Aquí está el penúltimo capítulo. Se los dejo con todo el cariño que les tengo. Espero lo disfruten.
Un besazo grande y que tengan una feliz semana.
Capítulo 60.
Revelaciones.
Bianca.
Mi
mano se hundió en aquel manto negro y fui tragada por la oscuridad. No
recordaba muchas sensaciones de aquella vez cuando traspasé la barrera entre la
vida y la muerte. Quizás porque en aquella primavera agonizaba. Ahora era
diferente. Me sentía saludable y decidí libremente pisar otra dimensión. ¿O no
era tan libre para elegir quedarme? No… Debía cumplir la promesa. Tenía que
devolver aquello que pertenecía a otro. De lo contrario nunca hubiera seguido
mi camino en paz.
Era
una imposición interna, moral, ética, y necesaria. La regla de la “no
traición”, de lo que significa el valor de, “no te quedarás con lo que no es
tuyo”. Aunque no fuera religiosa o creyente. Para mí iba mucho más allá de eso.
Escapar
aquella vez de la muerte pudo resultar anecdótico, pero nunca plausible. Porque
no había sido con base en mis técnicas y estrategias de escape, básicamente fue
su error. Error que aproveché y me escurrí entre sus dedos mortales. Así fue
como me llevé su don. Un detalle tan importante para Hela que no volvería a ser
el mismo, incluso desaparecería. Yo podría vivir sin conocer las muertes de
aquellos seres que no debían haber partido, sin embargo él sin esa
escalofriante virtud, no terminaría su trabajo.
Era
espeluznante saber que tenía la misión de guiar a las almas hacia el lugar
correcto. Pero era su misión.
En
el medio de la nada, la oscuridad dio paso a la penumbra. Mis oídos ya no
captaban el sonido de las voces queridas. Me rodeaba el pétreo silencio de la
muerte. El frio fue ganando cada molécula de mi cuerpo, por llamarlo de algún
modo. Porque físicamente no estaba aquí. Sabía que no estaba aquí… Solo mi
energía. Nada más y nada menos que aquello que nos hacer sentir, llorar, reír…
Con Sebastien en el parque había quedado algo apenas inanimado. Entre esas dos
partes de Bianca, un corazón que lento aún latía. Hasta mi voz había escapado
de la garganta y mis ojos no apreciaban los colores.
A
pesar de ello, pude percibir el contacto helado de la mano de Hela desprendiéndose
poco a poco de mis brazos. Supe que quedaba libre, no para regresar sin
obstáculos. Sino para luchar por mí regreso. ¿Y ahora qué? ¿Por dónde
empezar? Estaba sola, sin saber qué
hacer.
El
siguiente paso fue comprobar aterrorizada que el aire me faltaba. Una fuerza
extraña me absorbía hacia abajo. Sin embargo parecía estar sobre suelo sólido.
El deseo de incorporarme me fue fácil y me senté sobre la superficie rocosa.
Conocía perfectamente que no me habría sentado en realidad. Era un deseo. Como aquella
vez… cuando abrí mis ojos sin separar los párpados. Debía usar mi energía para
lograr aquello que deseaba más en el mundo. Regresar con mis Craig.
La
visión borrosa dio lugar a una vaga nitidez. Alcancé a ver a Hela a unos metros
frente a mí. Su imagen podía notarse firme y delineada. Seguramente… porque era
yo la que me desvanecía.
Vi
sus ojos tornarse rojos como las llamas. El brillo del manto negro. Los dedos
esqueléticos aún extendidos hacia mí. Hasta sus pies se veían sobresalir de
aquella túnica azabache. Había cumplido la promesa. Lo supe cuando al fin sus
rasgos mostraron un tinte de serenidad. Aunque no por mucho tiempo.
Me
recorrió de arriba abajo con sus ojos, inmóvil. Como si algo lo hubiera
obligado a estudiar cada parte de mi
ser. Murmuró algo que no entendí. Entonces sombras de siluetas deshilachadas me
rodearon. Habían venido a buscarme. Como aquella vez…
Intenté
pensar en los Craig, en Sebastien, en Charles, Douglas, Nicolay, en todos.
Debía volver y pronto. Debía poner todo de mí. Imaginé abrir los ojos,
despertarme en la sala rodeada de amor. ¿De verdad estaba pasando por lo mismo?
¿Cómo salía de aquí si no estaba agonizando? ¿Estaba viva o muerta? ¿Cómo
saberlo?
Mi
corazón… mi corazón latía en un compás irregular. Era diferente a la primera
experiencia. No recordaba haberlo escuchado con tanta nitidez. Quizás ahora
estaba muy atenta a los cambios. Abrí y cerré los ojos y el paisaje tenebroso
no había desaparecido. ¿Cómo era? ¿Cómo lo había logrado en el pasado?
Vi
a Hela aproximarse. El gesto de terror me inquietó demasiado para quedarme
callada. Con la mente, sin mover los labios, pregunté.
“¿Qué
ocurre? ¿Por qué me miras así? ¿Acaso no era lo que deseabas?”
Él
negó con la cabeza y susurró con voz queda.
“Debes
regresar:”
“¡Es
lo que más deseo!”
“¡Deséalo
más!”
“¡No
puedo!” Grité estallando en llanto.
