lo he descubierto, así que a partir de ese día no me ha dejado regalos.
-¿En serio? Pobre Drank.

Sonreí.

-Pero soy feliz porque a ti y a Yako les dejará regalos. Tú no lo has visto, ¿verdad?

Gloria sacudió la cabeza negando rotundamente.

-Siempre hago caso y voy a dormir cuando papá y mamá lo dicen.
-Menos ahora –refunfuñó Bernardo.
-Pero papá, hoy no es Nochebuena.

Sabina sonrió.

-Anda Gloria, es tarde. Ve a la cama. Yako se dormirá muy pronto.

La niña observó a su hermano detenidamente y arqueó una ceja.

-Creo que estás ilusionada en vano, mamá. Yako no piensa lo mismo que tú.

Todos reímos.

Deposité un beso en la coronilla repleta de rulos cobrizos y la miré con cariño.

-Ve, hasta mañana. Si quieres te contaré en estos días más historias sobre Santa.
-Okay, pero prométeme que pase lo que pase te recuperarás.

Otra vez la frase inentendible, nuevamente el ambiente se tensó.

-Hasta mañana –saludó a todos y corrió a su habitación.

Sabina se puso de pie.

-La ayudaré con el pijama, permiso.

Bernardo encendió un habano y me convidó.

-¿Qué tal un café?

Negué con la cabeza.

-¿A qué se refiere Gloria con que no estaré bien.

Bernardo aspiró el humo y su vista descendió al plato vacío.

-Bernardo, no soy tonto. ¿Qué está ocurriendo que tiene que ver conmigo?

Se recostó en el respaldo de la silla y suspiró. Cuando en segundos tuvo el valor de mirarme me dijo apesadumbrado.

-Sé que tomarás mal la noticia, Drank. Y juro por mi vida que haría lo imposible porque no te lastimara. Eres un buen chico y mereces ser feliz. Solo que…
-Bernardo…
-Okay… Es que… Es difícil… Sé que partiré tu corazón y hubiera preferido que lo supieras por tu amigo Louk. Tú sabes, los amigos saben cómo dar ciertas noticias…

El silencio continuó por poco tiempo. Finalmente supe el porqué Gloria estaba tan interesada en que estuviera bien. La noticia que escucharía haría partir el corazón en mil pedazos.

………………………………………………………………………

Cuando Bernardo me despidió en la puerta, palmeó mi hombro. Antes de avanzar por el sendero nevado giré e hice un esfuerzo por sonreír.

-Estoy bien, no te preocupes. Mañana nos veremos en la reunión.

Al coger el camino que me llevaría a mi cabaña, el nudo en el estómago se hizo más fuerte y la presión en el pecho más aguda. La frase del guardián de la manada caló tan intenso en mí que no sabía cómo llegaría en buenas condiciones a mi habitación para después conciliar el sueño.

“Liz está embarazada”.

Era lo único que mi mente repetía una y otra vez mientras la nieve caía mansamente a mí alrededor.

“Liz está embarazada”.

Por la garganta sentí un sabor amargo como la hiel. Me apresuré para llegar a casa. La tamaña noticia me había dejado el cuerpo como gelatina. ¿Acaso no era lo que pasaría tarde o temprano? ¿Pero por qué ahora? ¿Por qué sin dar tiempo a recuperar mi corazón? ¿Por qué? “Porque se amaban, idiota”, me dije a mí mismo. Ellos eran felices juntos. ¿Cuánto tardaría en entenderlo? Es que no se trataba de ser inteligente y comprender la situación. No podía manejar los sentimientos hacia Liz. La había amado demasiado por tanto tiempo. Había soñado decenas de veces en formar una familia con ella, imaginándome ser el padre de sus hijos. Sin embargo ese no sería yo. Y claro que en el fondo lo sabía. Desde que mi honor y dignidad no me permitiría traicionar a un ser que me había salvado la vida. Aunque era difícil y cruel la renuncia, sabía de antemano que Liz nunca sería mía, jamás.

Dolía… Dolía demasiado imaginarla en brazos de otro, cuanto más saber que le daría un hijo a Lenya Craig.

