¡Hola
chicos!
Hemos
llegado a la recta final de Iris púrpura. Y no digo “he llegado” porque este
camino lo transitamos juntos. Es una de las tantas cosas que debo agradecerles.
El camino de un escritor en solitario no se disfruta lo mismo. Así que gracias.
Pasamos
por pasajes emotivos y de humor, como nos tienen acostumbrados los Craig. Pero creo que esa es la idea. Sentirnos vivos
cuando leemos.
No
ha sido fácil escribir en este último tiempo por razones personales. Sin
embargo, la fuerza y ganas se mantuvieron por ustedes. Es lo que merecían con
cada espera.
Hoy,
doy vuelta la última página de esta obra pero seguiremos juntos. No solo por
producto de mi imaginación sino porque deseaban seguir allí, compartiendo
emociones.
Como
siempre digo, los Craig son por ti y para ti. El escritor crea la obra y es el
lector que le dará vida.
Muchas
gracias. Nos vemos en “Miel, canela, y ámbar”.
Capítulo
61
Pasando página
Pasando página
Sebastien.
El
agua helada impactó en mi cara y volví en sí. Varios rostros preocupados me
observaban detenidamente mientras trataba de incorporarme. Scarlet y Sara
habían escuchado el alboroto desde su habitación.
—¿Reaccionó?
–Escuché la voz de Liz—. Hay otro florero con agua.
—¡Ya
estoy bien! –me apresuré a decir.
Liz
depositó el jarrón sobre el mueble y sonrió.
—Mi
amor, que ocurrente. Tu relación con el agua nos traerá problemas –sonrió mi
hermano.
—Esperemos
que no –murmuró Charles.
Miré
a Bianca en cuclillas junto a mí. Me miraba acongojada.
—Cariño,
me asustaste.
—No
más de lo que tú a mí… Dime que no lo soñé.
Negó
con la cabeza y exhibió el palillo con las líneas marcadas.
Recorrí
de punta a punta aquel objeto pequeño. ¿Cómo podía ser que cosas tan
insignificantes pudieran darte tanta felicidad?
—Cielos…
Me darás un hijo… ¡No puedo creer!
—Tampoco
yo, pero es verdad. ¿Puedes recordar lo que te he contado? ¿Lo de Hela, lo de
Adrien, el corazón de nuestro bebé latir?
—¿Ya
late, Bianca? ¿Tan pequeño? –sonreí.
—Se
forma en la quinta semana de embarazo –respondió Liz—. He leído mucho sobre
bebés.
—¿Entonces?
–dudé.
—Debo
estar casi de dos meses, algo así.
—Fue
cuando hicimos el amor antes de que partieras. No estábamos en el mejor
momento.
—¡Menos
mal que no fue el mejor momento! –rio Liz.
—Me
has entregado lo mejor de ti –sonrió Bianca.
—Perdón,
no quiero saber detalles –protestó Lenya, ayudando a ponerme de pie.
Douglas
entró a la habitación seguido de Marin.
—¿Pueden
explicarme que ocurre?
—Que
tendrás un hermano –contestó Charles sin simular la gran alegría.
Mi
hijo se acercó con ojos asombrados y Marin saltó gritando eufórica.
—¿En
serio, Bianca?
—Sí,
cariño.
Nos
abrazó a los dos irradiando felicidad.
Es
que parecía imposible que momentos antes la angustia flotaba en la sala y
ahora… ¡Cómo cambiaba la vida de un instante a otro! Por suerte había sido para
llenarnos de dicha.
Rose
y Anouk se asomaron por la puerta.
Yo…
no podía asimilar que sería padre otra vez. Y ante todo que por fin podría
compartir el nacimiento y crianza de un hijo junto a la hembra que amaba. ¿Cómo
sería sentir que no estabas solo día tras día en esa tarea tan difícil de amar
y cuidar? Con Douglas fue tan diferente. En cuanto a Numa y a Nicolay el
destino no me había permitido compartir esos momentos, por una razón o por otra
cualquiera.
—¿Estás
bien? –preguntó Bianca.
—Sí…
Estoy feliz y solo quiero abrazarte.
Ella
se acercó y la cobijé en mis brazos.
—Gracias,
mi amor. Necesito estar contigo. No imaginas lo que sufrí pensando lo peor y
ahora… ¡Ahora seremos padres!
—Oigan,
eso es un claro, “¿pueden irse todos y dejarnos solos?” –bromeó Rose—. ¡Y
felicidades a los dos!
—Gracias
Rose —contestamos.
—Disculpen
–cargué a Bianca en brazos—. Queremos estar solos.
—¿Y
yo? ¿Cuándo puedo felicitarla como se merece? –protestó Charles. ¡Soy su padre!
Del corazón pero padre al fin.
—Después
de mí, por supuesto – contesté abriendo paso en la habitación.
—Nos
veremos Charles, te lo prometo –rio Bianca.
Douglas.
Bajé
corriendo la escalera hacia la sala de la mano de Marin.
—¡Voy
a tener un hermano!
—¿Qué?
–Rio mi madre.
—¿Entonces
era cierto? Se ilusionó Bernardo.
—Sí,
Bianca está embarazada. ¡Numa! ¡Tendremos otro hermano!
—¡Eso
es genial, Douglas!
Drank
se acercó a felicitarnos.
—Gracias
amigo. Sé que te pone feliz.
—Un
bebé traerá mucha felicidad.
Ron
nos abrazó fuerte.
—Por
un momento pensé que Bianca no lo lograría, ¡y ahora un bebé!
—¡Sí!
Es increíble.
Scarlet
se asomó por la barandilla.
—Creo
que por varias horas mi hermano y mi cuñada no darán señales de vida.
—Lo
imagino –rio Bernardo—. Ya tendré tiempo de hablar con ella y felicitarla. ¿Te
parece que regresemos, cariño? Hoy ha sido un día largo.
—Sí,
Gloria se nota cansada aunque siguen de larga charla con Nicolay en el portal.
—¡Nicolay!
Hay que contarle la buena noticia –aseguré.
—Yo
creo que es mejor que se lo diga papá.
—Tienes
razón.
