Capítulo 41.
Decepción.
Sasha.
Llegué a la mansión con una Bianca en total estado de
depresión. Ignoraba como ayudarla aunque haría lo imposible por hacerla sentir
mejor. No podía contar con Dimitri ya que Anoushka no se encontraba bien debido
al fallecimiento de su abuelo. Ella debía superar el momento junto a mi hijo. No
solo era lo indicado en una pareja que se amaba sino que Dimitri jamás hubiera
accedido a dejarla un solo segundo.
La confesión del padre de Bianca, y el consiguiente
razonamiento que había sido una hija no deseada, hundió a la dama de los Craig
en una profunda tristeza. Seguramente el tiempo ayudaría a asimilarlo y vivir
con ello. Sin embargo, lo que aún le deparaba el destino era digno de
desequilibrar a cualquiera. Esa noche, la
bomba que escondía Sebastien, terminó por quitarle todo raciocinio y
sentido común. Lo vi en sus ojos… En el gesto de impacto de su rostro…
Apenas pisamos la sala, Bianca se desplomó en el sofá.
Me senté junto a ella y aguardé que alguien de la casa se acercara a
recibirnos. Nadie… La mansión en silencio. De hecho Bianca había tenido que
abrir los portones con el comando que colgaba del llavero. Supe que no se había
percatado de que algo extraño se percibía en los alrededores. No estaba en
condiciones como otras veces de estar atenta, pero yo sí. Algo andaba mal.
¿Todos durmiendo? Imposible. Charles y Margaret
podrían encontrarse en su hogar de las montañas, Lenya y Liz descansando, ¿pero
el resto? Ni siquiera Anouk había salido a recibirme. Rose, Sara, Rodion, Ron,
Scarlet, ¿dónde estaban?
Bianca mantenía la vista fija en la chimenea apagada
sin prestar atención a nada de lo que ocurría alrededor. Mis ojos recorrieron
la sala silenciosa…
—¿Dónde estarán todos? –me atreví a preguntar en voz
baja.
Ella levantó la vista y me miró.
—No lo sé.
En ese instante la puerta del despacho de Sebastien se
abrió y el líder de los vampiros junto a mi marido hizo acto de aparición.
—¡Mijaíl! –exclamé—. Pensé que estabas en el hotel.
Él no atinó a sonreír como siempre lo hacía. Por el
contrario emitió un corto, “buenas noches, Bianca”, y a mí un, “cariño”.
Sebastien se mantuvo de pie con la mirada gacha. Ni siquiera se acercó para dar
un beso a su hembra. Sí… Algo grave ocurría en la mansión.
Bianca por fin se puso de pie con evidente desagrado.
Hubiera reaccionado igual si mi marido no hubiera contestado mis llamadas
durante horas y al verme no se acercara a saludar y preguntar cómo me sentía.
—Sasha, vamos querida. Iremos al hotel.
—¿Qué? –fue mi pregunta.
—Nos vamos, cariño. Sebastien y Bianca deben hablar a
solas.
—Okay.
Me puse de pie y cogí mi bolso.
Bianca de un salto se puso de pie y reaccionó.
—¿De qué debemos hablar tu y yo? No he recibido una llamada
de tu parte en toda la tarde, y ahora echarás a la visita.
—Bianca –susurró él.
—Vamos –insistió Mijaíl.
—Contesta, Sebastien. Sabías que hablaría con mi
padre. No te importó en absoluto. Necesito una explicación.
—Te la daré, por favor. Subamos a la habitación.
—Subiré, pero antes tendré la cortesía de pedir un
taxi y acompañar a los Gólubev a la puerta, ya que tú pareces haberla perdido.
Mientras Bianca muy enfadada pulsaba un número de
radio taxi, mis ojos recorrieron una y otra vez los rostros de mi marido y
Sebastien… En uno noté compasión, el otro, abatido.
¿Qué diablos estaba ocurriendo?
Sebastien saludó con el clásico, “gracias por venir,
disculpen.” Segundos después subió la escalera sin agregar nada más.
Al salir al parque los tres recorrimos en silencio el
tramo que faltaba para llegar a los portones. El taxi tardaría alrededor de
quince minutos así que aguardamos con paciencia aunque se notaba que Mijaíl
deseaba partir de la mansión. Bianca negó con la cabeza repetidas veces
murmurando unas disculpas.
—No te preocupes –aseguré—. Todas las parejas tienen
conflictos. Tu marido tendrá una buena explicación para darte. Verás.
—Haya ocurrido lo que fuera no me ha llamado en toda
la tarde, Sasha.
Mijaíl evitó entrometerse y se mantuvo en silencio.
Apenas Bianca lo miró buscando una respuesta, él la interrumpió.
—Debes hablarlo con él.
Volví a observar el parque… No veía a Ron en ninguna
parte…
—¿Has visto a Anouk? –pregunté a mi marido.
—Sí.
—Hubiera querido saludarla.
—La verás. Está esperándonos en el hotel.
—¿En el hotel? –se extrañó Bianca.
—Sí… Ella… Bueno yo le dije que era mejor que se
quedara unos días con nosotros.
—Rendirá mañana –acoté.
—Pues, repasará las lecciones en el Thon.
Creí que Bianca volvería a interrogar a Mijaíl ante el
hecho de alejar a nuestra hija de la mansión, pero no hubo tiempo…
Una hembra alta y delgada, con el cabello rubio
recogido en un alto tocado, salió al parque llevando una maleta. Avanzó hacia
los portones donde aguardábamos el coche de alquiler. Recorrió nuestros rostros
y clavó una mirada gélida sobre Bianca. Noté a mi marido inquieto, nervioso.
¿Qué ocurría aquí?
Mijaíl se adelantó antes de que ella llegara hasta
Bianca.
—Ekaterina, puedo pedirte un taxi.
—No gracias –contestó secamente—. Me iré caminando.
Creo que todos imaginamos que iba a avanzar hacia la
salida y desaparecer por la ruta como alma en pena. Los errantes eran
especiales. Sin embargo se acercó a Bianca con ojos brillantes y coléricos,
como si deseara lo peor para ella. La dama de los Craig no era fácil de
amedrentar así que no dio un paso atrás para esquivarla. Frente a frente, la
errante abrió la boca ante la mirada desesperada de Mijaíl.