“¡Por
favor, inténtalo! ¡No debes estar aquí!
¿No
debía estar aquí? ¿De qué estaba hablando?
No
entendía el porqué de su extraño pedido. Hubiera jurado que siempre había esperado
quedarse conmigo. Sin embargo me urgía pelear por mi vida antes que dilucidar
su rara conducta.
Luché
por abrir los ojos una y otra vez. Los músculos se petrificaron, el frío
parecía haberme congelado. No quería perder la esperanza pero no encontraba la
respuesta de qué hacer, cómo actuar.
Y
él… que seguía suplicándome con la mirada que lo lograra. Tuve el impulso de
saltar sobre Hela y apretarle el cuello reclamando, ¡tú me has traído aquí!
¡Dime al menos qué hacer! Inútil hubiera sido…No podía moverme como en
condiciones normales. Era como volver a aprender a caminar, a sostenerme en
pie.
El
cielo lucía encapotado. Busqué a Marte sin buen resultado. ¿Adrien? ¿Dónde
estaba Adrien? Aunque fuera para guiarme. Nada era igual. Ni siquiera el
mensajero de la muerte queriendo jalarme el cabello, ahora miraba con súplica
que regresara con los míos.
A
pesar de que muchas sensaciones terrenales me habían abandonado, percibí el
sabor salado de las lágrimas en la garganta. ¿Estaba llorando? Sí… Por la
impotencia de la ignorancia en aquel lugar que debía al menos reconocer.
Hela
intentó espantar aquellas sombras que seguían allí, tan cerca de mí. Aunque
parecían echarse atrás y regresar con más ganas.
De
pronto, el rostro de Sebastien se dibujó en mi mente. Estaba desesperado. Eso
fue lo que me dio fuerza para no dejarme vencer. Debía ponerme de pie y
hacerles frente como diera lugar. Tenía la oportunidad de escapar de allí
definitivamente. Lo desee, desee ponerme de pie, y me vi en segundos cara a
cara con aquellos espectros.
“¡Voy
a regresar!” Exclamé. “¡No se saldrán con la suya!”
“El
tiempo se termina. ¡Apresúrate! Suplicó Hela.
Mi
furia se materializó en cada célula.
“¡Maldito
mensajero! ¡Me has traído aquí y ahora me haces creer que deseas que me vaya!”
“No
te traje. Fue consensuado. ¿Recuerdas?”
“¡Eso
no cambia las cosas! ¡Dime cómo regresar! ¡Cumplí la promesa de devolverte ese
asqueroso don!”
“¿No
entiendes? El trato no era así”.
“¡Vine
sola maldito seas!”
“¡No
has venido sola!”
Mis
ojos se abrieron desmesuradamente. Busqué alrededor mientras la angustia me
ganaba. ¿Quién había venido conmigo? ¿Sebastien? ¿Bernardo? ¿Douglas? ¿Quién?
Sebastien.
Bianca
se había escurrido entre mis brazos como el agua misma. Sin poder hacer nada.
Ni Bernardo llegó a tiempo antes de que ese fantasma invisible que tanto la
persiguiera hubiera logrado su objetivo.
En
un rincón del corazón desde el principio supe que ella no dejaría de cumplir la
promesa. Pero a la vez, ¿quién no tiene esperanza de que ocurriera un milagro?
Sí, hasta los vampiros.
En
vano fue gritar su nombre mientras la sostenía en mi regazo. Inútil reanimarla
para que volviera en sí. Igual lo intenté. Todos lo intentamos. Las
exclamaciones y los consejos desesperados iban superponiéndose en mis oídos. Solo
trataba de seguir los pasos más coherentes para ayudarla a regresar. Eran muy
pocos. No podía hacer demasiado. Ella ya no estaba aquí.
Esperar,
un verbo que no deseas aplicar si lo que está en juego es la vida de un ser
amado. La paciencia no es una virtud destacable si debes contar los segundos
para contemplar sus ojos abriéndose o su respiración a un ritmo normal. Sin
embargo, el tiempo transcurría y nada de ello pasaba.
—Bianca…
—susurré.
La
abracé contra mi pecho.
—Bianca,
no me abandones —continué—. Donde quiera que estés, regresa.
—Tranquilo
papá –Numa apoyó la mano en mi hombro—. Tendrá que entregarle el don y volverá.
—¿Y
si no puede?
Hubo
silencio en el parque. Es que nadie tenía el valor de mentirme, porque para
asegurar que Bianca regresaría debía saber mucho más que cualquiera de
nosotros. Aún así, intenté alguna respuesta, algún aliciente para tanta
angustia.
—Charles,
dime… ¿cuánto tiempo esperaste por ella, aquella vez?
Sus
ojos reflejaban la desolación, el dolor de sentirse tan inútil como yo.
—Fueron
casi dos semanas o más. Pero recuerda, era diferente. Pudo ser más tiempo al
pasar la transición. La convertí en esa ocasión, ahora…ahora el tiempo puede
ser mucho más breve.
—¡Solo
quiero que regrese! ¡Dime que hacer!
—Lo
siento –tembló—. No puedo ayudarte, tampoco sé que hacer… más que esperar.
Mi
hermano observó el horizonte.
—Debemos
entrar. El amanecer no tardará en llegar.