—Iré
encendiendo la furgoneta.
—Buena
idea Drank.
—Los
acompaño –se ofreció Scarlet—. Ron, no te vayas. Necesito hablar contigo.
—Okay…
Te espero aquí.
—No,
en el despacho.
Scarlet.
Abrí
y cerré la puerta del despacho. Ron me esperaba recostado a la ventana.
—Toma
asiento, Ron.
—No
sé porqué pero tu cara me preocupa.
—Haces
bien en preocuparte.
Arqueó
la ceja y se sentó en el pequeño sofá del rincón. Me quedé de pie. Apenas
apoyada en el filo del escritorio.
—Anne
se comunicó conmigo.
Ron
se puso de pie de un salto.
—¿Le
ocurrió algo malo?
—No.
A ti te irá a ocurrir si sucede lo que temo.
—Habla
ya Scarlet, por favor.
—Anne
escuchó a Grigorii decir que viajaba a Solntsevo. ¿Te suena el nombre?
Se
mantuvo en silencio y bajó la vista.
—Bien,
supongo que no habrá ido por vacaciones. Es decir, no sabemos mucho más.
Grigorii habló con una tal Candy. Una oficial de Primera. Anne se quedó con
ella mientras él estará ausente.
—¿Por
qué no la dejó al cuidado de los Craig?
—Lo
ignoro. De todas formas creo que no es de lo que debemos preocuparnos. Estoy
segura que Grigorii fue por algo relacionado a la muerte de su padre.
—No
sabrá nada. No dejé huellas.
—Te
recuerdo que con Samanta Vasiliev tampoco las dejé. Sin embargo bastante dolor
de cabeza nos dio tras su homicidio. Grigorii es un hueso duro de roer. No se
contentará si nota algo extraño.
—Su
padre no murió ayer.
—Pero
algo o alguien mejor dicho debió sembrar las dudas. Sino dime a qué iría a ese
lugar con malos recuerdos.
—Quizás
deba terminar algunos trámites. No sé… ¿Sabe Sebastien?
—No
tuve tiempo de contarle después de la llamada. La mansión no estaba en su mejor
momento.
—¿Qué
necesitas que haga? ¿Quieres lo siga?
—Tú
estás loco. Mejor esperaremos que resuelva Sebastien y cómo se dan las cosas.
Al menos quiero que estés enterado que puede haber complicaciones.
Se
puso de pie y me miró angustiado.
—Si
en el hipotético caso, Grigorii… Tú sabes…
—No
sé. Pienso que llegado el momento deberíamos decirle la verdad. Con la
consecuencia que no sabremos que nos depare. Puede irnos muy bien, o muy mal.
Tendríamos que huir de Kirkenes, si es que tenemos tiempo antes que nos delate.
—Eso
no hará Grigorii.
—¿Estás
seguro?
Se
mantuvo pensativo.
—Pero…
También sabrá que cuidamos a Anne. Que nunca le hicimos daño. Somos seres de
bien.
—Somos
asesinos, Ron. Y él un policía. No lo olvides... Me odiará…
—Lo
siento, Scarlet. Nunca quise que esto terminara mal.
—Lo
sé. Pero lo hecho, hecho está. Vamos afrontarlo juntos, todos los Craig. Pase
lo que pase. Solo espero que Sebastien no crea conveniente que… que matar sea
la salida.
Mis
ojos se llenaron de lágrimas.
—Tranquila,
no ocurrirá –dijo con desesperación—. ¿Qué sería de Anne?
Lo
miré fijo.
—No
me refiero solo a Grigorii. ¿Qué piensas que haría mi padre si la raza correría
peligro?
—Eso…
no puede ocurrir.
Sequé
mis lágrimas.
—No
quiero que te sientas culpable. Recuerda que la que ha metido un policía en
nuestra casa fui yo. Nada de esto hubiera pasado si hubiera escuchado a Bianca
aquella vez, en el restaurante. Mi hermano también me lo dijo. Grigorii era
peligroso. Sin embargo no me importó.
—No
fue un capricho. Te enamoraste. Lo deseó tu corazón.
—A
veces no puedes hacer todo lo que deseas sin medir las consecuencias. Eso
indica inmadurez.
—Ignoro
si la inmadurez va unido a seguir lo que dicta tu corazón, pero solo así te
sientes vivo. Y caminar por este mundo sin vida, no te lo aconsejo. Fue lo que
sentí por muchos años. Créeme, no tiene sentido.
—¿Aunque
ella nunca te acepte?
—Aun
así. Pensar en cómo conquistarla es lo que hace que me levante cada día con
esperanza. Mis sueños son el motor. Puedo asegurarte que tener existencia no es
sinónimo de estar vivo. Al menos para mí.
—Hace
un tiempo que vengo evitando a Grigorii. Me he dado cuenta que de la boca para
afuera he logrado mi objetivo. Sin embargo tienes razón. A medida que trataba
de no pensar en él algo a la par iba muriendo. Creí que era el amor, pero no…
estás en lo cierto. Es mi propia vida.
—Entonces,
no quieras transitar este mundo sin ella.
Bianca.
Sebastien
había abandonado nuestra habitación rumbo a la de Nicolay. Deseaba hablar con
el niño y apoyé esa decisión porque a mi modo de ver era la correcta. Mañana,
el pequeño príncipe de los Craig comenzaría el colegio. Brander y Boris se
encargarían de ello, como habían acordado. Muchas emociones en breve tiempo
para tener solo siete años. Así que la contención por parte de todos era la
mejor solución.
Salí
de la ducha envuelta en la toalla. Me detuve frente al espejo de pie…
No
había cambios aparentes en mí. Mi rostro no reflejaba ojeras por un mal dormir,
tampoco conocía como serían las náuseas y mareos. Quizás no sufriría molestias.
Siempre se decía que cada mujer llevaba diferente su embarazo. Sobre
vampiresas, poco y nada sabía.
Recordé
que en mi viaje a Alberta había sufrido un par de mareos a los que atribuí a mi
situación de crisis. Tal vez había sido por mi pequeño hijo que ya que crecía
en mi vientre.