—Así que lograste todo lo que querías, ¿verdad? Lo
tienes todo ahora.
Bianca no entendía palabra, tampoco yo.
—Ekaterina, Sebastien y Bianca deben hablar –protestó
Mijaíl—. Mejor vete, por favor.
Ella lo miró por segundos para después volver a
atacar.
—¿No lo sabes? ¿En serio? No puedo creer que el líder
de los vampiros deje para lo último algo tan importante como su hembra. No debe
tenerte demasiada consideración.
—¡Basta Ekaterina! –exclamó Mijaíl.
—¿Qué cosa debo saber?
—¿Qué cosa? –Sonrió con desgano—. “Cosa” dices a un
hijo.
—¿De qué estás hablando?
—¡Ekaterina!
Mijaíl la cogió del brazo y la arrastró más allá de
los portones. La actitud grosera de mi marido llamó mi atención. Se notaba
furioso ante las palabras de la errante. Palabras que no pasaron de largo para
mí… ¿Un hijo? ¿Estaba refiriéndose a Sebastien?
Ella zafó de su agarre y volvió sobre sus pasos hasta
Bianca.
—Te has ganado un marido que rige la vida de todos.
Pero no tendrás a su hijo. Recuperaré a mi sobrino, te lo juro.
—¿Recuperar a Douglas? –balbuceó Bianca.
Supe que no estaba bien para pensar con claridad. Pero
Ekaterina estaba para no solo ubicarla sino para hacerla trizas.
—Nicolay. ¿No entiendes? Hablo de Nicolay. Es hijo de
tu marido y de Olga. Mi hermana se suicidó por tu maldita culpa. Nunca debiste
cruzarte en el camino. Quiero que sepas que no te quedarás con el niño. Jamás
será tuyo. Si quieres descendencia tendrás que concebir tú misma. ¡Si es que
puedes!
Un rayo iluminó el cielo y el trueno que lo siguió
traspasó los tímpanos.
Creí por un instante que Adrien regresaba del más allá
para hacer justicia. Porque no era justo para Bianca. Sin embargo la silueta de
Scarlet se dibujó en el portal y avanzó con ira hacia nosotros.
—¡Vete de la mansión ya mismo! ¡O te irás bajo una
lluvia torrencial!
—¿Cómo? ¿Desde cuándo dominas el clima? –susurró mi
marido.
Ella lo miró.
—Desde hoy. ¿Acaso les asombra?
Mijaíl negó con la cabeza.
—¡Vete errante, no volveré a repetirlo! Juro
Ekaterina, que hasta el último poder de quien me engendró lo emplearé contigo si
no desapareces.
La bocina del taxi nos volvió a la realidad. Nadie
había notado el rugir del motor acercarse. Mijaíl observó a Ekaterina alejarse
apresurada y cogió mi mano.
—Bianca, por favor… Habla con Sebastien –insistió—.Tranquila,
todo tiene explicación. Él te ama, no lo olvides.
No supe que parte de lo dicho por Mijaíl había
escuchado. Solo partió hacia la mansión como alma que la lleva el diablo,
seguida por Scarlet.
Ya en el taxi, camino al hotel, recuperé la calma para
poder ordenar las palabras e interrogar a quien tenía a mi lado en silencio.
—Mijaíl, dime cómo es posible que Sebastien tenga un
hijo de una errante. ¡Contesta! ¿Cómo puede ser que no se lo haya dicho a su
hembra?
—Sasha… ¡Cálmate! Sebastien lo supo hace horas. La
errante se lo dijo. Él… No podía creerlo. Cuando llegué me encerró en el
despacho y me contó. Es una tragedia.
—Tragedia para Bianca. No para él. ¿No deseaba un
hijo? Pues ya lo tiene.
—No seas injusta. Sebastien deseaba un hijo de Bianca.
Es a ella a quien ama.
—La ama, pero algo ocultó. No me cierran ciertos
hechos.
—No sé a qué te refieres.
—¿Cuánto tiempo se enredó con Olga? ¿Vas a decirme que
estuvo con ella una sola vez y quedó embarazada? ¡Por favor!
El chofer alzó la vista y me miró por el espejo
retrovisor.
—¿Quieres bajar la voz? –susurró mi marido.
Miré a través de la ventanilla el bosque que bordeaba
la ruta. Las altas coníferas se balanceaban con el viento de la tormenta que
poco a poco dejaba de ser amenazante. La oscuridad del monte en la parte más
profunda, y un sendero que se adentraba hasta perderse entre la vegetación, provocó
un escalofrío. Me estremecí.
—¿Estás bien?
—Sí… Solo que el bosque me da sensación extraña. No
sé… Nunca me había ocurrido al pasar por aquí.
El paisaje subyugante y misterioso provocaba inquietud
y malestar. Como si el espeso bosque desconocido quisiera arrancarme parte del
corazón y quedarse con un trozo de mí.
—Debe ser por la reserva de lobos. Supongo.
—¿Por qué ahora? Ese sendero… Sé que tiene que ver
conmigo y no sé qué es.
—Mientras no te me vayas con un lobo –sonrió apenas.
—Nunca –murmuré. E insistí—. ¿Tendrá algo que ver con
los Gólubev?
—Sasha, no digas disparates. ¿Qué tendremos que ver
nosotros con los lobos?
—No lo sé… —retomé el tema de Bianca—. Pobrecita, ella
no está bien, Mijaíl. Temo por Bianca.
—Tranquila. Ellos se aman. Superarán todo.
—Si tú lo dices, ahora… cuéntame más.
…………………………..
En el amplio y lujoso comedor del hotel, Mijaíl y yo bebíamos
un café mientras Anouk hacía girar la cuchara en la taza de té. La notaba
pensativa y triste. Debía rendir uno de los últimos exámenes y con lo
acontecido en la mansión el día de estudio se había desperdiciado.
Mijaíl me miró después de observar a nuestra hija
menor durante varios segundos. Hice una mueca de pena y él asintió levemente.
—Anouk, no es el fin del mundo que postergues tu
examen –la animó.
Ella no levantó la vista.
—Me presentaré de todos modos –bebió un sorbo de té.