Sabina
cogió a Gloria de la mano y se apartó. La niña se veía acongojada.
—Quédense
con Bianca en la sala. Nosotras aguardaremos aquí.
—Me
parece bien, cariño –aseguró Bernardo.
Limpié
mis lágrimas y cuidadosamente como quien carga lo más frágil y delicado, la
alcé entre mis brazos y avancé hacia la mansión. La deposité en el sofá,
extendida, puse uno de los suaves almohadones bajo la cabeza, y me arrodillé
junto a ella.
De
pronto Ekaterina cayó de rodillas junto al sofá. Sus manos cogieron con
desesperación las de Bianca.
—¡No
la toques! –grité.
Ella
retiró sus manos y me miró con lágrimas en los ojos.
—¡Quería
ir con ella! ¡Necesito ver a mi hermana!
—Por
favor, Ekaterina –Charles tocó su hombro—. Vamos, deja a Sebastien. Tú no
puedes hacer nada.
—¡Quiero
morir! ¡No lo entienden!
—Tía…
La
voz angustiada de Nicolay nos recordó que había un niño en la sala contemplando
un cuadro horrible.
—¡Quieres
callarte!
Ella
no dejó de sollozar pero al menos se sentó en uno de los sofás, cabizbaja y en
silencio.
—Bernardo,
lleva a Nicolay al parque junto a Sabina, por favor.
—Está
bien. Ven, Nicolay.
—¡Pero
no me quiero ir!
—Lo
llevaré yo. Ven, haz caso a papá –dijo Douglas. Lo alzó en brazos y salió de la
sala.
Rose
cerró cada una de las cortinas de la sala. Sara llevó el bebé a la habitación.
Eché un vistazo alrededor, no para saber que hacía cada uno de los Craig,
porque en realidad poco me importaba. Pero necesitaba que una idea fluyera
mágicamente de algún rincón, algo que me diera una pista de qué hacer además de
contemplar el rostro amado. Sin embargo, ni el león de los Craig colgado en la
pared me daba alguna respuesta.
—Déjenme
a solas con ella.
—No
me moveré de aquí –contestó Charles.
—Ni
yo –dijo Margaret.
Lenya
se dirigió a Liz.
—Te
acompañaré a la alcoba. No lograrás nada viéndola y sufriendo.
—Inténtalo
–contestó decidida—. No me iré.
—Piensa
en el bebé.
—Porque
pienso en él me quedaré. La cobardía no es un valor que desee inculcarle.
Me
incliné para escuchar su corazón… Aún latía, muy lento, casi imperceptible…
—Está
viva, ¿por qué no regresa?
—Tengamos
esperanza –rogó Anouk. Con un apenado “permiso”, se retiró.
Charles
cogió la mano de Bianca.
—La
siento helada pero tienes razón su pulso late.
—¡Bianca,
regresa! –mi desesperación volvió—. ¡Maldito Hela!
—Todo
tiene que salir bien —lloró Scarlet—. No perdamos la esperanza.
El
sonido de los pasos de quienes se alejaban respetando mi decisión se mezclaba
con los murmullos de angustia y desolación. Mi oído captaba todo, pero yo no
estaba allí. Pareciera que me hubiera abstraído del mundo y la vida se me iba
tras ese rostro sin gestos.
Iba
a enloquecer si Bianca no reaccionaba pronto. La desesperación me carcomía y
solo quedaba esperar. No había logrado partir con ella. Siendo el líder de la
raza y no lo había logrado. Sentí una gran frustración.
La
abracé fuerte una vez más, cerré mis ojos, y desee con todo el corazón partir
con ella.
Grigorii.
Avancé
por el pasillo de la Jefatura medio dormido. No había descansado bien. Esta vez
no por Anne y sus pesadillas. Ella ya no sufría malos sueños desde que había
regresado de vivir con los Craig. Distraerse y hacer nuevas amistades le había
hecho muy bien. Pero yo no dormía de corrido sino que me despertaba cada dos
horas. La razón, mi cabeza no dejaba de pensar en Scarlet. Cada vez que la veía
la notaba distante y a la vez sus ojos me miraban con amor. Además era alevoso
que me evitara cada vez que podía y eso me preocupaba. ¿Qué deseaba de mí esa
bella mujer tan misteriosa?
Lo
cierto que ya no podía ir tras ella como alma en pena, esperando alguna migaja
de cariño y atención. Estaba claro que Scarlet no moría de amor por mí como yo
por ella. Había que aceptarlo por más doloroso que fuere.
Puse
mi dedo índice en el detector de huella para marcar el horario de llegada.
Continué caminando hasta que Mark se cruzó a mi paso para preguntar por mi
hermana.
—Todo
bien, gracias –contesté.
Palmeó
mi hombro y acomodó la gorra.
—Iré
de ronda.
—¡Suerte!
—¡Petrov!
Giré
para ver a Candy contornear sus caderas hacia mí.
—Buenos
días, dime.
—Buenos
días, guapo. Antes que vayas por tu compañero de ruta, el jefe quiere verte.
—Okay,
gracias.
—Oye…
Me preguntaba que tienes que hacer el sábado a la noche.
—No
lo sé, podría estar de guardia.
—No
lo estás. Se lo pregunté al comisario.
