Saga para + 18

Iris púrpura es el cuarto libro de la saga Los Craig. Para comprender la historia y conocer los personajes es necesario partir de la lectura de Los ojos de Douglas Craig.

La saga es de género romántico paranormal. El blog contiene escenas de sexo y lenguaje adulto.

Si deseas comunicarte conmigo por dudas o pedido de archivos escribe a mi mail. Lou.


jueves, 28 de julio de 2016

¡Holaaaa! Aquí mis lectores les presento el segundo capítulo. Una guerra entre hembras comienza a gestarse y un encuentro entre hermanas muy esperado. Sólo les diré que como autora entiendo a Marin y entiendo a Douglas. Por un lado Douglas es muy joven y es normal que le asuste el compromiso. Y Marin, siempre soñó con un hogar y una gran familia. Ambos en parte tienen razón.
Todo de ustedes. Un beso y gracias por estar aquí.



Capítulo 2.
Sin mí.

Liz.
Es maravilloso abrir los ojos entre dormida y ver el amor de tu vida mirándote embelesado.

Sonreí y sonrió acostado de perfil.

-¿Me contemplabas dormir? –murmuré.

Una de mis manos se acercó a esos labios carnosos entreabiertos y los deslicé en un suave tacto.

-Sí, eso hacía.

Con un brazo me atrajo hacia él y nuestros pechos quedaron unidos sintiendo esos latidos tan diferentes uno de otro.

Me besó suavemente.

-¿Cómo has dormido “rubita”?
-Muy bien. Sobre todo después del agotamiento por tu culpa.

Me besó otra vez.

-Mmm… Amo ser el culpable de ese agotamiento.

Subí por su cuerpo mientras él se acomodaba boca arriba.

Apoyé la barbilla y descansé las manos en su pecho. Lo miré…

-Tienes unos ojos grises de vampiro, maravillosos, muy expresivos… Dicen muchas cosas.

Arqueó la ceja sin perder la sonrisa.

-¿Y qué dicen mis ojos de vampiro, expresivos?
-Dicen… Dicen que está muy enamorado…
-Oh… ¿Y qué más?
-Que… su corazón pertenece a una humana…
-¿Una humana? ¡Qué atrevimiento! ¡Qué audacia la de él!

Reí.

Nos miramos en silencio…

Acarició mi espalda desnuda. Las yemas de los dedos se deslizaban con tal delicadeza que parecía tener temor de romperme. ¿Tenía temor de romperme? En realidad habíamos hecho el amor varias veces pero siempre estaba atento, siempre expectante ante sus cambios físicos.

Lamentaba no llegar al orgasmo al mismo tiempo que él aunque sabía que tenía razón. Siempre me hacía llegar primero para después abandonarse entre mis brazos en un temblor exquisito y gemidos repetidos.

Sin embargo yo estaba alerta. Él me suplicaba, “Liz, si notas que aproximo mis colmillos peligrosamente a ti, por favor grita mi nombre, dime cualquier cosa que pueda sacarme del éxtasis. Aún no estoy preparado".

Estaba pendiente porque quizás hasta yo misma no estaba preparada para ser vampiresa. Por más que bromeara ilusionada con los personajes perfectos e inmortales de mis libros preferidos, en la vida real el cambio era drástico sin vuelta atrás.

-Te amo, ¿lo sabes? –susurré.

Su rostro se inclinó buscando mejor posición para observarme.

-¿Siempre me amaste? ¿O al principio me odiabas?

Sonreí.

-No a ti. A mí. Me odiaba a mí.
-¿Eso por qué?
-Por no tener el valor muchas veces de quitar del medio a Natasha y plantarme frente a ti, confesarte que no te dejaría en paz hasta que fueras mío.
-¿Ah sí? ¿Pensabas perseguirme? Creí que habías abandonado la lucha en Drobak.

Un brillo extraño cruzó su mirada.

-Quizás eso te pareció porque estaba con la cabeza y el cuerpo en otra misión. Ayudar a Drank en sus últimos momentos. Porque lo sabes… Eran sus últimos momentos.

Asintió en silencio…

-¿Y ahora?

Sabía que esa pregunta llegaría. Él jamás la hubiera pronunciado si lo pensaba dos veces. Era como mostrar su debilidad ante el miedo de perderme. Pero entre mis brazos y en la cama su sentido del orgullo quedaba nulo completamente.