—No querrás tener un “reprobado”. Te conozco. Sé cómo
te sentirás.
—No, no lo sabes.
—¿Por qué dices eso?
—Porque es la verdad. No lo sabes. Mamá tampoco.
Arquee la ceja y miré a mi marido. Ambos guardamos
silencio.
Anouk lucía el cabello recogido y bien peinado pero su
atuendo… ¿Cómo decirlo? Era un tanto liberal. Los jeans me parecían muy
ajustados a lo que ella acostumbraba a usar y la camiseta a rayas, muy bonita
por cierto, se veía ceñida al cuerpo marcando sus sinuosas formas.
—Bonita camiseta –susurré.
Ella se echó un vistazo rápido y volvió a beber el té.
—Sí, es muy bonita. Rose tenía razón. Me queda bien.
—Ah –sonreí—, ¿Rose te ha elegido la ropa?
—Digamos que me ayudó a cambiar el look.
—Me parece muy bien. ¿Verdad querido?
Mijaíl me miró y bebió el café. No dijo palabra aunque
adiviné que le había resultado un tanto extraño el cambio repentino.
—Mijaíl –insistí—. ¿Cierto qué luce hermosa?
—Bueno…
—No te preocupes, no busco aprobación –interrumpió—.
Dejé de ser menor de edad hace mucho tiempo.
—¡Claro! –titubee.
Mi marido hizo a un lado la taza de café junto al
platillo y cruzó las manos sobre la mesa. La observó fijo y habló con voz
pausada pero firme.
—Sé que no eres menor de edad. Solo que a tu madre y a
mí nos llama la atención el cambio tan… Tan drástico. Tú no eres así. Quizás
estás forzándote en parecerte al resto y es bueno mantener tu idea pese al
mundo que te rodea.
Anouk imitó el gesto con la taza de té y después de
cruzar las manos sobre la mesa y mirarlo fijo respondió.
—No estoy forzándome. Me siento a gusto. Y lo bueno
hubiera sido haber estudiado el día de hoy.
—Pero no se pudo, Anouk. ¿No te has dado cuenta el
drama para Sebastien y Bianca?
—¿Qué drama? El verdadero problema no lo tienen ellos.
Lo tiene el niño. ¿Han pensado en él?
Mijaíl abrió la boca pero no articuló palabra.
—Hija –agregué—, es muy conmovedor que apliques tus
estudios de psicología infantil, pero se trata de un hijo que ni Sebastien ni
Bianca esperaban.
—¿Y entonces qué hacemos? –se enfadó—. Lloramos,
pataleamos, y nos compadecemos. ¡Qué vida terrible! ¡Qué sorpresa desagradable!
¡Pobre de Sebastien y Bianca!
—Anouk, no sé a dónde quieres llegar. Sebastien se
hará responsable, puedo jurarlo que el niño vivirá en la mansión y tendrá la
familia que tuvo Douglas y Numa.
—Nicolay ya tiene una familia. ¿Lo olvidan? Nació y
creció con los errantes, papá.
—Pero es un Craig.
—De la noche a la mañana no puedes cambiar su vida. No
tiene la culpa de los errores de los adultos. Espero que el líder de los
vampiros sea meticuloso al respecto. Podría causar daño psicológico grave si no
piensa ante todo en Nicolay. Y por lo que pude observar, permíteme dudarlo.
—Anouk…
—Hija, Sebastien es muy sabio. Sabrá qué hacer
–agregué.
—Te diré que por el momento no ha sabido. De hecho yo
no hubiera permitido que Ekaterina partiera de la mansión. El niño la necesita.
—¡Es su padre! –exclamó mi marido.
—Es un extraño.
—Okay… Dejemos que el tema lo resuelvan ellos. Yo
estaré apoyando a mi amigo en la medida que me necesite.
—Y yo estaría apoyando al pequeño si no me hubieras
sacado de la mansión.
—¡Qué terca eres!
—Mijaíl, solo trata de ayudar. Tranquilícense los dos.
Mi marido hizo una seña al mozo y pidió otro café.
—Voy al baño mientras el mozo no trae el pedido. Si
desean algo más, háganselo saber.
Se puso de pie y se alejó. Esperé a que se perdiera
entre los humanos y miré a Anouk con una sonrisa.
—Me gusta tu cambio. Te ves hermosa.
—Gracias, mamá.
Incliné mi cuerpo hacia ella en actitud confidente.
—Cuenta, ¿te gusta un humano? ¿Es de la Universidad?
Bebió un trago de té.
—Algo así.
—¡Yo sabía! El cambio se debía al sexo opuesto. No
creas que me parece incorrecto. A tu padre tampoco. Solo que fue tan repentino.
—No fue repentino, mamá. Hace tiempo que vivo en
Kirkenes.
—Cierto. ¡Cómo pasa el tiempo!
—Sí, transcurre rápido. Son varios meses.
—¿Y? Bueno… ¿Cómo es él? –sonreí.
—No te gustará.
—¿Por qué?
—Porque es pobre.
—Anouk, no seas injusta. Dimitri no se ha enamorado de
una millonaria. Aún así la queremos mucho y no nos importa la clase social.
—Es educado pero rústico.
—Bueno… No es tan importante. Tú sabes que las hembras
tenemos el poder de cambiar a los machos.
—El caso es que no deseo cambiarlo. Me gusta tal como
es. Honrado, trabajador, y sin Universidad. Sencillo, simple, sin anillos de
oro y piedras preciosas en las manos.
Me miré las manos…
—¿No te gustan mis anillos?
—Te quedan bien. Sin embargo son superfluos e
innecesarios, ¿no crees?
Volví a observar mis anillos.
—Quizás…
Mis ojos recorrieron el rubí con el águila bicéfala.
—Pero el símbolo de los Gólubev lo llevo con orgullo.
—Eso lo sé.
—¿Tú no?
—Depende que quiera demostrar con la joya.
—No entiendo.
—Quiero decir que si lo uso para identificarme está
perfecto. Ahora si el anillo solo es muestra de poder y dinero…
—Anouk, es un símbolo de los Gólubev.
—Por eso digo.
El mozo se acercó con el café.
—¿Desean algo más?
—No, gracias –contestamos.
Apenas se alejó volví con el tema.