—Oh…
Bueno… Supongo que mi hermana tendrá un plan para mí. Tú sabes, pasa mucho
tiempo sola.
Me
observó con cierta pena.
—Grigorii
–bajó la voz—, debes pensar en ti. Tienes una vida por delante.
—Lo
sé –bajé la vista.
—¿Entonces?
¿Salimos el sábado?
—Te
avisaré. Lo prometo.
—Okay.
Me
dirigí a la oficina de Hansen pensando si en verdad Candy tenía razón. Si
estaba perdiendo el tiempo, no en cuidar de mi hermana sino en ir tras un
sueño. El sueño de Scarlet. Es que me volvía loco. Cuando parecía haberla
conquistado, me huía. Debía quitarla de mi corazón.
Golpee
la puerta y escuché el “adelante”. Me asomé y sonreí.
—¿Me
buscaba, jefe?
—Sí
–hizo un ademán—. Siéntate, Petrov.
—¿Hice
algo mal?
Negó
con la cabeza mientras revisaba una libreta.
—Mmm…
Aquí está…
Arquee
la ceja, curioso.
Extendió
un papel escrito.
—Esto
es para ti.
—¿Y
qué es?
—Llamaron
esta mañana, muy temprano. Desde Solntsevo.
—¿Mi
ciudad natal?
—Sí.
Dijo ser el forense que efectuó la autopsia a tu padre.
Recorrí
con los ojos el nombre y apellido, también el número de teléfono.
—¿Dijo
que quería?
—Hablar
contigo. No adelantó demasiado. Es un tema delicado pero tú sabes por algo soy
comisario. Insistente y tenaz. Él… aparentemente… Tu padre no murió de una
caída convencional. Quizás lo empujaron. Mucho más no sé. Debes llamarlo.
Recorrí
una vez más los datos.
—Creo
recordar haber hablado con él. Lo mío fue un viaje relámpago. Ni siquiera le
dije a Anne. ¿Para qué? Tuve que ir en cuanto me notificaron de su muerte. Hice
lo que debía hacer cualquier ser humano. Pagué el entierro y la sepultura. Más
no merecía. El forense no estaba muy de acuerdo en enterrarlo tan pronto.
—Entiendo.
¿Por qué piensas que el forense insistió sobre algunos análisis?
—Las
dudas me las dijo en su momento pero no presté atención. En verdad quería irme
de allí. No tengo buenos recuerdos de mi padre.
—Lo
sé. Entonces dile que no te interesa saber. Sin tu autorización todo quedará en
la nada. A no ser que sus sospechas sean tan fuertes que deba dar aviso a
“Homicidios”.
—Sinceramente
no me extraña que haya discutido con alguien y la riña haya terminado mal. Sin
embargo… soy policía… No puedo dejar las cosas así aunque no sea mi radio de
trabajo.
—Haces
bien. Delincuente o no, fue tu padre.
—No
me lo recuerde. Okay… Iré por Vikingo. Ya debe estar sentado en el móvil
policial.
—Ve
tranquilo. Si debes viajar a Rusia ya sabes que cuentas con mi autorización.
—Gracias.
Ekaterina.
Subí
la escalera y me encerré en la habitación. Agradecí que Brander hubiera partido
antes del suceso de Bianca. Creo que lo hubiera puesto triste mi reacción. Pero
él jamás hubiera entendido. Olvidé que Nicolay estaba presente. Olvidé todo.
Solo quería poder hacer lo mismo que la dama de los Craig. Traspasar esa
barrera infranqueable entre la vida y la muerte. Con la diferencia que no
necesitaba regresar.
Me
senté en la cama con las manos juntas en mi regazo. Aún tenía el sabor salado
de las lágrimas sobre los labios. ¡Qué pena no haberlo logrado!
La
luz tenue de un nuevo amanecer surgía a través de las blancas cortinas. Salir
al sol era una de las formas de morir de los vampiros. Las graves quemaduras
provocarían un ataque cardíaco. Lo sabía por Mell. Aquella vampiresa errante
que se quitó la vida hacía una centena de años. Pero yo no era valiente como
ella ni como mi hermana. La agonía y el dolor insoportable me estremecían.
Deseaba algo rápido.
Recordé
las palabras de Boris aquella noche después de que Olga nos abandonó. “Lo que
hizo tu hermana no fue un acto de valentía, todo lo contrario. Aunque no la
culpo, nunca estaré de acuerdo con su decisión. A la vida se la enfrenta, con
todo lo malo que nos carga”.
Sí…
quizás su acto fue de cobardía. Lo cierto que sea lo que sea que cruzó por su
cabeza, se parecía mucho a lo que últimamente estaba sintiendo yo. Aunque Boris
y Brander fueran amigos, aunque Sara compartía los cuidados de su bebé, aunque
podía estar cerca de Nicolay… La absoluta soledad me rodeaba, y la culpa de no
haber hecho lo suficiente en el momento debido. Porque no la salvé… No me di
cuenta cómo iba escurriéndose de la vida.
Sabía
perfectamente dentro de mí quien era la culpable de la muerte de Olga. A pesar
de despotricar contra Bianca. A pesar de detestar a Sebastien por no enamorarse
de mi hermana. En mi corazón, conocía perfectamente que si había alguien que hubiera
podido evitar su suicido, esa hubiera sido yo. Pero no me di cuenta… No vi las
señales. Fui una inepta.
