Todo de ustedes. Un beso y gracias por estar aquí.
Capítulo 2.
Liz.
Es maravilloso
abrir los ojos entre dormida y ver el amor de tu vida mirándote embelesado.
Sonreí y sonrió
acostado de perfil.
-¿Me
contemplabas dormir? –murmuré.
Una de mis manos se acercó a esos labios carnosos entreabiertos y los deslicé en un suave tacto.
-Sí, eso hacía.
Con un brazo me
atrajo hacia él y nuestros pechos quedaron unidos sintiendo esos latidos tan
diferentes uno de otro.
Me besó
suavemente.
-¿Cómo has
dormido “rubita”?
-Muy bien. Sobre
todo después del agotamiento por tu culpa.
Me besó otra
vez.
-Mmm… Amo ser el
culpable de ese agotamiento.
Subí por su
cuerpo mientras él se acomodaba boca arriba.
Apoyé la
barbilla y descansé las manos en su pecho. Lo miré…
-Tienes unos
ojos grises de vampiro, maravillosos, muy expresivos… Dicen muchas cosas.
Arqueó la ceja
sin perder la sonrisa.
-¿Y qué dicen
mis ojos de vampiro, expresivos?
-Dicen… Dicen
que está muy enamorado…
-Oh… ¿Y qué más?
-Que… su corazón
pertenece a una humana…
-¿Una humana?
¡Qué atrevimiento! ¡Qué audacia la de él!
Reí.
Nos miramos en silencio…
Acarició mi
espalda desnuda. Las yemas de los dedos se deslizaban con tal delicadeza que
parecía tener temor de romperme. ¿Tenía temor de romperme? En realidad habíamos
hecho el amor varias veces pero siempre estaba atento, siempre expectante ante
sus cambios físicos.
Lamentaba no
llegar al orgasmo al mismo tiempo que él aunque sabía que tenía razón. Siempre
me hacía llegar primero para después abandonarse entre mis brazos en un temblor
exquisito y gemidos repetidos.
Sin embargo yo
estaba alerta. Él me suplicaba, “Liz, si notas que aproximo mis colmillos
peligrosamente a ti, por favor grita mi nombre, dime cualquier cosa que pueda
sacarme del éxtasis. Aún no estoy preparado".
Estaba pendiente
porque quizás hasta yo misma no estaba preparada para ser vampiresa. Por más
que bromeara ilusionada con los personajes perfectos e inmortales de mis libros
preferidos, en la vida real el cambio era drástico sin vuelta atrás.
-Te amo, ¿lo
sabes? –susurré.
Su rostro se
inclinó buscando mejor posición para observarme.
-¿Siempre me
amaste? ¿O al principio me odiabas?
Sonreí.
-No a ti. A mí.
Me odiaba a mí.
-¿Eso por qué?
-Por no tener el
valor muchas veces de quitar del medio a Natasha y plantarme frente a ti,
confesarte que no te dejaría en paz hasta que fueras mío.
-¿Ah sí?
¿Pensabas perseguirme? Creí que habías abandonado la lucha en Drobak.
Un brillo
extraño cruzó su mirada.
-Quizás eso te
pareció porque estaba con la cabeza y el cuerpo en otra misión. Ayudar a Drank
en sus últimos momentos. Porque lo sabes… Eran sus últimos momentos.
Asintió en
silencio…
-¿Y ahora?
Sabía que esa
pregunta llegaría. Él jamás la hubiera pronunciado si lo pensaba dos veces. Era
como mostrar su debilidad ante el miedo de perderme. Pero entre mis brazos y en
la cama su sentido del orgullo quedaba nulo completamente.
-Tú sabes dentro
de ti que jamás te cambiaría por nadie. Eres el amor de mi vida. Tú desapareces
y yo no tardaré en perecer.
-No digas eso…
Giró y me rodeó
con sus brazos atrapándome bajo su cuerpo.
Ese cuerpo
cincelado por un artista.
Mis manos
resbalaron por su ancha espalda…
-No me cansaré
nunca de tocarte, de mirarte…
-Háblame de él.
Arquee una ceja.
-¿Para qué?
-Quiero saberlo
todo. ¿Qué te atrajo? ¿Por qué te enamoraste de Drank?
Cerré los ojos
unos instantes y volví a abrirlos perdiéndome en su mirada gris ahora tormentosa.