—¿Me dirás algo más sobre el humano que te quita el
sueño? ¿Gusta de ti? Hablemos entre hembras.
—No. No me registra.
—¡No puede ser! Eres muy bella.
—Drank no es un humano común. No es superficial. Y no
soy bella.
—Sí, lo eres. ¿Drank? Me suena el nombre. ¿Lo conozco?
—El leñador amigo de Liz.
—¿De Liz? Pues, entonces ella te ayudará en la
conquista.
Sonrió con burla.
—No lo creo. No lo sabe. Y cuando sepa no le caerá en
gracia.
—Basta de menospreciar a tu familia. ¿Qué te ocurre?
Liz nos conoce. Somos los Gólubev.
—¡Claro que nos conoce! Natasha, Lenya, ¿te dice algo?
Enmudecí…
—¿Te has quedado sin habla? Te entiendo. Paso pensando
en la reacción el día que se entere la reina del mar, que deseo a su mejor
amigo en mi cama.
—¡Anouk! No seas ordinaria.
—¿No dijiste que habláramos entre hembras? No mencioné
nada equivocado. ¿O no deseabas a papá cuando lo conociste?
Me recosté en el respaldo con las manos en el regazo.
Observé por la ventana la calle concurrida.
—Lo siento, fui grosera.
—No te preocupes… Es cierto… Deseaba a tu padre… Pero
también imaginé una vida junto a él. Hay que separar el amor del furtivo deseo.
—Sé lo que siento por él.
—Entonces… Estoy segura que ni la reina del mar podrá
hacerte abandonar la lucha.
—Claro, aprenderé a nadar.
Mijaíl regresó y cogió asiento.
—Llamé a Sebastien, pero no contesta. Me preocupa.
—Tranquilo, querido. Todo se resolverá.
—Por supuesto, Sasha. Es que estoy ansioso.
—Son muy ingenuos los dos –retrucó mi hija.
—¿Por qué lo dices?
Mi marido volvió la vista hacia Anouk que lo miraba
fijo.
—Los errantes querrán al niño. No será fácil para
Sebastien arrebatárselo.
—No está arrebatando nada, Anouk. ¡Es su hijo! Le
pertenece.
—¿Pertenece? ¿Es un paquete?
—Okay, terminemos de hablar de los Craig. Dime tú
cuando rendirás la asignatura.
—Te lo dije, papá. Mañana me presentaré de todos
modos.
—¿Y si repruebas? Te sentirás muy mal.
—Lo superaré. Es parte de la vida.
Dicho esto se puso de pie.
—¿Darán una vuelta por Kirkenes? Si es así disfruten
el paseo. Me iré a estudiar. Buenas noches.
—Buenas noches, cielo –contesté.
—Buenas noches, hija.
Anouk se apresuró y subió la hermosa escalinata hacia
las habitaciones. No miré a Mijaíl hasta que escuché su voz.
—¿Me dirás que ocurre con esta niña?
Sonreí.
—Eso… Que ya no es una niña hace tiempo.
Sebastien.
Por la ventana de mi habitación vi a Ekaterina hablar
con Bianca. ¡Maldición! Iba a empeorar la situación si es que podía estar peor.
Ensayé una decena de veces como decirle a Bianca sobre mi hijo, para que al
final la errante le escupiera en la cara la verdad. Porque estaba seguro que
eso había hecho. Después escuché el trueno…
Me retiré unos pasos hasta sentarme al borde de la
cama. Esperé que por la puerta de la habitación entrara mi hembra que aunque
confusa y un tanto enfadada fuera un poco comprensiva. Sin embargo nada más
lejos…
Creí que al tenerla frente a frente podría explicar
con claridad los hechos. El romance con Olga el cual ella tenía conocimiento,
mi ausencia de culpa por no saber sobre mi hijo, mi amor incondicional por
ella, pero no… No pude decirle nada de lo planeado. Porque con el corazón
latiendo asustado y mi cuerpo temblando, solo atiné a defenderme. Pero la
defensa se emplea cuando uno cree que puede ser culpable. Y ese fue un grave
error.
La mirada de Bianca sobre mí, me congeló de pies a
cabeza. Ni siquiera la apartó cuando le pidió a Scarlet que nos dejara a solas.
El sonido de la puerta al cerrarse me hizo ver mi verdadera posición, desarmado
y aún sin poder creer lo que estaba ocurriéndonos. Sí, porque esta noticia nos
involucraba a los dos…
Escuché su voz, apagada, y la pregunta cuya respuesta
fue la única que pude responder con certeza.
—¿Desde cuándo lo sabes?
—Hoy me he enterado. No lo sabía –bajé la vista.
Ella caminó unos pasos acercándose.
—¿Por qué no me miras a la cara cuando respondes?
Encogí mis hombros. Poco a poco mis ojos se
encontraron con el bello borgoña.
—Ahora está mejor –susurró.
—No sabía nada de Nicolay, te lo juro. No ocultaría un
hijo. Tienes que creerme, me conoces.
—Sé que no ocultarías a Nicolay si hubieras sabido. El
caso es… ¿Cómo no te enteraste del embarazo de Olga? La usaste y te fuiste.
— No es así. Ambos éramos adultos y lo teníamos claro.
—¿De verdad? ¿O tú lo tenías claro y lo diste por
hecho?
—Por favor, Bianca.
—¿No supiste más de ella?
—Se acercó un par de veces.
Arqueó la ceja.
—Y la rechazaste.
—¡Por qué te conocí, Bianca! Me enamoré perdidamente
de ti.
—Te recuerdo que en el yate tú mismo dijiste que
pensabas asesinarme. Te recuerdo también que no lo hiciste porque era de tu
utilidad. Tenía el maldito código genético, alimentaba a Douglas con mi sangre,
y otro detalle… Podía haberte denunciado sabiendo los homicidios.
—¿De qué estás hablando? No estás pensando con
claridad. Estás mezclando todo.
—Es cierto, puede ser… No estoy pensando con claridad.
La situación lo amerita. De la noche a la mañana tienes otro hijo y yo… que no
podré darte ninguno. ¡Tres hijos! Uno del corazón, y dos de dos hembras
diferentes. Pero ninguna soy yo.