¿Qué si fantasee con que al vampiro le ocurriera algo malo y ella quedara libre? Sí, lo hice un par de veces. Para que a los segundos me sintiera avergonzado y arrepentido.

Un par de bocinazos me sobresaltaron. Miré hacia mi derecha y descubrí a Louk a cincuenta metros, estacionando su vieja furgoneta en la entrada de su casa. Eran las nueve de la noche aproximadamente y vendría de repartir leña en las distintas cabañas. La leña se acumulaba en épocas menos frías y se guardaba para secar en un gran galpón, como solíamos hacerlo en Drobak con mi padre. Luego se vendía para su consumo.

Bajó el cristal de la ventanilla y saludó sonriente. Levanté una mano y devolví el saludo aunque no me detuve ni un segundo. Necesitaba llegar a casa y dormir.

A pesar de seguir avanzando intuí la mirada de Louk sobre mi espalda. ¿Lo habría engañado que estaba todo bien? No, era de esperar… Los amigos son difíciles de engañar.

En un par de minutos escuché la puerta de la furgoneta cerrarse de un golpe y en instantes lo tuve a mi lado caminando a la par.

-¿Todo bien? –preguntó.
-Sí.
-No, no está todo bien. Te ves mal. ¿Qué ocurrió?

Bufé molesto.

-No ocurre nada, Louk. Solo quiero llegar a casa y dormir.
-¡Qué ganas tienes tú de que camine bajo la nieve! Sabes que no me iré hasta que me digas qué diablos te pasa.

Me detuve abruptamente y lo miré enfadado con los brazos en jarro.

Quise decirle que no molestara, que me dejara solo y en paz, pero esos ojos castaños que me miraban fijo exigían sinceridad. Esa mirada inquisitiva era nada más y nada menos que la de mi único y flamante amigo, ese que necesitaba tanto en este horrible momento.

Titubee, mis brazos cayeron a los costados de mi cuerpo y respiré profundo. El vapor caliente de mi boca dibujó un tenue humo blanquecino que se diluyó en el aire helado en segundos.

-Liz está embarazada –murmuré casi sin voz.

Parpadeó unos instantes y su mirada se cubrió de compasión.

-Lo lamento, Drank.
-Voy a casa… Necesito dormir.

Retomé el camino con él pisando mis talones.

-¡Drank! ¡Drank, escucha! Sabes que eso iría a pasar tarde o temprano.
-Lo sé, pero no por eso duele menos.
-Comprendo…
-No tienes idea, Louk. Tu chica te ama y no imaginas lo que es saber que está en brazos de otro.
-Entiendo, aunque no lo viva, lo entiendo. Sería capaz de matar a mi rival.

Me detuve y lo miré. La nieve comenzaba a caer intensamente.

-No me mires así. No tengo tu bondad. Sería implacable.
-Me salvó la vida, Louk.

Sus ojos se clavaron en mí. Recorrió mi estado físico con una mirada detallista. ¿Se daría cuenta que mi cuerpo temblaba y mis ojos brillaban por la angustia?

-Te acompañaré a tu casa y nos quedaremos viendo una película.
-Mañana hay que madrugar –balbucee.
-Entonces larga aquí mismo la rabia y el dolor.
-Negué con la cabeza mientras la garganta apretaba.
-¡Vamos Drank! Escupe todo lo que tengas dentro de ti.
-¡Qué cuernos quieres que haga! –grité-.¿No tienes idea de cómo me siento? ¡Maldita sea mi suerte! ¿Por qué diablos la conocí? ¿Por qué tuve que enamorarme de ella?
-Eso es…
-¡Mierda!

Mis manos heladas cubrieron mi rostro y me largué a llorar.

-¿Por qué, Louk? ¿Por qué se enamoró de ese vampiro? ¿Por qué no puedo arrancármela de una buena vez? ¡Maldita sea mi puta suerte!

Apoyé la frente en un tronco de un abeto y lloré… Lloré no sé por cuánto tiempo… La nieve caía… Mi furia crecía…

-¿Por quéeee? –grité.