-No sé… Fue un
conjunto de cosas. Era gentil y afectuoso. Era caballero y bonito.
Sonrió con una
sonrisa ladeada.
-Me gustas cómo
disfrazas las cosas para que suenen menos dolorosas. Lo de gentil lo cambiaría
por “civilizado”. Lo de afectuoso por “apasionado”. Lo de bonito… Lo de bonito
por “sexy” y dejémoslo ahí.
Reí.
-¿Sigues celoso
de Drank?
-Depende, a
veces sí. ¿Puedo?
-Sí, puedes… ¿Y
yo? ¿Puedo acosarte con el tema de Natasha? Tu perfecta amiga.
-Natasha no es
perfecta.
-Tampoco es
Drank.
Me besó
despacio… Lento… Correspondí con ganas como si no me hubiera tocado en meses.
-Esto tienes tú
–jadee-. La mecha que enciendes y me recorre el cuerpo… Entonces… dejo de ser
yo misma para ser parte de ti.
Me miró con
ternura, con amor…
-Debo irme a la
Isla del Oso esta noche.
-¿Otra vez? Te
extrañaré. Contaré los minutos para verte de nuevo.
-Yo también…
-¿Qué? –pregunté
con la certeza que necesitaba decirme algo más.
-¿Sabes que
mañana llegará Drank a Kirkenes?
-Sí, lo sé.
Quieres que no lo vea.
Arqueó la ceja.
-Jamás te
pediría eso. Justo… Justo quería que supieras que confío en ti.
Sonreí.
-No podía
esperar menos de ti, mi vampiro moreno. Cuando esta noche partas lejos, te
llevarás parte de mi corazón.
Me miró
sonriendo.
-¿Y con la otra
parte que harás?
Reí.
-La otra parte
quedará esperándote, latiendo ansiosa hasta que regreses.
Marin.
Mi
hermana compartió un coñac conmigo sentadas en la sala de la mansión. Decidimos
salir de compras juntas y cenar para poder conversar tranquilas. Sobre todo yo.
Permanecer en la casa de los Craig significaba que podría cruzarme con Douglas
en cualquier instante. Era mejor salir de allí.
Cuando
mi hermana fue a mudarse de ropa y coger el bolso, suspiré contemplando las
llamas de la estufa a leños.
Me
sentía dichosa de tener a Liz cerca nuevamente. Además de saber que Drank ya no
moriría por esa cruel enfermedad. Mi mundo sería completamente feliz si lograra
tener una familia como la que había tenido hace un tiempo, con alguien que me
amara y deseara tener hijos. Quizás el hecho de haber vivido un hogar desarmado
y hecho pedazos me impulsaba a lograr lo que tanto había soñado de pequeña.
Mientras
Liz corría por los jardines trepándose a los árboles yo jugaba con mi casa de
muñecas y fantaseaba con una familia grande y llena de amor. Seguramente Carl
me lo daría. Parecía estar muy interesado y cuidaba el menor detalle para
hacerme sentir bien. ¿Lo lograba? Bueno… Se esforzaba. Poco a poco lo
lograría.
No
podía ir tras una aventura de un chico que solo quería divertirse. Perdería
toda esperanza de ese hogar soñado. Aunque… ¿Cómo lo arrancaría de mi corazón?
¿Sería una obsesión?
El
ruido de una moto me sobresaltó.
Mierda…
Douglas…
Charles
salió de la cocina mientras mis manos comenzaban a temblar. ¿Y ahora qué
diablos hacía? No iba a correr escaleras arriba como una loca buscando a mi
hermana. Calma Marin, “debes superar verlo y no sentirte de esta forma”, me dije a
mí misma.
Me
puse de pie de un salto.
-¿Te
vas, Marin? –preguntó Charles mientras abría los portones con el comando del
panel.
Volví
a sentarme.
-No,
sólo estiraba las piernas –balbucee.
-Oh…
Te queda hermoso ese vestido. ¿No te lo he dicho?
-Ah…
No… Gracias.
-Pues
ahora te lo digo. Estás muy bella.
-Gracias
Charles.
Respiré
profundo mientras él abría la puerta. La moto pareció seguir hasta el garaje.
Dios
mío que hubiera una puerta trasera para que Douglas no tuviera que pasar por la
sala. Pero no... Hubiera sido demasiada suerte...
-Buenas
tardes.
La
puta madre… Su voz me hacía temblar de pies a cabeza.
