Los quiero, gracias por acompañarme.
Capítulo
12.
Leyendas.
(Primera parte.)
Liz.
La
oscuridad me rodeó en un abrir y cerrar de ojos. No tenía frente a mí el rostro
amado. El gesto de placer entre mis brazos y su mirada depredadora…
Depredadora… Lenya me había mordido… ¿Y ahora qué?
El
silencio se perpetuaba más allá de mis oídos. Podía imaginármelo, nadie estaba
junto a mí. Nadie… Ni siquiera él. Él, que juraba que iría al mismo infierno a
buscarme.
Quise
gritar, “¡Lenya, estoy aquí!” Pero no podía despegar mis labios, ni tampoco
abrir mis párpados. Entonces pensé si en realidad habría sido convertida. Lenya
lo habría deseado pero no lo había logrado. No podía ser que estuviera sola
entre tanta oscuridad. Este estado no parecía los relatos de mis cuentos
paranormales. ¿No era fuego lo que debía sentir? ¿No deberían crecerme
colmillos? ¿No tendría que ser capaz de ver la minúscula partícula de tierra?
No, nada de eso estaba ocurriendo. Lenya no lo había logrado…
Quise
llorar… No, yo no lloraría ante un obstáculo… Piensa Liz… ¿Cómo saldrás de
aquí?
De
pronto, escuché un corazón latir… ¿De dónde venía el sonido? El latido se
escuchó más nítido, pero era lento, muy lento… Era mi propio latido. Percibí
poco a poco como la temperatura corporal iba bajando… Frío… Mucho frío...
¿Era
un vampiro? Sí, era uno de ellos… No podía estar muerta si mi corazón latía,
pero… ¿Qué debía hacer? Comencé a escuchar un murmullo a mí alrededor… Voces…
¿De qué hablaban? ¿De mí?
Intenté
abrir mis ojos pero por más esfuerzo que hacía me era imposible.
¿Qué
si tuve ganas de llorar nuevamente? Sí… Por unos segundos. Porque no podía
ponerme a llorar, no era mi estilo. Tragué saliva por primera vez. Sentí un
gusto metálico, después salado, muy salado. Quise mover cualquier músculo de mi
cuerpo. Probé una vez, dos, tres… Al fin los dedos de mis manos se movieron
apenas. Debía probar con mis ojos, debía abrir mis ojos a como diera lugar.
Parecía
haber dormido mucho tiempo. Como al despertarte sientes que tu cuerpo está tan
adormecido que tienes ganas de seguir durmiendo. Pero yo tenía que salir de
allí…
Antes
de intentarlo una voz me saludó.
“Bienvenida,
reina del mar”.
¿Del
mar? ¿Dónde estaba?
Mi
piel que percibía solo la brisa helada que congelaba mis huesos, comenzó a notar la calidez… Mis dedos se movieron buscando el tacto de algo o de
alguien. Sin embargo apenas acaricié una superficie móvil. Sí… Cada vez que la
rozaba se desplazaba… No era sólida… ¿Líquida? ¿Agua? ¿Era agua? La voz dijo
“reina del mar”… Dios… ¿Dónde estaba? ¿Dónde se encontraba Lenya y el resto de
mis seres queridos?
Mis
párpados se entreabrieron… Parpadee… Un color turquesa me rodeaba como si fuera
una neblina. Una visión indescifrable. Poco a poco distinguí sombras azules
lejos de mí… Parecían acercarse… Como si nadaran para llegar a mí.
Mis
ojos cambiaron la perspectiva. Sobre mí, ¿qué había sobre mí? El color turquesa
se aclaraba como si una luz lo iluminara desde arriba.
Estiré
mi mano aunque nada cambió. Intenté con mis brazos. Si era capaz de mover los
dedos sería capaz de mover mi cuerpo en su totalidad. Era lógico. ¿Aunque
habría algo lógico en este mundo desconocido?
Pues
probaría…
“No
podrás ponerte de pie, reina del mar”.
La
angustia me ganó. ¿No podría caminar? ¿Entonces cómo llegaría a salir de aquí?
“Debes
nadar”. Dijo la voz.
¿Nadar?
Yo apenas podía mantenerme a flote en una piscina. Dios…
Tragué
saliva nuevamente…
Respiré
profundo para darme valor. ¿Respirar? ¿Respiraba bajo el agua? Al parecer sí.
No
me quedaba otra que intentar salir a nado de ese lugar. Recordando los
movimientos de las personas cuando solían hacerlo, desplacé mi cuerpo ayudada
por mis brazos y piernas, como si fuera un pez, como si fuera una sirena.
