PD: Si quedan con ganas de más, tengan paciencia no podía explayarme lo necesario para ciertas escenas. Pero prometo que sobre Douglas y Marin... no faltará nada.
Capítulo
25.
Compromiso.
Douglas.
Eran
las siete de la mañana del sábado cuando abrí con el control los portones de mi
hogar. Numa bajó del taxi después de pagar el viaje desde el aeropuerto.
Acomodé mi bolso en el hombro y avancé por el sendero hasta el portal con la
intención de no detenerme hasta llegar a mi habitación. La voz de Numa me
detuvo en seco.
-¡Loco!
¿Dejarás los portones sin cerrar?
Giré
y lo miré confundido.
-Lo
siento, lo olvidé.
De
inmediato pulsé uno de los botones del control que encerraba en mi mano. Sin
esperar más seguí mi camino por la senda cubierta de nieve. Charles abrió la
puerta antes de que yo subiera el último escalón.
-Bienvenidos.
-Gracias
Charles –respondí sonriendo-. Aunque será por poco. Volveré a la isla en dos
días.
-¿En
serio? Creí que al menos te quedarías una semana.
-¡Hola
Charles! -saludó mi hermano-. Si, el
trastornado éste, extraña correr tras los osos polares y las focas.
Subí
la escalera.
-Sabes
que puedes quedarte, Numa. No necesito niñera.
-¡Mira
cabrón, no te enfades conmigo! Que arrastrabas ese mal humor hace tiempo.
Charles
se acercó al pie de la escalera y apoyó un brazo.
-¿Quizás
desde mes y medio?
-No
empieces, Charles –refunfuñé.
-Muy
bien, como gustes. Antes de que continúes gruñendo te cuento que Margaret ha
cocinado para esperarte. Esas tartas de jamón que tanto te gustan.
Sonreí.
-Gracias.
Me daré un baño y bajaré por mi tarta y a saludar. ¿Papá y Bianca?
-En
su alcoba.
-¿Perdón?
¿Y a mí? Yo no como –se quejó Numa.
-A
ti te preparé un coctel especial, querido mío. Lo suficientemente fuerte para
darte valor y decirle a Rose cuanto la has extrañado.
Mi
hermano lo miró con la boca abierta.
Reí
y subí rumbo a saludar a mi padre y a
Bianca.
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Devorando
la tarta de jamón y bebiendo un rico refresco, comentaba con Margaret las
novedades de la empresa en la isla. La explotación de mineral iba viento en
popa y varias familias se habían sumado a habitar ese trozo de tierra helado e
inhóspito. Me había hecho bien sentirme en soledad algunas veces. Caminar por
la playa, correr por las mañanas azuladas sin sol, escribir y perfeccionar mi
teoría, y dormir con la rendija de la ventana abierta. Abrigado con dos
edredones gruesos escuchaba el sonido del mar rompiendo contra las rocas. Era
como un arrullo inquietante. Un sonido que te adormecía y a la vez daba impulso
al latido del corazón. El mar era sinónimo de vida, de movimiento, de fuerza,
todo lo que escaseaba en mi alma desde que había abandonado mi hogar en busca
de olvido.
Ella,
la culpable de mi desazón, habría seguido con su vida como la rotación de la
tierra. En cambio yo, me había detenido en esos besos que nos habíamos dado, en
sus ojos claros aparentemente inocentes, y hasta en las discusiones. Cada noche
la imagen de Marin volvía a mí. Me preguntaba una y otra vez, ¿estará en sus
brazos? ¿Me recordará? Hubiera sido perfecto si ella no me hubiera dejado ir.
Evidentemente no le había importado mi partida. Eso era una clara evidencia que
no me amaba. Ella, me había pedido formalidad en la relación, sin embargo como
entregarme sin estar seguro de su amor. ¿Acaso no había sufrido con Clelia lo
suficiente?
Margaret
salió para llevarle un café a Charles y Lenya entró a la cocina.
-Ojos
de lobo, ¿otra vez por aquí?
Bebí
un trago de jugo de naranja y me puse de pie.
-Tío
–sonreí.
Se
acercó y me abrazó. Correspondí al abrazo más del tiempo que hubiera imaginado.
Creo que había necesitado mi familia cerca todo este mes y medio que había
estado ausente. Si bien sentía que había madurado en cuanto a mi independencia,
el calor de mi hogar no era reemplazable por nada del mundo.
Recordaba
que ya había intentado alejarme cuando partí a Suiza para vivir con mi madre.
Sin embargo instalarme en la Isla del Oso a pesar de contar con mi hermano
había sido muy diferente.
Me
senté en el taburete y Lenya se ubicó en otro junto a mí.
-¿Quieres
beber algo? –pregunté.
Negó
con la cabeza.
-Gracias.
¿Estás bien?
Asentí
y bebí jugo. Nos quedamos en silencio varios segundos.
Cuando
volví a mirarlo a la cara largué una frase que ni siquiera había pensado
decirla.
-Gracias
por haberme salvado la vida aquella vez.
Arqueó
la ceja, sorprendido. Después se cruzó de brazos y suspiró.
-¿Qué
ocurre que tienes ganas de ahondar en el pasado? Fue hace tiempo.
-Lo
sé… Quizás porque si tuviera oportunidad de regresar no cometería tantos
errores. Fui arrogante.
-Diría
inmaduro.