Mis puños golpearon en el tronco agrietado unas quince veces hasta que mi fuerza cedió y mis nudillos se adormecieron.

-Así no es –dijo Louk. Lo miré con mis lágrimas empapando mi rostro.

Inmediatamente con un movimiento su puño se estrelló en otro tronco cercano y las esquirlas volaron en mil pedazos.

Observé agitado el acto de mi amigo que sonreía.

No sé porque mi dolor fue diluyéndose al menos en ese momento frente a esa situación tragicómica.

-Idiota –reí, casi sin quererlo.

Él rio también.

-Vamos, te acompañaré.

Por el camino volví a llorar en silencio mientras recorría el desolado e invernal paisaje.

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Con una taza de café entre mis manos, sentado en el sofá, observaba impávido como Louk alimentaba la chimenea. Lo hizo en silencio como si esperara que siguiera largando toda la rabia y dolor que tenía dentro. Sin embargo no podía, mis pensamientos iban y venían en la imagen de Liz con un bebé en sus brazos. A su lado Lenya sonreía orgulloso de su hijo.

-Deja de torturarte –murmuró.

Me recosté en el respaldo y bebí un sorbo caliente.

-Se enfría tu café. Además pienso que July me odiará por retenerte.
-Le envié un mensaje de texto mientras preparabas café. Iré más tarde.

Tratando de olvidarme aunque sea por unos instantes de Liz, pregunté.

-¿Vive sola o con su familia?

Louk atizó el fuego con la varilla y se puso de pie. Cogió la taza de café sobre la mesa baja y se sentó a mi lado.

-Con sus padres.
-¿Qué tal te llevas con ellos?
-Más o menos.
-¿Por qué? Eres un buen tipo.
-Soy huérfano.
-¿Y eso qué tiene que ver?
-Bueno, sí… en parte. Si yo me casara con July y me quedara sin trabajo no tengo apoyo de parte de mi familia. Mi abuela es anciana y gana muy poco.
-¡Qué extraños son en la manada!
-No son todos así, Drank. Pero la vida aquí en la reserva es difícil. Ellos deseaban alguien mejor.
-¡Qué mejor que alguien que ama a su hija!
-Cierto, pero aún así… De todas formas siempre me han tratado bien. No es que me han despreciado. Pero en el fondo sé que preferirían a otro pretendiente.
-¿Cómo lo sabes?
-La madre no cesa de presentarle los hijos de sus amigas -ambos reímos-. Será en vano, Drank. July y yo estamos enamorados.
-¿Nunca la has engañado?

Me miró perplejo.

-¡Cómo se te ocurre! Es que no tiene gracia. Para que estaría con ella si deseo a otras hembras.
-Piensas como yo –murmuré. Después bebí otro sorbo en silencio.

Louk dio un vistazo a la vieja tv. Tim me había prestado el aparato mientras no podría comprar una así por lo menos tendría con que entretenerme en mis horas de ocio o a la noche.

-¿Vemos algo?

Negué con la cabeza.

-Okay…
-Me duele el corazón –susurré-. No sé cuando la arrancaré de mí.
-Sé que lo harás.

¿Cómo estaría Liz, además de dichosa? ¿Tendría náuseas o mareos como suelen tener las embarazadas? ¿Ya lo sabría Marin? Estaba seguro que se pondría feliz de ser tía. ¿Qué opinaría mi padre que siempre tuvo esperanza que Liz y yo termináramos juntos? ¿Por fin se daría por vencido y ya no insistiría en que la reconquistara? Ojalá fuera así, ya que era una tortura tratar de hacerle entender que lo nuestro era un imposible sin contarle pormenores y detalles.

-A Gloria le caes muy bien.

Levanté la vista de la taza de café y lo miré.

-Sí, es cierto. Creo que intuye que me agradan los niños.
-No sé, hay algo más.
-¿Qué piensas?
-Doy fe que conoce tu alma. Es un prodigio de niña. Le encanta que vivas aquí, con la manada.

Sonreí.