Unos
golpes en la puerta me hicieron reaccionar. No estaba sentada en medio de la
nada en los Montes Komi. Me encontraba en una mansión con seres que no me
apreciaban, salvo Nicolay. ¿Cómo fue que ni siquiera pensé que él permanecía
allí?
La
puerta volvió a sonar… Quizás Bianca había regresado y esperaban que después de
lo ocurrido yo abandonara la casa.
Me
levanté y enfrenté lo que podría venir. Sí, al final parecía que algo de
valentía me quedaba.
Al
abrir la puerta lo miré. Primero, extrañada de encontrarlo recostado al marco
con ojos apenados. Segundo, indignada por tanto atrevimiento por seguirme.
Su
pregunta me desestabilizó.
—¿Estás
bien?
¿Qué
podía importarle a este chiquillo metiche? A la vez, ¿por qué molestarse a
saber de mí si en la sala vivían un acontecimiento extraordinario?
Lo
contemplé en silencio. Tratando de adivinar si era parte de una burla debido al
rechazo hacía mí. Hijo de Sebastien, hermano de Douglas, y aparentando haber
dejado la adolescencia no hace muchos años.
—Deberías
estar en la sala –murmuré.
—Allí
no puedo ser útil. Te pregunto nuevamente, ¿estás bien?
—Sí.
—¿Por
qué quisiste morir?
—No
es algo que deba contarte.
Bajó
la vista y quedó pensativo. Un incómodo silencio me rodeó. Deseaba que se fuera
y me dejara sola. Sentí que me había seguido solo por acusarme de lo ocurrido
en la sala frente a Nicolay, frente a todos.
—Cierto,
no es algo que debas responderme –me miró fijo—. Aunque lo intenté. De todas formas
querer morir no es la mejor solución.
Hizo
ademán de retirarse y lo acusé.
—Tú
no sabes nada de lo que significa querer morir.
Giró
lentamente e inclinó el rostro. Sus ojos se achinaron con un dejo de rabia.
—Sé
mucho más de lo que tú crees.
Se
alejó echando una última mirada y quedé petrificada. No hubiera esperado jamás
una respuesta así de parte de alguien que tiene la flor de la juventud. Que lo
tiene todo.
Cerré
la puerta lentamente… A los pocos segundos escuché gritos desde la sala. Me
quedé inmóvil… ¿Qué estaría ocurriendo?
Bianca.
Todo
era confusión. La penumbra parecía disiparse y un paisaje extraño surgía ante
mis ojos. El cielo, antes tormentoso, se había despejado y teñido de azul
oscuro e intenso. Marte no brillaba en el espacio. Era coherente. En aquella
oportunidad dominaba con su fuerza la tierra. Ahora ni siquiera eso.
El
suelo rocoso bajo mis pies, me sostenían firme y el aire que me rodeaba no me
agobiaba. Fue evidente que no estaba en el mismo sitio que cuando llegué. Las
sombras espectrales se habían esfumado y Hela no se veía por ninguna parte.
Había
muerto… Sí… No lo había logrado. No… No podía ser… Ya no volvería con mis seres
queridos. Mi cabeza repasó los últimos momentos en la mansión… La charla con
Scarlet antes de bajar a la sala, la confesión de Margaret y lo que me quería,
el paseo con Charles por el parque, el abrazo de mi padre, y el de mi mejor
amigo. La sonrisa de Douglas… Y la mirada enamorada de mi Dios de Kirkenes…
Sebastien… ¿Me habías acompañado hasta aquí? Hela dijo, “no estás sola”. ¡Por
todos los infiernos! ¿Qué había ocurrido instantes antes de abandonar la
tierra?
El
dolor me hizo temblar. Creo que lo peor que puede pasarle a un ser, no es
enfrentar las barreras y dificultades, sino la ignorancia de lo que enfrenta.
¿Qué estaba ocurriendo conmigo? ¿Qué debía hacer? Me sentía impotente. Quizás
era la misma sensación que soportarían los allegados de pacientes en Terapia
Intensiva. Tras de las frías puertas, cuentan las horas, los días… Esperando
por novedades, con la angustia por compañía. Solo esperando. Porque
sencillamente no tienes otra cosa que hacer.
Aquí
estaba yo. Rodeada de la nada, sin un rostro conocido o desconocido. Aguardando
la mínima señal. Sin embargo aún escuchaba mi corazón latir… Muy leve, casi
imperceptible. ¿Habría esperanza de salir de allí?
Hela
reapareció a la distancia. Lo rodeaba una masa de luz inestable. Como si se
moviera de un lado a otro. Como si cambiara de posición. ¿Quién habría venido
conmigo? ¿Habría dado su lugar por mí? No… por favor… Rogué porque no fuera
así.
Nuestros
ojos se encontraron. No sonreía triunfal por haber logrado lo que deseaba. “No
debes estar aquí”. Eso había dicho…
Olvidando
mi situación desesperante evacué la duda que más importaba.
“¿Quién
está conmigo?” Pregunté apenada.
No
contestó.
“Mi
intensión fue venir sola, lo juro. Ignoraba que alguien me acompañaría”.
Solo
dijo, “también yo”.