-No,
arrogante –insistí.
Bajó
la vista unos segundos y me miró.
-Y
de esos… tantos errores… que dices has cometido, ¿alguno es posible de
subsanar? Quitando el pedido de disculpas a mí.
Bebí
otro trago mientras pensaba. Con la vista clavada en la encimera.
-No.
Es tarde para algunas cosas.
-¿Marin?
-La
hice sufrir mucho. Por eso me fui.
-¿Te
fuiste por ella o por ti?
-Por
ella. Por mí me hubiera quedado y no me hubiera importado nada solo con verla.
-Creo
que si lo hiciste por ella algo no está bien. Marin no hubiera querido que
abandonaras la lucha.
-Es
tarde, tío. Ya nada puedo remediar.
-¿En
serio? ¿Estás seguro? –echó un vistazo al reloj de pared que colgaba en la
cocina.
Seguí
con la vista su perspectiva y lo miré.
-¿Por
qué miras la hora?
Se
mantuvo en silencio unos instantes con la vista al suelo. Al mirarme a la cara
nuevamente se decidió y me lo dijo.
-Mira,
no sé si cambiarían las cosas el hecho que sepas que ocurrió ese día que
partiste de Kirkenes.
Mi
corazón cambió el ritmo del latido. Tragué saliva. ¿Qué estaría por decirme?
-¿Qué
ocurrió? –murmuré.
-Cuando
me retiraba del aeropuerto me entretuve en comprar unas revistas para Liz.
Cuando terminé de pagar la compra vi a Marin en el aeropuerto.
Parpadee…
El latido aceleró más.
-¿Qué
hacía allí? –balbucee casi sin voz.
-Al
principio pensé que viajaría con ese tal Carl que Liz tiene entre cejas. Lo
odia, ¿lo sabías?
Sonreí
apenas. Ansioso porque terminara lo que tenía para contarme.
-¿Y?
-No
quise darle importancia. La verdad me importaban tres cominos que hiciera ella
en el aeropuerto y a dónde viajaba. Pero… pensé al verla correr… No lleva
equipaje… Entonces no viaja -me moví inquieto en el taburete-. Fue así que
decidí seguirla.
A
esa altura mi corazón galopaba con ansiedad y el nudo del estómago se hizo
insostenible.
Lenya
me observó.
-Mira
cómo te has puesto, Douglas. ¿Te das cuenta que te importa demasiado?
-Eso
lo sé. Pero no quiero joderla.
-¡Ella
fue por ti, caray! Abre los ojos. Yo mismo la espié cuando armó tremendo lío porque
no detenían el vuelo. ¡Y no pudieron, Douglas! Tu avión había recibido la orden
de salir a pista. Lo escuché de la empresa cuando trataban de calmarla.
-¿Marin?
¿Marin haciendo escándalo?
-Te
lo juro.
Titubee…
Sentí la alegría recorrerme el cuerpo. Sin embargo el nudo de mi estómago no
desaparecía.
-Tío…
¿Por qué miraste la hora?
Él
respiró profundo con los brazos en jarro.
-Acabo
de llevar a Liz a la reserva. Marin se compromete con ese idiota en…
-¿En
cuánto? –transpiré.
Volvió
a mirar el reloj.
-En
media hora.
-¿No
lo ves? El destino se ha puesto en contra. No puedo ir como si nada en el medio
de la reunión y hacerle pasar vergüenza si ella está a punto de comprometerse.
¿Y si algo sale mal? No me lo perdonará.
-¿Y
si sale bien?
La
puerta de la cocina se abrió de golpe y Rose acompañada de Anouk entraron
elegantemente vestidas.
-¡Ah,
pero mira a quién tenemos aquí! –exclamó Anouk avanzando hacia mí.
-Hola
–murmuré.
-Hola
Douglas –saludó Rose.
-¿Hola?
Ni “hola” te mereces tú –protestó la Gólubev.
Lenya
abandonó la cocina arqueando la ceja, divertido.
-¿A
ti que te pasa? –contesté.
-¿Qué
me pasa? Mira, te diré ante todo que soy una chica educada y bien formada para
decirte lo que pienso así que siguiendo los lineamientos de mi prestigiosa
familia…
-¡Al
grano Anouk! El taxi espera –exclamó Rose.
-Espérate
un momentito –se volvió hacia mí y despotricó sin ton ni son con la máxima
educación-. Te diré con todo el respeto
que merece un Craig, que estás equivocándote dejando que Marin, mi querida
amiga, se comprometa con ese individuo. Ella no lo ama, te ama a ti. Y ha
llorado cada día de tu ausencia. Creo que no estás haciendo lo correcto y eso
que te lo he dicho con educación y…
-¡Anouk!
Scarlet no quiso llevarnos porque dijo que tardaríamos una eternidad. ¡Tenía
razón!
Anouk
siguió a Rose pero antes de salir por la puerta se detuvo bruscamente.
-¿Sabes
qué? Te diré lo que pienso –avanzó hasta tenerme cerca cara a cara-. La verdad
que eres un idiota, engreído, caprichoso, que por tu orgullo de mierda dejas
que mi amiga se quede con ese lobo pestoso y cabrón. No tienes pelotas para
correr tras ella pedirle disculpas por cada hora que la has hecho sufrir. ¡Eres
un cagón! ¡He dicho!
Suspiró
y giró abandonando la cocina.