Clavé
la vista en la alfombra y contesté.
-Buenas
tardes.
De
inmediato escuché otra voz…
¿Dios
me odiaba? Al parecer sí…
-¡Marin!
¡Qué sorpresa verte por aquí!
Levanté
la vista con el corazón latiendo alocado.
Camile…
Ella
saludó a Charles con una sonrisa.
-¿Tú
debes ser Charles? ¡Un placer!
-Sí,
ese soy yo –sonrió Charles estrechando su mano. ¿Te han hablado de mí?
-Mucho
–sonrió con esa sonrisa perfecta-. Pero todas palabras maravillosas.
-¡Qué
bien!
-¿Se
encuentran mi padre y Bianca, Charles?
-Tu
padre en el despacho, Bianca en su habitación.
-¿Puedes
decirles que vengan? Quiero presentarles a Camile.
-Oh,
Camile –sonrió Charles-. ¿Qué origen tiene tu nombre?
-Ehm…
Pues no lo sé, Charles –sonrió ella un poco confusa.
-Deberías
saber el origen de tu nombre. Supongo que es importante. El mío proviene del
Reino unido. Otro día te contaré la historia.
-¡Qué
interesante! –contestó ella fingiendo interés.
-Bueno
no creo que sea tan importante el origen de su nombre, Charles –señaló Douglas
frunciendo el ceño.
Yo
sonreí por dentro.
-Para
mí sí. Habla de tus raíces.
-De
mis raíces puedo decir que soy una loba –sonrió ella pestañeando seductora.
-Oh
sí, eso lo olí a la distancia.
-Charles…
¿Podrías avisar a papá, por favor? Si lo prefieres puedo ir yo.
-No,
por supuesto que iré yo. Puedo adivinar en tu mirada que tienes terror dejarla
a solas conmigo –sonrió Charles guiñando un ojo-. Por favor, Camile. Siéntate y piensa que deseas de beber… Perdón o de comer. Cierto que eres una
loba y también comes.
Vi
a Douglas cogerla del brazo y acercarse a los sofás.
-No
le hagas caso, Charles es el bromista de la familia.
-Por
favor, Douglas, si me ha caído muy bien.
Mentirosa.
Pensé.
Fue
un momento muy incómodo. Ellos sentados frente a mí con el único sonido del
chisporrotear de la leña. Noté de reojo como ella le cogía la mano. Digo de
reojo porque yo buscaba cosas inexistentes en mi bolso de mano.
-Marin.
Al
escuchar la voz de la bruja levanté la vista.
-¿Sí?
-¿Qué
haces aquí? ¿Has venido a ver a tu hermana?
-Sí…
-Debes
estar feliz de tenerla cerca otra vez.
-Sí,
lo estoy.
Silencio…
Douglas
retiró su mano de la de ella y se puso de pie.
-Te
serviré café. ¿O deseas otra cosa?
-Un
café está bien, amor.
¿Amor?
Desgraciada loba, perra del infierno…
-¿Tú,
Marin?
-No,
muchas gracias.
Douglas
desapareció por la puerta de la cocina. Miré la escalera rezando que mi hermana
bajara de una buena vez.
-Ay
Marin, estoy tan feliz.
-¿Sí?
–pregunté con el temor a qué diría.
-Sí,
Douglas está tan enamorado. Imagínate que cuando dijo que me presentaría a los
Craig, casi muero de felicidad. Ya sabes lo que eso significa.
-Me
imagino.
Tragué
saliva…
¿Dónde
diablos estaban esas frases de maldad que podrían ocurrírseme? Liz… ¿Por qué
rayos no me había enseñado a ser sarcástica al igual que me había enseñado a
copiarme en el colegio? A ver Marin un intento… Me dije a mí misma… Ah bueno…
Podría ser…
La
miré sonriendo.
-Sinceramente
es un milagro. Douglas debe haber probado las camas de todos los hoteles de
Kirkenes.
Sonrió
con malicia.
-Bueno,
es normal. No me conocía. Tu sabes está lleno de chicas fáciles que se dejan
besar y manosear fácilmente. Seguramente aprovechó. Es un macho muy sexual.
-Sí,
por supuesto.
-Con
respecto a ti…
-¿Qué?
–pregunté-. No hemos tenido nada con Douglas.
Rio.
-Eso
ni lo digas, ya lo sé. No eres del tipo de hembra que vuelve loco a un macho.