-Tú sabes dentro de ti que jamás te cambiaría por nadie. Eres el amor de mi vida. Tú desapareces y yo no tardaré en perecer.
-No digas eso…

Giró y me rodeó con sus brazos atrapándome bajo su cuerpo.

Ese cuerpo cincelado por un artista.

Mis manos resbalaron por su ancha espalda…

-No me cansaré nunca de tocarte, de mirarte…
-Háblame de él.

Arquee una ceja.

-¿Para qué?
-Quiero saberlo todo. ¿Qué te atrajo? ¿Por qué te enamoraste de Drank?

Cerré los ojos unos instantes y volví a abrirlos perdiéndome en su mirada gris ahora tormentosa.

-No sé… Fue un conjunto de cosas. Era gentil y afectuoso. Era caballero y bonito.

Sonrió con una sonrisa ladeada.

-Me gustas cómo disfrazas las cosas para que suenen menos dolorosas. Lo de gentil lo cambiaría por “civilizado”. Lo de afectuoso por “apasionado”. Lo de bonito… Lo de bonito por “sexy” y dejémoslo ahí.

Reí.

-¿Sigues celoso de Drank?
-Depende, a veces sí. ¿Puedo?
-Sí, puedes… ¿Y yo? ¿Puedo acosarte con el tema de Natasha? Tu perfecta amiga.
-Natasha no es perfecta.
-Tampoco es Drank.

Me besó despacio… Lento… Correspondí con ganas como si no me hubiera tocado en meses.

-Esto tienes tú –jadee-. La mecha que enciendes y me recorre el cuerpo… Entonces… dejo de ser yo misma para ser parte de ti.

Me miró con ternura, con amor…

-Debo irme a la Isla del Oso esta noche.
-¿Otra vez? Te extrañaré. Contaré los minutos para verte de nuevo.
-Yo también…
-¿Qué? –pregunté con la certeza que necesitaba decirme algo más.
-¿Sabes que mañana llegará Drank a Kirkenes?
-Sí, lo sé. Quieres que no lo vea.

Arqueó la ceja.

-Jamás te pediría eso. Justo… Justo quería que supieras que confío en ti.

Sonreí.

-No podía esperar menos de ti, mi vampiro moreno. Cuando esta noche partas lejos, te llevarás parte de mi corazón.

Me miró sonriendo.

-¿Y con la otra parte que harás?

Reí.

-La otra parte quedará esperándote, latiendo ansiosa hasta que regreses.



Marin.

Mi hermana compartió un coñac conmigo sentadas en la sala de la mansión. Decidimos salir de compras juntas y cenar para poder conversar tranquilas. Sobre todo yo. Permanecer en la casa de los Craig significaba que podría cruzarme con Douglas en cualquier instante. Era mejor salir de allí.

Cuando mi hermana fue a mudarse de ropa y coger el bolso, suspiré contemplando las llamas de la estufa a leños.

Me sentía dichosa de tener a Liz cerca nuevamente. Además de saber que Drank ya no moriría por esa cruel enfermedad. Mi mundo sería completamente feliz si lograra tener una familia como la que había tenido hace un tiempo, con alguien que me amara y deseara tener hijos. Quizás el hecho de haber vivido un hogar desarmado y hecho pedazos me impulsaba a lograr lo que tanto había soñado de pequeña.

Mientras Liz corría por los jardines trepándose a los árboles yo jugaba con mi casa de muñecas y fantaseaba con una familia grande y llena de amor. Seguramente Carl me lo daría. Parecía estar muy interesado y cuidaba el menor detalle para hacerme sentir bien. ¿Lo lograba? Bueno… Se esforzaba. Poco a poco lo lograría.

No podía ir tras una aventura de un chico que solo quería divertirse. Perdería toda esperanza de ese hogar soñado. Aunque… ¿Cómo lo arrancaría de mi corazón? ¿Sería una obsesión?

El ruido de una moto me sobresaltó.

Mierda…

Douglas…

Charles salió de la cocina mientras mis manos comenzaban a temblar. ¿Y ahora qué diablos hacía? No iba a correr escaleras arriba como una loca buscando a mi hermana. Calma Marin, “debes superar verlo y no sentirte de esta forma”, me dije a mí misma.

Me puse de pie de un salto.

-¿Te vas, Marin? –preguntó Charles mientras abría los portones con el comando del panel.