La
escuché hablar con Rose.
-¡Ah,
qué genial! Tiene razón Natasha, uno se siente más liviana.
Me
senté en el taburete con la boca abierta. Vaya… Otra que tenía un mal concepto
de mí. Porque estaba seguro que si le preguntaba a Rose me hubiera dicho un par
de cosas sin mucha vuelta. No ignoraba que también era amiga de Marin. Lo vi en
su mirada de reproche aunque no había protestado indignada.
¿Es
que nadie entendía que ella había tenido oportunidades de decirme que me amaba?
Nunca lo había hecho. Ella sólo quería que le asegurara una pareja estable y
monogamia. ¿Y yo dónde quedaba si ella me abandonaba como Clelia?
Salí
de la cocina sintiendo una gran desazón. De todas formas Marin estaría
prácticamente en plena reunión. Rose había dicho que llegarían tarde. Si a eso
le sumaba que Lenya había sido más específico al mirar el reloj… En media hora…
Ahora faltaban quince minutos. Quince minutos nos llevaba generalmente llegar a
la reserva. Y de ahí, ¿Qué hacer? ¿Buscar cabaña por cabaña la casa de Carl? No
me dejarían entrar si es que me decidiera a hacer el escándalo del año y
robármela de allí. Era inútil. No más escenas infantiles.
Subí
la escalera como alma en pena. Caminé el pasillo superior y de reojo vi la
habitación de Bianca y mi padre vacía. Bianca habría ido a presenciar el
compromiso de su prima… Mi padre estaría en el despacho. De todas formas no
tenía ganas de cruzarme con nadie más. Mejor que este día pasara rápido. Mañana
presentaría la tesis y regresaría a la Isla.
Al
llegar a mi habitación me desnudé y me metí a la ducha. El agua tibia cayó por
mi cuerpo y alivió la tensión que había estado sintiendo desde que Lenya había
contado los del aeropuerto. Enjaboné mis hombros y mi abdomen y cerré los ojos
bajó la lluvia.
Marin
comprometiéndose con ese lobo… Marin siendo suya cada maldita noche por no
haber hablado de frente con ella.
Abrí
los ojos, enjaboné el resto del cuerpo con lentitud, escuchando mi corazón
latir muy lento, como si estuviera agotado de sobresaltos. Es que toda nuestra
relación, si es que podía llamarla así, había sido un espanto de riñas y
peleas. Mis celos, mi orgullo, el no saber decirle que me tuviera paciencia
pero que sentía por ella algo especial, que no era una más ni nunca lo
sería. Y ella… Ella que no era capaz de hacerme sentir esa seguridad de ser
amado y no estafado.
Me
enjuagué y cerré el grifo. Estiré la mano y cogí la toalla.
Las
palabras de Lenya resonaron en mi oído…
“¡Ella
fue por ti! Abre los ojos.”
Me
quedé tieso, estático… Repetí muy bajo…
-Ella
fue por mí… Por mí… Quería detener el avión… ¿No era una forma de decir “te
amo, no te vayas?”
Vamos
Douglas… No tengas miedo de apostar otra vez.
Mi
tío había dicho, ¿y si sale bien?
-¿Y
si sale mal? –dije en voz alta.
Pensé,
mientras me vestía con mi camiseta gruesa y mis jeans, y si sale mal, ¿qué
Douglas? ¿Se caería el mundo? ¿Mi padre y Bianca me rechazarían? ¿Marin me
echaría y Carl me golpearía? ¿Acaso importaba después de haberme sacado las
ganas de decirle la verdad como nunca me había animado?
Calcé
mis botas y el sonido de mi móvil hizo que desviara la vista hacia la mesa de
luz.
Era
una alarma programada.
Me
puse de pie y lo cogí.
“Practicar
tesis”, leí.
Hora…
doce menos cinco… Faltaba cinco minutos para la hora señalada por Lenya…
“Ella
fue por ti”… Ella no era Clelia, nunca se le parecería. Ni por la dulzura con
que me miraba cuando yo simulaba estar distraído, ni por la pasión de los besos
robados, ni por el hecho que ella había ido por mí. Esta vez yo no había
quedado como idiota pensando que algún día volvería y me amaría. Marin había ido al aeropuerto y si ese avión se hubiera
retrasado… Yo estaría con ella, juntos, para siempre.
Le
hubiera dicho al verla, “¿estás aquí por mí? Yo también te amo, mi amor. Soy
tuyo desde ese día que te conocí. ¿Recuerdas? Cuando te robé ese beso en el
pasillo superior…
¿Y
ahora? ¿Por qué no corría a decírselo? ¿Por la escena delante de todos? ¿Por el
ridículo? ¿Qué cambiaba? Nada, Douglas, no cambia nada si ella te ama. ¡Al
diablo el ridículo!
Me
abalancé al ropero y quité la chaqueta de abrigo.
Salí
corriendo hasta la planta baja. Charles y Ron conversaban junto al piano.
-¡Douglas!
¿Qué se incendia? –preguntó Ron.
Charles
se aproximó cogiendo los controles de los portones.
-Su
corazón, se incendia su corazón –sonrió-. Apresúrate.
-¡Charles!
Dime qué hora es.
Él
miró el reloj pulsera y con gesto angustiado dijo, “las doce en punto”.
-¡No
voy a llegar!