Suerte que mi primo Carl te ha conocido. De lo contrario Marin, con lo tímida y
mojigata que eres hubieras terminado criando a tus futuros sobrinos –sonrió.
Le
hubiera dicho… Sí… Le hubiera dicho que la mojigata que tenía en frente
centenas de veces había soñado con Douglas montado encima de ella, o con su
sexo caliente en mi boca. Pero callé.
-¿Sabes
que mañana un amigo tuyo y su padre vendrán a vivir a la reserva? Lo dijo
Bernardo en la reunión.
-Sí,
su nombre es Drank. Es muy bueno.
-Ah…
Dijo también que colaboráramos en hacerlos sentir como en casa. Aunque créeme,
entre nosotras, no será fácil. No sé que tendrán para ofrecer humanos simples y
corrientes.
-Drank
es muy trabajador.
-Ah…
Sí… Bueno siempre hay trabajo para seres rudos que sepan cortar leña.
-Él
no solo corta leña. Hace mucho más que eso. Es un artesano –protesté.
Rio.
-¿Artesano?
Es uno de los nombres que se les da a quienes no les ha dado la cabeza para
estudiar.
Me
puse de pie.
-Drank
es inteligente.
-¿Por
qué no estudió una carrera? Todos en mi familia somos universitarios.
-Entonces
no sé qué haces trabajando de recepcionista en el hotel, Camile. Porque eso es
lo que haces.
Ella
me recorrió de pies a cabeza con una mirada lenta.
-No
te pongas así. Si soy recepcionista es porque me gusta colaborar con Sabina.
Tengo varios diplomas de honor a mis espaldas.
-Me
altera que le digas a mi amigo que no es inteligente. Él no tuvo tu suerte y
debió trabajar para ayudar a su padre.
-Oh…
¡Qué triste! Pero no te alteres. Recuerda, estás en la mansión de los Craig,
debes guardar educación. Levantar la voz no es de una chica con modales.
-Si
te escucha mi hermana hablando de su amigo no solo carecerá de modales sino te
echará a patadas de aquí.
-¿Tú
crees? ¿A mí? No seas ridícula, soy una loba y ella una simple humana.
Sonreí
con los brazos en jarro.
-Humana
o no, es la señora de esta casa junto con Bianca. Y en cuanto a humana… Solo
espera… Algún día dejará de serlo para convertirse en vampiresa. Ahí te querré
ver si eres tan valiente.
-Buenas
tardes.
Sebastien
entró a la sala seguido de Charles. Estaba muy elegante de traje color gris
oscuro.
Camile
se puso de pie y dibujo una sonrisa desgraciada.
-Señor
Craig, ¡qué honor!
-Hola,
gracias…
Ella
extendió la mano y él la estrechó gentilmente. Me miró y sonrió.
-Marin,
¿has visto a Liz?
-Sí,
Sebastien. Gracias. Dijo que bajaría en unos minutos. Prometió salir de compras
conmigo. Iremos por unos zapatos.
-¡Qué
bien!
-Marin
–dijo Camile sonriendo amablemente-, en la calle principal hay ofertas al
alcance de todos. Puedes ver ahí. Hay para todos los bolsillos.
-Te
lo agradezco –dije a regañadientes.
Douglas
salió de la cocina con dos cafés.
-Ah
papá, ya conociste a Marin?
Sebastien
y Charles rieron.
-¿A
Marin? Pero si ya la conozco –sonrió Sebastien.
Douglas
entregó el café a Camile y titubeó.
-Perdón,
quise decir Camile.
-Por
supuesto, acabo de tener el placer –sonrió Sebastien cogiendo asiento.
-Sí,
todos acabamos de tener ese gran placer –dijo Charles sonriente.
No me senté. Cogí mi bolso y me excusé.
-Esperaré
a mi hermana en el parque. Saludaré a Ron de paso.
Charles
me cogió del brazo y me sentó a su lado.
-Querida
en el parque hace frío y a Ron ya lo has saludado.
Titubee.
-Lo
que ocurre… Es que ustedes querrán estar en familia… Yo no soy parte de ello.
-Estás
equivocada sí eres parte de la familia, ¿o no Sebastien?
-Por
supuesto. Eres hermana de Liz. Además te apreciamos mucho.
-Gracias.
