Espero que lo disfruten y se coman las uñas jajaja. Un besote y gracias por comentar.
Capi 31.
Historia oculta.
Natasha.
A
decir verdad, me gustaba dar clase pero más disfrutaba investigando la materia.
Sobre el fósil encontrado en octubre, muy poco se sabía. Encerrado en uno de
los subsuelos del edificio y como quien diría bajo siete llaves, esperaba que
alguien dedujera su historia secreta.
Bueno,
yo podía adivinar cierta corriente de procedencia. Aunque no tenía explicación
para esa mutación y su extinción. Los vampiros habíamos podido sobrevivir, un
número reducido si se lo comparaba al humano. Lo mismo ocurría con los licántropos…
¿Pero esta especie de membranas y colmillos?
Subí
las escaleras y al aproximarme a la amplia entrada, las puertas de cristal se
abrieron. Luka, encargado de recepción me miró y sonrió. Tenía un cachorro
pitbull entre sus brazos. Avancé hacia el escritorio y devolví la sonrisa.
-Buen
día, Luka. ¿Y ese cachorro?
-Buenos
días, doctora. Los perros de ataque tuvieron cría, el General Losovich me lo
regaló. Cuestan mucho dinero. Fue muy gentil.
-¡Qué
bien! Felicidades. ¿Y cómo lo llamarás?
-Es
hembra, la llamaré Niurka, significa piel de visón. ¿Ha visto, doctora? Tiene
un pelaje maravilloso. Parece tranquila.
La
observé y sonreí.
-Será
una buena compañía.
-Claro
que sí.
-¡Doctora
Gólubev, bienvenida!
El
General Losovich caminó hacia mí después de abandonar uno de los ascensores. Su
gesto no lo hubiera juzgado antipático ni enfadado, diría que parecía
preocupado.
-General,
buenos días.
Tomó
un respiro antes de saludarme formalmente y extender la mano. Él nunca me
llamaba por mi nombre de pila salvo sin testigos. Aunque jamás se había animado
a decirme que le gustaba y su rectitud era irreprochable.
Apenas
una sonrisa se dibujó en su cara al contemplar a Luka hablándole a la cachorra.
Evidentemente algo lo tenía inquieto.
-¿Me
acompaña? –Señaló las puertas de acero a varios metros de los ascensores.
-Por
supuesto.
Ambos
nos acercamos a la barrera infranqueable y apoyamos el pulgar en la plaqueta de
metal de la derecha.
La
puerta se abrió y el pasillo agosto, alfombrado en un tono azul marino, se
mostró silencioso y poco iluminado. Conocía de memoria donde me llevaría el
final de ese pasillo. Varias puertas cerradas a lo largo del recorrido, pero lo
interesante estaba en la última. La puerta de un ascensor que nos llevaría al
subsuelo.
Cuando
pulsó el botón correspondiente, el ascensor comenzó a bajar lentamente. Mi
vista se clavó en el piso y percibí su mirada en mí. Levanté la vista y lo
enfrenté.
-¿Qué
te preocupa, Igor?
Negó
con la cabeza y guardó silencio.
Lucía
un traje gris oscuro y camisa blanca almidonada. No vestía el uniforme del
ejército. A decir verdad pocas veces lo había visto uniformado. Tampoco lo
creía necesario mientras no ejerciera ciertas actividades afines. De cualquier
forma, su prestancia erguida firme al mantenerse en pie, su cabello cuidado y
corto, su cuerpo atlético a pesar de la edad, daban indicios que no se dedicaba
a la jardinería. Era de esa clase de personas que apenas conoces puedes
vislumbrar a qué se dedica. Ser parte del ejército podría ser uno de los
títulos que cualquiera adivinaría. Sin embargo no siempre sucedía así con los
colegas.
-Me
tienes en ascuas.
Sus
ojos se tornaron gentiles.
-No
es por hacerte penar. Sólo quiero que veas algo. No podría explicar con palabras
el hallazgo.
-¿Otro
hallazgo?
El
ascensor de detuvo y mis latidos cambiaron el ritmo…
-Ven,
tienes que ver esto.
Nos
dirigimos hacia una puerta de doble hoja de grueso acero. Nuevamente apoyamos
el pulgar y al reconocimiento de las huellas digitales, la puerta se deslizó.
Un
laboratorio de grandes dimensiones que conocía muy bien era la antesala de otro
ambiente menos amplio, la sala de cómputos. Allí los estudios de genética se
encontraban muy bien resguardados con claves y acertijos para que nadie ajeno
al entorno, y sin autorización, pudiera tener alcance de los descubrimientos. A
los largo de los diez últimos años, el sector de inteligencia del ejército ruso
había logrado desentrañar muchos secretos de diferentes fósiles. Sin embargo el
hallazgo en octubre, de la extraña especie de mar, aún era un dolor de cabeza.
¿Y
ahora qué?