-Tranquilo
Douglas. Tu moto está lista y tiene gasolina. La tenía preparada por las dudas.
¡Corre! –apresuró Ron.
A
velocidad de la luz monté mi moto y di arranque. Charles abrió los portones y
me espero en el límite.
-¡Cógelas!
Lanzó
algo en el aire y atrapé con las manos.
Un
manojo de llaves.
-¿Qué
es esto, Charles?
-Son
las llaves de mi casa cerca del mar, tú la conoces. Imagino que no querrás
traer a Marin a la mansión –guiñó el ojo-. Hay mucho público.
Sonreí.
-Gracias
Charles, deséame suerte.
-Siempre
lo hago.
Volé
por la carretera rumbo a la reserva. Sin casco, seguro que mi madre no
aprobaría al verme, pero lo que iba a intentar suponía que mi cuidado al
conducir no sería lo más significativo. ¿Y a dónde iba? ¿A quién de los lobos
preguntaría?
De
pronto se me ocurrió una idea que podría funcionar. Tantee mi bolsillo de los
jeans haciendo maniobras para mantener el equilibrio y extraje el móvil. No
llevaba guantes y el frío había sensibilizado mis dedos. El móvil resbaló en mi
bolsillo. Mierda…
Cogí
la primera curva y volví a intentarlo. Aún quedaban diez minutos de camino.
Con
el móvil en una mano traté de pulsar el número… ¡Joder qué difícil!
Al
fin el deseado sonido de llamada se escuchó mientras el viento contra mi rostro
distorsionaba la señal.
-Cielos…
que atienda…
Al
escuchar su voz tartamudee. No entendió el pedido desesperado pero al menos
había escuchado que era yo. Corté con rabia. Era imposible entablar un diálogo.
Volvería a intentarlo…
La
moto tambaleó por unos segundos y creí verme en el piso con varias quebraduras.
Antes de pulsar el último dígito, su llamada entrante sonó.
-Hola,
holaaa, ¡por fin! Escucha… Sé que te parecerá extraño… voy camino a la reserva.
Necesito que me hagas un favor…
Marin.
Observé
alrededor a todos los invitados. Parecían atentos y curiosos ante lo que venía.
Notaba que ni mi compromiso ni mi felicidad importaban demasiado. Parecía una
extraña junto a esa familia de arrogantes y antipáticos que se habían ganado la
falta de afecto de quienes eran de su misma raza. La madre de Carl no había
cesado de hacerme sentir poca cosa. La hermana y su marido mejor ni hablar. Sus
miradas despectivas y hasta de burla estuvieron a punto de provocarme el
llanto. Carl no se detuvo a interesarse en mí. Solo no dejó oportunidad de
hablar sobre el gasto que había hecho en los anillos y en la gran cabaña en la
reserva en un lugar apartado y privilegiado que había mandado construir para
cuando contrajéramos matrimonio. Cabaña que no tenía idea de cómo era ya que
nunca me la había mostrado y mucho menos preguntarme si estaba de acuerdo.
¿Pero acaso no estaba parada aquí por decisión mía? Sí… Aunque tenía ganas de
llorar por sentirme una caprichosa y cobarde. Por no dar mi brazo a torcer, y
después de haber perdido el avión en el que partía Douglas, no decidir ir a
buscarlo a la bendita isla.
Por
eso, en medio de tanta angustia apenas llegó mi hermana, la abracé y las
primeras lágrimas asomaron en los ojos. Ella me miró y cogió mi rostro con
ambas manos.
-Marin…
Esto no es amor, no luces feliz. Por favor, estás a tiempo.
Negué
con la cabeza pensando que sin Douglas nada importaría, podía ser fulano o
mengano, siempre y cuando me fuera fiel y me quisiera.
Con
la llegada de Scarlet y Bianca otro tanto más. Parece que nadie creía que podía
ser feliz con Carl. Sabía que ambas amaban a Douglas y por más que Bianca fuera
mi prima tenía una gran preferencia por el hijo de Sebastien. Lo tomé como un
consejo normal de quienes deseaban verme convertida en una Craig.
Con
Rose y Anouk fue distinto. A las dos las consideraba muy amigas y sabía que
pensaban puro y exclusivamente en mí. Por eso me dolió escuchar a Rose
contándome que Douglas se encontraba en la mansión y que si tenía valor debía
ir por él. En cuanto a Anouk, siempre me hacía sonreír a pesar de los malos
momentos. Cuando la noté observando atenta el panorama alrededor, en voz baja
pregunté, “¿estás buscando al leñador?” Me miró sorprendida y con su tono
altanero respondió, “no querida, ya lo encontré. Lo que busco es un lugar por
donde podrías escaparte de la atrocidad que estás a punto de hacer.”
Suspiré
agobiada. Ya era tarde para dejar mi orgullo y plantar todo. Debía enfrentar
las consecuencias de mis propias decisiones. Para bien o para mal.
Sin
embargo, era soñadora, y aunque pensar que Douglas vendría en su caballo
blanco y me rescataría era una utopía, juro que mi corazón se alegró de imaginar que un milagro podría ocurrir ese día.
Drank.
Y
ahí estaba ella, la luz de mis ojos, vestida para matar con ese vestido rojo.
Liz entró sola al recinto donde los lobos hacían las reuniones. Bernardo y
Sabina habían dispuesto todo muy bonito para el compromiso de Marin y Carl, aunque
supuse que a la distinguida señora, madre del susodicho novio, no le había
gustado en absoluto. En realidad creo que a nadie estaba gustándole estar aquí.