Tenía
ganas de ponerme a llorar…
¿Por
qué no actuaba como Liz? Ella se hubiera acomodado en el sofá, hubiera cruzado
las piernas pacíficamente, y hubiera pedido un café a Douglas buscando la
oportunidad de hacer sentir incómoda a la loba. Pero no… Yo no era Liz. Era una
imbécil que dejaba que una estúpida engreída me refregara el romance que tenía
con el dueño de mi corazón.
¿Y
él? ¿Cómo era posible que la hubiera presentado ante los Craig?
Su
romance iba en serio. ¡Claro! Si ella debería saber los secretos del Kamasutra
de principio al fin.
-Cuéntame
Camile, ¿a qué te dedicas? No es un interrogatorio, es curiosidad, no
sabemos nada de ti –sonrió Sebastien.
Ella
sonrió complacida.
Perra
y mil veces perra. ¿Dónde mierda estaba Liz?
-Bueno,
Sebastien, no sé por dónde comenzar a contarles…
-Cualquier
cosa servirá, querida –dijo Charles sin perder la sonrisa amable-, total
Douglas nunca nos ha hablado de ti.
-Sí
hablé –interrumpió Douglas enojado-. Lo que ocurre es que tú estás siempre
ocupado para escucharme.
-Oh,
querido… ¡De verdad lo lamento! Es que no recuerdo nada. Te diré más, recuerdo
que me has dicho las asignaturas que has rendido, las notas de las
calificaciones, la discusión con Numa hace una semana que por cierto me has
dicho ya se reconciliaron, lo que almorzaste ayer que no te gustó demasiado y…
No… De Camile no recuerdo nada.
-Charles…
-Sebastien lo miró- ¿Por qué no vas a verificar si todo está en orden?
Charles
dio un vistazo alrededor de la sala y continuó sentado.
-Sí,
está todo en orden.
Douglas
se puso de pie con gesto enérgico.
-Iré
por Bianca.
Pero
la dama de los Craig bajaba la escalera en ese instante acompañada de mi
hermana. ¡Gracias Dios mío!
-Buenas
tardes. Veo que tenemos visitas.
Lucía
un vestido negro de invierno cerrado al cuello, medias color natural, y zapatos
stiletto. Peinada con un moño alto y sofisticado le daba más altura de la que
siempre había gozado.
Sebastien
se puso de pie y sus ojos al contemplarla delataron el gran amor que le tenía.
Camile unió sus manos inquietas y permaneció sentada.
Evidentemente
tenía un buen manejo de los machos pero no de las hembras, sobre todo de la
clase de Bianca. Mi prima tenía cierta energía de poder y presencia cada vez
que debías pararte frente a ella y presentarte. Aun cuando era una humana.
Era
mi oportunidad.
-Camile,
por favor no te quedes sentada, no es de buenos modales –susurré.
Ella
me miró con rabia y se puso de pie.
Sonreí…
Sí,
sonreí a pesar de todo. A pesar de tener en la garganta un nudo que me apretaba
y buscaba aliviarse por medio de un llanto desgarrador.
Mi
hermana bajó las escaleras y se acercó a mí. La miró y sin perder tiempo
preguntó.
-Hola,
tú debes ser…
-Camile
–le respondió ella-. La prometida de Douglas.
Supe
que la frase le había caído como bomba a varios, me incluyo. Sin embargo Bianca
no perdió la sonrisa aunque fijó sus ojos en los ojos de Douglas. Ellos tenían
una comunicación estrecha.
-Vaya…
Bienvenida –dijo Bianca.
-Es
un honor conocerla, Bianca Craig.
-Gracias,
eres muy gentil. Y… Aquí… tu prometido… ¿Te ha servido algo de beber?
-Oh
sí, muchas gracias.
-Siéntate, por favor. Íbamos a salir con mi marido pero la ocasión merita que
nos retrasemos, ¿verdad, querido?
-Sí,
por supuesto.
-Nosotras
nos vamos de compras –agregué.
-¡Qué
se diviertan! –dijo Bianca.
-Las
acompaño –dijo Charles señalando cortés la puerta.
Ya
en el parque Liz caminó hacia los portones que se abrían de par en par. Giré
para saludar a Charles que había quedado de pie en el portal.
Él
respondió al saludo con la mano y gritó…
-Regresa
cuando quieras, esta es tu casa.
Sonreí.
Liz
rio.
-Amo
a ese mayordomo.
-Tú
no sabes lo que ocurrió mientras estuviste ausente.