Seguí
los pasos de Igor hasta los primeros ordenadores. En el primero, Efrain, un
griego paleontólogo de sesenta años, tipiaba el teclado a velocidad digna de
admirar. Al escuchar el saludo del General, se puso de pie y sonrió.
-General,
buenos días.
-Efrain,
la doctora Gólubev –me señaló mientras me aproximaba-. La recuerda, ¿verdad?
-¡Claro
qué sí! Trabajó desde octubre hasta enero junto a nosotros. Se ha sentido su
ausencia doctora.
-Gracias.
Créame que tomar exámenes en la Universidad de Moscú ha sido aburrido.
Necesitaba acción -sonreí.
Eché
un vistazo a la pantalla… Una mancha abarcaba la pantalla con distintas capas
de color.
-¿Otro
mapa geológico?
Efrain
se mantuvo en silencio. Sólo ante un leve asentimiento de cabeza del General,
comentó.
-Es
el mismo lugar donde encontramos el primer fósil. Exactamente a cuarenta centímetros.
Miré
a Igor.
-¿Primer
fósil? Entonces… ¿Hay más? –pregunté.
-Sí,
y es tal como ha dicho usted. Es roca sedimentaria, no volcánica, perteneciente
a la era Cenozoica.
-¿Otro
ejemplar igual?
-No…
Por favor, acompáñeme al laboratorio. Sigue trabajando Efrain, gracias.
-Un
placer.
Los
pasos de Igor eran apresurados. Como si quisiera compartir el hallazgo de una
vez por todas con alguien como yo, a quien confiaba a ciegas la discreción y el
buen criterio.
Al
llegar al laboratorio vi dos cajas transparentes de polietileno, sobre tarimas,
una paralela a la otra. Era como se acostumbraba a guardar los fósiles de gran
tamaño para su conservación. Los hallazgos de esa naturaleza eran
cuidadosamente separados del lugar donde se habían encontrado por miles de
años, usando herramientas como espátulas, navajas pequeñas, y cepillos de cerda
gruesa. Después se los lavaba con vinagre para hacer desaparecer las partículas
impuras y poder conservarlos.
La
primera caja contenía el hallazgo del mes de octubre, donde el mismo Lenya
Craig había observado la extraña sirena petrificada. En la otra caja… otra
especie diferente, pero a la que reconocí a grandes rasgos por ser similar a mi
especie.
Me
acerqué en silencio mientras Igor permitía mi observación sin interrumpir.
Tenía
rasgos humanoides en su rostro, aunque de sus fauces sobresalían dos colmillos.
Su caja torácica era ancha y de huesos gruesos. Sus extremidades largas y
culminaban en garras curvas.
-¡Qué
extraño! –Exclamé simulando estar sorprendida-. Diría que no pertenece a
nuestro planeta.
-Yo
diría que es una especie de vampiro -murmuró él-. ¿No estás de acuerdo?
No
lo miré a los ojos. No podía, sinceramente negar mi especie, mi historia,
frente a él, con absoluta naturalidad. Era imposible.
Él
continuó sin notar mi estremecimiento, mi temor. Quizás habría pensado que el
hallazgo me había sorprendido por presentarse tan perfectamente conservado.
Di
varios pasos hasta poder ver con claridad la primera especie.
-Natasha,
ambos fueron encontrados muy cerca, la misma Era, la misma capa. Es decir,
convivieron ambas al mismo tiempo.
-Sí,
pero no a gusto, ni pacíficamente.
-¿Por
qué?
Señalé
las dos hendiduras del esternón de la posible sirena prehistórica.
-Él
o ella la mató. Son huellas de sus garras.
Igor
se acercó y estudió la zona, después el tamaño de las garras.
-Sí,
puede que tengas razón. Pero… ¿Y él de qué murió?
-Seguramente
ahogado. Quizás en la lucha la segunda especie no pudo escapar a la superficie
del mar. Ya sabes… Las aguas inundaban la zona. La primera especie se
encontraba en su hábitat, no así el…
-El
vampiro –interrumpió.
-Pongámosle
que sí.
-Acompáñame,
por favor. Quisiera que vieras los estudios hechos en el lugar que se han
encontrado los fósiles.
-Me
apena no haber colaborado todo este tiempo.
-No
te preocupes, entiendo que eres responsable y debías cumplir compromisos
pactados anteriormente.
-Gracias.
Otra
vez en la sala de cómputos nos acercamos a un ordenador en el cual trabajaba Yerika,
una mujer joven de apenas treinta años con el cerebro de Einstein. A su lado, a
la izquierda, en otro ordenador, Serguey. Introvertido y brillante. A la
derecha de Yerika, Irina. Ella era la segunda mujer en la sala de cómputos que
estaba al tanto de los hallazgos. El resto de las Fuerzas ignoraba hasta que
punto conocían los adelantos.