Mi
cuerpo se movió lentamente, sin embargo no se sentía pesado. Era liviano y
etéreo. Me hubiera quedado horas sintiendo esa sensación del agua acariciándome
y envolviéndome como brazos que acunaban. Pero salir de allí era mi objetivo.
Lenya… Necesito verte… Necesito tocarte…
De
improviso una corriente fuerte me rodeó y me arrastró hacia la izquierda. Quedé
atontada al impactar contra una superficie dura. Rocas… Mi iris fijó la mira
sobre mí… Había claridad. El color turquesa había desaparecido para dar lugar a
un color verde tenue. Debía nadar hacia arriba. Similar a cuando estabas bajo
el agua de una piscina y quieres llegar a la superficie. ¿Con qué me
encontraría allí? Este lugar no era una piscina… ¿Dónde estaba que no veía a Lenya?
Mis
brazos se movieron suavemente y mis piernas me impulsaron hacia arriba. Nadé
como jamás pensé que sabría hacerlo. Como si hubiera sido una nadadora
profesional.
Más
arriba Liz, debes ir más arriba, pensé.
No
sé cuánto tiempo lo hice… Parecía que nunca llegaría a esa superficie, a esa
claridad…
“Estás
agotada”. Murmuró una voz.
No
me importa contesté para mis adentros. Necesito ver a Lenya, necesito ver a mi
amor.
Al
instante el agua que me rodeaba desapareció como soplido y mi cuerpo emergió
hacia otro estado que conocía muy bien. El aire compuesto de oxígeno entraba
por mi nariz con ese aroma a salitre, la arena al tacto, la vista de una bella
noche en la playa.
¿Dónde
estaba? ¿En las costas de Kirkenes?
Me
incorporé lentamente. Observé alrededor… Era noche, podía ver la espuma
blanca de las olas que rompían suavemente contra el acantilado. Las arenas
húmedas bajo mis manos. En el cielo la aurora boreal se deshilachaba de norte a
sur y a la derecha un planeta azulado giraba sobre sí mismo. Había escuchado a
Bianca decir que se había convertido bajo la influencia de Marte. El planeta
que mis ojos contemplaban con embeleso no era Marte… “Bienvenida reina del
mar”, había dicho la voz… Neptuno, mi planeta era Neptuno.
Comencé
a llorar, pero no de tristeza. Mi alegría desbordaba por los poros. Estaba convertida,
era un vampiro como Lenya. Él, siempre él cada minuto de mi vida desde que lo
vi por primera vez en la sala de la mansión.
“¡Lenya,
quiero ir contigo!”
Mi
voz no salió sin embargo estaba segura que alguien me escucharía.
“Buenas
noches, reina del mar”.
Esa
voz no era como la anterior, sonaba tenebrosa, y por un momento sentí temor.
Busqué
con la vista hacia el origen del sonido. Fue entonces cuando los vi…
Eran
muchos, muchos seres que me miraban curiosos. Estaban sobre las rocas a gran
distancia. Sus ojos parecían luces rojizas. Eran vampiros…
Aguardé
inquieta los pasos a seguir. ¿Por qué estaban ellos como simples espectadores?
¿Por qué nadie me ayudaba a volver con mis seres queridos?
La
voz tenebrosa volvió a escucharse… Pero está vez, dejó ver a su dueña. Se abrió
paso entre ellos vestida con una túnica oscura como la noche que arrastraba por
las rocas.
“Así
que has logrado lo que tanto querías, ¿Liz?”
Asentí
lentamente mientras la figura espectral se acercaba por la arena.
“Te
felicito. Aunque… -su dedo largo y huesudo se posó en sus labios rojos-. Hay
algo que me urge saber.”
Tenía
una capucha que impedía ver su rostro en la totalidad. Sólo sus labios se
movían al emitir las palabras.
“Tu
hermana Marin, tu amigo Drank… quedarán muy solos. Quizás ya no puedas estar
con ellos o ayudarlos como antes. ¡Qué pena! ¿Qué harás, Liz? ¿No te importa
pagar cualquier precio por estar con tu amado?”
Respiré
entrecortado con la imagen de Marin y de Drank en mi cerebro… Pero no lo dudé,
aunque después me avergonzara, no lo dudé.
“Amo
a Lenya Craig, no subsistiré sin él. Quiero ir con él”.
“¿Y
eso por qué?” Preguntó cada vez más cerca.