-A mí también me gusta vivir aquí, con todos ustedes –bebí otro sorbo-. Es una suerte haberte conocido Louk, eres un buen amigo.
-Tú también, Drank.
-Anda, ¿por qué no te vas con July? Yo estaré bien, te lo prometo.
-No hay apuro.
-De verdad, Louk –insistí-. Mañana tú y yo iremos a la reunión muy temprano, necesitamos descansar. Aunque no creo que descanses mucho si te ves con July.

Rio.

-Cierto.
-Anda, ve. Prometo portarme bien.

De inmediato me dirigí a mi habitación y quité de un cajón un blíster de pastillas. Fui a la cocina por agua y tragué una de las píldoras. Louk había seguido mis pasos.

-¿Qué tomas? –frunció el ceño.
-Tranquilo, son para descansar mejor. Me las dieron en el hospital de Drobak.
-Vale, pero te las habrán recetado por el dolor, no por problemas del corazón.
-Descuida, solo tomaré esta noche.

Sus ojos observaron el blíster sobre la encimera y de un manotazo las cogió y las guardó en un bolsillo.

-De acuerdo, me llevaré el resto, no las necesitarás.

Sonreí.

-No te preocupes por mí.
-Sabes que puedes contar conmigo. Tienes mi número de móvil.
-Vale, asistencia al suicida. Lo tendré en cuenta –bromee.
-¡Idiota! –exclamó furioso.

Me sobresalté.

-Cálmate.

Antes de llegar a la puerta giró para verme a los ojos.

-Es un chiste, ¿verdad?
-¡Por supuesto! ¿Crees que haría algo así por una mujer?

Tardó en responderme. Algo en su cabeza se le había cruzado aunque ignoraba qué. Me miró con una mirada triste y desolada.

-¡Ey! No haré una locura –aseguré.
-No lo sé, Drank. Ignoro lo que pasa por tu cabeza después de la noticia.

Me acerqué.

-Ve tranquilo. Mi vida vale mucho, sobre todo después que he burlado a la muerte. No echaré a perder la oportunidad.
-Okay. Bueno… te has tirado con parapente sin ninguna experiencia.
-Eso fue divertido.

Sonreímos y palmee su hombro.

-Anda, disfruta el resto de tiempo que te queda y dile a July que no me odie por sacarle minutos con su novio.
-Se lo diré.

Apenas cerré la puerta el silencio del pequeño living me envolvió. Un silencio que solo era cortado por un sonido leve y constante del chisporrotear de la leña encendida.

Respiré profundo y recosté la espalda a la puerta. Observé el ambiente vacío, como mi corazón… Ni siquiera mi padre se encontraba junto a mí. A pesar de quedarnos solos habíamos conformado una familia. Después que mi madre falleció nos unió el dolor y nos hicimos compañeros en todo momento. Lo extrañaba… Ahora él había buscado su felicidad, esa que se había negado por años.
Y yo… ¿Qué me depararía la vida si sentía cada día ese dolor profundo de amar y no ser correspondido? Dicen que el destino aguarda silencioso hasta el instante exacto en que debes escoger el camino y avanzar o te quedas atrapado en el pasado. ¿Qué final deseaba para mí? ¿Quedarme inmóvil contemplando la felicidad de otros o buscar definitivamente un final feliz? Sabía que intentaría seguir adelante, pero… ¿podría?

A la mañana siguiente, después de la reunión, salí con Tim dispuesto a ayudarlo con el reparto de leña. Louk no había aparecido y desde que nos habíamos visto en mi cabaña no sabía nada de él. No me parecía extraño ya que podía haberse quedado con July y era lógico que se durmiera para la reunión. Yo mismo había tenido que correr para llegar a tiempo a pesar que el despertador había sonado estridente unas tres veces.

Tim cargó el último pedido de leña en la furgoneta y ayudé a tapar con la lona la mercadería. Iríamos a la ciudad ya que por suerte los humanos necesitaban comprar de la reserva y eso era beneficioso para los lobos.

Cuando Tim cogió el volante y arrancó el motor, iniciamos el camino hacia Kirkenes.