Es
que… ¿cómo pensar que podría ser madre? Nunca lo hubiera imaginado. ¿Fue un
bloqueo de mi psiquis? ¿O un resultado clínico erróneo? No importaba, ya no
importaba. Él o ella estaban aquí, dentro de mí, y me había salvado.
Entreabrí
la toalla y bajé la vista a mi piel sedosa y tersa de vampiresa… Mis dedos se
acercaron a la zona del ombligo, pero me detuve. Preferí que por un tiempo más,
nuestro hijo guardara la sensación de las manos de Sebastien. Era un embrión
pronto a convertirse en feto. ¿Cuánto podría percibir? ¿Escuchar? ¿Quizás desde
el cuarto mes o antes? Caí en la cuenta que conocía mucho de finales y de
muerte, pero casi nada de la vida.
Sonreí.
Hablaría con Liz, con Sara, con Sabina, con Sasha y Svetlana. Con cualquier
hembra que pudiera sacarme de la ignorancia. También compraría revistas y
libros sobre futuras madres. ¿Hasta qué mes podría seguir trabajando? Cierto
que había renunciado creyendo que mi vida sería un caos. Volvería al ruedo,
traería a esa Bianca que había sido no hace mucho tiempo. Mientras me vestía
comprendí muchos sentimientos de los que hablaban los padres. Es que ya no era
yo el centro del mundo. Por más que amara a Sebastien con todo el corazón. Era
un sentimiento diferente.
Sebastien…
Ahora entendía aquella tristeza que debió soportar por la ceguera de Douglas,
por cada lágrima, por cada derrota. Ahora entendía su lucha por Numa y su
recuperación. Su furia por alejarlo de Nicolay…
Lamenté
no haber comprendido antes, al menos no con la intensidad que hoy lo asimilaba.
Me
senté en la cama y el aroma de su perfume impregnó la nariz. Los ojos
recorrieron de punta a punta esas sábanas revueltas y en desorden. Me había
hecho mucho bien volver a estar en sus brazos al compás de nuestros gemidos.
Aunque en la Isla del Oso nos habíamos reconciliado, esta vez tenía una
acotación especial. Disfruté cada caricia intensa, cada beso apasionado, cada
frase cargada de emoción. Debía hacerlo. Vivir con los cinco sentidos era un
imperativo. Porque cada día con Los Craig, aprendí que la felicidad cuando la
tienes no la atrapas para siempre, son instantes.
Cogí
el móvil de la mesa, junto al velador. Llamaría a mi padre. Sería abuelo en
unos meses, siete con seguridad. Sentí que era impostergable comunicárselo
cuanto antes y que se alegraría. Pero algo me detuvo… No porque cambiara de
opinión en darle la noticia, sino porque tenía algo mucho más importante que
hacer.
Salí
de la alcoba y caminé por el pasillo hasta su puerta… Golpee casi sin pensar.
Sin embargo viendo que tardaba en abrir, un temor me invadió… A que no quisiera
escucharme… A no cumplir la promesa…
—Soy
yo, Bianca –dije casi sin voz.
Escuché
al fin sus pasos avanzando hacia la frontera que nos separaba. Una puerta que
era insignificante barrera comparada con el abismo entre nosotras.
Respiré
profundo y una congoja apretó mi garganta. ¿Sería mi estado de gravidez que
provocaba la emoción a flor de piel?
Ella
abrió la puerta y me miró.
Ninguna
sonrió. No es coherente que los enemigos se sonrían.
Estaba
vestida con un albornoz lila que hacía juego con sus ojos. Ojos que delataban
haber llorado mucho tiempo. Rostro demacrado. A pesar de notarse que era una
hembra hermosa, su cuerpo parecía abatido y débil.
Ella
fue la primera en hablar. Apenas escuché su susurro.
—¿La
viste?
Asentí
con la cabeza.
Ekaterina
se giró y caminó despacio hacia el centro de la habitación. De espaldas a mí, se
sentó en la cama como si los huesos le dolieran. Pero no eran sus huesos los
que dolían, sino su alma atormentada.
Me
acerqué un par de metros hacia ella.
—Debí
hacer algo por mi hermana, y no lo hice –susurró—. No me di cuenta… No me di
cuenta.
Me
mantuve en silencio. Era la primera vez que Ekaterina abría su corazón, al
menos frente a mí. Ella alisó la falda con sus manos delgadas, inmersa en el
pasado. Y continuó…
—No
imaginé que buscaría esa solución. No, teniendo a Nicolay tan pequeño.
Negó
con la cabeza lentamente.
Mis
pasos avanzaron hasta poder verla a la cara. Las lágrimas resbalaban por sus
mejillas y morían en esa falda de arrugas inexistentes que intentaba alisar.
—Tenía
cuatro años, su niño tenía cuatro años… No pude pensar mucho en su muerte
cuando ocurrió. Apenas enterramos sus cenizas supe que tenía un deber
impostergable… Cuidar de Nicolay como ella lo hubiera hecho… —estalló en llanto—.
¡No sé si lo hice bien!
—Lo
hiciste bien.
Me
miró.
—Tú
no puedes saber como lo hice –contestó sollozando.
—Pero
ella sí.
Su
mirada recorrió mi rostro mezclada entre la angustia y la confusión.
—Tengo
un mensaje para ti.
Secó
sus lágrimas y noté el pánico en su cara de rasgos perfectos.
—¿Te
habló de mí? ¿Ella te vio y habló de mí?
—Sí…
Dijo que te diera las gracias. Nadie hubiera cuidado a Nicolay como tú.
Dejé
que llorara y se desahogara. No porque lo disfrutara. De mi madre había
heredado ese carácter combativo y guerrero, pero también sus enseñanzas. Aún
recuerdo sus consejos desde pequeña. “Bianca, debes luchar frente a un rival
con todas las fuerzas, pero nunca permitas que el rencor se aproveche de tu
enemigo derrotado. Porque eso… ya no se ve bien”.
Continué
en silencio esperando que dijera algo más.
Ella
fue apagando su llanto hasta que volvió a mirarme.
—Era
muy bonita y tenía un futuro por delante… Si pidió ayuda no me di cuenta.
—Dijo
algo más —interrumpí.