“Porque
lo amo. Ellos estarán bien aunque no me vean. Solo quiero vivir junto a él, no
me importa nada más”.
Ella
hizo un gesto de sorpresa con todo su cuerpo. Aunque el rostro no podía verlo
supe que la había sorprendido.
“Oh,
qué curioso. Lo mismo que hizo tu madre, ¿no es así? La misma a la que juzgas
cada día”.
Sus
labios se arquearon en una tétrica sonrisa.
Mierda…
“Éramos
sus hijas. Pasamos cosas terribles cuando nos dejó.”
“Oh
sí… Aunque… Tengo entendido si la memoria no me falla… Que al irse con su amado
ustedes estaban muy bien, tenían trabajo y dinero. ¿Por qué no irse a vivir su
verdadero amor?”
“Debió
pensar que podría ocurrir algo malo”.
“Ah,
¿de veras? Entonces, lo justo es justo, yo opino que deberías regresar como
antes, si es que lo logras. Si sigues junto a Marin y cuidando a tu querido y
buen amigo… Tendrás la seguridad que nada malo pasará. Tú estarás para
evitarlo. No te reunirás con Lenya Craig. Tengo el poder de hacerte regresar al
pasado. Volverás a Drobak y Lenya jamás se cruzará en tu vida”.
“¡Prefiero
estar muerta sin él! ¡Quítame la vida si quieres pero elegiría estar con él hoy
y siempre!”
“Mmm…
Me mareas Liz, me lías tanto. Que ya no sé qué pensar. Juzgas a otro por lo que
tú harías también. No es lógico”.
“¡Suficiente!”
Una
voz diferente, dulce pero firme, cortó el diálogo con la fantasmagórica figura.
Ella inclinó el rostro y pareció mirar hacia el mar. Donde las olas bañaban las
rocas filosas.
“¿Qué
oportuna, Vepar? ¿Qué haces aquí?”
“Sabes
que tengo el poder de comunicarme contigo, querida Hela. Deja la chica en paz.
Ella ya eligió.”
No
veía demasiado por las sombras de la noche, sólo noté una silueta sentada en
las rocas de piernas largas y delgadas, cuyo cabello al viento le daba cierto
aire a una sirena.
“Estoy haciendo mi trabajo”. Protestó la tal Hela.
“El
tiempo está llegando a su fin. Déjala ir. Nos pertenece. Hemos esperado por
ella muchos años”.
Pareció
salir de su boca un gruñido de protesta. Sus dedos huesudos cogieron parte de
su túnica y la levantó elegantemente para que no arrastrara por la arena. Giró
y se alejó deslizándose como fantasma. Pero antes de desaparecer se detuvo y la
escuché nuevamente.
“Tu
rencor, Liz Craig, te traerá nuevamente hasta mí, algún día…”
Después
del impacto de escuchar esa frase que sonaba a sentencia, miré hacia las rocas.
La sirena no estaba allí. No había nadie…
¿Y
ahora?
Al
cambiar mi perspectiva hacia el mar, la voz dulce se escuchó…
“Nada
hacia las profundidades. Nada y no te detengas hasta reunirte con él”.
¿Qué?
¿Lenya estaba en el océano? No podía ser. Pero otra cosa me quedaba por hacer.
Me
puse de pie, tambaleante, aun por la emoción de lo vivido. Caminé hacia el mar
descalza. Mi vestido azul, aquel que había usado esa noche que lo había
conocido, fue empapándose por el movimiento de las olas. Sin embargo seguí,
seguí adentrándome al mar calmo y ondulante. Cuando el agua alcanzó mis
hombros, respiré profundo y me sumergí.
Si
tuviera que medir el tiempo que permanecí bajo el agua nadando sin rumbo fijo,
no podría hacerlo. Por momentos parecían ser horas, por otro lado daba la
sensación que recién me había sumergido. Nadé… Y seguí nadando hasta que creí
que abandonaría por sentirme extenuada.
Mis
ojos que contemplaban el turquesa a mí alrededor y a veces sombras que parecían
acompañarme en el camino, quedaron a oscuras. Pestañee una y otra vez… ¿Había
quedado ciega?
Una
luz alrededor me cegó, luz brillante como la lámpara de mi habitación… Pendía
de un techo… Techo blanco que tan bien conocía… Mi habitación…
No
me moví a pesar que percibía mis músculos y mi latido acompasado. Sólo mi iris
recorrió el ambiente. Las cortinas de tul con la ventana abierta a la derecha…
La noche bella como retazo de tela azul marino… El aroma a resina congelada, el
olor a hielo, y a sal de mar… Frente a mí el ropero entreabierto… Moví los
dedos de mis pies lentamente… Estaba vestida con mi pijama… Poco a poco, entre
el sonido de los latidos de mi corazón distinguí el retumbar de otro pulso…
Después el aire tibio de una respiración muy cerca de mí… a la izquierda.