—Bianca…
—Justo lo que deseabas tanto tiempo. No fui yo…
—Si hubiera tenido elección sabes que tú hubieras sido
la madre de mis hijos. No elegí ser padre ni con Sabina ni con Olga.
—Sin embargo están aquí. Podrás ver rasgos o gestos de
tus hembras en ellos.
—No me importa que veo en ellos. Son mis hijos. Los
amo por ser una parte de mí. A Numa lo amo y no lo engendré con ninguna hembra.
¿Puedes entenderlo?
—Creo que hoy por hoy no puedo entender nada. No estoy
preparada para recibir esta clase de noticias.
—Comprendo que te lleve un tiempo –me acerqué.
—Es que… —retrocedió—. Por favor… yo… Necesito estar
sola.
Iba a coger ropa del ropero para dormir en el sofá por
esa noche, pero ella se adelantó quitando algo más que un pijama de los
estantes.
—¿Dónde vas?
—A la habitación de huéspedes.
Liz.
Cerré la puerta despacio y me senté en la cama. Nadie
de la casa estaba ajeno a los acontecimientos. Quizás esperarían a que todo se
calmara. Pero a mí me afectaba demasiado. No tenía a Lenya a mi lado y
últimamente con el embarazo me había vuelto muy dependiente de él. No por los
quehaceres, los cuales me arreglaba sola. Eran sus brazos cobijándome, sus
labios hundiéndose en mi cuello antes de dormirse. Sus dedos varoniles
enredándose en mi cabello mientras hablábamos del futuro bebé. Extrañaba sus
caricias y palabras contenedoras. Su mirada llena de amor.
Mis ojos recorrieron la habitación vacía. Silencio
alrededor… Deseaba escuchar su voz. Asegurarme que todo iba a estar bien en la
mansión. Por la ventana la suave brisa traía el aroma a mar. Hubiera sido un
aliciente poder hablar con las sirenas, pero era muy tarde y mi bebé había
estado inquieto en mi vientre. Si tan solo Drank estuviera cerca podríamos
conversar sobre lo acaecido esta tarde.
Por instinto cogí el móvil sobre la cama. Sin embargo
me arrepentí segundos después. Mi amigo no deseaba verme, y yo no le haría más
daño del que sin querer le había provocado.
¿Y Lenya? Imposible llamarlo. Adivinaría que algo malo
ocurría y entonces vendría sin perder tiempo y no completaría su plan. Debía
aguardar su llegada. Tampoco podía hablar con Marin. La pondría en compromiso
de guardar el secreto a Douglas y él debía enterarse de los hechos por su
padre.
Decidí recostarme en la cama y tratar de dormir. Lo
logré por un par de horas. Inclusive soñé. Pero no fueron sueños reparadores.
Una y otra vez, la imagen de un mar bravío crecía formando una ola gigantesca
capaz de llegar hasta la mansión. Al retirar las aguas, nada quedaba de la
construcción ni de nosotros. Solo ruinas… Todo era tragado por el mar.
Tuve temor de lo que significarían esas pesadillas y
el hogar de los Craig desbastado.
Scarlet.
Caminé por el pasillo de planta alta hasta llegar a la
escalera. Segundos antes había pasado por la habitación de Anne para asegurarme
que estaba ajena a todo conflicto. Efectivamente Anne había estado escuchando
música con los cascos puestos así que omití contarle detalles. Solo pregunté si
deseaba algo de comer o beber y me contestó con una sonrisa un amable, “no
gracias”.
Eché un vistazo al fondo del pasillo en penumbras. Ron
permanecía de pie custodiando la puerta de la habitación de Nicolay. Estaba
claro que mi hermano jamás permitiría que el niño abandonara la mansión sin
establecer las nuevas reglas. Suponía que los errantes podrían desaparecer con
su hijo y sería muy difícil encontrarlo.
Un sobrino, tenía un sobrino de la noche a la mañana.
Hubiera sido injusta si pensaba que transformaría mi vida. No creía que hubiera
cambios con respecto a mí estrenando el papel de tía. Pero sí para Bianca como
madre de un pequeño desconocido.
Había llamado a Charles y a Margaret, y no hallé
respuesta. Rose me informó que ambos habían viajado a Bergen por unas semillas
de flores exóticas que deseaban conseguir. No quería imaginar el rostro de
Charles cuando supiera las últimas noticias.
Desde la altura donde me encontraba, de pie en el
último peldaño, observé la gran sala silenciosa. Deseaba imaginar que poco a
poco la mansión volvería a la normalidad, sumada a las risas de un bonito niño.
Sin embargo esos finales armoniosos y mágicos solo ocurrían en los cuentos.
Aunque no dudaba que lo lograríamos faltaba mucha agua correr bajo el puente.
Mientras bajaba uno a uno los escalones, mi móvil
vibró en el bolsillo de mis jeans. Miré el número y suspiré. Había olvidado a
Grigorii y la cita en el hotel. Ambos teníamos libre la noche y haría más de
una hora que esperaría por mí.
—Scarlet –su voz sonó preocupada.
—Grigorii, lo siento.
—¿Estás bien?
Caminé hacia el sofá y vi el bolso de Bianca tirado al
descuido. Me senté y continué la charla a pesar que no sabía qué diablos
decirle.
—Me siento bien, sí.
—¿Olvidaste la cita?
—No, hay problemas en la casa.
—¿Anne?
—No, en absoluto. Es sobre mi hermano y mi cuñada.
Largo de explicar.
—Entonces, ¿quieres que te espere o vaya pidiendo
habitación?
—No iré, Grigorii.
El silencio a través del móvil hizo imaginarme la cara
de decepción que tendría.
—Escucha, lo dejaremos para otro momento.
—Scarlet, ya lo hemos postergado la otra vez. Creo que
no quieres estar a solas conmigo.
Rodee mis ojos.
—No es eso. Ya te dije, las cosas se complicaron aquí.
—Pero es un problema entre tu hermano y la doctora. Ya
son adultos. Scarlet…
—No entiendes. Debo permanecer en casa. Por favor,
regresa a tu apartamento. Iré en cuanto pueda.
—No, no vendrás. Sé que no lo harás.