Ekaterina
guardó silencio, esperando ese mensaje que desconocía que la liberaría.
—Ella
dijo… que por favor, la perdones.
—Soy
yo quien me debo perdonar.
—No
debes cargar esa mochila. No es justo. Ella había tomado la decisión. Creo que
la única forma que Olga no se sienta tan culpable es que entiendas que nada
podías hacer. Todo lo bueno que hiciste está en su habitación… y ya ha cumplido
siete años.
Avancé
hacia la puerta y me detuve.
—Te
diré algo más, pero eso corre por mi cuenta.
Guardó
silencio. Creo que no tenía fuerzas ni siquiera para preguntar.
—Tú
y yo no nos llevamos bien. Quien sabe algún día… Sí quiero que sepas que
tenemos algo en común. Nicolay. No importa el lazo que nos une a él, lo que
interesa es que ambas debemos poner de cada una para que ese niño lleve una
vida feliz. Ni yo podré sola, ni tú. Así que nos queda colaborar cada una en lo
suyo. No ocuparé jamás el lugar de su madre. Eso lo entiendo perfectamente. Sin
embargo, puedo ir llenando huequitos de su corazón. No existirá barrera que se
interponga. Ojalá lo entiendas y facilites las cosas. Eso es todo. Buenos días.
Me
retiré con la sensación de haber cerrado una etapa y pasar la página. Otra
carga que abandonaba en el camino para caminar más liviana. Otra de las
innumerables cosas que te enseñaba la vida.
Bajé
la escalera hacia la sala. Lenya subía con la cuna casi sin esfuerzo.
—¡Mi
amor, te cuidado!
—Puedo
con esto, cariño. No te preocupes, no me haré daño.
—Me
refiero a la cuna. Cuida que no se raye o golpee.
—Ah,
¡qué gentil! ¡Gracias!
Reí
junto a las chicas. Anouk se aproximó y me abrazó.
—Feliz
por ti.
—Gracias,
Anouk. También por el test.
—No
fue nada. ¡Ah! Le he contado a mi madre. Dijo que viajarían de inmediato con
papá para felicitarlos.
—¡Gracias!
Me
senté en uno de los sofás uniéndome a la reunión.
—¿Y
qué tal el secuestro de Sebastien? –sonrió con picardía Rose.
—Muy
bien. Excelente.
Las
tres aplaudieron haciéndome reír.
Margaret
salió de la cocina con cuatro cafés.
—¡Oh!
Bianca, traeré un café más para ti.
—No
te preocupes.
—Por
supuesto que sí. ¿O prefieres jugo de frutas?
—Café.
Charles
bajaba la escalera y se detuvo a mitad de camino. Con la mano en la baranda me
miró sonriente.
—Veo
que te han liberado.
Me
acerqué y extendí las manos.
—Sí.
Bajó
apresurado y me abrazó.
—¡Estoy
feliz!
—Lo
sé.
Se
separó y me miró a los ojos.
—¿Cómo
te sientes?
—Muy
bien. No tengo náuseas ni mareos.
—¡Excelente!
—Sebastien
parece un niño. Está tan entusiasmado que ya hablamos del futuro del bebé.
Rio.
—Lo
imagino.
Nos
sentamos juntos en el sofá. Margaret reapareció con la bandeja.
—¡Oh,
Charles! Prepararé algo para ti.
—No
querida, ven. Siéntate con nosotros.
—Puedo
preparar en unos minutos y…
—No,
de verdad. Ven aquí.
Margaret
sirvió el café.
—¿Y
qué hablaron del bebé? –preguntó Rose.
—Ah
pues… De los padrinos.
Todos
rieron.
—Vaya,
no pierden tiempo –rio Margaret.
—Sí.
Bernardo será el padrino si acepta.
—¡Cómo
no va aceptar! –aseguraron todos.
—¿Y
la madrina? –preguntó Sara.
—Bueno,
he hablado con Sebastien y estuvo de acuerdo. Creo que nadie mejor que ella. Se
lo merece. Además nuestro bebé tendrá de qué jactarse con ese apellido ilustre.
—¿Gólubev?
–preguntó Charles.
—Sí.
—Ay
Bianca, ¡gracias! –Anouk se puso de pie emocionada—. Tú sí que sabes que nadie
ama los niños como yo. Si le sumamos que tengo cultura y buen gusto y…
—¡Habla
de tu madre, Anouk! –protestó Rose.
—Ah…
—Anouk volvió a sentarse y sonreí.
—Sasha
me acompañó en momentos muy duros y fue una verdadera amiga.
—Por
supuesto, debí pensarlo.
—¡Debo
contarle a mi padre! Quizás vaya personalmente.
—Me
parece mejor idea –aseguró Charles.
—¡Cuenta
Bianca! ¿Y el nombre? ¿Qué nombre le pondrán? –Dijo Sara.
—Me
gusta Asrael –opinó Rose.
—¿Asrael?
Estás loca, amiga. Es el nombre del gato malvado de los Pitufos.
—¿Tú
ves los Pitufos?
—Veo
todo lo que se relacione a los niños porque me acerca a ellos.
—Pareces
Anne, cielos.
—¡Calla!
—Se
llamará Eigil. Significa “el que inspira temor”. Porque eso inspiró en Hela al
enterarse que existía.
—¡Me
gusta! –exclamaron todos.
—¿Y
si es niña? Margaret bebió un sorbo de café.
—Si
es niña… Si es niña se llamara Odette.
Me
giré de cara a Charles y él me miró.
—Le
podré Odette –repetí—. En honor a ella.
—¡Gracias!
–sus ojos brillaron de emoción.
—¡Me
gusta Odette! –dijeron al unísono.
—¡Cuñada!
¡Felicidades! –canturreó Scarlet saliendo del despacho.
—¡Felicidades
Bianca! –exclamó Ron tras ella.
—¡Gracias!
—¿Me
perdí de algo?
—Sí
–contentó Anouk—. Mi madre será la madrina, Bernardo el padrino, y se llamará Eigil si es niño y Odette si es niña.
—¡Me
gusta! Ojalá sea niña. Ya me veo llevándola a los centros comerciales.