-Cuenta.
Caminamos
por el sendero mientras Ron bajo un ciprés nos tiraba un beso y sonreía.
-La
hizo sentir tan incómoda. Se nota que no la quiere –reí con más ganas de llorar
que de otra cosa.
-Charles
es inteligente e intuitivo, sabrá porque lo hace.
-Sí
–volví a reír.
Liz
se detuvo y me cogió del brazo.
-Aguarda.
Mi
risa se esfumó de un soplido hasta convertirse en un llanto.
-Marin…
-Dios…
¡Qué difícil! No sé cómo has hecho para estar frente a Natasha cuando ella y
Lenya eran pareja.
Ella
acarició mi cabello.
-No
llores. La fuerza la sacas del mismo amor. Es la misma que te hará luchar si
Douglas es a quien amas de verdad.
-Yo
sé que lo amo. Pero él no.
-No
te adelantes.
-Liz,
la trajo aquí, la presentó. No nos engañemos.
Una
bocina me sobresaltó. No habíamos escuchado el leve ruido del motor del porche.
-Oh,
es Carl…
-¿Qué
mierda quiere? ¿No les ha dicho que saldrías conmigo?
-Sí,
quizás lo olvidó.
-¿No
digas?
Carl
Salió del coche vestido de traje burdeos.
-Marin,
¿cariño, te alcanzo al hotel?
-Pues
fíjate que no –protestó Liz acercándose.
-Liz
–susurré.
-Oh…
Liz… Por fin te dejas ver. Cierto que has estado de enfermera en Drobak, ¿no es
así?
Mi
hermana subió la cremallera de la cazadora y cruzó los brazos.
-Te
han informado mal, no estuve de enfermera. Estuve cuidando a un amigo.
-Oh…
Muy liberal debe ser Lenya Craig para dejarte tan cerca de otro macho.
Yo
temblé…
Liz
sonrió.
-Sí,
en eso tienes razón. Lenya es tan macho y seguro de sí mismo que no se
permitiría tener celos de un amigo mío.
Carl
cambió la vista fija en mi hermana y me miró.
-Amor,
entonces después de las compras puedo esperarte en Kirkenes donde desees y así
vamos juntos al hotel.
-Ay, no va poder ser –contestó Liz.
-¿Ah
no?
-Esta
noche es nuestra, comprenderás que no nos vemos hace mucho.
-No
tanto, Marin viajó para verte no hace un mes.
-¡Pero
qué bien llevas la cuenta! –burló Liz-. Debería decirte la fecha de mi última
menstruación y ya no tendría que ir anotando por ahí cuando me toca. Tienes una
memoria prodigiosa.
-Liz,
por favor –susurré.
-Okay…
Te veré cuando termines tu paseo –contestó de mal modo Carl.
-Mañana,
si quieres la ves mañana. Hoy no. ¿O no entiendes el idioma?
Él
me miró.
-Mañana
nos veremos Carl, hoy se lo dedicaré a mi hermana.
-Como
gustes.
Arrancó
el porche y partió a toda velocidad.
……………………………………………………….......................
Después
de comprar un par de botitas de piel para mí y unas botas largas de color negro
para Liz, mi hermana y yo escogimos un restaurante modesto pero muy cálido para
cenar esa noche. Por la ventana podía verse la fachada de la Universidad de
Kirkenes y la calle concurrida debido a la fecha del mes. Principio de
noviembre mucha gente había cobrado su sueldo y gran cantidad de ellos ya
pensaban en las fiestas Navideñas.
Kirkenes
era muy bonito en Navidad, pero nunca lo sería como Drobak, ciudad famosa por
ser el hogar del misterioso Santa Claus.
-¿En
qué piensas, Marin?
Aparté
la vista de la ventana y miré el iris azul verdoso de mi hermana.
-En
Drobak. Lo bello que se viste en Navidad.
-Cierto.
Cogió
la carta en sus manos y echó un vistazo.
-¿Qué
tienes ganas de cenar?
-Ehmm…
Pues no sé. Lo que tú quieras.
-No,
dime tú. Pediré lo que me guste pero quiero que pruebes algo que tengas
ganas. No sé… Traje suficiente dinero para que nos demos el gusto.
-Oye,
pensé que habías quedado en la ruina después de lo Drank. No es necesario que
pidamos algo costoso.