—Grigorii…
—No soy tonto, son excusas. Sigues alimentando mis
ganas de tenerte entre mis brazos y por una causa o la otra… Okay…
Cortó la llamada. Cerré los ojos acongojada por no
poder decirle toda la verdad de una vez por todas. Miré el escudo de los Craig
colgado de la pared. Ese león que parecía tan feroz y fuerte ante cualquier
dificultad. Su mirada brillaba a través de los rubíes por la luz de la lámpara
central.
—Papá… Danos un respiro –murmuré.
Escuché una puerta abrir y cerrarse. Mis ojos se
fijaron en lo alto de la escalera, después el pasillo… Podría ser Bianca…
Esperé unos segundos y me puse de pie. Me acerqué dispuesta a ayudar en lo que
pudiera… Sea quien fuera no decidió bajar. Otra puerta se escuchó abrir y
cerrarse. Seguramente mi cuñada había decidido abandonar la habitación
conyugal. Bueno… Era lógico que no lo tomara bien. Habría que esperar cuánto
duraría el distanciamiento entre ellos.
Rose surgió por la puerta de la cocina.
—Hola, te hacía durmiendo.
—No puedo dormir Scarlet. Estoy preocupada.
—Lo sé. Yo también. Ven, sentémonos y tratemos de
matar el tiempo. ¿Juegas ajedrez?
Negó con la cabeza.
En ese instante la figura de Lenya se materializó en
la sala. Por su amplia sonrisa no tendría ni idea lo que había ocurrido. Liz no
le habría contado y creí que había sido lo mejor.
Dejó su bolso en el suelo y lanzó unos papeles sobre
el piano.
—¿Qué tal niñas?
Rose y yo nos miramos.
—¿Qué ocurre?
—Bueno, varias cosas. Siéntate –sugerí.
—¿Liz? ¿Ha ocurrido algo malo?
Su rostro se transformó.
—No, tranquilo. Liz y el bebé están bien. Solo que…
Hay novedades.
—¿Qué clase de novedades?
—No sé por dónde comenzar.
—Resúmelo, hazme el favor. Me caracterizo por ser muy
impaciente.
Avanzó y se detuvo frente a mí.
—Habla.
—Okay… Ekaterina, la errante, confesó a Sebastien que
Nicolay es hijo de él y de Olga.
—¿Qué dijiste?
—Lo que oíste. El resto es consecuencia de la bomba
que lanzó.
—¡Mierda! Tu poder de síntesis…
—¡Quién te entiende! Dijiste que fuera al grano.
—No puede ser.
—Sí, así fue.
—¡El chico tiene seis años! Los errantes lo ocultaron
todo el tiempo. ¿El niño lo sabe?
—Parece que sí. Ekaterina lo mantuvo callado.
—Eso explica porque le tenía miedo a nuestro hermano.
—Pobrecito –murmuró Rose.
—Vivirá con nosotros, supongo.
—No te quepa duda. Sebastien ordenó custodiarlo por si
los errantes venían por él.
—¿Ekaterina?
—Se fue. Tengo entendido que se quedará en el hotel
con Boris y Branden.
—¿Cómo tomó la noticia Sebastien?
—Sabes como es. Ama a sus hijos y Nicolay no será la
excepción.
—Entonces no hay problema.
Arquee la ceja.
—Bianca… —murmuró.
—Será difícil para ella.
—¿Quieres que traiga un café, Lenya? –ofreció Rose.
—No, te agradezco. Lo que necesito está en mi
habitación y muero por verla.
—Ella también te ha extrañado. Ve, te pondré al tanto
si algo ocurre.
—Y hoy es… ¿Tú no tenías cita con ese peor es nada?
—Memoria de hermano celoso. Recordaste.
—Obvio. ¿Saldrás?
—No. La cancelé, pero no le gustó en absoluto.
—Si te ama tendrá paciencia.
—Permíteme dudarlo. Reprochó que lo tenga a cuento.
—Tranquila, volverá a llamarte.
—¿Y si no lo hace?
—Entonces te mintió, no te ama, y le romperé los
huesos.
—¡Pobre de ti!
Cogió el bolso, los papeles del piano, y desapareció
en segundos.
Lenya.
Saludé a Ron con un gesto silencioso. Primero me
pregunté qué hacía de pie como soldado, atento a cualquier ruido. De inmediato
adiviné que cuidaría el refugio del nuevo integrante de los Craig. ¡Caray! ¡Qué
sorpresas daba la vida!
Continué hacia mi alcoba con los deseos de ver a Liz
aumentando a cada paso. Mi mano tanteó el picaporte y antes de girarlo mi amada
abrió la puerta y se lanzó a mis brazos. Dejé caer el bolso de viaje y los
papeles. La rodee encerrándola contra mi cuerpo.
—Cariño, te extrañé.
—Yo también –rompió a llorar.
Me asusté.
—Liz, Liz, amor… Tranquila. Estoy aquí… Ya estoy aquí.
—Fue horrible, Lenya. Sebastien y Bianca están
enojados y... –sollozó.
Cogí su rostro entre mis manos y mis ojos se hundieron
en esa mirada que amaba tanto.
—Lo sé. Acabo de enterarme por Scarlet. Tranquila,
Ven…
Cogí el bolso y los papeles y cerré la puerta. Dejé
todo sobre la cama y volví por ella. Había quedado inmóvil mientras sus
lágrimas corrían por el bello rostro.
De la mano la guié hasta la cama y nos sentamos uno
junto al otro.
—Mi amor, no llores. Verás que todo se arreglará.
—Lenya, tengo pesadillas horribles.
—Cuéntame cielo, ¿qué sueñas? Juro que iré por el
mismo Morfeo hacerle pagar tu angustia.
Sonrió.
—Lenya, me haces reír aunque esté triste.
—¿Eso por qué? Dudas que iría por él al mismo limbo.
Negó con la cabeza y se secó las lágrimas.
—No, sé que lo harías. Te amo. Te necesité mucho. No
quiero que te separes de mí tanto tiempo.
—Prometo no dejarte sola tantos días. Sabes que
necesitaba hacerlo.
—Sí, ¿y cómo te fue? ¿Lo lograste?
—Lo logré.
Su sonrisa reflejó la felicidad que sentía por Rodion.
Acaricié sus hebras rubias que caían hasta la cintura.