Si
echaba un vistazo rápido y tuviera que dar una idea del porqué cada uno estaba
allí, podría asegurar dos cosas. La primera que la inteligencia era su virtud
sobresaliente. La segunda, la discreción como baluarte ante cualquier
imprevisto o intromisión extraña. No dudaba que cualquiera de ellos prefería
morir antes que abrir la boca, y su sentido de patriotismo brotaba por los
poros. Por supuesto no sólo era su incentivo. La suculenta suma que pagaba el
Ejército a cada uno de ellos los convertía en fieles hasta la muerte.
Seguramente
antes de ser contratados habrían sido estudiados minuciosamente. Sus estudios y
becas. Su carácter y sus vidas. Por un instante pensé que tanto sabía Losovich
de mi existencia. Era lamentable no leer la mente humana, yo sólo conocía los
pensamientos de mi especie.
Losovich
se acercó a Yerika, posó la mano derecha en su hombro y la científica levantó
la vista para verlo.
Se
puso de pie de un salto.
-Lo
siento, General. No me percaté que había entrado a la sala.
Igor
sonrió.
-Me
he dado cuenta de ello. La noté concentrada. Mil disculpas.
Se
hizo a un lado y me señaló.
-La
doctora Gólubev ha regresado. Podría ponerla al tanto de los descubrimientos.
Sonreí
y me devolvió la sonrisa.
-Por
supuesto. Acercaré una silla así podrá ver la pantalla con comodidad.
-Gracias.
El
General se despidió aunque me pidió que antes de abandonar el edificio pasara
por su oficina. Necesitaba saber mis conclusiones. La frase no pasó
desapercibida por varios que levantaron la vista fugazmente en actitud casi
burlona. Me incomodó realmente. No ignoraba que Igor en su oficina se limitaría
a hablar de los hallazgos, pero no parecía ser creíble para el resto de los
contratados que notaban su mirada de admiración y embeleso hacia mí.
Una
vez que Igor se hubo marchado, Yerika acercó una silla y me senté junto a ella.
Tipió rápidamente hasta llegar a una pantalla oscura que fue tornándose más
clara y nítida. Antes de contemplar lo que iría a mostrarme giré mi cuerpo
hacia los rostros ahora sumergidos en sus ordenadores.
-¡Escuchen bien! -todos me miraron sorprendidos.
Yerika dejó de tipiar-. No he venido a buscar noviecitos ni problemas. Soy
científica con un alto coeficiente, no una puta que desea escalar. Si alguien
duda de mi integridad profesional que me lo diga en la cara y si no se animan a
ello no quiero ver ni por casualidad sus gestos estúpidos. De lo contrario, les
aseguro, será el último día que trabajen aquí. ¿Quieren apostar que cumpliré mi
amenaza?
Nadie
contestó, se limitaron a seguir su trabajo en completo silencio.
Ya
aliviada de la rabia que me habían producido esos humanos de vidas mediocres,
giré y mis ojos se fijaron en la pantalla.
-¿Qué
es eso? –Exclamé-. ¡Es Lucy!
-Exacto.
Como ya sabemos el esqueleto de Lucy y su familia, fueron encontrados en el
noreste de África, son fósiles anteriores al género “homo”.
-¿Qué
hay de nuevo entonces? ¿Algún punto de conexión?
-Todo
lo contrario. Esa es la intriga. Se supone que hubo una evolución paulatina a
partir de tres millones de años atrás de esta Era. Sin embargo, desde Lucy
hasta hoy, la conformación del cerebro tiene una secuencia. Lucy tenía el
cerebro más pequeño que el humano, por más que se ha descubierto que caminaba en
dos pies. Pero…
-¿Pero?
Me
miró y bajó la voz casi apenas audible.
-Los
hallazgos son anteriores al período de Lucy y tienen la cavidad craneana mucho
más grande. Es decir…
-Son
especies distintas –murmuré-. No se han cruzado en la cadena evolutiva.
-No.
Abel y Zara nunca pertenecieron o fueron parte de una evolución.
Arquee
la ceja.
-¿Abel
y Zara?
Sonrió.
-Bautizamos a los dos hallazgos.
-Oh…
Okay. Por lo menos no recurrieron a Adam y Eva –sonreí.
Negó
con la cabeza divertida.
-No
doctora, eso sería una burla.
Continuamos
tratando de entender el vacío que reinaba en la prehistoria. Quizás yo podía
hilvanar alguna que otra teoría en base a mi raza. Lo cierto que tampoco
hallaba respuesta al surgimiento de los vampiros y esa especie de sirena. A
esta altura me negaba a tener fe que sabríamos como fue que pisamos este mundo
por primera vez.
Recorrí
el camino inverso hasta llegar a la oficina de Igor. Golpee la puerta y me
autorizó a pasar recibiéndome con una sonrisa amable.
-Siéntate
Natasha. Cuéntame qué piensas de todo lo que has podido ver.