Lentamente
moví mi cabeza hacia ese sentido y mis ojos lo contemplaron… A él… A mi único
amor…
Mi
mano se elevó con el impulso de tocarlo, pero me arrepentí antes de hacerlo. Es
que dormía como un ángel, con sus pestañas largas y espesas, sus labios
entreabiertos, sus rasgos duros pero que sabía que eran una máscara. Lenya
Craig era el ser más dulce y apasionado que había conocido en mi vida. Y era
mío, mío para toda la eternidad.
Una
lágrima resbaló por mi mejilla y murió en mis labios. Era tan salada como el
agua del mar. Estaba feliz, por fin la protagonista de aquellas historias de
fantasía con esos finales felices, era yo. Yo y mi vampiro.
Contemplé
nuevamente a Lenya. Sonreí… Y murmuré sin poder esperar un segundo más…
-Estoy
aquí.
Sus
ojos se abrieron de par en par. Abrió la boca asombrado, como poseído por una
visión irreal. ¿Pensaría todo este tiempo que yo no lo lograría? Pobrecito…
Se
incorporó de un salto y chocó la espalda con la pared.
Reí.
-¿Necesitas
practicar? –bromee.
-Liz
–tartamudeó.
Lentamente
me senté en la cama. Bueno, eso quise hacer aunque fue demasiado rápido para lo
que deseaba.
Estiré
la mano.
-Ven…
Ven y abrázame, mi amor. Regresé para no irme jamás.
-Liz…
Liz… Tú… ¿No estás enojada?
Arquee
la ceja y traté de recordar… ¿Habíamos discutido? No, él se sentía culpable por
haberme convertido.
Sonreí.
-No,
mi amor. Te doy las gracias por traerme a tu mundo. No desearía otra cosa para
mi vida que estar junto a ti para siempre.
Avanzó
rápidamente hasta que sus brazos me rodearon. Acarició mi cabello y me
contempló extasiado con ese amor que sólo sabía transmitir él.
-Liz…
Ay mi amor como sufrí…
Enredé
mis dedos en sus hebras finas y suaves. Pasé la lengua por mis labios mientras
me deleitaba con los suyos, rellenos, sedosos, tentadores.
No
tuve necesidad de pedirle ese beso que ansiaba. Él inclinó el rostro y se
perdió en mi boca hambrienta. Las lenguas se palparon, se acariciaron, se degustaron
una y otra vez. Mi corazón y el de él aumentaron el ritmo como galope. De
pronto, sofocada por el deseo, el aroma a salitre penetró mi nariz, ganando en
mí, un deseo mayor que el de estar en sus brazos…
Giré
el rostro hacia la ventana…
-¿Qué?
¿Qué ocurre, Liz?
-Me
llaman.
-¿Qué?
¿Quiénes?
-Ellas
me llaman, debo ir.
-Pero…
pero ¿Dónde quieres ir? –preguntó preocupado.
-Volveré,
no te preocupes.
-¡No,
Liz, espera!
De
un movimiento fugaz me abalancé hacia la ventana aferrándome al marco.
-¡Liz!
Lo
miré por última vez antes de saltar hacia el parque y correr hacia el este de
la mansión.
Lo
último que escuché al saltar los muros fueron voces de varios de la casa. El
ruido de carreras, de puertas abrir y cerrarse. A Charles informando, “¡irá al
Mar de Barents!” Y la voz desesperada de mi amado, “¡Anouk! Eres la más veloz,
¡síguela!”
Drank.
Había
transcurrido un día que había pisado la mansión para saber de Liz. Aún no sabía
nada y mis nervios carcomían cada molécula de mi cuerpo. Para distraerme Louk
me llevó a unas cimas cerca del acantilado. Fuimos con dos lobos más.
Uno
de ellos junto a Louk, practicaban deportes de riesgo. No era que me
entusiasmaba la idea. Siempre había sido un joven tranquilo. Creo que mi máxima
aventura sin medir consecuencias fue cuando me tiré en el río para sorprender a
Liz. No terminó muy bien esa tarde ya que un profesor tuvo que sacarme a nado.
En realidad si me ponía a pensar más allá de la vergüenza logré mi objetivo. La
rubia que me tenía loco reparó en mí y sonrió.