—Oh
oh –susurró Margaret.
Charles
observó a Scarlet.
—¿Y
nosotros querida? ¿Nos hemos perdido de algo?
Noté
la cara de disgusto de mi cuñada.
—Nada
que no pueda solucionar.
Cayó
la nueva y breve noche. Continuamos conversando y riendo imaginando la nueva
vida. Se nos unió Sebastien, Numa, y Douglas. Marin se encontraba con Lenya y
Liz guardando los regalos de cumpleaños. Nicolay esperaba que subiera para
cantarle la canción de cuna de los piratas, así que antes de partir me despedí
de todos agradeciendo la preocupación ante tantas vicisitudes ocurridas.
Al
llegar a la habitación del niño abrí la puerta y me asomé. Lo vi sentado en la
cama con el joystick en sus manos.
—Ehm…
Si bien me informaron, alguien tenía que dormir.
—¡Bianca!
Es que se me fue el sueño. ¿Quieres jugar?
—¿No
irás al colegio, mañana?
—Papá
dijo que podía faltar el primer día. Ya habló con Brander y con Boris.
Me
senté en la cama junto a él.
—Oh…
Bueno… Entonces… Creo que podremos jugar un rato.
—¡Síiii!
—¿Cómo
se juega a esto?
Extendió
otro joystick.
—Es
fácil. Si quieres puedes ser el Hombre Araña.
—¿De
verdad? ¿Me darás ese honor?
—Sí.
—Muy
bien. Dime los comandos. Nunca jugué.
—Con
este botón rojo lo haces caminar. Con el azul salta por las paredes.
—¿Y
hace telarañas?
—No,
tienes que apretar la cruz.
—Ah…
—Y
este botón negro es para disparar.
—¡Ah
qué fácil!
—No
te creas. Brander tardó en aprender. Pero ahora me gana.
—Okay,
me tengo fe.
—¿Empezamos?
—¡Claro!
—También
le enseñaré al bebé. Cuando crezca. ¿Tú crees que me querrá?
—Te
amará. Te seguirá por toda la casa para que le enseñes todo lo que sabes.
Sus
ojos ya estaban atentos a la pantalla sin embargo su sonrisa me indicó que se
sentía feliz.
Sebastien.
El
día después, aún me duraba la euforia. Por eso cuando Mijaíl llegó y me abrazó
mis ojos se humedecieron por la emoción. Otra vez la sala se llenaba de risas y
comentarios alegres. Con la diferencia que ahora compartíamos nuestra dicha con
nuestros queridos amigos, los Gólubev.
—Natasha,
Iván, y Dimitri, se disculpan por estar ausentes en este momento tan feliz –se
excusó Sasha.
—No
te preocupes. Sabemos que son chicos ocupados –respondí.
—En
realidad, Natasha continúa trabajando para el gobierno. Tendrá vacaciones el
próximo mes. Nuestros hijos viajaron a Siberia –agregó Mijaíl.
—Les
intriga la desaparición de los Sherpa. Iván es un buen rastreador –comentó
Sasha.
—A
mí también. Y me preocupa –bebí un trago de vodka—. Lenya viajó dos veces sin
ver rastro de ellos. Viajaré con Bianca para la próxima semana.
—No
pudo habérselos tragado la tierra –se entristeció Sasha.
—Eso
digo yo. Como líder me apena no haber tenido buen resultado. ¿Les he contado
que encontramos a los Escarlata?
—¿En
serio?
—Sí,
amigo. En Alberta.
—Oh,
es de no creer. Las vueltas del destino.
—Ojalá
los chicos traigan noticias. No es que no confíe en Dimitri pero no podrá
arriesgarse a escalar lo alto del Himalaya, fue con Anoushka. Por otro lado
Iván tiene un don especial. Él averiguó todo lo referente a Anoushka cuando se
lo pedí.
—¿Tú
hiciste eso?
—¡Ay
Mijail! Era una madre desesperada. ¡Tú hubieras hecho lo mismo!
—¡Claro
qué no!
—Bueno
chicos, ya pasó hace tiempo. No discutan –sonreí.
—No,
es que me sorprende saber hasta dónde llegaste, cariño.
—Sí
que lo sabes. Llegué hasta perdonar a mi peor enemigo.
—En
eso tiene razón —apoyé—. Hablemos de cosas bonitas.
—¡Sí!
Por ejemplo de madrinazgo. ¡Gracias chicos!
—Debes
saber que te hubiera elegido de padrino, amigo mío. Pero era imposible ganarle
a Bernardo.
Mijaíl
rio.
—Eso
lo sé.
—No
quiero parecer antipática, Bianca. ¿Estás segura? Sé que es tu amigo, pero no
deja de ser un lobo. No conocemos mucho de ellos. Su naturaleza puede ser
impredecible.
—No
te preocupes, conozco a muchos de ellos y son seres muy dignos.
—Es
que esa reserva…
—¿Qué
ocurre con la reserva? –pregunté.
—No,
es mi sensación. Cada vez que paso cerca de sus dominios… siento algo aquí en
el pecho… No sé explicarlo. Como si al pasar, ese territorio Sami se quedara
con parte de mí. Es muy loco –sonrió apenada.
—No
te dejaría nunca, cariño. Aunque los lobos te llamen iré contigo –bromeó Mijaíl
acariciando su mano.
—Es
que… siento que no es a mí a quien llaman… No lo sé, es extraño. ¿Verdad?
—Sí,
es extraño –murmuré.
Drank.
Después
de salir de la mansión y entrar a la furgoneta, la puerta al cerrarse debió
golpear más de lo debido. Porque Bernardo me miró extrañado.
—Lo
siento –murmuré.
—¿Estás
seguro que quieres conducir?
—¿Por
qué no?
—Te
noto algo tenso.
—Es
que lo que vivimos en esa mansión fue…
—Sí,
lo sé. Increíble.
Sabina
y Gloria subieron al vehículo después de despedirse de Scarlet.
—¡Qué
felicidad por Bianca y Sebastien!
—Cierto,
cariño. Ambos se lo merecen.
Di
arranque al motor y emprendí la marcha hacia la reserva.