No por el lugar tan cálido y acogedor con esa vista maravillosa del bosque,
sino porque Carl no era santo de devoción de nadie, y si era crudo y sincero no
tenía amigos en la reserva. Creo que todos asistimos por educación. Aunque yo
necesitaba estar junto a Marin en este momento importante de su vida. Corrijo,
en este momento importante y erróneo de su vida.
¡Qué
testaruda había resultado! Peor que la hermana. Yo que pensaba que a último
instante se arrepentiría. No, allí estaba, acercándose a Liz con una sonrisa
fingida que no le creería quien la conocía.
Liz
me vio en el extremo del salón junto a Louk y Mike, e hizo un gesto de saludo
gentil con inclinación de cabeza incluido. ¡Qué amable! Y pensar que habíamos
compartido la cama y tantas cosas. ¡Pero claro, yo mismo la había apartado y sé
que me lo haría pagar con creces! Sabía que el día que pudiera abrazarla sería ese
día que no sentiría ese inmenso amor por ella que me llenaba cada día.
Tim
se acercó sonriente.
-Está
muy bonita la prometida, ¿han visto?
-Marin
es muy bella –murmuré.
-Pero
no como la hermana, ¿no es cierto? –dijo Louk guiñando un ojo.
Fruncí
el ceño.
-¿Por
qué no piensas antes de hablar? –se quejó Tim-. Eres tan impulsivo.
-Lo
siento –se disculpó.
-Voy por cerveza, necesitaré algo fuerte para escuchar al idiota de Carl hablar
–dijo Mike.
Carl
pidió atención a todos los que estábamos allí. Hubo mucho rodar de ojos.
Comenzó a hablar frente a Marin. Esas frases comunes que se dicen en los
compromisos. “Hoy es un día muy feliz para mí, me comprometo con la hembra de
mi vida, etc…”
Louk
se acercó.
-Oye,
¿no te alegras por Marin? Dijiste que la querías mucho.
Lo
miré con gesto de burla.
-¡Claro
que la quiero! Por eso no puedo estar feliz. Tú sabes quién es Carl.
-Sí,
ya lo sé. Pero puede que ellos se entiendan y Marin hasta logre cambiarlo.
-Ella
ama a Douglas, Louk.
-¿Douglas
Craig? ¿Y qué hace con este idiota?
-Sssh,
¿quieren callarse los dos? –dijo Tim.
Hablé
más bajo…
-Mira
que arrogante es, Louk. Además estoy seguro que Douglas le corresponde a Marin.
-Si
le correspondiera estaría aquí.
-Lo
sé…
-Mira,
¿nunca te conté como comencé a salir con July? No sabes por lo que tuve que
pasar y…
-Sssh,
¡por favor! Parecen niños –otra vez Tim.
-Lo
siento… -murmuré.
Carl
continuó hablando. ¡Qué tipo denso!
Louk
se acercó a mi oído.
-Oye,
¿has visto como te mira?
-¿Quién?
-Esa
vampiresa de formas perfectas. La del vestido negro.
Eché
un vistazo alrededor y no vi a nadie en particular.
-Junto
a la pelirroja, Drank.
Entonces
la vi…
-No
me mira a mí. Esa chica la vi varias veces en la reserva. Siempre está con la
hija de Adrien Craig.
-¡Y
qué!
-¡Qué
no! Creo que es de un aquelarre adinerado y con poder. No sé… Se le nota la
soberbia por los poros. No te olvides que soy pobre y humilde.
-Tú
ni tan pobre ni tan humilde. Y no olvides que no soy tonto. Te repito, te mira
para comerte.
-Bueno,
quizás le gusto para divertirse. No busco eso.
-¡Por
supuesto! Si para entretenerte tienes a Bua.
-Bua
es una dulzura, no la compares.
Tim
nos cogió del hombro a los dos y nos arrastró hasta la salida.
-¿Quieren
hablar afuera? Sean respetuosos, joder.
-Lo
siento Tim, de verdad –me disculpé. En ese instante mi móvil sonó provocando
que Tim frunciera el ceño.
-Perdón
perdón…
Cogí
el teléfono apresurado y atendí.
-Hola…
¿Douglas? ¡Douglas! ¿Qué haces en Kirkenes? Hola… Holaaa.
La
llamada se cortó.
Salí
al exterior sin abrigo.
Joder
que hacía frío…
Lo
llamé sin demora. Algo me decía que era urgente.
Por
fin pude comunicarme aunque había sonido de interferencia. Él me había hecho un
pedido muy particular y aunque dudé al principio, pensé que haría lo correcto y le dije donde era el compromiso.
Douglas había dicho, “Drank, estoy en camino a la reserva por Marin. No
llegaré… ¡Haz tiempo por favor! Que él no parta con ella.”
Cielos…
¿Qué podía hacer?
En
cuanto entré eché un vistazo alrededor. Varias personas se encontraban
intercediendo el camino si quería llegar a Marin y avisarle que Douglas estaba
en camino. Pasaría como un total maleducado entre la gente como si quisiera ver
todo en primera fila. Nada más lejos de mí. Sin embargo lo de maleducado me
importaba un rábano. Todo por la buena acción del día… Del día no, del año, si
todo salía bien.