En
poco tiempo comenzamos a salir juntos y los dos sentíamos que éramos el uno
para el otro. De eso jamás tendría duda. Porque aunque Liz ahora amara a Lenya
con todo su corazón, sabía que en su momento yo ocupaba sus sentimientos y no
tenía rival en todo Drobak.
Mi
piel, mejor dicho, todo mi cuerpo, a pesar del tiempo mantenía esa sensación de
sus manos recorriéndome, de sus labios besando los míos. Del calor de sus
brazos rodeándome hasta quedarse dormida en mi cama.
-¡Ey!
–la voz de Louk me sacó del pensamiento-. ¿Qué tal me veo?
Los
grandes faroles que habíamos llevado para acampar iluminaban lo suficiente para
contemplarlo de cuerpo entero.
Caminaba
con una sonrisa contagiosa sosteniendo el armazón y una especie de paracaídas
angosto y largo.
Sonreí.
-¿Qué
haces con eso? –pregunté, viendo que se ataba parte de ello a la cintura.
-¿Cómo
que hago, Drank? Me tiraré en parapente.
-¿Hacia
abajo?
Rio.
-¿Y
para dónde sino?
-Pero…
-me acerqué observando las cuerdas y arnés-. ¿Es seguro?
-Por
supuesto. Y si no lo es, me daré cuenta cuando me estrelle contra el piso.
-¡Estás
loco! –reí.
-Calla,
lo he hecho muchas veces.
-¿Nunca
has tenido miedo?
-Las
primeras veces, sí.
-Vale.
Te esperaré con un vaso de chocolate aquí muy seguro en tierra firme.
-Anda,
si supieras lo maravilloso que es sentirse como un pájaro. Mientras vuelas y la
corriente del viento te lleva, olvidas todo. Es como si dejaras la gran mochila
atrás.
-Ah…
Okay, adelante.
Me
aparté sentándome en una roca con el termo de chocolate caliente bajo el brazo.
Atento vi a Louk de pie en un extremo a una distancia considerable de la arista
del barranco. Revisó los últimos detalles y tomó carrera hacia el precipicio.
Cuando
desapareció de la vista me puse de pie. Avancé hasta el final de las rocas
veteadas de un blanco inmaculado por la nieve. Me acerqué despacio para no
resbalar y agudicé la vista hacia abajo para verlo volar.
Guauu…
Las luces de la ciudad se veían como diadema de estrellas. Más allá, a la
izquierda la negrura profunda y el sonido de las olas.
-Allí
está –señaló uno de los lobos.
Allá
se veía pequeño ante tanta inmensidad y cielo abierto. Kirkenes gozaba de un
anochecer eterno y si la tela no hubiera sido fluorescente lo hubiera perdido
como si se lo hubiera tragado la noche.
Descendía,
poco a poco, en un suave vaivén. Después una de los extremos pareció inclinarse
y giró hacia la derecha.
-Oigan
–pregunté a los dos chicos que estaban preparando sus parapentes-. ¿Cómo frena
esa cosa?
Los
dos me miraron sonriendo.
-Con
los pies Drank, cuando llegue al suelo. Claro, si no se rompe un tobillo o
estrella su cara en la nieve.
-Pero…
¿por qué lo dejan hacer eso? Es un suicidio.
-Naaah,
está acostumbrado. No te preocupes.
-¿Regresará
pronto?
-Si
el viento no lo lleva hacia el Mar de Barents.
-¿Qué?
Rieron.
-Drank,
tranquilo. Sabe maniobrar. Cuenta con un mando en cada mano que acciona la
parte trasera de cada semi ala.
-Okay…
Antes
que siguieran burlándose de mí me senté quieto a esperar a mi amigo. Lo único
que pregunté el tiempo que tardaría en regresar a lo que me contestaron que
quizás una hora a pie subiendo por la cima.
Encender
la fogata nos había costado pero era de suponer que si no lo hubiéramos logrado
tendríamos que levantar campamento y regresar, ya que diciembre no era un mes
para pasar a la intemperie, menos a tanta altura. De todas formas había ido tan
abrigado que apenas podía moverme, Sin embargo disfrutaba de aquella reunión,
sentí que me hacía falta aquel grupo de locos capaces de todo.
El
parapente era muy similar al paracaídas, pero de estructura alargada y más
compleja. Ellos dijeron que las celdas que lo formaban se llenaban de aire para
mantener la forma aerodinámica. Para mí era demasiado sencillo para realizar
tamaña hazaña. El arnés permitiría que Louk fuera sentado, y no como si fuera
un paracaídas de los que ya conocía en programas de TV.