Volví a sentarme.

-No, sólo estiraba las piernas –balbucee.
-Oh… Te queda hermoso ese vestido. ¿No te lo he dicho?
-Ah… No… Gracias.
-Pues ahora te lo digo. Estás muy bella.
-Gracias Charles.

Respiré profundo mientras él abría la puerta. La moto pareció seguir hasta el garaje.

Dios mío que hubiera una puerta trasera para que Douglas no tuviera que pasar por la sala. Pero no... Hubiera sido demasiada suerte...

-Buenas tardes.

La puta madre… Su voz me hacía temblar de pies a cabeza.

Clavé la vista en la alfombra y contesté.

-Buenas tardes.

De inmediato escuché otra voz…

¿Dios me odiaba? Al parecer sí…

-¡Marin! ¡Qué sorpresa verte por aquí!

Levanté la vista con el corazón latiendo alocado.

Camile…

Ella saludó a Charles con una sonrisa.

-¿Tú debes ser Charles? ¡Un placer!
-Sí, ese soy yo –sonrió Charles estrechando su mano. ¿Te han hablado de mí?
-Mucho –sonrió con esa sonrisa perfecta-. Pero todas palabras maravillosas.
-¡Qué bien!
-¿Se encuentran mi padre y Bianca, Charles?
-Tu padre en el despacho, Bianca en su habitación.
-¿Puedes decirles que vengan? Quiero presentarles a Camile.
-Oh, Camile –sonrió Charles-. ¿Qué origen tiene tu nombre?
-Ehm… Pues no lo sé, Charles –sonrió ella un poco confusa.
-Deberías saber el origen de tu nombre. Supongo que es importante. El mío proviene del Reino unido. Otro día te contaré la historia.
-¡Qué interesante! –contestó ella fingiendo interés.
-Bueno no creo que sea tan importante el origen de su nombre, Charles –señaló Douglas frunciendo el ceño.

Yo sonreí por dentro.

-Para mí sí. Habla de tus raíces.
-De mis raíces puedo decir que soy una loba –sonrió ella pestañeando seductora.
-Oh sí, eso lo olí a la distancia.
-Charles… ¿Podrías avisar a papá, por favor? Si lo prefieres puedo ir yo.
-No, por supuesto que iré yo. Puedo adivinar en tu mirada que tienes terror dejarla a solas conmigo –sonrió Charles guiñando un ojo-. Por favor, Camile. Siéntate y piensa que deseas de beber… Perdón o de comer. Cierto que eres una loba y también comes.

Vi a Douglas cogerla del brazo y acercarse a los sofás.

-No le hagas caso, Charles es el bromista de la familia.
-Por favor, Douglas, si me ha caído muy bien.

Mentirosa. Pensé.

Fue un momento muy incómodo. Ellos sentados frente a mí con el único sonido del chisporrotear de la leña. Noté de reojo como ella le cogía la mano. Digo de reojo porque yo buscaba cosas inexistentes en mi bolso de mano.

-Marin.

Al escuchar la voz de la bruja levanté la vista.

-¿Sí?
-¿Qué haces aquí? ¿Has venido a ver a tu hermana?
-Sí…
-Debes estar feliz de tenerla cerca otra vez.
-Sí, lo estoy.

Silencio…
Douglas retiró su mano de la de ella y se puso de pie.

-Te serviré café. ¿O deseas otra cosa?
-Un café está bien, amor.

¿Amor? Desgraciada loba, perra del infierno…

-¿Tú, Marin?
-No, muchas gracias.

Douglas desapareció por la puerta de la cocina. Miré la escalera rezando que mi hermana bajara de una buena vez.

-Ay Marin, estoy tan feliz.
-¿Sí? –pregunté con el temor a qué diría.
-Sí, Douglas está tan enamorado. Imagínate que cuando dijo que me presentaría a los Craig, casi muero de felicidad. Ya sabes lo que eso significa.
-Me imagino.

Tragué saliva…

¿Dónde diablos estaban esas frases de maldad que podrían ocurrírseme? Liz… ¿Por qué rayos no me había enseñado a ser sarcástica al igual que me había enseñado a copiarme en el colegio? A ver Marin un intento… Me dije a mí misma… Ah bueno… Podría ser…

La miré sonriendo.