Fui
haciéndome lugar entre la gente con dificultad, sobre todo por la cantidad de
chicas de la reserva que deseaban estar cerca de Marin.
-Permiso…
Permiso…
-¡Oye!
¿Dónde crees que vas? –se molestó una de las lobas.
-Lo
siento, quiero saludar a la prometida.
-Espera
tu turno, ¡impaciente!
Sinceramente
la dejé hablando sola y continué abriéndome paso hasta llegar a Marin.
Carl
la tenía cogida de las manos y ella sonreía apenas. No sé si por angustia o por
nervios pero estaba seguro que se largaría a llorar en cualquier momento.
Me
estiré y rocé su hombro. Ella giró y me miró sorprendida.
-Marin…
-Drank,
gracias por estar aquí.
-No…
de nada… No me lo agradezcas. Escucha, debo hablar contigo.
-Oye,
Drank –Carl se dirigió a mí con el entrecejo fruncido-, ¿quieres dejar de
importunar?
Esquivé
la mirada de él y volví a insistir.
-Marin,
necesito que hablemos, por favor.
-¿Ahora?
–preguntó dudando.
-Sí,
ahora. Dos segundos.
-Drank,
¡deja de molestar! –exclamó Carl-. ¡Nos pondremos los anillos!
Bernardo
se acercó.
-¿Qué
ocurre Drank?
Recordé
la frase de Douglas…
“Haz
algo pero que no la avergüence”.
-Nada,
Bernardo. Quería felicitarla.
-Okay,
después lo harás.
Me
retiré con discreción…
Mierda…
¿Y ahora? No había sonido de moto alguna. Douglas no estaba cerca aún.
Contemplé
la escena de la pareja… Él la tenía cogida de las manos y hablaba sobre el
futuro y no sé qué más. No lo escuchaba, mi cerebro pensaba tratando de
encontrar una solución para hacer tiempo.
De
pronto, Carl mostró uno de los anillos y la luz de la joya hizo destellos.
Él
sonrió muy ufano… Engreído, desgraciado… A cualquiera le hubiera dado asco y un
ataque al corazón de ver tanta vanidad…
Ataque
al corazón…
Miré
a mí alrededor… Todos no querían perder detalle de la entrega de anillos…
Ataque
al corazón…
Y
bueno… Aquí vamos Drank y que Dios te ampare.
Con
un grito de “Aaaaay me muerooo”,
enmudecí la sala. Consciente de que todos me miraban incluso los novios, caminé
tambaleándome hasta llegar a la pared. Me apoyé con una mano y con la otra me
toqué el pecho.
Hubo
silencio, total… Después murmullos…
-Ay
jodeeer, duele muchooo. ¡Por favor, que alguien me ayude!
En
segundos la reunión se revolucionó. Louk y Mike fueron los primeros en llegar a
mi lado, pero no fueron los únicos. Liz corrió seguida de unas tres vampiresas.
Pensé…
Lo siento, mi amor. Sé que te voy a preocupar pero es lo mejor que se me ha ocurrido
para salvar a tu hermana.
Rápidamente
todos los invitados se arremolinaron curiosos y preocupados. Marin no fue la
excepción. En cuanto resbalé por la pared hasta caer en al suelo en medio de
gestos de dolor, (obvio si mentía había que hacerlo bien), llegué a escucharla
angustiada, “Drank, ¿qué tienes?”
Escuché
muchas órdenes apenas cerré los ojos, tales como, “llamen a una ambulancia,
despejen alrededor, dejen que respire, etc.” Había ocasionado una hecatombe… Y
Douglas no llegaba…
Pensé…
“Por todos los santos no permitan que me lleven a un maldito hospital y me
pinchen con esas agujas horribles.” Y me lo tenía merecido. Estaba preocupando
a mis amigos, a Liz, a Sabina y Bernardo…
Louk
se acercó a mi rostro.
-Amigo,
resiste, la ambulancia viene en camino.
Lo
cogí de la solapa de la chaqueta y lo acerqué para que solo él escuchara.
-El
que está en camino es Douglas.
Se
separó y me miró con ojos desorbitados. Vocalizó sin voz, “cabrón hijo de puta,
voy a matarte”.
Dos
cosas ocurrieron para que mi amigo no me partiera la cara a trompadas. La
primera, mi mirada de súplica, “por favor, por favor, por favooooor”. La
segunda, el ruido del motor de una moto que se acercaba.
Todos
miraron hacia el exterior… Marin que tenía la vista clavada en mí, lentamente
cambió la perspectiva y su iris celeste cielo se dirigieron a los grandes
ventanales.
Confundida
me miró…
-Es
él –murmuré-. Viene por ti.
Se
puso de pie al instante y su rostro aterrado mezcla de alegría y confusión no
fue captado por nadie. Bueno, sí... por su hermana, que de inmediato al
contemplarla me clavó los ojos y su gesto de, “¿estás locoooo?” me hizo sentir
pequeñito, casi invisible. Sí…Otra que me mataría por preocuparla.
Carl
viendo que los invitados se agolpaban contra los cristales de la sala de
reunión para ver quien se acercaba, cambió el rostro arrogante por uno pálido.
Se abalanzó hacia la puerta y la abrió con furia. Creo que estaba fuera de sí.
No
escuché más el motor… Oh oh… Ahora venía lo peor. Mi trabajo estaba concluido.