La
noche se sentía muy fría pero el cielo era una postal nocturna. Era una lástima
que no se apreciara en verano ya que en Kirkenes, al revés del invierno, el sol
no desaparecía del todo. Me hubiera gustado tirarme en la cima sin tanto abrigo
y mayor libertad para moverme, bajo la noche silenciosa.
Antes
de llegar Louk de su loca travesía, uno de los chicos salió de la carpa. Su
amigo ya había seguido los pasos de Louk y regresaría más tarde. Creí que
también se tiraría en parapente pero se acercó a mí sentándose cerca de la
fogata desenredando las cuerdas de su equipo.
-¿Has
podido integrarte en la reserva? ¿O aún te sientes un extraño?
Sonreí
y le ofrecí chocolate en un vaso.
-Gracias.
-Bueno,
extraño un poco Drobak, pero estoy contento de vivir con ustedes.
-Me alegro.
-Muy
rico el chocolate. ¿Lo preparaste tú?
-Sí…
Hizo
un movimiento de rotación con la cabeza observando el lugar.
-¿Te
das cuenta que aquí pareces solo en el mundo? Aunque estés con alguien más.
Eres tú y la naturaleza.
-Sí,
tengo esa sensación.
-Te
sientes como si pudieras desnudar el alma –bebió un sorbo y continuó-. Antes
solíamos venir más a menudo con un grupo más grande.
-¿Qué
les ocurrió?
Rio.
-Nada
Drank, no se mataron por volar si es a lo que te refieres. Simplemente tenemos
cosas que hacer. La rutina y las obligaciones nos van alejando y perdemos el
valor del tiempo y lo necesario que es disfrutarlo. Algunos de ellos se casaron
y tienen hijos. Tú sabes, las hembras se ponen pesadas.
Reí.
-Juro
que no me casaré nunca –bromeó.
-¿Y
llegaban hasta aquí solo para practicar deporte?
-No,
también encendíamos la fogata y cada uno contaba algo de sí mismo. Cualquier
cosa que fuera, aunque fuera reprochable. Sin embargo una vez que partíamos de
aquí, todo lo que habíamos confesado entre amigos quedaba en este lugar. La naturaleza guardaba ese secreto y lo más importante sin reclamar nada de tu
conducta.
-¿Cómo
si se liberaran?
-Exacto.
Nadie forzaba a nadie a contar más allá de lo que deseaba desahogarse. Había de
todo, créeme. Desde infidelidades a sus mujeres, hasta violencia sufrida por
los padres. También se contaban leyendas. En realidad se recordaban. Todos en
la reserva de conocemos desde pequeños nuestras leyendas.
-¿Quieres
contarme alguna?
Hizo
un gesto pensativo.
-A
ver, alguna que sea interesante para ti…
-La
que sea. Estoy nervioso porque Louk está tardando demasiado.
-No
te preocupes, tiene el viento a favor. Ah, y llámame Mike.
-Vale
–sonreí.
-Puedo
contarte una de vampiros y de lobos.
Liz
cruzó mi cabeza…Liz convertida… Ya no sería humana como yo… ¿Acaso no era de
esperar ese desenlace? Sí, pero de ahí a vivirlo…
-¿Estás
escuchándome?
Lo
miré.
-Sí,
claro.
-Cuenta
la leyenda que en el tiempo de la prehistoria había vampiros muy poderosos y
malvados, sólo buscaban hacernos daño o molestarnos. Ellos tenían envidia
porque los licántropos tenían una visión nocturna mejor que la de ellos. Tú
sabes, ellos se destacan por su fino oído.
-Ah…
Pues no sabía.
-Ellos
hacían bromas muy pesadas y huían con éxito, siempre dejándonos con la miel en
los labios. Los lobos no los distinguían por más que se esforzaran, y ellos nos
olían por el olor característico siendo su presa fácil. Aunque los lobos de
todo el mundo se reunieron para buscarlos y darles su merecido, los vampiros
eran rápidos y muy astutos para esconderse. Incluso con la vista desarrollada
de los lobos era difícil hallarlos. Una noche, los vampiros conquistaron a
varias hembras de las nuestras y se las llevaron arrebatándolas, enamorándolas,
destruyendo muchos hogares. Entonces, esa madrugada en medio de una tormenta,
cuentan que un gran Chamán, alfa de los licántropos, rezó a la naturaleza
pidiéndole ayuda. Nosotros siempre mantuvimos esa relación estrecha con lo
natural y los elementos del planeta. Fue así que la tormenta cesó y un arcoíris
muy bello cruzó el cielo. Sin embargo, este arcoíris era especial, le faltaba
un color de la gama. El violeta.