Me tumbé de perfil para poder admirar su belleza. La
tristeza parecía haberla abandonado y su rostro angelical reflejaba la armonía.
Se sentó como Buda sobre la cama y el vientre redondo y perfecto quedó entre
sus piernas como acunando el tesoro. Mi mano voló hasta mi hijo resguardado en
sus entrañas y acaricié la piel por la abertura de la chaqueta del pijama como
si pudiera tocarlo.
—No me fue tan difícil.
—¿Natasha te ayudó?
—Sí. Pero no creas que me ha pedido nada a cambio.
—Verte no le habrá sido agradable.
—Puede ser. El caso es que la venganza se cumplió y
eso es lo importante.
—Estoy muy contenta por ello. Pero más que estés aquí.
Sus delicados dedos recorrieron la mano. Posó la suya
sobre la mía. Mi hijo cambió de posición y una protuberancia dura empujó desde
el interior.
—Hola hijo…
Ella sonrió y colocó un mechón rubio tras de su oreja.
—Saluda a papá, cariño. Ya está con nosotros.
El bebé pareció quedarse inmóvil. Acerqué mi boca
cerca del ombligo y deposité un reguero de besos.
—Me haces cosquillas –rio.
—Los besos son para él, resiste —sonreí.
De pronto otro bulto pequeño sobresalió bajo la
costilla. Me sorprendí.
—Liz, ¿no es muy largo?
Asintió mientras reía.
—Sí, y muy inquieto. Será alto y revoltoso como tú.
—Puede que sea ella, ¿verdad?
—Claro, pero dicen que los varones son de talla más
grande.
—Quiero que nazca, Liz. Deseo verlo y poder sostenerlo
en brazos.
—Paciencia, hasta el otoño.
—No sé como aguantaré. ¿Podría nacer antes?
—Sí, pero no es lo ideal. Supongo que entre vampiros
será igual. Hablé con Sara Dyre se adelantó. Creo que deberíamos preparar su
habitación. Comprar más pañales. Usan mucha cantidad cuando son recién nacidos.
También me lo dijo Sara.
—Ah… Y… ¿La habitación? ¿No dormirá aquí? Sara y
Rodion duermen en la misma habitación.
—Es aconsejable que tenga su espacio.
Sonreí.
—Mi reina del mar, eso ni tú ni yo lo creemos.
Al instante una puerta del pasillo se abrió y el
llanto de Nicolay se escuchó nítido. Después la voz de Ron. Me puse de pie de
un salto y salí apresurado justo cuando Sebastien avanzaba por el pasillo hacia
el niño.
—Nicolay, corazón. ¿Por qué lloras? Se inclinó frente
a él.
Ron aguardó a su lado y yo me acerqué lentamente.
—Quiero a mi tía Ekaterina –lloró.
Sebastien lo alzó en brazos y secó las lágrimas.
Escuché a Scarlet subir por la escalera.
—Tranquilo, tu tía fue por unas cosas que le hacían
falta.
—No es verdad. Ella se llevó su bolso –lloriqueó.
Arquee la ceja y miré a mi hermano.
—No lo subestimes, es un Craig.
Scarlet se aproximó con los brazos cruzados y el
entrecejo fruncido.
—Iré por su tía.
Sebastien la miró enfadado. Mi hermana alzó la
barbilla.
—La casa es de los tres, ¿quieres que votemos?
–después se dirigió a mí—. ¿Lenya?
Encogí los hombros.
—Bueno… Supongo… Que sí Nicolay extraña a
Ekaterina…Tendríamos que…
—¡Okay! Hagan lo que quieran –protestó.
Dicho esto desapareció con el niño hacia su
habitación.
Scarlet lo siguió y se detuvo evitando que cerrara la
puerta. Sus ojos se endulzaron con cierta compasión.
—Hermano, no tengas miedo. Nadie te quitará tu niño.
Bianca.
Me recosté sobre la cama de la habitación de
huéspedes. Hecha un ovillo, acurrucada, la escena del parque iba y venía por mi
mente. Sebastien tenía un hijo, y de Olga. Había sido una desconocida todo el
tiempo que viví con él. ¿Cómo saber si el hecho de no haberla mencionado
coincidía con no haberla tenido día a día en su memoria? Sin embargo Sebastien
no había vuelto a verla desde que nos conocimos, porque de lo contrario hubiera
sabido del niño. Dijo, “me enamoré de ti, Bianca”. Él había dejado parte de su
libertad y su mundo por mí… ¿Y ahora? ¿Qué tenía para darle yo? Un hijo seguro
que no. Justo lo que él había deseado había sido regalo de otra.
El niño era muy bello. Nicolay era un Craig por donde
lo vieras, no sé cómo no pude sospechar. Esos ojos grises y vivarachos. Aunque
no pude compartir demasiado debido a la aparición de mi padre. Mi padre… Casado
con mi madre y manteniendo una familia que nunca había deseado. Lo había
confirmado hace horas atrás. Jamás había buscado tenerme. Llegué para arruinar
su verdadera felicidad. En definitiva, dos veces mi aparición había arruinado
la vida de alguien. De mi padre y de Olga. Quizás lo correcto hubiera sido que
no hubiera nacido, o quizás… desaparecer del mundo.
Una corriente helada abrazó mi cuerpo. Las cortinas
blancas de tul rozaron la alfombra en un balanceo suave y constante. Cerré los
ojos, no deseaba verla. Aunque fue inevitable escuchar su voz.
—¿No deberías haberme llamado si deseas morir?
El aire escapó de mi boca en forma de suspiro de
hartazgo.
—Hela… Otra vez tú –murmuré—. ¿Cuándo me dejarás en
paz?
—Si tuviera mi don ya no me verías.
—Dijiste que para ello debería bajar al submundo y
regresar. Y no me siento fuerte para
hacerlo.
—Ah sí, ese es un detalle importante. Esta vez nadie
te ayudará a regresar. Sin embargo… viendo que no estás tan a gusto con tu
vida… Yo que tú me replantearía que deseo.
—Esto que haces conmigo tiene un nombre para mi mundo.
Y se llama instigación al suicidio. Pero tendrás que buscar otro método. No me
quitaré la vida.
—¡Qué luchadora eres! Si quieres puedo aplaudirte de pie.
—Lo que quiero es que te vayas.