Durante el primer tramo del camino comentamos sobre la reunión. Durante la época invernal la construcción cesaría ya que el clima del norte noruego hacía imposible esa clase de actividad. A decir verdad, quedaban pocas cosas por hacer frente al riguroso clima, y aún no había llegado enero.
Por lo menos había una decena de lobos que sabían mucho sobre mecánica y trabajaban en talleres en el centro así que muchas familias podían sustentarse de la demanda. Sumado a un pequeño grupo descendientes directos de los Sami que sabía sobre telares y tapices. Tampoco éramos una centena viviendo a las afueras. Hace dos décadas que mucha gente joven había migrado al centro de Kirkenes para continuar con carreras universitarias, o trabajando en distintas profesiones, aunque no eran la mayoría. Por ejemplo Louk, que había decidido quedarse con su pequeño taller y vivir en la reserva aunque tenía apenas veinticuatro años.

Me daba pena su decisión. Mi amigo podía llegar lejos si lo deseaba. Se notaba emprendedor y responsable quitando el hecho que no había aprendido a leer ni a escribir. Creía que no había tenido demasiado empuje de parte de su familia. Por otra parte su sentido del deber siempre estaba latente a pesar que hoy aparentemente se había dormido.

-¿Sabes algo de Louk? –preguntó Tim-. Es extraño que no haya venido a la reunión.
-Supongo que se habrá quedado con July. Anoche estuvo conmigo por un tema personal y me hizo compañía hasta que me sentí mejor.

Tim me miró de reojo y continuó la vista en la carretera.

Observé el paisaje helado y nocturno de Kirkenes a través de la ventanilla.

-De todas formas, es extraño que Louk se haya dormido. Es muy cumplidor si se compromete a algo. Y las reuniones son importantes para nosotros. Él lo sabe.
-Pues, sólo sé que se fue preocupado por mí. Lo lamento… Yo…

Hubo un silencio…

-No tienes que contarme que te ocurre. Sé que Louk y tú son muy amigos.
-No hay problema, no es un secreto…

Más silencio…

-Liz está embarazada… Y no me cayó nada bien. Es eso…
-¿Liz? La hembra de Lenya Craig –me miró fugazmente.

Arquee la ceja.

-Claro…ella. Me acabas de clavar una daga en el pecho –refunfuñé.
-No, lo que te he recordado duele, sí. Pero la daga te la has clavado tú al querer cerrarte a la realidad. Yo te la acabo de quitar.

Torcí el rostro hacia la ventanilla y seguimos en silencio un largo trecho.

Reconocer que no había solución posible para mi dolor era un buen principio y quizás era la mejor forma de cerrar la herida y que jodiera cada vez menos.

-Tienes razón –murmuré-. Aunque me ha dado rabia escucharte, tienes razón.
-De nada… De todas formas insisto, Louk hubiera llegado más tarde. Ni siquiera avisó a nadie su ausencia.
-Intenté llamarlo a las diez pero el móvil está apagado, sin embargo iba a estar pendiente si yo lo necesitaba, así que es extraño..
-¿Tan así?
-Sí, me sentía pésimo. Hoy no es que quiera bailar y cantar pero me siento resignado. Ayer tuve que tomar una pastilla para poder dormir. Louk se fue preocupado, aunque le aseguré que no iría hacer una locura.

Tim cambió el semblante. Palideció y aminoró la marcha hasta detenerse a la vera del camino.

-¿Qué has dicho?
-¿Qué?
-Lo que acabas de decir, explícate. ¿Has tomado pastillas para dormir?
-Tranquilo, me las recetaron para el dolor en el hospital. No suelo usarlas indiscriminadamente.
-¡Pero lo hiciste frente a él!

Parpadee sin entender.

-¡Drank! Debiste ser cuidadoso.
-¿Cuidadoso con qué? No entiendo.

Me observó estudiando mi rostro perplejo.

-¿No lo sabes? Pensé que siendo amigos te lo había dicho.
-¿Decirme qué?
-Su padre se envenenó con una ingesta de pastillas cuando su esposa falleció en un accidente. Quedó huérfano en menos de una semana.
-¡Pero! ¡Pero me dijo que murieron los dos en un accidente si mal no recuerdo! –exclamé angustiado.