-Sí,
es necesario, porque nos debemos una cena como Dios manda. Además Lenya me dio
tantas coronas como si fuéramos a comer en Paris.
-¿Lenya?
¿Y tú aceptaste?
Encogió
los hombros.
-¿Por
qué no? Es mi pareja. Lo de él es mío y lo mío es de él. Claro ahora tengo poco
pero si fuera al revés sería igual.
Sonreí.
-Ay
Liz, es que eres complicada de entender. Eres tan orgullosa y has aceptado que
Lenya te pague nuestra salida.
-Por
supuesto, y las botas también son un regalo de él.
-¿Y
el orgullo? ¿Dónde te ha quedado?
-En
el mismo lugar que siempre estuvo, querida. Es lo justo, ¿por qué no aceptar
ayuda de quien será mi marido? –guiñó el ojo.
-Pero
viniendo de ti es increíble.
-Marin,
no confundas el correcto orgullo y dignidad con la estupidez. Si no aceptara
ayuda y regalos de quien me ama sería una estúpida. Y a él lo enojaría.
-Señoritas
–el mozo depositó tres bandejitas de mimbre con palitos de orégano y de queso,
dos cubitos de manteca, y tres recipientes pequeños de loza con salsas
diferentes-. ¿Ya han decidido que cenarán?
-Yo
voy a pedir un bife de cordero y papas noisette –dije sonriente.
Liz
sonrió.
-Me
parece bien. Yo pediré pollo grillado y verduras saltadas con salsa blanca.
-Muy
bien señoritas. ¿Para beber?
-¿Qué
nos recomienda? –preguntó mi hermana.
-Bueno
en el caso del bife de cordero recomendaría un buen vino tinto con cuerpo. Para
el pollo más aconsejable…
-Traiga
el vino tinto, por favor –interrumpió.
-Como
guste. De inmediato despacharé la orden.
-Gracias
–dijimos al unísono.
Cuando
quedamos solas Liz cogió un palillo y lo hundió en uno de los recipientes.
Iba
a imitarla para probar la salsa pero su frase me congeló.
-Drank
no quiere verme.
Quedé
con el palillo de queso suspendido en el aire y la miré.
-¿Lo
dices en serio?
-Sí
–mordió el palillo.
-¿Cuándo
te lo dijo?
-Por
móvil. Cuando le di los datos sobre Bernardo y la propuesta. En realidad no lo
dijo pero cuando pregunté si pasaría por la mansión puso miles de excusas.
-No
creo que no desee verte. Has hecho de todo por él. Drank no es desagradecido.
-Correcto,
no es desagradecido. Por eso no querrá tener contacto conmigo.
-¿Perdón?
-Marin…
Lenya le salvó la vida.
-Ah…
entiendo. ¿Se lo habrá pedido Adrien?
-No
lo creo. Es que Drank lo creerá correcto.
-Pobre
Drank… Ojalá encuentre una persona que lo ame mucho.
-Sí,
supongo que en la reserva debe haber buena gente.
-Sí.
Bernardo y Sabina lo son. Además Carl y su familia. Son muy respetados en la
manada.
Mi
hermana arqueó la ceja y mordió el resto del palillo antes de hundirlo en la
crema de color rosa.
-Bueno
lo de Carl y su familia permíteme dudarlo.
Sonreí
negando con la cabeza.
-Anda
Liz, que te lo pones entre ojos y no ha hecho nada malo.
-Por
ahora. Lo estaré vigilando.
-Liz
–supliqué-, si me arruinas la oportunidad que tengo de ser feliz no sabré que
hacer. Es un poco soberbio pero me ama y quiere verme feliz.
-Ajá…
Escucha, no quiero imponerte a nadie ni que vivas como yo deseo. Sin embargo
ten mucho cuidado con él. No lo sé, no me cae bien, y casi nunca me equivoco.
-Tú
lo has dicho casi nunca.
-Okay… Estate atenta. Si fuera Douglas estaría más tranquila aunque vivieran
discutiendo. Es que es otra cosa lo que veo en Carl… No sé… vanidad, soberbia…
-Y
en Douglas veo inmadurez. No desea tener novia. Solo aventuras. No es lo que
busco yo. Liz, quiero que entiendas de una vez por todas que Douglas no me
quiere seriamente, desea meterme en su cama. Y si lo logra seré su trofeo
y yo quedaré sola y enamorada llorando por él.