Me
senté frente a él junto al escritorio.
-Bueno…
Mentiría si dijera que estoy ubicada en tiempo y espacio de los hallazgos. No
sé como surgieron, aunque sí porque se extinguieron. Tú sabes, los mares
crecieron. Y ahora que sabemos que había depredadores como… como el segundo
hallazgo, es probable que hayan ganado las luchas y exterminado a esas especies
marinas. No sé…
Respiró
profundo…
-No
sé Natasha…Yo creo que si no han sido parte de la evolución pudo ser que no
desaparecieran con ella. ¿Me explico?
-Por
supuesto, entiendo. ¿Crees qué…?
-Creo
que no necesariamente se hayan extinguido.
Sonreí.
-Sí,
de cualquier forma es poco probable que existan hoy por hoy con todos los
adelantos, hubieran sido vistos en alguna parte del planeta.
-Eso
coincido. No son dignos de pasar desapercibidos. Salvo… Que ellos también hayan
por su parte evolucionado. ¿Quieres un café?
-Sí…
Gracias.
No
podía confesarle a Igor que estaba en el camino correcto. Eran suposiciones de
él, pero que sin saberlo estaba en lo cierto. Y no sólo eso. Que frente a él,
tenía un claro ejemplo que el llamado “Abel” había evolucionado.
Brander.
Al
día siguiente que partiera Charles, Boris y yo bebíamos café en la cocina.
Ninguno de los dos se atrevía a hablar sobre el futuro de Nicolay. Dentro de
nosotros seguramente estaba la duda instalada, ¿qué diría Sebastien Craig sobre
el niño vampiro? A esta altura Charles le habría comunicado la novedad. Temía
su enojo por ocultar algo tan importante relacionado a nuestra raza. No
teníamos experiencia en infantes como para saber a qué edad Nicolay comenzaría
la primera transformación. Por eso, a pesar de la resistencia de mi pareja de
viajar a Kirkenes e instalarnos definitivamente, no habría otra salida de estar
más protegidos si no era cerca de los Craig.
Cuando
Ivan y Dimitri se habían cruzado en varias oportunidades con nosotros, ellos
hablaban de una bebé llamada Milenka. Hija de su hermana Svetlana. Según ambos,
la niña era un ser normal que no daba signos extraños que llamaran la atención.
Pero ya Nicolay tenía seis años. De todas formas, Boris afirmaba que en su
larga vida nunca había visto una transformación antes de la adolescencia. Por
lo tanto aún teníamos tiempo.
-¿Quieres
más café? –pregunté poniéndome de pie.
Negó
con la cabeza y de un trago terminó lo que quedaba de su taza.
Puse
a calentar la cafetera y silbé una canción de Evanescence.
-Me
voy –murmuró, poniéndose de pie.
Quitó
la chaqueta negra del traje del respaldo de la silla.
-Pero
hoy es tu franco.
-Iré
al Registro Civil por la adopción de Nicolay.
-¿Hoy?
Los documentos no están listos. Ekaterina dijo que lo haríamos esta noche, con
calma para no equivocarnos. Además falta la almohadilla de tinta. No tenemos.
-Sólo
quiero averiguar todo lo que se necesita. No quiero ir ese día contigo y
Nicolay para que después nos hagan volver por faltarnos alguna estupidez.
-Okay…
Boris…
Antes
de llegar a la puerta de la cocina se detuvo y me miró.
-¿Qué?
-No
tengas miedo. Nadie nos quitará a Nicolay.
Hizo
una mueca de escepticismo.
-Me
alegro que estés tan seguro. Porque yo no. Que tengas un buen día.
-También
tú.
Una
vez que escuché la puerta de calle cerrarse, me serví el café y volví a
sentarme. ¿Confiaba que nadie nos quitaría a Nicolay? No… No podría afirmarlo
porque no dependía de mí, ni de Boris, ni de Ekaterina, sólo hubiera dependido
de Olga, su mamá. Pero ella estaba muerta.
El
deseo de Olga era que Nicolay tuviera un padre como cualquiera de nosotros,
aunque el gusto sexual no fuera el impuesto tácito por la sociedad. Desde que
nació el niño y ella se vio tan sola y desprotegida siempre repetía. “Nicolay
sería muy feliz si cualquiera de ustedes hubiera sido su padre”. Sin embargo
era un deseo bello pero difícil de cumplir. Salvo con la mágica solución que
nos daba la ley al poder aceptar la adopción por parejas gay.
¿Es
que quién podría querer más a Nicolay que nosotros? Imposible. Lo vimos nacer,
dar sus primeros pasos, y sus primeras palabras. Le enseñamos ruso, y noruego,
el idioma de origen de ambos. Era inteligente y muy astuto. Estábamos
orgullosos de él al igual que su tía Ekaterina. Aunque a decir verdad el orden
y aprender a hacer obediente fue de la mano de ella. Sí… Nosotros éramos más
condescendientes.