“¡Sea
quien sea ayúdanos a regresar!” Grité.
No
se acercó pero pronunció un claro y contundente, “eso intento hacer”.
La
energía luminosa que parecía rodearla se materializó en una imagen a su lado…
Poco a poco el rostro de quien lo acompañaba pudo verse perfecto y radiante.
Era él… Adrien Craig.
“Adrien”.
Pronuncié.
“Bianca”.
Respondió, acercándose.
Por
un instante olvidé pedirle por mi regreso. Había algo más que me preocupaba, y
mucho.
“Lo
siento, no sabía que alguien me acompañaría. ¿Es Sebastien? ¡Ayúdalo a volver!”
“Querida
Bianca. Quien vino contigo se irá contigo.”
“¿De
verdad? ¿Puedo regresar?”
“Se
ha roto la regla y no puedes estar aquí. Te ayudaré por el bien de todos. De lo
contrario, Hela desaparecerá”.
“Bianca”
La nueva voz me sorprendió a mi derecha.
Cerré
y abrí los ojos para contemplar aquel rostro angelical, de rubios cabellos y
mirada púrpura.
“Olga,
¿estás bien?” Murmuré.
La
luz que la envolvía era tenue pero clara.
“Estaré
bien cuando regreses junto a Nicolay. Y cuando lo hagas, dale a mi hermana las
gracias de mi parte. Ha cuidado a mi hijo como yo lo hubiera hecho. Y dile…
dile que me perdone”.
Sus
ojos dejaron escapar una lágrima. Y repitió por lo bajo, “dile que lo siento
mucho”.
“Se
lo diré”. Susurré.
Mis
lágrimas murieron en mis labios. Podía sentirlas.
Adrien
se acercó hasta tenerme frente a frente. El halo de energía poderosa lo
envolvía.
“Gracias
por ayudarme. No perdí las esperanzas mientras escuchaba mi corazón latir”.
Él
sonrió con ternura. Y dijo…
“No
es tu corazón el que escuchas”.
Miré
su iris gris plata mientras su mano se acercaba a mí.
“Regresa.
Algún día nos volveremos a ver. Pero para eso… faltará mucho tiempo”.
La
mano de Adrien se posó en mi hombro y como descarga de voltios me sacudió de
pies a cabeza. Creo que grité y el aire entró por mi boca. El iris gris de ese
rostro perfecto, fue lo último que vi… y lo primero que vi al abrir mis ojos.
Pero no era él, ya no… La mirada risueña del líder de los vampiros había
cambiado por otra desconsolada. Sebastien… Mi único amor era quien me
contemplaba con gran angustia.
Se
sobresaltó asombrado.
—¡Bianca!
–Exclamó—. ¡Bianca, lo lograste!
Sentí
sus brazos rodearme fuerte y el bullicio de alegría del resto de la sala.
—Regresé
–murmuré cogiendo entre las manos su cara—. Regresé… Adrien me ayudó.
Charles
se acercó feliz y radiante.
—¡Yo
sabía! ¡Él podía ayudarte!
—Pensé
–dijo Sebastien acariciando mis cabellos—, que mi padre no podía. La otra vez…
—La
otra vez fue diferente. Había ido sola.
Fueron
varias cabezas que giraron buscando quien faltaría de la sala. Incluso
Sebastien echó una mirada alrededor sin comprender. Vi a Bernardo correr hacia
la puerta. Miró hacia el parque y aliviado suspiró.
—Sabina,
Douglas, y los niños, están allí.
—Bianca,
nadie fue contigo –dijo Liz.
Lo
había intuido… Por esa sonrisa de Adrien amable y cómplice. Y su frase, “no es
tu corazón el que escuchas”. Hela lo había ignorado me había traído hasta aquí.
Pero allí, en esa dimensión, todo se sabía. Ahora lo comprendía.
Cerró
perfecto. Si no hubiera habido error, Adrien no habría podido ayudarme. Error…
En realidad yo jamás lo llamaría así…
Miré
a Sebastien emocionada. Traté de dar explicaciones claras pero era difícil por
el momento que estaba transitando. ¿Era un sueño? Imposible. Se sentía
demasiado real. Deseaba que todos y cada uno de la sala supieran el porqué el
líder de los vampiros me había salvado. Pero solo alcancé a balbucear lo
primero que salió del corazón.
—Él
dijo –sollocé—, no es tu corazón el que escuchas.
Estallé
en llanto.
—Bianca,
¿estás bien? Dime, por favor. Estás aquí, lo lograste. No llores –se angustió
Sebastien.
Otra
vez me hundí en su mirada. Mi borgoña unido al gris por el amor que nos
teníamos… ¿De qué color serían sus ojos? ¿A quién se parecería de los dos?
Repetí
por lo bajo aquellas frases escuchadas… Porque aún no lo creía…
—No
has venido sola… No es tu corazón el que escuchas.
Mi
mano se apartó del rostro amado y resbaló por mi abdomen…
—¿Entiendes?
Sebastien
negó con la cabeza.
—Estoy
embarazada.
Sebastien
se apartó delicadamente.
—Cariño,
debes descansar. Habrá sido agotador y…
—Estoy
embarazada –repetí ante el silencio de la sala—. Necesito un test, pero estoy
segura que es así.