-Creí
que ya llorabas por él como hace un par de horas antes de salir.
Fruncí
el ceño, enfadada.
-Vale
cortemos aquí. No te enojes,
-Sé lo que quiero para mi vida. Tú y yo somos diferentes. Hasta la reacción
cuando mamá nos dejó fue distinta.
-Ahora
que la mencionas, Lenya dijo que debíamos hablar sobre ella cuando regresara de
la Isla.
-¿Por
qué crees que él querría hablarte del tema?
-Supongo
que ahora somos pareja y convivimos y las familias respectivas son temas en
común. Querrá saber si la perdoné o si la quiero encontrar para mi boda, no se
me ocurre.
-¿Y
la perdonaste?
-Lo
tengo que hacer.
-¿Por
qué?
-Porque…
-juntó las manos a la altura de la boca-. En uno de esos instantes de
desesperación pensando que Drank moría… Yo… prometí que si salía de la crisis
dolorosa que estaba sufriendo yo perdonaría mamá. Y esa noche, Drank pudo
dormir.
-Hemos
pasado cosas horribles hermana. ¿Tú crees que llegará un tiempo feliz para
nosotras?
Sonrió
y me cogió la mano.
-Por
supuesto, no tengo dudas.
Esa
noche Liz durmió en el hotel “La manada”. Dormir lo que se dice, casi nada.
Ambas pasamos prácticamente conversando y poniéndonos al día. Le conté mi
relación con Carl y ella la suya con Lenya. Nos divertimos, reímos, y también
nos pusimos tristes recordando a Signy.
Pero
como decía ella, la vida seguía y había que ponerse de pie y seguir luchando.
Quizás
muy pronto yo también haría preparativos para una boda. Quizás…
NOTA: El próximo capi será la llegada de Drank a Kirkenes. Mucha emoción y una bienvenida de parte de los lobos muy adecuada.
Nos vemos. Besos.
Yo voy ayudar a Marin darle su merecido a esa tipa de Camile, me cayo mal!!!....e igual Carl parece un novio muy posesivo mmmm...gracias por el capitulo me encantó!
ResponderEliminar¡Hola Lau! Me parece muy bien. Camile se está ganando enemigos. Y si tu supieras las cosas que llegará a hacer.... pero bueno hay que esperar querida lectora, todo llega.
EliminarUy pobre Marin me cayó pésimo Camile. Veamos que pasa. Ojala algún día Douglas se avispe. Un beso y buen fin de semana
ResponderEliminar¡Hola Citu! Camile es arrogante y engreída. No creo que sea la hembra adecuada para Douglas y creo que Douglas sale por despecho pero como dices, veremos que pasa. Un besazo grande y gracias por comentar.
EliminarPobre Marin, que falta le hace una alta dosis de sarcasmo para ubicar a esa perra, perdon loba, en su sitio.
ResponderEliminarMe encantó el desliz de Douglas...muy Freudiano diría yo!
En cuanto a Carl...solo diré que no veo la hora de que Douglas le acomode las ideas, me parece un imbecil de primera categoria.
Excelente capi amiga, como siempre, pero se me paso volando. Para cuando el proximo??jajaja
Te quiero hermosa! Besos
¡Hola amiga! Has visto Marin le falta ese carácter que pondría en su lugar a la loba.
EliminarCarl es un perfecto idiota. Espero que todo termine bien, depende de dos, de Douglas y también de Marin, no te olvides que ella ha elegido estar con él.
Te agradezco el comentario querida amiga un besazo.
de nuevo contigo amiga LOU, y disfrutando de tu pluma, buen capítulo,,,saludos
ResponderEliminarMe ha encantado ver a Lenya y a Liz juntos y felices
ResponderEliminarYa veremos qué ocurre con la llegada de Drank... pero creo que Lenya ya confía plenamente en Liz
La verdad es que no me gusta Carl, y tampoco me gusta Camile
Esa equivocación de Douglas, al nombrar a Marin en lugar de a Camile, me ha encantado y me ha hecho sonreír... Esas cosas pasan a veces... te equivocas y nombras a la persona que en realidad te importa
He disfrutado mucho del capítulo, Lou
Besos
Dios! Ya necesitaba mi dosis de estos personajes! Como siempre un capítulo excelente, y opino como Liz (aunque ya lo sabes) con respecto a Carl, tiene un aura que no da confianza. Voy a seguir leyendo jaja te adoro!<3
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