Escuché
el sonido de una puerta abrir y cerrarse. A los segundos escuché a Nicolay
correr por el comedor y empujar la puerta de la cocina.
-¡Hola
Brander!
-¡Hola
cariño! ¿Dónde estabas?
-Salí
a pasear con la tía.
Me
incliné para que estampara un beso en mi mejilla.
Se
colgó de mi cuello y rio.
-Ey,
despacio me harás caer de la silla –reí.
Ekaterina
entró a la cocina.
-Nicolay…
Pórtate bien.
-Brander miente –dijo sacudiendo su cabello rubio como lluvia dorada y trepando a otra
silla-. Siempre dice que lo tumbaré al suelo y es muy fuerte.
-Bueno,
pero no debes ser tan efusivo, no queda bien.
-¿Por
qué no, tía?
-¡Eso!
¿Por qué no? –fruncí el ceño.
Ekaterina
me miró apoyando las bolsas de compras sobre la encimera.
-Porque
debe ser un niño educado. Donde vaya debe hacernos quedar bien. Somos los responsables
de su educación. ¿Qué dirán los Craig si el niño se comporta como salvaje?
-¡Ay
Ekaterina, exageras! Nadie podría decir que un niño es mal educado porque sea
efusivo y bullicioso. Es un crío.
Ella
arqueó la ceja.
-No
sabemos si los Craig les gustan los niños. Si no fuera así, Nicolay debe tratar
de no dar problemas en lo posible.
-¿Yo
podría no gustarle a los Craig, tía Ekaterina?
Alcé
las cejas en tono de reproche.
-¿Ves
lo que haces? Lo asustas.
Miré
a Nicolay que me observaba tras el cabello que caía en su frente.
-Los
Craig son una familia de… tú ya sabes de qué.
-Ajá…
-Son
poderosos porque son muy antiguos, y tienen mucho dinero. Sin embargo no
significa que sean antipáticos ni aburridos, ¿okay? Además yo te he contado
hace unos meses que Sebastien salvó mi vida y yo sólo era un humano. No es un
ser malo. Y él es el líder de todos nosotros.
-Brander,
Sebastien salvó tu vida porque vio una buena oportunidad con tu padre. Podría
tener un aliado.
-Ekaterina…
-Sabes
que es así.
-No,
no lo sé. Puede que tengas razón, pero también es cierto que tenía otra
solución con respeto a mi padre, sabes a lo que me refiero. Dejemos ese tema
por Nicolay.
Me
puse de pie y abandoné la cocina cogiendo de la mano al niño.
-Jugaremos
a un nuevo videojuego en su habitación mientras no está su comida.
-Okay.
............................................................................................................
Spiderman
cayó en la calle de un golpe certero. La pantalla mostró el clásico “Game Over” y
Nicolay me miró enfadado.
-¿Has
matado a Spiderman?
-Lo
siento, te gané –sonreí.
-Pero
no puedes.
-¿Por
qué no?
-Porque
el Hombre araña es un héroe.
-Pero
el villano lo mató. ¿Ves? La pantalla dice “Game over”.
-Entonces
no era tan villano, los villanos nunca ganan, dijo Boris.
-Nicolay,
yo estoy seguro que “the Chamaleon” es villano. Además lo dice el juego, ¿ves?
Cambié
la pantalla con el joystick.
Nicolay
sentado en su cama con las piernas cruzadas observó la pantalla y me miró.
-¿Es
porque se viste así? Porque hay otros personajes en el juego y no son villanos.
-Por
eso te repito, si no lo conoces porque no es famoso, el videojuego te indica
que será villano.
-Ah…
-En
resumen, te gané. Maté al Hombre araña. ¿Quieres que juguemos otra vez?
-No.
-¿No
te gusta perder? –reí.
Me
miró enojado.
-¿A
ti si?
-Pues…
No… Tampoco me gustaría perder. Y menos frente a ese tipo de villanos. Tan
malos. ¿Jugamos a uno de carreras?
-Vale…
Su
carita redonda y hermosa adoptó gesto preocupado.
-¿Qué
piensas? –pregunté mientras buscaba DVDs en la caja.
-En
la vida real, ¿quién te indica que es un villano el que tienes en frente? En el
videojuego me dijiste que te señala quien –me miró fijo, expectante, ansioso
por la respuesta-. ¿Quién te avisa, Brander?
Lo
miré.
-Nadie,
cariño. Tú debes darte cuenta solo.
-¿Sabré
darme cuenta?
Abandoné
la caja de videos y me senté a su lado.
-¡Ey!
¿Por qué crees que te cruzarías con villanos?
Me
miró…
-Porque
soy especial.
-Bueno…
No por eso te perseguirán villanos.
-Sí,
siempre es así.
-¿Quién
te dijo eso?
-Yo
lo digo.
-¿Y
en qué te basas?