-Sinceramente es un milagro. Douglas debe haber probado las camas de todos los hoteles de Kirkenes.

Sonrió con malicia.

-Bueno, es normal. No me conocía. Tu sabes está lleno de chicas fáciles que se dejan besar y manosear fácilmente. Seguramente aprovechó. Es un macho muy sexual.
-Sí, por supuesto.
-Con respecto a ti…
-¿Qué? –pregunté-. No hemos tenido nada con Douglas.

Rio.

-Eso ni lo digas, ya lo sé. No eres del tipo de hembra que vuelve loco a un macho. Suerte que mi primo Carl te ha conocido. De lo contrario Marin, con lo tímida y mojigata que eres hubieras terminado criando a tus futuros sobrinos –sonrió.

Le hubiera dicho… Sí… Le hubiera dicho que la mojigata que tenía en frente centenas de veces había soñado con Douglas montado encima de ella, o con su sexo caliente en mi boca. Pero callé.

-¿Sabes que mañana un amigo tuyo y su padre vendrán a vivir a la reserva? Lo dijo Bernardo en la reunión.
-Sí, su nombre es Drank. Es muy bueno.
-Ah… Dijo también que colaboráramos en hacerlos sentir como en casa. Aunque créeme, entre nosotras, no será fácil. No sé que tendrán para ofrecer humanos simples y corrientes.
-Drank es muy trabajador.
-Ah… Sí… Bueno siempre hay trabajo para seres rudos que sepan cortar leña.
-Él no solo corta leña. Hace mucho más que eso. Es un artesano –protesté.

Rio.

-¿Artesano? Es uno de los nombres que se les da a quienes no les ha dado la cabeza para estudiar.

Me puse de pie.

-Drank es inteligente.
-¿Por qué no estudió una carrera? Todos en mi familia somos universitarios.
-Entonces no sé qué haces trabajando de recepcionista en el hotel, Camile. Porque eso es lo que haces.

Ella me recorrió de pies a cabeza con una mirada lenta.

-No te pongas así. Si soy recepcionista es porque me gusta colaborar con Sabina. Tengo varios diplomas de honor a mis espaldas.
-Me altera que le digas a mi amigo que no es inteligente. Él no tuvo tu suerte y debió trabajar para ayudar a su padre.
-Oh… ¡Qué triste! Pero no te alteres. Recuerda, estás en la mansión de los Craig, debes guardar educación. Levantar la voz no es de una chica con modales.
-Si te escucha mi hermana hablando de su amigo no solo carecerá de modales sino te echará a patadas de aquí.
-¿Tú crees? ¿A mí? No seas ridícula, soy una loba y ella una simple humana.

Sonreí con los brazos en jarro.

-Humana o no, es la señora de esta casa junto con Bianca. Y en cuanto a humana… Solo espera… Algún día dejará de serlo para convertirse en vampiresa. Ahí te querré ver si eres tan valiente.
-Buenas tardes.

Sebastien entró a la sala seguido de Charles. Estaba muy elegante de traje color gris oscuro.

Camile se puso de pie y dibujo una sonrisa desgraciada.

-Señor Craig, ¡qué honor!
-Hola, gracias…

Ella extendió la mano y él la estrechó gentilmente. Me miró y sonrió.

-Marin, ¿has visto a Liz?
-Sí, Sebastien. Gracias. Dijo que bajaría en unos minutos. Prometió salir de compras conmigo. Iremos por unos zapatos.
-¡Qué bien!
-Marin –dijo Camile sonriendo amablemente-, en la calle principal hay ofertas al alcance de todos. Puedes ver ahí. Hay para todos los bolsillos.
-Te lo agradezco –dije a regañadientes.

Douglas salió de la cocina con dos cafés.

-Ah papá, ya conociste a Marin?

Sebastien y Charles rieron.

-¿A Marin? Pero si ya la conozco –sonrió Sebastien.

Douglas entregó el café a Camile y titubeó.

-Perdón, quise decir Camile.
-Por supuesto, acabo de tener el placer –sonrió Sebastien cogiendo asiento.
-Sí, todos acabamos de tener ese gran placer –dijo Charles sonriente.

No me senté. Cogí mi bolso y me excusé.

-Esperaré a mi hermana en el parque. Saludaré a Ron de paso.

Charles me cogió del brazo y me sentó a su lado.

-Querida en el parque hace frío y a Ron ya lo has saludado.