-¿Entonces?
–pregunté interesado.
-A
partir de ese día, el color violeta rodea los vampiros a los ojos de los lobos.
Es decir, no podrán esconderse nunca más.
-Muy
interesante.
-Al
menos hay parte de verdad.
-¿Cómo
dices?
-Los
vampiros tienen un halo que los rodea color violeta. Es así como sabemos que
son vampiros.
-Ah…
Pero yo no los veo con ninguna luz y he conocido varios.
-Porque
eres humano Drank, si fueran un lobo lo verías.
-Entiendo…
Me
mantuve en silencio observando cómo terminaba de arreglar su equipo y lo
depositaba a un costado. Se puso de pie y atizó el fuego que amenazaba
extinguirse.
-Creo
que hoy no me tiraré en parapente, me siento cansado. He trabajado desde las
cinco de la mañana de ayer. Mi padre tenía que terminar unos balances y lo
ayudé. Es contador.
-Amo
a una mujer que no me pertenece –murmuré.
Él
levantó la vista y me observó.
Al
ver que no continuaba contándole me animó.
-Anda,
dime lo que quieras. Quedará entre nosotros y la naturaleza de este lugar.
Asentí
aunque dudé por unos segundos. Al fin viendo que tomaba asiento y aguardaba mi
confesión, le conté… Todo.
-Es
decir, que la tal Liz ama a Lenya Craig y él te salvó la vida.
-Así
es.
-No
deberías sentirte culpable por amarla. Pero sí debes hacer un esfuerzo por
arrancarla del corazón.
-¿Cómo?
–pregunté angustiado.
-Supongo
que el hecho que sea tu amiga complica las cosas.
-No
quiero dejar de ser su amigo. Le pedí un tiempo para no vernos sin embargo
quisiera poder retomar mi amistad aunque sea más adelante. Cuando pueda mirarla
a los ojos y no sentir esta necesidad de tenerla entre mis brazos.
-Será
posible, verás. El tiempo que transcurra hasta que eso pase, dependerá de
muchos factores. Que tú no te obsesiones, que ella sea feliz con él y tú lo
veas, que alguien ocupe su lugar en tu corazón.
Sonreí
descreído.
-Lo
sé, ahora pensarás que nunca sucederá. Pero todos los seres necesitamos amar y
que nos amen. Llegará el momento que te hartarás de ser el único que ama de los
dos. Entonces, tus ojos ciegos porque sólo la contemplas a ella, verán a tu
alrededor –sonrió con picardía-. ¿No vas a decirme que no hay lindas chicas en
la reserva?
Reí.
-O
a lo mejor quien te dice. Y tu futuro amor se cruzará contigo cuando menos lo
esperes. Es lo bello de la vida. Las sorpresas que te regala. Déjate llevar.
Disfruta mientras tanto.
Miré
a mí alrededor. El paisaje silencioso a no ser por la explosión de alguna que
otra chispa que saltaba de la fogata. El cielo limpio y bello…
Me
puse de pie.
-¿Me
prestas tu parapente?
-Por
supuesto- extendió el equipo-. ¿Quieres ver cómo está confeccionado? Es
sencillo.
-No,
quiero usarlo.
Me
miró sorprendido.
-No
me mires así, ustedes dijeron que no tiene ningún secreto volar con esta cosa.
-Sí…
Es cierto… Pero.
-Vamos,
déjame sentir la sensación que dicen. ¿Me ayudas a ponérmelo?
Vi
la duda en sus ojos mientras se ponía de pie. Lo extendió y comenzó a ayudarme
a atar las correas.
-Te
daré todas las indicaciones necesarias… Aunque… Drank… ¿Por qué no esperas a
Louk?
En
ese instante como llamado por la casualidad mi amigo y el otro joven terminaban
de subir una pendiente. Louk se acercó sonriente a nosotros. Dejó caer el
equipo a un costado acercándose a la fogata para darse calor.
-¿Qué
tal te ha ido? –pregunté.
-Maravilloso.
¿Qué haces? –indagó viendo que trataba de colocarme el arnés.
-Voy
a volar en parapente.
Rio.
-En
serio. Quiero hacerlo.
-Tú
estás loco, ¿verdad?
-No,
me has dicho que es fácil.