-Porque
si soy especial, sobresalgo. Y si sobresalgo llamo la atención. Y si llamo la
atención puede haber personas buenas o malas que me observan.
-Yo
diría que deberías jugar menos videojuegos. Eso diría. Tu tía dice que tienes
demasiada imaginación.
-¿Por
qué hablo solo?
-Algo
me dijo Ekaterina.
-No
hablo solo, Brander. Hablo con mi amigo, aunque no lo veas él existe. Viene a
hablar conmigo por las noches y me cuenta cosas bonitas.
Arquee
las cejas.
-¿De
qué hablan con tu amigo?
-No
te diré porque no me crees.
-No
es que no te crea… En serio… Anda cuéntame, ¿cómo se llama? ¿Cómo es? ¿Dónde
vive?
-No
sé su nombre, no me dijo. Es mayor, muy mayor. De cabello largo y blanco.
Vivía, porque ya no vive.
Tragué
saliva…
-¿Dónde
vivía?
-Dijo
que en Kirkenes. En las cumbres.
-¿En
Kirkenes?
-Sí,
él está contento, Branden. Porque yo viviré cerca de allí. Ese es mi lugar.
Donde siempre debí vivir.
Grigorii.
Estaba
en la sala de la mansión de los Craig esperando a Anne. Necesitaba verla y
convencerme por mí mismo que mi hermana se sentía tan feliz y cómoda que
deseaba quedarse un tiempo más viviendo con Scarlet. Daba un poco de vergüenza
e incomodidad que hubieran hecho salir a todos los integrantes del género
masculino para que ella bajara y se sentara junto a mí. Pero Scarlet me había
informado antes de ir por ella que Sebastien y Lenya no se encontraban en la
casa. Que Ron y Charles estaban durmiendo la siesta, y que el resto no le
interesaba bajar a la sala dadas diferentes ocupaciones. De todas formas no era
habitual que provocara tanto movimiento y molestias por su problema
psicológico. En Navidad ya habíamos pasado por una experiencia de estar
reunidos y ella no había dado muestras de terror. Todo lo contrario, si no
fuera por la falta de diálogo y su incomprensible mutismo, hubiera pasado
desapercibida como una más de la familia.
Y
aseguraba incomprensible porque quería pensar que Anne no tenía un problema
grave que nunca se solucionaría. Dudaba si en el fondo, ella con fuerza de
voluntad, lograría salir de su encierro interno. Quizás yo debía haber
insistido con las terapias, o quizás obligarla en base a promesas o alguna
amenaza de que la única salida era que comenzara a hablar, por lo menos
conmigo. Nada había logrado, ignoraba si estaba haciendo las cosas correctas,
¿pero quién era yo? Un pobre investigador venido a menos, convertido en un
oficial de la Fuerza en Kirkenes. Mi hermana era todo para mí, mi mundo y la
razón de mi lucha por superarme. Sin embargo si a mí me ocurriera algo… Sí… Era
buena idea que Anne se relacionara de a poco y al menos confiara en otras
personas, llevara el tiempo que llevara.
Scarlet
bajó de la escalera con Anne. Me puse de pie y sin querer, por inercia, mis
ojos fueron al escudo de león colgado de una de las paredes. El mismo que le
habían regalado a Scarlet sus hermanos, pero un poco más grande. Recuerdo en la
escuela secundaria haber estudiado símbolos de tribus antiguas de Europa, pero
el león de los Craig no estaba entre ellas. Pensándolo bien, debía ser mucho
más común de lo que imaginaba. Los cadáveres de aquellos que se suicidaron
entre el 2014 y el 2015, tenían tatuado la cabeza del mismo león.
Mentiría
si dijera que no se me había cruzado que Sebastien fuera el líder de una congregación
satánica y hubiera provocado esos suicidios. ¿Por qué no? Había casos en la
historia de la humanidad que gente fuera de sus cabales provocaba ese tipo de
cosas aberrantes. Aunque el final no coincidía ya que los líderes se suicidaban
también. No era el supuesto del millonario hermano de Scarlet. Él vivía una
vida plenamente feliz y no daba importancia al resto de la humanidad. Así que
descarté mi idea errónea y disparatada.
Sin
embargo, había algo inexplicable que aprisionaba mi corazón cada vez que
entraba en esa mansión. Quizás la escalera… Sí, la escalera. Mis sueños
repetitivos sobre mi hermana vestida de novia bajando cada peldaño me
estremecía. ¿Por qué la soñaba de novia? ¿Y por qué aquí?
También
había soñado a Lenya Craig en peligro, hace varios meses creo que había sido
por marzo o abril del año pasado…Pero Lenya estaba vivo y coleando así que mis
sueños premonitorios parecían estar perdiendo efecto. Soñar a mi hermana en
esas condiciones sólo sería producto de una mala jugada de mi psiquis.
-Hola
Anne –sonreí.