Titubee.

-Lo que ocurre… Es que ustedes querrán estar en familia… Yo no soy parte de ello.
-Estás equivocada sí eres parte de la familia, ¿o no Sebastien?
-Por supuesto. Eres hermana de Liz. Además te apreciamos mucho.
-Gracias.

Tenía ganas de ponerme a llorar…

¿Por qué no actuaba como Liz? Ella se hubiera acomodado en el sofá, hubiera cruzado las piernas pacíficamente, y hubiera pedido un café a Douglas buscando la oportunidad de hacer sentir incómoda a la loba. Pero no… Yo no era Liz. Era una imbécil que dejaba que una estúpida engreída me refregara el romance que tenía con el dueño de mi corazón.

¿Y él? ¿Cómo era posible que la hubiera presentado ante los Craig?

Su romance iba en serio. ¡Claro! Si ella debería saber los secretos del Kamasutra de principio al fin.

-Cuéntame Camile, ¿a qué te dedicas? No es un interrogatorio, es curiosidad, no sabemos nada de ti –sonrió Sebastien.

Ella sonrió complacida.

Perra y mil veces perra. ¿Dónde mierda estaba Liz?

-Bueno, Sebastien, no sé por dónde comenzar a contarles…
-Cualquier cosa servirá, querida –dijo Charles sin perder la sonrisa amable-, total Douglas nunca nos ha hablado de ti.
-Sí hablé –interrumpió Douglas enojado-. Lo que ocurre es que tú estás siempre ocupado para escucharme.
-Oh, querido… ¡De verdad lo lamento! Es que no recuerdo nada. Te diré más, recuerdo que me has dicho las asignaturas que has rendido, las notas de las calificaciones, la discusión con Numa hace una semana que por cierto me has dicho ya se reconciliaron, lo que almorzaste ayer que no te gustó demasiado y… No… De Camile no recuerdo nada.
-Charles… -Sebastien lo miró- ¿Por qué no vas a verificar si todo está en orden?

Charles dio un vistazo alrededor de la sala y continuó sentado.

-Sí, está todo en orden.

Douglas se puso de pie con gesto enérgico.

-Iré por Bianca.

Pero la dama de los Craig bajaba la escalera en ese instante acompañada de mi hermana. ¡Gracias Dios mío!

-Buenas tardes. Veo que tenemos visitas.

Lucía un vestido negro de invierno cerrado al cuello, medias color natural, y zapatos stiletto. Peinada con un moño alto y sofisticado le daba más altura de la que siempre había gozado.

Sebastien se puso de pie y sus ojos al contemplarla delataron el gran amor que le tenía. Camile unió sus manos inquietas y permaneció sentada.

Evidentemente tenía un buen manejo de los machos pero no de las hembras, sobre todo de la clase de Bianca. Mi prima tenía cierta energía de poder y presencia cada vez que debías pararte frente a ella y presentarte. Aun cuando era una humana.

Era mi oportunidad.

-Camile, por favor no te quedes sentada, no es de buenos modales –susurré.

Ella me miró con rabia y se puso de pie.

Sonreí…

Sí, sonreí a pesar de todo. A pesar de tener en la garganta un nudo que me apretaba y buscaba aliviarse por medio de un llanto desgarrador.

Mi hermana bajó las escaleras y se acercó a mí. La miró y sin perder tiempo preguntó.

-Hola, tú debes ser…
-Camile –le respondió ella-. La prometida de Douglas.

Supe que la frase le había caído como bomba a varios, me incluyo. Sin embargo Bianca no perdió la sonrisa aunque fijó sus ojos en los ojos de Douglas. Ellos tenían una comunicación estrecha.

-Vaya… Bienvenida –dijo Bianca.
-Es un honor conocerla, Bianca Craig.
-Gracias, eres muy gentil. Y… Aquí… tu prometido… ¿Te ha servido algo de beber?
-Oh sí, muchas gracias.
-Siéntate, por favor. Íbamos a salir con mi marido pero la ocasión merita que nos retrasemos, ¿verdad, querido?
-Sí, por supuesto.
-Nosotras nos vamos de compras –agregué.
-¡Qué se diviertan! –dijo Bianca.
-Las acompaño –dijo Charles señalando cortés la puerta.

Ya en el parque Liz caminó hacia los portones que se abrían de par en par. Giré para saludar a Charles que había quedado de pie en el portal.