—¿Sabes
qué? Le pediré ser el padrino.
—Por
supuesto, quien mejor que tú –se alegró Sabina.
Miré
de reojo a Bernardo. Sonreía feliz por su amiga. También me sentía dichoso por
ver a Liz sonreír. Sin embargo había algo que me molestaba, no precisamente
sobre ella. Algo que no sabía cómo dominar. Supe antes de tiempo que el
comentario que escaparía de mi boca no sería apropiado. No era el tiempo y
lugar. Sin embargo no pude contenerlo.
—¿Cómo
puede tener una señorita un test de embarazo en su bolso como si llevara una
billetera? Es evidente que vive revolcándose con… —miré a Gloria por el espejo
retrovisor y callé.
Un
poco de raciocinio me quedaba.
La
niña observaba por la ventana el paisaje primaveral.
—¿A
quién te refieres? –preguntó Sabina.
—A
esa chica… No recuerdo el nombre exacto.
—Si
has hecho ese comentario es porque sabes perfectamente como se llama. ¿Me
equivoco? –Bernardo me miró—. ¿Te refieres Anouk?
—¿Qué
dijo la Gólubev?
No
contesté a Sabina. Los sucesos ocurridos habían sido muy importantes para que
saliera con algo así, tan insignificante. Pero Bernardo hizo hincapié en mis
dichos y no lo dejó pasar. Era coherente si te ponías a pensar que venía del
más importante guardián de un alfa.
—¿Te
interesa Anouk?
—¡Nah!
Llamó mi atención que tuviera en su bolso algo tan íntimo como un test de
embarazo. Como si llevara caramelos. ¿Me explico?
Cogí
la curva antes de que Sabina continuara.
—Mejor
si no te interesa. No quiero verte sufrir. Todos sabemos que te ha costado
apartar tu corazón de Liz.
—¿Por
qué debería sufrir? –se interesó Bernardo.
Los
latidos de mi pulso se aceleraron. No supe el porqué. Quizás percibí temor de
lo que dijera Sabina. ¿Por qué? No debería ser importante. Tuve deseos de
alertarla, “no, no digas nada. No quiero saber”.
—Conozco
a los Gólubev desde el tiempo que vivían mis padres. Es un aquelarre ruso de
mucho poder y dinero. Son brillantes en virtudes y en intelecto. No quiero
decir que tú no lo seas. Pero ellos son muy cerrados. En la reserva se
comentaba que eran elitistas. A diferencia de los Craig. ¿Entiendes a lo que
voy, Drank?
—No
coincido en eso, amor. Hemos conocido parte de los Gólubev aquella vez,
¿recuerdas? Con la muerte de Hans. Parecían muy solícitos con los Craig.
—Con
los Craig, Bernardo. Tú lo has dicho.
—Me
refiero que el trato aquella vez fue muy cordial, aun siendo nosotros una
reserva de lobos.
—No
dije en ningún momento que fueran maleducados y no gentiles. Es parte de su
formación. No quiere decir que acepten en su familia a un simple humano.
—Anthony
era guardaespaldas y se casó con una de sus hijas… No recuerdo el nombre.
—Svetlana.
Sí, lo sé. Pero Anthony es un Craig, si no me equivoco, hijo de un guerrero de
Adrien. Un vampiro. Drank no lo es.
—Lo
siento –murmuré avergonzado—. No quería llevar esta conversación a algo
trascendental. Fue un comentario estúpido.
—No,
no –gloria movió el dedo índice negando—. No fue estúpido.
Bernardo
y Sabina rieron.
—¡Qué
niña tan metiche! —Exclamó su guardián.
—Es
que ella demostró ser algo que no es.
Segundo
comentario de mi boca sin pasar por el cerebro.
—¿Gloria?
—No,
Sabina. Drank habla de Anouk.
—Ignoraba
que se conocían tanto. ¿Son amigos?
Encogí
los hombros.
—No…
Ella ha venido un par de veces a la reserva. Eso es todo. Una vez con Scarlet,
después en el compromiso de Carl y Marin y… Creo que la vi en la kermese y… ¡Ah
sí! En una tienda, con su amiga Rose.
—Ah…
—Bernardo sonrió—. ¡Mira qué llevas la cuenta!
Sonreí
más por compromiso que por agrado.
—Nunca
pensé en ella como algo más. Lo digo en serio. Por lo que aparenta es muy
superficial y… Mi antítesis.
—Okay,
entendimos. ¿Verdad Sabina?
—Amor,
no bromees. No imagino a una Gólubev viviendo en una reserva de lobos.
—Lo
mismo pensaba de mí siendo humano en la ciudad de Oslo. Y ya ves. Me has
conquistado y arraigado aquí.
—Tonto
–sonrió Sabina por el espejo.
—Mamá,
¿puede Drank quedarse a comer con nosotros? –Gloria se apoyó en el asiento
detrás de Bernardo.
—Por
supuesto.
—No
se preocupen, tengo pizza en la heladera y debo contestar un email a Roxane.
—¿Tu
hermana?
—Sí,
media hermana.
—Bueno,
pero no te perderás del rico guisado de los que tanto te gustan. Puedes enviar
mails más tarde.
—Tiene
razón Sabina. Haznos el honor de quedarte a comer.
—¡Sí,
Drank! –exclamó Gloria.
Sonreí.
—Está
bien, gracias por la invitación.
Durante
el resto del camino conversamos sobre el futuro Jardín de Infantes. Bernardo había
solicitado un par de maestros que calificaran para niños de corta edad y que desearan
trabajar en la reserva. Pero aún no había tenido respuesta. Parecía difícil
conseguir postulantes ya que la mayoría de las personas vivían en el centro de
Kirkenes y el clima en varios períodos del año no era lo más beneficioso. Las
chicas o chicos recién recibidos aspiraban a trabajar en colegios prestigiosos
y adornar su currículum. Por otra parte, los docentes con vasta experiencia no
querrían bajar de categoría siendo maestros rurales. En pocas palabras debíamos
hallar maestros con mucha vocación.