Scarlet
bajó antes que ella y me dio un beso en los labios. La deseaba tanto…
Rápidamente se excusó y dijo que estaría en la cocina por si necesitaba algo.
Le
di las gracias y Anne me abrazó.
Correspondí
al abrazo como si no hubiera transcurrido una semana de no verla.
-¿Todo
bien, cariño?
Asintió
con la cabeza y al separarse me miró a los ojos sonriendo.
Nos
sentamos cerca del hogar, que hoy lucía apagado sin las llamas que entibiaban
el ambiente durante los meses de frío.
Sabiendo
que Anne no iba a emitir palabra comencé a contarle las buenas nuevas, el
departamento alquilado en Kirkenes, el balcón corrido e iluminado, su
habitación recién pintada y amplia esperando por ella, y también no obvié la
compra de una mascota que le gustara. Anne me miraba sonriente y parecía
entusiasmada, pero al mencionar el hecho de que debería abandonar la mansión de
los Craig, su sonrisa se disipó como soplido.
-Anne,
eres mi hermana. Aunque te traten con cariño no es tu familia. Bueno, al menos
no por ahora –sonreí-. Si Scarlet y yo fuéramos pareja quizás encontraría un
punto en común pero por ahora ellos siguen siendo extraños. Mira… Necesito que
me transmitas la verdad. Quiero partir tranquilo de aquí. ¿Qué te hace no
desear apartarte de ellos?
Ella
buscó alrededor algo…
-¿Quieres
una hoja para escribir?
Asintió
apenada.
Introduje
mi mano en el bolsillo de mi chaqueta de cuero y entregué un papel doblado
apenas escrito con la lista de compras. Después busqué la lapicera en el otro
bolsillo.
-Ten…
Ella
escribió y yo aguardé con suma curiosidad lo que querría decirme. Necesitaba
saber el porqué no quería abandonar la mansión.
Anne
me entregó el papel y leí…
“Porque
estoy más segura”.
La
miré.
-Pero
siempre te he protegido, Anne. No dudes que tendrían que matarme para llegar a
ti y hacerte daño. Sería muy difícil.
Ella
volvió a pedirme el papel y escribió.
“Pero
con ellos sería imposible”.
Arquee
la ceja al leer.
-Bueno,
sí… Son muchos, de cualquier forma algún día tienes que regresar a tu propia
casa. ¿Entiendes?
Asintió
levemente.
-No
te pongas triste. Sé que te diviertes con las chicas. Y agradezco lo que hacen
por ti… Ehm… Bueno… Hablaremos en otro momento, ¿vale?
Asintió
sonriendo.
-Entonces,
¿estás bien? ¿Necesitas algo? Scarlet no quiso aceptarme dinero por tus gastos,
se enfadó conmigo –sonreí-. Te compraré ropa que te guste, así puedes variar si
sales por el parque. ¿Estás de acuerdo?
Asintió
y volvió abrazarme.
-Te
extraño, hermana.
Me
dio un beso sonoro en la mejilla y tuve que regresar a mi nuevo apartamento
resignado. No la forzaría pero Anne debía entender tarde o temprano que los
Craig no eran de su sangre, y que yo la seguiría protegiendo como hasta ahora
lo había hecho.
Ron.
Salí
de mi habitación con el anotador rumbo a la puerta que compartían Scarlet y
Anne. ¿Estaría sola? Debía asegurarme para que nadie supiera cómo nos
comunicábamos hace meses. No eran extensos diálogos los que intercambiábamos
pero me sentía feliz porque de a poco iban agregándose más frases que notaban
que Anne confiaba en mí y le caía bien.
Al
llegar a la mitad del pasillo escuché la voz de Scarlet y Petrov en la sala. Me
detuve… Parecían despedirse… Petrov mencionó a Anne… Scarlet caminó junto a él
al parecer hacia la puerta de entrada y a la vez unos pasos se escucharon
subiendo la escalera.
Estuve
a punto de girar y volver a mi habitación, pero quedé inmóvil. No supe el
porqué. Quizás un poco de locura arriesgada, quizás el deseo desbordado por
contemplarla una vez más, aunque fuera de lejos.
Apenas
Anne pisó el pasillo rumbo a su alcoba, me vio. Se detuvo en seco y me miró con
los ojos grandes y redondos como platos. Con una expresión más de sorpresa que
de pánico.
Yo
alcancé a levantar mis manos en señal de rendición y balbucee.
-Lo
siento, no te apenes…Ya… Ya regreso a mi habitación. Yo… Yo volveré cuando tú
cierres la puerta.
Ella
me miró pero no atinó a avanzar. Sólo permaneció contemplándome, aguardando que
cumpliera mi palabra. Ni siquiera un solo paso hacia mí, inmóvil…
Giré
y apresurado regresé como había prometido. Me quedé tras mi puerta escuchando
el sonido de sus pasos apresurados y el de su puerta al cerrarse. Entonces
salí…
Me
acerqué atento a los ruidos de planta baja. Al parecer Scarlet estaría con
Petrov en el parque. Me senté en el suelo y cogí el anotador y la lapicera.