Él respondió al saludo con la mano y gritó…

-Regresa cuando quieras, esta es tu casa.

Sonreí.

Liz rio.

-Amo a ese mayordomo.
-Tú no sabes lo que ocurrió mientras estuviste ausente.
-Cuenta.

Caminamos por el sendero mientras Ron bajo un ciprés nos tiraba un beso y sonreía.

-La hizo sentir tan incómoda. Se nota que no la quiere –reí con más ganas de llorar que de otra cosa.
-Charles es inteligente e intuitivo, sabrá porque lo hace.
-Sí –volví a reír.

Liz se detuvo y me cogió del brazo.

-Aguarda.

Mi risa se esfumó de un soplido hasta convertirse en un llanto.

-Marin…

-Dios… ¡Qué difícil! No sé cómo has hecho para estar frente a Natasha cuando ella y Lenya eran pareja.

Ella acarició mi cabello.

-No llores. La fuerza la sacas del mismo amor. Es la misma que te hará luchar si Douglas es a quien amas de verdad.
-Yo sé que lo amo. Pero él no.
-No te adelantes.
-Liz, la trajo aquí, la presentó. No nos engañemos.

Una bocina me sobresaltó. No habíamos escuchado el leve ruido del motor del porche.

-Oh, es Carl…
-¿Qué mierda quiere? ¿No les ha dicho que saldrías conmigo?
-Sí, quizás lo olvidó.
-¿No digas?

Carl Salió del coche vestido de traje burdeos.

-Marin, ¿cariño, te alcanzo al hotel?
-Pues fíjate que no –protestó Liz acercándose.
-Liz –susurré.
-Oh… Liz… Por fin te dejas ver. Cierto que has estado de enfermera en Drobak, ¿no es así?

Mi hermana subió la cremallera de la cazadora y cruzó los brazos.

-Te han informado mal, no estuve de enfermera. Estuve cuidando a un amigo.
-Oh… Muy liberal debe ser Lenya Craig para dejarte tan cerca de otro macho.

Yo temblé…

Liz sonrió.

-Sí, en eso tienes razón. Lenya es tan macho y seguro de sí mismo que no se permitiría tener celos de un amigo mío.

Carl cambió la vista fija en mi hermana y me miró.

-Amor, entonces después de las compras puedo esperarte en Kirkenes donde desees y así vamos juntos al hotel.
-Ay, no va poder ser –contestó Liz.
-¿Ah no?
-Esta noche es nuestra, comprenderás que no nos vemos hace mucho.
-No tanto, Marin viajó para verte no hace un mes.
-¡Pero qué bien llevas la cuenta! –burló Liz-. Debería decirte la fecha de mi última menstruación y ya no tendría que ir anotando por ahí cuando me toca. Tienes una memoria prodigiosa.
-Liz, por favor –susurré.
-Okay… Te veré cuando termines tu paseo –contestó de mal modo Carl.
-Mañana, si quieres la ves mañana. Hoy no. ¿O no entiendes el idioma?

Él me miró.

-Mañana nos veremos Carl, hoy se lo dedicaré a mi hermana.
-Como gustes.

Arrancó el porche y partió a toda velocidad.

……………………………………………………….......................

Después de comprar un par de botitas de piel para mí y unas botas largas de color negro para Liz, mi hermana y yo escogimos un restaurante modesto pero muy cálido para cenar esa noche. Por la ventana podía verse la fachada de la Universidad de Kirkenes y la calle concurrida debido a la fecha del mes. Principio de noviembre mucha gente había cobrado su sueldo y gran cantidad de ellos ya pensaban en las fiestas Navideñas.

Kirkenes era muy bonito en Navidad, pero nunca lo sería como Drobak, ciudad famosa por ser el hogar del misterioso Santa Claus.

-¿En qué piensas, Marin?

Aparté la vista de la ventana y miré el iris azul verdoso de mi hermana.

-En Drobak. Lo bello que se viste en Navidad.
-Cierto.

Cogió la carta en sus manos y echó un vistazo.

-¿Qué tienes ganas de cenar?
-Ehmm… Pues no sé. Lo que tú quieras.
-No, dime tú. Pediré lo que me guste pero quiero que pruebes algo que tengas ganas. No sé… Traje suficiente dinero para que nos demos el gusto.
-Oye, pensé que habías quedado en la ruina después de lo Drank. No es necesario que pidamos algo costoso.
-Sí, es necesario, porque nos debemos una cena como Dios manda. Además Lenya me dio tantas coronas como si fuéramos a comer en Paris.
-¿Lenya? ¿Y tú aceptaste?