Otra
vez Anouk se cruzó en mi cabeza. Recordé aquella vez el modo con el cual se
dirigía a Nicolay. Se notaba su amor por los niños. Aunque pensándolo bien, era
un riesgo tenerla cerca. No dudaba que yo le atraía y eso era peligroso. Mi
corazón se sentía solo y podría confundirme. Pensando en el consejo de Sabina
terminé por convencerme que esa vampiresa de ojos púrpura y risa contagiosa,
nunca sería para mí.
Estacioné
la furgoneta y fui el último en bajar. Sabina y Gloria se adelantaron a entrar
a la bella cabaña. Bernardo esperó a mitad del jardín. Me acerqué y sonrió.
—Animo
—palmeó mi hombro—. Sé que te sientes solo pero estoy seguro que encontrarás
una compañera de vida que te ame como mereces.
—Gracias.
—¡Bernardo!
Tim
se acercó agitado.
—¿Qué
ocurre? ¿Carl está bien?
—Sí,
sí. Tengo que contarte lo que ocurrió esta mañana.
—Dime.
—Los
dejo solos –murmuré.
—No,
Drank. No es necesario. Tarde o temprano te enterarás.
—Larga
el rollo, Tim.
El
rubio guardián de Gloria sacó una pequeña bolsa de arpillera de bajo de su
brazo. Parecía contener algo importante.
—Esta
mañana Vinter y unos camposanteros desenterraron los restos de uno de sus
padres. Vinter piensa tirar las cenizas al mar por pedido del difunto.
—¿Y
acaso está prohibido? Pregunto porque quizás no estoy enterado de todas las
reglas de nuestra raza.
—No
está prohibido. Y si hubiera duda —extendió la bolsa—, estoy seguro que aquí
hallarías la respuesta. Encontraron esto cerca de la lápida, a dos metros de
profundidad.
Bernardo
cogió la bolsa y metió la mano en ella. Apenas sus ojos se encontraron con
aquél objeto, dejó escapar una exclamación.
—Esto
es…
—Sí,
encontraron el original. Parece que data del tiempo del primer alfa.
—Cielos
–acarició el cuero desgastado con letras en relieve—, está escrito en Sami.
—Todos
entendemos lo que dice en la tapa. ¿Has aprendido Sami?
—Algo
entiendo –Bernardo apretó la reliquia contra su pecho—. Dice… “El libro de los
lobos”.
¡Hola, Lou!
ResponderEliminarEs muy cierto que todo puede cambiar en un instante para bien o para mal... parece increíble, pero es así
En esta ocasión me congratula la felicidad que reina en la mansión de Los Craig
No sé bien por qué... quizás porque Sebastien ya tiene tres hijos... quiero decir que el bebé que espera Bianca se llamará Odette... creo, no lo sé
Has dejado muchas puertas abiertas para continuar con esta magnifica saga
No sé lo que pasará con Ron y Anne... y es que es mi pareja favorita desde que se escribieron notas y se las pasaron por debajo de la puerta
Tampoco sé que va a descubrir Grigorii en su viaje a Solntsevo... y como terminará la historia entre él y Scarlet... y entiendo el miedo de Scarlet
Estaba segura de que Bianca contaría a Ekaterina lo que le dijo Olga... vamos a ver si esto ayuda a Ekaterina a no culparse de lo que es absolutamente inocente
Por supuesto entiendo que se culpe... pero no es culpable de no haberse dado cuenta de la barbaridad que iba a cometer su hermana
Me ha parecido misterioso que Sasha note algo extraño cuando pasa por el territorio Sami
Es posible que Los Gólubev sean elitistas, pero me temo que a Anouk le encanta un leñador llamado Drank... y a este leñador le encanta una chica llamada Anouk que guarda un test de embarazo en el bolso ;-)
Y a mí me ha encantado el capítulo que cierra esta novela
Espero que te sientas muy feliz y muy orgullosa, porque hoy ha nacido Iris Púrpura... mi más sincera enhorabuena
Eres una escritora excelente, y estoy convencida de que siempre lo serás
Para mí ha sido un placer y un honor bucear en tu novela... y espero poder seguir haciéndolo en Miel, canela y ámbar
¡Gracias, Lou!
Y permite que te aplauda... Plas Plas Plas Plas Plas Plas Plas...
¡Hola Mela! Gracias por tus palabras. Me han emocionado. ¿Lo ves? Los Craig tienen vida por ustedes.
ResponderEliminarPaso a responder.
Sé que te alegra la felicidad de los Craig, ellos están felices de tenerte entre sus seguidores.
¿Se llamará Odette? Yo también tengo ganas de que sea niña. Ojalá.
Hay mucho sin resolver. Ron y Anne merecerían una oportunidad. Aunque pensando en Grigorii no creo que se les haga fácil. Pero... el amor todo lo puede. Veremos...
Si fuera Scarlet pienso que no lo hubiera tenido tanto tiempo sin dar una respuesta, aunque fuera por sí o por no. Pero tú sabes los Craig hacen lo quieren con mi pluma.
Bianca ha sido clara. Hay un niño de por medio y deberán olvidar controversias y rivalidades. Es bueno que Ekaterina sepa lo que piensa Olga.Creo que después de todo el viaje con Hela no ha sido en vano.
Dices que te ha parecido misterioso lo de Sasha... Conozco lo detallista que eres. Es seguro que algo ya ronda tu pensamiento. Anouk... Drank... Estoy deseando contarte lo que sé pero aún debo guardar silencio.
Tu cariño hacia la saga puedo asegurarte traspasa distancias y ordenadores. Quiero que sepas que no imaginas lo que me has ayudado en momentos difíciles, acompañándome.
Me queda decirte gracias y por supuesto serás bienvenida a la reserva. Soñaremos juntos.
Un besote enorme y buena semana!
Pues quiero que tú sepas, Lou, que tu novela también me ha ayudado en momentos difíciles
EliminarTodos vamos a tener momentos duros, a veces excesivamente duros, pero como dice mi padre no nos podemos permitir dejar pasar un día sin ser felices
Por supuesto que soñaré yendo a la reserva... me encanta soñar, y es imposible no lograrlo leyendo una de tus geniales novelas
"El amor está en el aire"... El cariño también, por lo tanto es lógico y muy real que traspase distancias
¡Un besote enorme!