—Como gustes. Pero no olvides, regresaré.
Hola, Lou... Estaba ansiosa por leer un nuevo capítulo... y ya lo leí
ResponderEliminarCreo que Bianca se ha enterado de que Nicolay es hijo de Sebastien de la peor forma posible... Sin embargo, también entiendo a Ekaterina... está herida y ha descargado su dolor sobre Bianca
Es normal que Bianca reaccione de este modo... deseaba quedar embarazada y no lo ha logrado todavía... enterarse de que ella no fue una hija deseada tampoco ha ayudado
¡Qué mal se ha comportado Hela! Y sí, a mí también me parece que quiere aprovecharse de la debilidad de Bianca para hacerle daño
Creo que Anouk tiene razón... no se puede separar a Nicolay de su familia así como así... El niño ya está llorando porque echa de menos a su tía
Tampoco creo que Ekaterina, Boris y Branden vayan a quedarse de brazos cruzados
En este tenso capítulo hacía falta la presencia de Charles
Y todavía no imagino la reacción de Douglas y Numa
Me ha intrigado mucho el miedo de Sasha al bosque... y el sueño de Liz, esa ola gigantesca que se traga a la mansión de Los Craig
Lou, un magnífico capítulo... mi más sincera enhorabuena, me ha encantado
Y hoy, que es el día de los Magos de Oriente... pues he recibido un regalo precioso... Muchas gracias
Besos
Mi querida amiga, coincido que Ekaterina está herida. Era su hermana quien sufría por Sebastien. Para Bianca no es fácil porque no se encuentra en un buen momento, todo lo contrario y eso me asusta. Hela quiere aprovecharse pero sabe que hay reglas en el submundo que no podrá eludir.
EliminarCreo que Anouk es la más ubicada e inteligente de todos. Al menos en este hecho donde Nicolay está involucrado. Se nota que su vocación son los niños.
No, tienes mucha razón, los errantes no se quedarán de brazos cruzados.
Yo también ansío saber que dirá Charles, Douglas, y Numa. También Bernardo.
Sobre Sasha no puedo abrir la boca por ahora... Pero estoy segura que si lo piensas quizás algo puedes deducir. Hay que esperar querida escritora.
Y el regalo lo he recibido yo con tu magnífico comentario. Muchas gracias cariño. Un besazo y un buen año para ti y familia.
Muchos problemas hay en la casa, creo que para Bianca fue un gran golpe de resivir 2 noticias que sean como sean son duras para ella, mmm me preocupa que Hela no la deje en paz y a como esta Bianca haga algo malo, excelente capítulo Lou, feliz año nuevo amiga!!!
ResponderEliminar¡Hola Lau! Es verdad, cariño. La mansión de los Craig tiembla y creo que es el comienzo.
EliminarTambién me preocupa Hela. Aunque se atenga a las reglas Bianca no está en condiciones de ser astuta. El mensajero de la muerte quiere su don, es justo. Ya que Bianca se le ha escapado entre sus manos. De todas formas el tiempo se acorta y eso es lo que necesita Bianca para reponerse. Veremos que ocurre. Un beso grande mi niña, y muchas gracias por comentar. ¡Feliz año para ti también!
Uy pobre Bianca ojala aclare la cosas con Sebastien. Lo dejaste muy interesante. Te mando un beso
ResponderEliminar¡Hola querida escritora! Bianca deberá soportar algunos hechos y no sé como lo tomará. Será difícil con Hela tras su rastro. Me alegro amiga que te haya gustado y te felicito por tu novela. Un beso grande y gracias por comentar.
EliminarEl único regalo que me han dejado los reyes es este magnifico capítulo. Muy bueno, gracias reina Lourdes.
ResponderEliminarBianca y Sebastien tienen que hablar largo y tendido. La falta de comunicación es la plaga que puede destruir su amor.
¡Hola Ignacio! Un honor que me visites y te agradezco mucho que comentes. Me alegro que te haya gustado. Si deseas los archivos de los libros anteriores, con gusto estarán a tu disposición. ¡Muchas gracias y un feliz año!
EliminarSi hay muchos problemas en la mansión pero estan todos muy unidos y preocupados.Hela es mala y quiere el mal de Bianca.Todos tienen razon porque Sebastien no sabia que Olga se habia quedado embarazada,Ekaterina quiere a su sobrino y esta mal porque su hermana se suicido y Bianca esta mal porque queria ser la madre de un hijo de Sebastien.Tienen que mirar el bien del niño como ha dicho Anouk.Bianca tiene que entender que Sebastien no la conocia cuando la que se suicida se quedo embarazada y lo mas importante de una pareja no es tener hijos.Me ha gustado mucho,escribes muy bien.
ResponderEliminarAnte todo muchas gracias Ramón por visitar mi blog y comentar, eres muy atento.
EliminarMe alegro que te haya gustado y lo mismo para ti, los archivos de libros anteriores a Iris púrpura están a tu disposición. ¡
¡Un abrazo y un feliz año!
Hola Lourdes, tanto tiempo!!!
ResponderEliminarVeo que sigues escribiendo mucho. Me alegra amiga. No sabía cuál blog tenías activo.
Gracias por acordarte de mi.
Un beso grande.
¡Hola Lujan! Una alegría encontrarte en el face. Me gustaría comprar tu obra. ¿Se encuentra por editorial Dunken? Un beso grande y gracias por tu visita.
EliminarBianca encontró una gran ayuda y amistad en Sasha, ¡menos mal!
ResponderEliminarEkaterina... entiendo su dolor, pero bastante desubicada a mi parecer.
El sueño de Liz es una representación del clima que se vive en la mansión.
Lenya sigue siendo un dulce capítulo a capítulo.
Hela... puede ser un poco intensa cuando quiere jajaja
¡Holaa! Jajajaja, sí. Hela es intensa y escalofriante. Lenya es un sol, pero cuando se enfada es muy terco y orgulloso. De Ekaterina que te puedo decir... es un personaje que deberás ir descubriendo.
EliminarLiz está muy nerviosa y angustiada, necesita recreación. Veremos si funciona.
Bianca y Sasha al parecer se han hecho muy amigas. Me gusta.
Muchas gracias reina por comentar.Un besote enorme.