Encogió los hombros.

-¿Por qué no? Es mi pareja. Lo de él es mío y lo mío es de él. Claro ahora tengo poco pero si fuera al revés sería igual.

Sonreí.

-Ay Liz, es que eres complicada de entender. Eres tan orgullosa y has aceptado que Lenya te pague nuestra salida.
-Por supuesto, y las botas también son un regalo de él.
-¿Y el orgullo? ¿Dónde te ha quedado?
-En el mismo lugar que siempre estuvo, querida. Es lo justo, ¿por qué no aceptar ayuda de quien será mi marido? –guiñó el ojo.
-Pero viniendo de ti es increíble.
-Marin, no confundas el correcto orgullo y dignidad con la estupidez. Si no aceptara ayuda y regalos de quien me ama sería una estúpida. Y a él lo enojaría.
-Señoritas –el mozo depositó tres bandejitas de mimbre con palitos de orégano y de queso, dos cubitos de manteca, y tres recipientes pequeños de loza con salsas diferentes-. ¿Ya han decidido que cenarán?
-Yo voy a pedir un bife de cordero y papas noisette –dije sonriente.

Liz sonrió.

-Me parece bien. Yo pediré pollo grillado y verduras saltadas con salsa blanca.
-Muy bien señoritas. ¿Para beber?
-¿Qué nos recomienda? –preguntó mi hermana.
-Bueno en el caso del bife de cordero recomendaría un buen vino tinto con cuerpo. Para el pollo más aconsejable…
-Traiga el vino tinto, por favor –interrumpió.
-Como guste. De inmediato despacharé la orden.
-Gracias –dijimos al unísono.

Cuando quedamos solas Liz cogió un palillo y lo hundió en uno de los recipientes.

Iba a imitarla para probar la salsa pero su frase me congeló.

-Drank no quiere verme.

Quedé con el palillo de queso suspendido en el aire y la miré.

-¿Lo dices en serio?
-Sí –mordió el palillo.
-¿Cuándo te lo dijo?
-Por móvil. Cuando le di los datos sobre Bernardo y la propuesta. En realidad no lo dijo pero cuando pregunté si pasaría por la mansión puso miles de excusas.
-No creo que no desee verte. Has hecho de todo por él. Drank no es desagradecido.
-Correcto, no es desagradecido. Por eso no querrá tener contacto conmigo.
-¿Perdón?
-Marin… Lenya le salvó la vida.
-Ah… entiendo. ¿Se lo habrá pedido Adrien?
-No lo creo. Es que Drank lo creerá correcto.
-Pobre Drank… Ojalá encuentre una persona que lo ame mucho.
-Sí, supongo que en la reserva debe haber buena gente.
-Sí. Bernardo y Sabina lo son. Además Carl y su familia. Son muy respetados en la manada.

Mi hermana arqueó la ceja y mordió el resto del palillo antes de hundirlo en la crema de color rosa.

-Bueno lo de Carl y su familia permíteme dudarlo.

Sonreí negando con la cabeza.

-Anda Liz, que te lo pones entre ojos y no ha hecho nada malo.
-Por ahora. Lo estaré vigilando.
-Liz –supliqué-, si me arruinas la oportunidad que tengo de ser feliz no sabré que hacer. Es un poco soberbio pero me ama y quiere verme feliz.
-Ajá… Escucha, no quiero imponerte a nadie ni que vivas como yo deseo. Sin embargo ten mucho cuidado con él. No lo sé, no me cae bien, y casi nunca me equivoco.
-Tú lo has dicho casi nunca.
-Okay… Estate atenta. Si fuera Douglas estaría más tranquila aunque vivieran discutiendo. Es que es otra cosa lo que veo en Carl… No sé… vanidad, soberbia…
-Y en Douglas veo inmadurez. No desea tener novia. Solo aventuras. No es lo que busco yo. Liz, quiero que entiendas de una vez por todas que Douglas no me quiere seriamente, desea meterme en su cama. Y si lo logra seré su trofeo y yo quedaré sola y enamorada llorando por él.
-Creí que ya llorabas por él como hace un par de horas antes de salir.