Me
incorporé despacio con ayuda de Louk que para actor era mandado a hacer aunque
palmeó mi espalda con mucha más fuerza que si fuera con afecto. Vi a Douglas en
la puerta, frente a Carl, cara a cara…
-¿Qué
haces aquí? No eres bienvenido a mi compromiso.
-No
vine por ti –dijo Douglas con voz neutra-.Vine por la novia.
Sus
ojos casi dorados largaron chispas y se hundieron en ese iris de Carl, que no podría creer lo que pasaba.
-Ten
a Yako, Bernardo –escuché a Sabina-. Creo que voy a desmayarme.
-¡Te
has vuelto loco! –Carl gritó con los puños crispados.
-No,
antes lo estaba. Cuando permití que te quedaras con el amor de mi vida. Pero
hasta aquí llegaste. Vine por lo mío.
Todos
los rostros giraron hacia Marin. Ella estaba estática, sin parpadear, con la
boca abierta por el asombro.
-Ella
me ama a mí, idiota. ¡No sigas haciendo el ridículo!
Douglas
ignoró las palabras de Carl y miró a Marin. La sala en un silencio sepulcral…
Pasó
al costado del lobo y caminó lentamente hacia Marin. Todos se abrieron paso
para dejarlo pasar.
Por
unos segundos no emitió palabra. La miró a los ojos, con angustia, con
arrepentimiento, con amor. Marin también lo miró a pesar de temblar como una
hoja.
-Yo…
-comenzó a hablar-. Lamento tanto no haberte dicho antes que te amaba con todo
mi alma. No decirte que cada día de mi vida estuviste en mi pensamiento. En
cada sueño por las noches, cada hora que estaba lejos de ti. Lo siento… Siento
no haberme jugado y dejar que hicieras conmigo lo que desearas. Actué como un
imbécil, lo sé. No fue por no querer una vida junto a ti, porque de eso estoy
seguro. Llámalo miedo, cobardía, lo que sea. Solo sé que el mundo pondría a tus
pies si me lo pidieras. Ahora… puedo ofrecerte lo que tanto has reclamado. Una
familia, un apellido, hijos, amor eterno, y mi corazón, que aquí lo tienes, en
tus manos. Tú decides que hacer conmigo. Me entrego a lo que desees. Si lo
prefieres y es tarde para ti, me iré y prometo no molestarte más.
Hubo
silencio… Las lágrimas de Marin corrían por las mejillas. Sin embargo no dijo
nada. Creo que todos esperaban que le contestara por sí o por no, pero se
mantuvo muda, llorando en silencio.
Douglas
la miró por última vez y caminó hacia la puerta abandonando la sala.
Carl
se aproximó a Marin para calmarla.
-Cariño,
está mal de la cabeza. Por favor, olvidemos este ridículo que ha armado ese
idiota.
Se
acercó para cogerla de la mano pero ella dio dos pasos atrás. Se miraron a los
ojos. Sonrió débilmente… Carl confundido insistió acercándose otra vez. Marin
nuevamente retrocedió mirándolo fijo…
-¿Marin?
–balbuceó él.
De
pronto ella se abalanzó hacia la puerta esquivando los invitados y echó a
correr.
Todos
la seguimos. Creo que a nadie le importaba el frío con tal de seguir esta
novela.
Entonces,
Douglas a punto de subir a la moto se detuvo ante el grito de Marin.
-¡Douglaaas!
¡Te amooo!
Él
la encerró entre los brazos y se fundieron en un beso demoledor… Vaya… Sonreí.
Sin
embargo mi sonrisa no iba a durar mucho. Un par de ojos rojizos con vetas verde
profundo se acercaban a pasos agigantados. Se detuvo frente a mí con los brazos
en jarro.
Mi
sonrisa se diluyó aunque me hice el chistoso.
-Bueno,
no negarás que merezco el Oscar.
¿Quién
me mandaba ser gracioso con la reina del mar?
-Por
supuesto –gruñó ella-. ¡El Oscar y esto!
La
bofetada que me dio me lanzó dos metros y escuché el “Uuuuuuh” de Louk y Mike.
-¡Por
qué no me avisaste, anormal! ¿Hasta cuando quieres que me preocupe por ti?
Me
levanté del suelo ayudado por Lankaster, un lobo cincuentón.
Sin
embargo nadie objetó su enojo, nadie… Y cuando ella giró enfadada hacia la
puerta, el resto de los lobos y lobas se abrieron dejándola pasar, incluso
“mamina”.
¿Tanto
era el poder de Liz que le temían? ¿Cuál era la razón por la cual todos en la
reserva la llamaban “reina del mar”? Había pensado que era el color de su iris.
Pero algo me dijo que había algo más en ese apodo. Algo más… y aterrador.
NOTA: Lo sé lo sé, les debo la mansión de Charles...
Ahhhhhhhhhhhh y mas ahhhhhhhhhhhhhhhh al finnnnn!!! Pensé q esto no llegaba mas amiga! Que ansiedad por favor!!!! Mori de risa con el pseudo infarto, me encantó la idea. Que emoción nena,como le costo a Douglas reaccionar....mi ojitos de lobo es hermoso pero lento che! 😂
ResponderEliminarAhora falta lo mejor... Q se den contra todo en la casa de Charles (perdón la franqueza)
Gracias por el capi divina....quedo como siempre avida por mas.