Movió la cabeza tristemente y se dispuso a arrancar el vehículo.

-Por favor, Tim. Apresurémonos a distribuir la leña. Iré hasta su casa. Necesito saber cómo está.
-Okay, no te preocupes. Llamaré a Bernardo y le diré que se dé una vuelta por la cabaña.
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Serían alrededor de las cuatro de la tarde cuando golpee reiteradas veces la puerta de Louk. Sentí una presión en el pecho pero esta vez, no era por Liz. Tenía miedo por mi amigo.

Rodee la cabaña y trepé por un árbol de tronco retorcido. Mis botas para la nieve y guantes ayudaron e hicieron la hazaña más fácil. Desde que había tenido doce años no trepaba a los árboles. Al llegar a una rama próxima a la ventana de planta alta me estiré para ver el interior de la habitación de Louk. Seguía sin tener un panorama lo suficientemente claro de todo el ambiente y eso me desesperó.
Mierda…

Con un poco más de esfuerzo me apoyé en una rama gruesa y me estiré hasta rozar el marco de la ventana. Tendría que dar un pequeño salto y así aferrarme. En un acto de arrojo y desesperación quedé colgado hasta que pude apoyar mis pies en los troncos salientes de la pared. Al estabilizarme aunque no tenía idea hasta cuando, golpee con mi puño el cristal unas tres veces. Podía ver la cama vacía desde esa perspectiva.

Volví a golpear más fuerte y lo llamé a gritos.

-¡Louk! ¡Eeey! ¡Louk!

Al fin respiré al verlo acercarse a la ventana. Corrió el cristal y me miró anonadado al tiempo que quitaba sus cascos de escuchar música.

-¿Te has vuelto loco?

Negué con la cabeza mientras los nudillos de mis manos comenzaban a dolerme.

Cogió una de mis muñecas y con poco esfuerzo me ayudó a pasar a través de la ventana.

-¿Qué haces trepado a mi ventana?

De pie en su habitación, respiré agitado.

-Dime tú qué haces desaparecieron sin decir que te ocurre -protesté.
-Pues… Nada… Estoy resfriado y tuve un poco de fiebre. Se lo comuniqué a Bernardo.
-No supe nada… Dios, estaba preocupado por ti.
-Sólo es un resfrío. Después de estar con July fui un par de veces a tu cabaña… Yo… necesitaba saber si dormías.

Guardé silencio mientras él ponía los cascos sobre la mesa de luz y buscaba un suéter en el ropero.

-¿Por qué no me contaste sobre tu padre?

Me miró sorprendido.

-Me lo dijo Tim.

Negó resignado con la cabeza.

-Lo siento, Louk. Yo… No hubiera querido hacerte daño. Si hubiera sabido…
-¿Si hubieras sabido qué?

Se puso el suéter y se acercó a la puerta.

-Ven, prepararé café.

Ya en la cocina me senté en una de las cuatro sillas, frente a una pequeña mesa de madera, color caoba. Coloqué mi abrigo y gorra colgados del respaldo. Louk encendió la cafetera y se recostó en la encimera con los brazos cruzados.

-¿Estás mejor?

Asentí con la cabeza.

A los pocos segundos dio un estornudo.

-El que no está mejor eres tú. ¿Tomaste algo?
-Un té con limón y unos yuyos que prepara mi abuela… ¿Ya has comprado los regalos de Navidad?
-No, esperaré cobrar este fin de semana.
-Yo también…

Avanzó hasta un armario azul y sacó una caja de galletas. Estornudó otra vez.

-No tengo hambre, gracias. Comimos hotdogs con Tim por el camino.

Cogió una galleta y mordió.

Permanecimos los dos en silencio.

Un aroma delicioso comenzó a inundar la cocina. Louk cogió dos tazas, cucharas, y el azucarero. Apagó la cafetera y sirvió a los dos. Se sentó frente a mí. Tenía la nariz colorada y los ojos vidriosos por el resfrío.