¡Gracias querida amiga!
EliminarHolaaaaaaaaaa!!!!! Soy una desconfiada perooooo ya he leído que a Sebastien lo han despertado tirándole agua. Bieeeeeeennnnnnnn!!!!
ResponderEliminarHoy es un día grandeeeeeeee. Nos deja "Iris púrpura" peroooooooo vendrá "Miel, canela y ámbar"!!!!!! Me encanta el título!!!!! Hoy te nombro Superescritora porque lo eres!!!!!!
Felicidades por tu novela!!!!!!! PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS PLAS Y MÁSSSSSSS PLAAAAAASSSSSSSSS!!!!!
Besazo!!!!!!
¡Hola Merck! Creo que Sebastien hubiera despertado sin el agua pero Liz no perdió tiempo. La casa se ha revolucionado pero quedan cuestiones sin resolver. Ahora comenzaremos a transitar el libro de los lobos, y será un honor tenerte entre los seguidores.
EliminarMuchas gracias por el comentario. Seguiremos camino, sí. Pero no podría avanzar si no te diría antes todo lo que te agradezco. Tu humor y alegría a puesto en mí las ganas de no abatirme ante dificultades. Te digo gracias por estar allí del otro lado leyéndome y comentando.
Un beso enorme y buena semana para ti!
Se ha terminado esta novela pero sigue en la siguiente,faltan muchas cosas.Muchas felicidades por esta novela,me ha gustado mucho.Escribes muy bien.Muchas felicidades!!
ResponderEliminarQuerido Ramón, ante todo gracias. Sé que tenemos una vida ocupada y te tomas el tiempo no solo para leerme sino para comentar. Me hace feliz leer tus comentarios y me alegro mucho que la saga te guste.
EliminarSeguiremos camino con el libro de los lobos. La reserva te da la bienvenida.
Muchas gracias. Un beso grande y buena semana!
Genial novela , espero el próximo. Libro Mi pareja predilecta siempre han sido Sebastien y Bianca muy cerca de Lenya y Liz pero adoro a todos tus personajes. espero saber ¿ qué pasará con Grigorri? Te mando un beso .
ResponderEliminar¡Hola Ju! Un gusto tenerte como siempre. Es una alegría saber que siempre cuento contigo para apoyar mis locuras. Siempre contarás conmigo como escritora que eres y como amiga.
EliminarGracias por estar, por tu contención de amiga.
Nos vemos en el libro de los lobos.
Un besazo grande y buena semana!
Excelente cierre para el tema de Nicolay, Bianca y Ekaterina...parece que todo irá bien...el suspenso en torno a lo que descubra Grigorii, y luego ese libro sobre lobos...qué misterio develará... tendremos que esperar...y estar en alerta...pobre Scarlett, está dividida entre dos amores...respecto a Drank y Annouk, me siento súper entusiasmada por cómo se desarrollará esa historia entre ellos...por favor, no nos hagas sufrir con la espera!! Muchas gracias nuevamente por llenarnos de sonrisas y emociones!!!!😘😘😘
ResponderEliminar¡Hola Garza! Comienzo por decirte muchas gracias a ti, no solo por comentar sino porque siempre estuviste dándome ánimos y buenos deseos.
EliminarTu compromiso con los personajes, emocionándote, y hasta enfadándote con ellos, provoca que cualquier autor de una novela se sienta dichoso.
Los Craig entraron en tu corazón y yo he encontrado una nueva y excelente amiga.
Respondiendo a tu comentario, parece que todo irá bien. Al menos para Sebastien, Bianca, Nicolay, y Ekaterina.
Bueno... Ekaterina es un personaje relativamente nuevo. Y tú sabes, sería aburrido si nada pasara en su vida. ¿Verdad? Jajajaja.
Grigorii no sabemos que descubrirá, aún no he hablado con él. Debemos esperar.
Scarlet ya no es la misma y se nota. En el correr de la saga ha dejado de ser aquella egoísta y salvaje para dar paso a una verdadera Craig. Sin embargo, madurar también tiene su costo. Y elegir por ti misma no es fácil.
El libro de los lobos tendrá sorpresas. Historias de personajes nuevos, y otras que deberán cerrar. Sé que piensas en Anouk y Drank. Créeme que ansío saber como se desarrollará ese sentimiento incipiente que ya puede palparse.
Brindo por tu entusiasmo, por acompañarme en esta locura, y por tu amistad.
¡Gracias! Un besazo enorme desde Argentina.
Esta novela tiene algo, tiene calidad. Me alegra que continúes con la saga, son muy buenas las novelas que la conforman. ¡¡Felicidades, Lou!!
ResponderEliminarInsisto, Ekaterina le robará el corazón a Numa:))
Cuenta conmigo para leer y comentar "Miel, canela y ámbar"
Creo en tus personajes, pero sobre todo creo en ti.
Bso
Querido Ignacio, tus palabras son muchos más que un simple pago de cualquier editorial.
EliminarEl dinero tarde o temprano se gasta, pero la amistad perdura.
Te agradezco ese tiempo que me brindas en leer y comentar. Me hace feliz que haya colmado las expectativas.
Ekaterina y Numa... Aún no puedo develar nada. Aunque generalmente siendo tan buen lector es difícil equivocarse.
Gracias por creer en mí. Yo creo que la distancia no es impedimento para ayudarnos en momentos difíciles. Así que gracias por estar ahí.
Un beso grande desde Argentina. Te deseo una buena semana para ti.
Hola bella, da nostalgia saber que se acaba una de mis historias favoritas, me encanta como quedo y al fin se realizó el sueño de Bianca y Sebastian me alegro mucho por ellos, y que todos están bien, Besotes amiga y me gusta como quedo, saludos!!!!
ResponderEliminarPor cierto se me olvidó, ya deseo leer "Miel, canela y ámbar" 😉😘
ResponderEliminarQue lindo y feo es saber que llegué al final de otro libro!!! Lindo porque desde el primero vengo recorriendo este camino con vos y feo porque ya lo terminé jajaja
ResponderEliminarPero bueno... Nos vemos en Miel, Canela y Ámbar!♥