Te adoro!
¡Holaaa Ale! Qué suerte te hecho reír, me encanta y lo sabes. Buena idea la de Drank, la autora no tuvo que ver jajaja. Lento Douglas pero seguro cuando se lo propone, no sé si yo me hubiera animado. ¿Falta lo mejor? Aaaah siii, que las llaves de Charles tengan un excelente propósito,y eso sí dejalo en mis manos... Un besazo te quiero. Gracias corazón.
ResponderEliminarUy por fin, Douglas y Marin dijeron lo que sentía adoro a Drank es muy dulce lo que hizo para ayudar. Te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminar¡Hola cariño! Me alegro que haya llegado lo que esperaban en la historia entre Douglas y Marin. Drank hizo lo que se le ha venido a la mente y ha resultado bien. Ahora queda en la pareja fortalecer ese amor. Un beso grande y gracias por comentar amiga.
EliminarHola, Lou... No sé ni por donde empezar de lo mucho que me ha gustado
ResponderEliminarDouglas ha dormido escuchando los sonidos del mar, y esa es una de las experiencias más hermosas que conozco
Qué bonito has expresado como el alma deja de sentir vida, movimiento, fuerza... cuando se busca el olvido de alguien a quien amas... Es que es así, lo has expresado tal como se siente... y la verdad es que me has emocionado
Recuerdo muy bien cuando Marin fue al aeropuerto para intentar impedir que Douglas se marchara... recuerdo su decepción porque el avión ya despegaba
Creo que Douglas debía enterarse de eso... Lenya, su querido tío, ha hecho muy bien en decírselo
Bueno, Anouk también le ha dicho cuatro cosas ;-)
Me he reído con la pregunta de Ron... "¿Qué se incendia?
Y la respuesta de Charles... "Su corazón" ;-)
En más de un momento he temido que Douglas sufriera un accidente... gracias a una autora estupenda no ha pasado ;-)
Carl me parece horrible, y su familia también
No entiendo como Marin iba a cometer el error de comprometerse con Carl amando a Douglas... aunque yo creo que un compromiso se puede romper como se rompe cualquier otra cosa
Marin sueña que Douglas llegue montado en un caballo blanco, y la rescate... ha llegado en moto ;-)
El falso ataque al corazón de Drank me ha parecido una idea genial, y muy divertida
Entiendo que Liz y los amigos de Drank se enfaden por el susto recibido... pero yo, como lectora, sabía la verdad y me he divertido con el espectáculo
"Aaaaay, me muerooo"... con esta frase me he carcajeado
Me alegra mucho haber leído este magnifico capítulo en un día como hoy... en el día del libro
Felicidades, Lou... Felicidades, Escritora Grande
Besos
¡Hola Mela! Ante todo te diré que tú me has emocionado con el comentario. No sé como expresar mi agradecimiento de todo corazón por tu cariño hacia mí y la novela. Paso a responderte con el mismo detalle de tu comentario que dicho sea de paso alegró mi día.
EliminarEl mar es una de las cosas maravillosas del planeta y creo que vivir mucho tiempo cerca de él me ha ayudado a no olvidar ciertas sensaciones. Me alegro haber podido llegar al corazón.
Lenya ha sentido que eras su deber informar a Douglas y ha hecho lo correcto ya que no creo que se hubiera animado a buscarla de otra forma pensando que ella no lo quería.
Charles siempre tiene esas frases salidas de la galera y creo que yo tengo un duende que me las dicta.
El deseo de que Marin y Douglas por fin estuvieran juntos se notó en cada lector a medida que pasaba el tiempo y creo que decepcionarlos sería lo último que se me ocurriría. No se lo merecen por tanto cariño.
En cuanto a Carl,querida escritora,habrá que esperar porque muy pronto sabremos más de él y su patética familia. Quizás no es tan malvado como se muestra. Veremos...
Me reído con tu comentario sobre el caballo blanco, y Douglas que llega en moto,es verdad. Pienso que no le habrá importado después de todo.
Con Drank fue divertido y te aseguró que me he reído con él varias veces. En definitiva me ha alegrado saber que lo disfrutaste. Siempre creo que el lector muchas veces puede estar feliz otras enojarse por alguna escena que no le gusta pero que lo peor para una autora no es el disgusto o el desacuerdo para con su libro sino el olvido. Así que muchas gracias por acompañarme siempre. Un beso grande y feliz semana.
Al fin con Marin y Douglas como costo con ellos, que dicha que al fin se dieron la oportunidad de estar juntos, se aman mucho como para que estén separados, genial capítulo Lou, gracias!!!
ResponderEliminar¡Hola Lau! Siii es verdad. Yo también me alegro que te haya gustado el capi cariño.
Eliminarveremos que sorpresas traen la próxima entrega. Un besazo reina y gracias por comentar.
bien, querida amiga LOU,,,felicidades,,,
ResponderEliminar¡Hola querido amigo! Muchas gracias por leerme y visitarme. Un abrazo.
EliminarMe alegra que por fin Douglas salga de sus pensamientos y decida luchar por Marin, pero debo reconocer que este capítulo se lo robó Drank, con su grito de "Ayyyy me muero" me reí muchisimo. Un millón de aplausos para él jajaja
ResponderEliminar¡Hola mi sol! Jajajaja, yo también me he divertido. Gracias por pasarte y comentar.
EliminarBesotes miles!!