—Tranquila,
querida –dijo Charles preocupado.
—Bianca…
Escucha… —Sebastien cerró los ojos.
—Yo
tengo un test en mi habitación –dijo Anouk desde la planta alta.
Rose
arqueó la ceja y puso los brazos en jarro.
—¡Tú!
¿Para qué tienes un test de embarazo? ¿De qué me perdí?
—No
te has perdido nada. Soy previsora. Ven Bianca, acompáñame.
—Ayúdame
a ponerme de pie.
—Bianca,
debes descansar. Te llevaré a nuestra alcoba.
—No,
cariño. Estoy bien. Por favor, no te asustes –cogí su rostro nuevamente—.
Quiero quitarme la duda.
—Pero…
Bianca… Tú dijiste que no podías quedar embarazada. Ahora regresas de la muerte
y dices… ¡Diablos Bianca! Ya lo hablamos. No es importante para mí. Estoy feliz
de que estés aquí.
—Lo
sé. Prometo que si entendí mal no insistiré en mi maternidad. Te lo juro.
Charles
me ayudó junto a Bernardo a ponerme de pie. Sebastien me contempló
desconsolado. Pensaría que había perdido la cabeza. Para mí estaba claro,
aunque debía demostrarle que no era parte de una obsesión.
Vi
como Lenya se acercaba a su hermano.
—Tranquilo,
no pierden nada en saberlo.
—Es
que… Creí que lo había superado.
Antes
de subir la escalera del brazo de Charles, me giré hacia mi marido.
—Te
prometo que sea cual sea el resultado, estaremos bien.
Por
el pasillo seguimos Anouk hasta su habitación. Charles se detuvo en la puerta.
—Bianca…
¿Qué es esta locura, querida? Debemos festejar que has vencido a la muerte.
Lo
miré a los ojos. A esos ojos borgoña tan iguales a los míos.
—Es
que no fui yo quien la vencí esta vez… De verdad estoy bien. Escucha, Hela
dijo, “no has venido sola”. Nadie estaba junto a mí. Ustedes también lo
comprobaron. Creí escuchar mi corazón latir y Adrien dijo, “no es tu corazón el
que escuchas”.
Charles
bajó la mirada a mi vientre.
—Está
claro, Charles.
Entré
a la habitación, dejando en el pasillo tras la puerta, un rostro perplejo.
Anouk.
Bianca
había entrado al baño y me senté sobre la cama a esperar paciente. Rogaba que
no preguntara como usar el test porque no tenía la menor idea. Recuerdo haberlo
comprado junto a la caja de profilácticos. Reconocía que era un poco exagerada
de previsora pero no estaba demás.
El
móvil vibró en mis jeans y me apresuré a atender.
—¡Mamá!
¿Cómo estás?
“Anouk,
prometiste llamarme en cuanto llegaras y no lo hiciste. No sabía si había
ocurrido algo.”
—¿Ocurrido
algo? Naah, lo siento. Lo olvidé.
“Te
hubieras quedado un par de días más en Moscú. Sabes que con nosotros lo pasas
bien y te diviertes”.
—No
te imaginas cómo me divierto aquí.
“¿Ocurrió
algo anormal?”
—En
absoluto. Aquí en esta mansión lo anormal sería que no pasara nada.
“¡Anouk,
sé clara!
Con
un permiso breve, Rose entró a la habitación.
—Tengo
que cortar, mamá.
“¡Anouk!”
—Todo
está bien, no te preocupes. Te llamaré luego. Te quiero.
Mi
amiga me miró con los brazos cruzados.
—Tú
siempre me sorprendes. Pareces salida de un convento angelical, ignorando
totalmente los placeres carnales, y me sales con esto.
—Rose,
no es para tanto. Compré el test por las dudas. Y antes que preguntes también
llevo profilácticos.
—¡Ay
no digas! ¡Pero qué bien! Solo te falta un detalle sin importancia. ¡Conseguir
un macho!
—Sssh,
desconcentras a Bianca.
—Pero
si hacerse un test es lo más fácil del mundo. ¿O crees que es un examen de
aritmética?
—¡Qué
graciosa estás!
—Puede
que yo sí, pero adivina. A alguien no le ha caído en gracia lo de tu test.
—¿Quién?
—Tu
leñador, querida. Apenas dijiste que tenías un test de embarazo sus ojos se
abrieron y quedó petrificado en la sala.
—¿De
verdad? –Sonreí acariciando una hebra de mi largo cabello—. ¿Piensas que lo he
puesto celoso?
—No
lo sé. Pero que lo has sorprendido, lo has hecho.
Sebastien
abrió la puerta de la habitación.
—Siento
interrumpir pero quiero ver a Bianca. Por favor, agradezco que se retiren.
—¡Ay
que poco caballero para ser líder de los vampiros! –protesté poniéndome de pie.
—Vamos,
Anouk – Rose tironeó de mi brazo.
—Ya
voy, ya voy. Mira si me encontraba sin ropa o algo así.
—¡Anouk,
sabía perfectamente que estabas vestida! ¡Ahora salgan las dos!
Fuera
de sí señaló la puerta y no tuvimos más remedio que desaparecer.
Sebastien.