Me serví azúcar y revolví.

-¿Qué tal July?
-Bien… También se preocupó por ti. Le caes bien. Dice que nunca he tenido un amigo como tú, sincero y digno.
-Gracias… Pensar que nos conocemos hace poco, ¿verdad?
-Cierto, a veces no hay necesidad de tiempo para hacerte amigo…
-Ajá… -bebí un trago y saboree el sabor exquisito del café.

Se mantuvo pensativo, después pareció titubear…

-Nadie imaginó lo que haría mi padre, ni siquiera yo.

Levanté la vista de la taza y lo miré a los ojos.

-Estoy seguro que no hubieras podido hacer nada.
-Lo sé. Él había tomado la determinación y nadie lo cambiaría de parecer, pero… a veces pienso si no lo hubiera dejado solo.
-Es que no hubieras podido vivir pegado a él.
-Sí, eso dijeron todos.
-¿Qué edad tenías?
-Doce.
-Un niño.
-Y yo lo encontré muerto.

Bajé la vista y bebí el café. Él continuó contándome. Quizás no lo habría hecho nunca, a nadie.

-Llegué de ayudar a mi tío en el taller. Ya que no me daba la cabeza para estudiar mis padres querían que hiciera algo provechoso. Por eso sé tanto de coches… Esa tarde de primavera llegué corriendo a casa. No deseaba cruzarme con nadie y que me dieran el pésame por mi madre. Aunque era lo natural. La habíamos enterrado hacía unos seis días. Sin embargo, a veces nos molesta que nos compadezcan, sobre todo si nada hará que nos devuelva al ser querido… Recuerdo que apenas entré, lo primero que percibí, fue la ausencia de pan recién horneado. Mi madre solía cocinar por las tardes y esperarme con los panecillos y la mantequilla…

Me miró con lágrimas en los ojos.

-Nunca volví a sentir el mismo sabor de la masa horneada, a pesar que mi abuela cocinaba la misma receta… Tampoco habría más flores frescas en los floreros.

Bajé la vista, molesto por la humedad de mis ojos al escucharlo hablar de aquel día. Recordé el primer día después del fallecimiento de mi madre. Él continuó…

Fue la primera sensación de soledad y vacío. De pie aún cerca de la puerta miré alrededor. Había tanto silencio, Drank. Creo que caí que ya no escucharía su voz cantarina cada vez que me recibía. Ya no… Angustiado tiré mi mochila al suelo y por primera vez pensé en mi padre. Era extraño que no estuviera frente al televisor. Lo llamé una vez, dos veces, tres… Pero él no respondió. Avancé hasta su dormitorio y lo encontré acostado en la cama. En el suelo, esparcidas, distintas fotografías de ellos y de mí cuando pequeño. Me acerqué para despertarlo y quité una foto de mi madre debajo de su mano, pero al rozarlo… estaba helado, completamente helado.

Su pecho se agitó y comenzó a llorar. Retiró la taza de café y cubrió el rostro con sus manos.

Me puse de pie y lo abracé fuerte.

-¡Drank! Cuando vi ese frasco de pastillas vacío, entendí. ¡Entendí que algo muy malo había pasado! ¡Estaba muerto, Drank! ¡Se fueron los dos y me dejaron solo!

Lo apreté fuerte contra mí.

-Lo siento, Louk. Te prometo que jamás tomaré nada para dormir. ¡Te lo prometo! Yo jamás haría algo así.

Se apartó lentamente y me miró a los ojos.

-Si lo hizo mi padre por amor a mi madre, ¿por qué no lo harías tú?

Negué con la cabeza mientras mi mente volvía al pasado.

-Porque un día estuve a punto de hacerlo al sufrir mi enfermedad terminal, y me arrepentí. Lenya había visto todo y me dijo, “haces bien, a la muerte se la espera de pie”. Y en este caso que me enfrento al dolor del desamor, estoy convencido querido amigo, que a la vida se la enfrenta con la misma valentía con que se espera la muerte. 