Fruncí el ceño, enfadada.

-Vale cortemos aquí. No te enojes,
-Sé lo que quiero para mi vida. Tú y yo somos diferentes. Hasta la reacción cuando mamá nos dejó fue distinta.
-Ahora que la mencionas, Lenya dijo que debíamos hablar sobre ella cuando regresara de la Isla.
-¿Por qué crees que él querría hablarte del tema?
-Supongo que ahora somos pareja y convivimos y las familias respectivas son temas en común. Querrá saber si la perdoné o si la quiero encontrar para mi boda, no se me ocurre.
-¿Y la perdonaste?
-Lo tengo que hacer.
-¿Por qué?
-Porque… -juntó las manos a la altura de la boca-. En uno de esos instantes de desesperación pensando que Drank moría… Yo… prometí que si salía de la crisis dolorosa que estaba sufriendo yo perdonaría mamá. Y esa noche, Drank pudo dormir.
-Hemos pasado cosas horribles hermana. ¿Tú crees que llegará un tiempo feliz para nosotras?

Sonrió y me cogió la mano.

-Por supuesto, no tengo dudas.

Esa noche Liz durmió en el hotel “La manada”. Dormir lo que se dice, casi nada. Ambas pasamos prácticamente conversando y poniéndonos al día. Le conté mi relación con Carl y ella la suya con Lenya. Nos divertimos, reímos, y también nos pusimos tristes recordando a Signy.

Pero como decía ella, la vida seguía y había que ponerse de pie y seguir luchando.

Quizás muy pronto yo también haría preparativos para una boda. Quizás…

NOTA: El próximo capi será la llegada de Drank a Kirkenes. Mucha emoción y una bienvenida de parte de los lobos muy adecuada.
Nos vemos. Besos.




9 comentarios:

  1. Yo voy ayudar a Marin darle su merecido a esa tipa de Camile, me cayo mal!!!....e igual Carl parece un novio muy posesivo mmmm...gracias por el capitulo me encantó!

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    1. ¡Hola Lau! Me parece muy bien. Camile se está ganando enemigos. Y si tu supieras las cosas que llegará a hacer.... pero bueno hay que esperar querida lectora, todo llega.

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  2. Uy pobre Marin me cayó pésimo Camile. Veamos que pasa. Ojala algún día Douglas se avispe. Un beso y buen fin de semana

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    1. ¡Hola Citu! Camile es arrogante y engreída. No creo que sea la hembra adecuada para Douglas y creo que Douglas sale por despecho pero como dices, veremos que pasa. Un besazo grande y gracias por comentar.

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  3. Pobre Marin, que falta le hace una alta dosis de sarcasmo para ubicar a esa perra, perdon loba, en su sitio.
    Me encantó el desliz de Douglas...muy Freudiano diría yo!
    En cuanto a Carl...solo diré que no veo la hora de que Douglas le acomode las ideas, me parece un imbecil de primera categoria.
    Excelente capi amiga, como siempre, pero se me paso volando. Para cuando el proximo??jajaja
    Te quiero hermosa! Besos

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    1. ¡Hola amiga! Has visto Marin le falta ese carácter que pondría en su lugar a la loba.
      Carl es un perfecto idiota. Espero que todo termine bien, depende de dos, de Douglas y también de Marin, no te olvides que ella ha elegido estar con él.
      Te agradezco el comentario querida amiga un besazo.

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  4. de nuevo contigo amiga LOU, y disfrutando de tu pluma, buen capítulo,,,saludos

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  5. Me ha encantado ver a Lenya y a Liz juntos y felices
    Ya veremos qué ocurre con la llegada de Drank... pero creo que Lenya ya confía plenamente en Liz
    La verdad es que no me gusta Carl, y tampoco me gusta Camile
    Esa equivocación de Douglas, al nombrar a Marin en lugar de a Camile, me ha encantado y me ha hecho sonreír... Esas cosas pasan a veces... te equivocas y nombras a la persona que en realidad te importa
    He disfrutado mucho del capítulo, Lou
    Besos

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  6. Dios! Ya necesitaba mi dosis de estos personajes! Como siempre un capítulo excelente, y opino como Liz (aunque ya lo sabes) con respecto a Carl, tiene un aura que no da confianza. Voy a seguir leyendo jaja te adoro!<3

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