“Hola
Anne, ¿cómo estás?”.
Arranqué
la hoja y la deslicé como tantas veces por debajo de la puerta.
Escuché
apenas movimiento del otro lado y a los pocos minutos la hoja volvió a
deslizarse a mi costado.
“Bien,
¿y tú?”
Sonreí.
“Bien,
¿has hablado con tu hermano? ¿Todo bien?” Escribí y deslicé la hoja.
Ella
escribió…
“Sí,
lo extraño. Es muy bueno. Él también me extraña. Pero yo no quiero irme de
aquí”.
Leí
los trazos temblorosos…
“¿Estás
más protegida con nosotros?” Escribí.
“Sí.
Él jamás podría contra ustedes”.
Leer
la última frase me llenó de coraje. Él… Él maldito que le había tocado por
padre. Él borracho hijo de puta. Y pensar que seguía su vida en esa ciudad como
si nada, según me había dicho Petrov. Ella tenía que vivir atemorizada por su
culpa, por su inmunda existencia.
Volví
a leer la frase…
Garabatee
con la lapicera buscando como escribir lo que tenía guardado en el corazón, la
rabia y la injusticia creciendo en mis entrañas. Finalmente casi sin pensarlo
dos veces, escribí…
“¿Quieres
que desaparezca para siempre?”
Deslicé
la hoja sintiendo los latidos de mi corazón. No sé que estaba ofreciéndole.
Quizás pedía permiso para hacer algo que ansiaba con el alma.
Ella
no respondió de inmediato. Para mí fue una tortura. ¿Y si pensaba de mí lo
peor? ¿Qué tal vez era una bestia asesina sin escrúpulos?
Al
fin la hoja de papel volvió a deslizarse. Esta vez lento, como si estuviera a
punto de cogerla de nuevo y borrar lo escrito. Pero no… No se arrepintió. Leí…
“Sí”.
Y
con ese “sí”, acabó de firmar una sentencia de muerte. La cual yo y sólo yo,
sería el encargado de ejecutarla.
Ron va para una misión y no va a descansar hasta que ese tipejo pague y creo que es justo por todo lo que le hizo a Anne y me gustó todo lo que están descubriendo esos científicos muy entretenido todo y bien explicado. Lou gracias por el capitulo!
ResponderEliminar¡Hola Lau! Yo también lo creo de Ron, veremos como se las ingenia, aunque Grigorii ha dado muchos datos sin saberlo.Me alegro que te haya gustado los descubrimientos, queda mucho por resolver, seguiremos con ellos a ver que pasa. Un beso grande y gracias por molestarte a comentar, corazón.
EliminarLOU, un capítulo interesante sobre el pasado, de todas las especies y el momento en que se separan, bueno estoy pensando en un origen común,,,abrazos
ResponderEliminar¡Querido amigo! Creo que me he metido en un lío ya que debo investigar mucho y casi no tengo tiempo. Pero ustedes lo merecen. Veremos que sale entre realidad y fantasía. Un abrazo grande y gracias miles!
EliminarLa sirena y el vampiro... lo que ignoran es que, en la actualidad, siguen existiendo
ResponderEliminarMe ha sorprendido que alguien mayor le diga a Nicolay que siempre debió vivir en Kirkenes... empiezo a sospechar cosas... y me parece que lo que sospecho no gustará a Brander ni a Boris
Que Grigorii sueñe que Anne, vestida de novia, desciende las escaleras de la mansión no es preocupante... que sueñe que Lenya está en peligro sí
Me encanta que Ron y Anne se escriban notas... me parece de lo más romántico
Y creo que Ron va a matar al padre de Anne... bueno, no se le puede llamar padre
Besos
¡Holaaa Mela! Es un problema que el ejército haya hallado muestras de vida prehistórica. Es un arma de doble filo.
EliminarEstoy segura que tus sospechas van por buen camino, me late que sí.
Grigorii sueña con Anne de novia en la mansión, ¿sera premonición?
Ron es un dulce y amo esa pareja, ojalá con el tiempo lleguen a buen término.
Y en cuanto al padre... Ron haría cualquier cosa por Anne, inclusive enfrentarse a Sebastien. Veremos que pasa. Muchas gracias Mela, adoro tus comentarios. Un beso grande.
Guau! Tremendo capítulo!!! estaría ansiando ver que pasa con Ron!!!!!! me encantó todo, pero la parte de Anne me atrapó. Te quiero!!!!
ResponderEliminar¡Hola Johaa! Gracias por comentar!! Para Ron debemos esperar un poco. En cuanto a Anne no creo que tarde en mostrar más avances. Se siente segura con los Craig, bueno... quién no? Un besazo reina y gracias!!
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