-Bueno,
sí, pero… No… Espera… Mejor practica en primavera. Ahora la oscuridad puede
hacerte perder la orientación.
-Louk,
ya me dijiste. Allí –señalé hacia un sentido-, está el mar. Debo maniobrar en
sentido contrario.
-¿Tú
crees que es así nomás? ¿Como un volante de coche giras y girará hacia la
izquierda?
-Pues
no. Pero esto de aquí son comandos.
-¡Claro
que son comandos, Drank! Pero nunca lo has hecho.
-En
algún momento tiene que ser la primera vez –protesté.
Louk
miró a Mike.
-Déjalo.
Abajo hay planicie. Si sigue las indicaciones no habrá problema –contestó ante
la cara de recelo de mi amigo.
-¡Ya
Louk! Haré caso en todo lo que me digan.
-¿Sabes
que tendré que suicidarme si te ocurre algo? Bernardo me destripará acusándome
de insensato. Y no sólo eso, tendremos a tu amiga rubia convertida en flamante
vampiresa en la puerta de la reserva clamando venganza.
-Basta…
Basta de Liz. Por favor. Sólo trato de olvidarme de ella y tú vas y me la
recuerdas –protesté.
Louk
ayudó con el arnés.
-No
fue a propósito –murmuró-. Es que no sé si haremos bien en dejarte volar esta
noche, sin vuelo de prueba. Tendrías que volar en uno apropiado, uno doble. Que
permita acompañar a un instructor.
-Bueno,
no lo sabíamos y se me ha ocurrido ahora.
-Drank…
-Louk…
Ya…
Suspiró
con los brazos en jarro.
-Vale…
Comienzo a creer que el hecho de ser tu amigo pone en peligro mi existencia.
Reí.
-Tienes
mi permiso de mentir.
-¿Qué
dices?
-Si
algo sale mal, di que me robé el parapente cuando ustedes dormían. Total, el
secreto quedará aquí, entre ustedes y la naturaleza.
La reina del mar...al fin...me quede con gustito a poco en su rencuentro con Lenya,pero que bonito despertar!
ResponderEliminarPorfi que Dank no se haga papilla con el parapente!! Que nervios!!
Gracias por el capi amiga,espero el proximo!! Beos
¡Hola Ale! Jajajaja, me imagino que querría más pero ella debe hacer algo primero, por eso escapa de allí. Después veremos al regreso...
EliminarUn besazo gracias por comentar amiga!!
Vaya así que la Reina del Mar que inesperado!...al pobre de Lenya se quedo en shock por la reacción de Liz, ella no se iba a enojar con él, lo ama demasiado y ahora para donde irá Liz mmmm...gracias Lou tu capítulos siempre tan buenos!
ResponderEliminarUy adoro a esa pareja y es genial el poder de Liz. Te mando un beso
ResponderEliminarbien amiga LOU, un capítulo lleno de sorpresas y aventuras,,,abrazos
ResponderEliminar¡Hola Lobo! En este capi he respondido a Alelei, pero no he llegado a responder a tres lectores, por eso quería que supieras que saltearte no ha tenido ninguna intensión. De todo corazón espero que no piensen que es personal en absoluto. Un abrazo gigante desde estas tierras del sur.
Eliminartranquila, es un´placer seguirte,,,saludos de México
Eliminar"Reina del mar"... Qué bien suena
ResponderEliminarPor fin, Liz despierta... Qué alegría para Lenya
Pero Liz se ha ido al mar... siente que debe ir, la llaman... y el pobre Lenya no entiende nada
Hela intenta hacerle ver a Liz que ella está haciendo lo mismo que tanto reprocha a su madre
Me ha encantado la leyenda que Mike le cuenta a Drank... el arcoíris al que le falta el color violeta
Drank se ha empeñado en volar también... me parece muy peligroso
Otro capítulo que me ha encantado
Besos
¡Hola cielo! Sí, querida amiga, Liz dominarás los mares, esperemos que lo haga con rectitud y responsabilidad. Lenya deberá esperar, todo a su tiempo.
EliminarEs cierto, ocurre muchas veces, vemos la paja en el ojo ajeno. Es bueno que Hela se lo haya dicho ella sabe donde están las debilidades.
La leyenda fue un invento de mi parte pero en general me gustado que supieran de donde nace esa virtud de los lobos al distinguir vampiros.
Drank está bastante audaz. Vencer a la muerte creo que a la ha dado coraje pero debe tener cuidado nadie es inmortal ni siquiera los vampiros de mi novela. Me alegró tu comentario como siempre, muchas gracias cariño.