12 comentarios:

  1. Mierda Lou...me hiciste moquiar...(o como se escriba)
    Excelente capi amiga...esa habilidad que tenes para hacer q el lector se ponga en la piel del personaje me eriza y me enorgullece.
    Sos brillante nena.
    Beso enorme....espero el proximo!

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    1. ¡Holaaa! Ay, ahora me has emocionado a mí. Tu opinión es muy importante y lo sabes. Que hayas podido sentir como el personaje puede ser mi virtud, pero también la tuya,de lo contrario serían letras vacías.
      Yo también estoy orgullosa de vos, por miles de razones, buena amiga es una de ellas. Gracias por comentar vos conoces que me hace feliz.
      Un besazo enorme!!

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  2. Una noticia muy dura para Drank ese amor que siente por Liz tiene que dejarlo ir, aunque le cueste pero tiene que hacerlo porque el merece ser feliz igual que como ahorita esta Liz...vamos Drank tu puedes!....gracias Lou bella!

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    1. ¡Hola Lau! Drank tendrá que esperar pero todo llega, y tu sabes, más si viene de mi pluma. Me gustan los finales felices. Por donde atacará cupido no lo sabemos,¿o lo imaginamos? Quizás... Que se lo merece también es verdad. Veremos, veremos...
      Muchas gracias cariño por leerme y comentar. Un besote grande.

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  3. Uy Por fin lo leí , me gusto mucho el lobito es tan dulce. Genial capítulo siempre das ese toque humano que tanto me gusta. Te mando un abrazo

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  4. ¡Hola Ju! Siii tuve problemas con blogger, no sé el porqué. Ya solucionado.
    Gracias por ver en mí algo especial cuando escribo. Un besazo grande!

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  5. Hola Lou... Me encanta la familia formada por Bernardo, Sabina, la maravillosa Gloria, y el pequeño Yako
    ¡Cómo se adelanta Gloria a los acontecimientos! Ella ya sabía que Drank iba a pasarlo mal
    Y Drank lo ha pasado mal al enterarse de que Liz está embarazada... Sin embargo, quien me ha impactado en este capítulo es Louk
    Quedarse sin padres, con tan solo doce años, tuvo que ser excesivamente duro
    Entiendo el dolor del padre de Louk por perder a su esposa... pero el suicidio nunca es la salida correcta... mucho menos si tienes un hijo de doce años
    "A la vida se la enfrenta con la misma valentía con que se espera la muerte"... Me ha encantado esta frase y la he anotado
    Muy buen capítulo, Lou... Muy emotivo, enhorabuena
    Besos

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    1. ¡Hola Mela! La frase es muy bonita y es lo mejor que uno puede hacer cuando recorre este largo camino que es vivir. Me alegro que te haya gustado y que la hayas anotado. Ha sido un capi duro pero hemos conocido a Louk un poco más. Creo que debería escribir un libro de los lobos,es que es tanto que me falta contarles sobre ellos, y tú sabes por experiencia,los blog son más escuetos a la hora de ser leídos.
      Gloria tiene ese don especial innato, digna de una futura alfa. Ella ve el alma y esencia de los seres de ahí que Drank le cae bien. Coincido contigo sobre el suicidio, no es una salida digna.
      Gracias como siempre por tu comentario. Un besazo grande amiga.

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  6. Hola LOU, gracias por este interesante capítulo, como siempre lo son todos,,,saludos

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    1. ¡Hola Lobo! Un gusto tenerte por aquí. Me alegro que te haya parecido interesante. Veremos que ocurre con estos lobos tan nobles y bellos. Un besazo grande!

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  7. No puedo explicarte el nudo que se me instaló en el pecho =(
    Louk siempre me pareció excelente persona,pero ahora pasa inmediatamente a la lista de mis personajes favoritos!

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    1. ¡Hola cielo! Sí, lo imaginmo. LOuk es adorable y será un personaje central en poco tiempo. Ya sabremos el porqué.
      La amistad entre Drank y Louk es sólo el comienzo, te aseguro que será a prueba de todo. Un besazo belleza y gracias por comentar!

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