Cuando
las chicas se fueron me quedé inmóvil. Todo era silencio alrededor. La única
puerta que podría ser el baño estaba en el otro extremo de la habitación.
Bianca estaría allí… Demonios… ¿Qué clase de pesadilla estaba viviendo? No
había podido disfrutar del regreso de mi hembra por el temor que hubiera
perdido la cabeza. Es que… ¿Cómo podía ser? ¿De qué hablaba Bianca? ¿Embarazada?
Me
acerqué sigiloso hasta la puerta. Apoyé la mano derecha en la placa de madera y
respiré profundo tomando valor.
—Bianca…
No
respondió.
—Bianca,
si no respondes tiraré la puerta abajo.
En
ese instante ella abrió con los ojos llorosos. Sostenía algo entre sus dedos.
Entreabrió los labios pero no salió palabra.
—Bianca…
¿Qué es todo esto? Yo… voy a volverme loco. Olvida lo del…
—Estoy
embarazada.
—¿Qué?
—Vamos
a tener un hijo. El corazón que escuchaba es el de nuestro hijo. Eso quiso
decir Adrien. ¡Mira! –Extendió un palillo fino similar a un palito de helado—.
Tienes dos rayas.
—No
entiendo, amor… No sé nada de esto, yo…
Con
manos temblorosas se acercó.
—Una
raya es negativo, dos rayas es positivo. Lo dice el prospecto. ¿Ahora lo ves?
Están muy marcadas ambas.
—Se
debe al tiempo de embarazo –Liz nos miró sonriente desde la puerta
entreabierta. ¡Felicidades!
—¡Gracias!
Eso no lo sabía –dijo Bianca, mientras yo miraba a ambas como si el tema fuera
ajeno a mí.
—Sí,
en mi caso la segunda raya salió tenue. Es por la cantidad de hormonas en tu
orina. Si es poco el tiempo de gestación, la segunda raya no se marcará tan
nítida.
¿Gestación?
¿Rayas? ¿De qué estaban hablando? El regreso de Bianca, mi padre interfiriendo,
ahora ella embarazada. Cielos…
Ambas
se echaron a reír y se abrazaron. Lenya entró a la habitación seguido de
Charles.
—¡Hermano!
¿Vas a convertirme en tío otra vez?
Parpadee
al tiempo que la habitación comenzaba a dar vueltas.
—¡Qué
dicha, Bianca! –Gritó Charles.
—Ey
–Lenya me observó—. ¿Estás bien?
Fue
lo último que vi y escuché. Sentí mi cuerpo desplomarse contra el suelo.
Hola, Lou... Bianca es muy noble, eso es indiscutible... Quiere cumplir su promesa, y devolverle a Hela su don, un don que ella considera que no le pertenece
ResponderEliminarNo es egoísta, no piensa en ella... a pesar de tener tantos seres queridos a los que desea volver a ver... sobre todo a Sebastien, por supuesto
Es sin duda la dama de Los Craig, y una muy digna protagonista de esta belleza de novela
Lo cierto es que no tenía claro si Bianca había ido sola o no... pero lo que no me esperaba es quien la iba a acompañar... Me has sorprendido mucho, y eso me encanta
¡Felicidades a Bianca, y al futuro papá desmayado! ;-)
Después de tanta tensión, el final de este capítulo ha sido como un bálsamo muy necesario
Tal vez si Bianca le cuenta a Ekaterina lo que le ha dicho Olga... tal vez Ekaterina se vaya serenando
"A la vida se la enfrenta con todo lo malo que nos carga"... muy buena frase, y estoy de acuerdo... y si te caes diez veces, te has de levantar once
Grigorii no entiende el comportamiento de Scarlet... y creo que se va a enterar que la muerte de su padre no fue un accidente
Me ha parecido que al leñador no le ha sentado muy bien que Anouk tuviera un test de embarazo ;-)
Te voy a ser muy sincera... me he reído bastante con el desmayo de Sebastien... jajaja
Y por último te aseguro que siempre que me entero de que has publicado... me entran unas ganas muy incontrolables de leer tu nuevo capítulo
Bueno, el próximo es el último... Estoy segura de que será especial... bueno, ya te lo diré
Un abrazo muy, muy fuerte
Mi querida escritora, gracias por tu comentario. Es una suerte haber sorprendido, esa fue mi intención. Bianca y Sebastien te dan las gracias. Bueno cuando Sebastien se recupere jaja.
EliminarEs cierto en lavida se debe luchar aunque no es siempre fácil.
Veremos que pasa con Ekaterina. No creo que Bianca se guarde lo dicho por Olga, seguramente se lo dirá.
El leñador no le ha caído nada bien, también sentí lo mismo. A ver que hace Anouk con ese punto a favor.
Grigorii es muy listo. Pienso que si no se ha enterado de quienes son los Craig es porque es difícil creer en vampiros. A ver que ocurre en Solntsevo.
Tus palabras hacia la novela son importantes para mí porque tienes experiencia como escritora, así que muchas gracias querida amiga.
Llegamos a la recta final en el próximo capi, deseando que El libro de los lobos te robe el corazón.
Gracias por acompañarme siempre. Besotes y muy feliz semana!
Fallé en la encuesta, no se puede cantar victoria antes de tiempo y después es propio de vanidosos:)) Bianca ha ido muy bien acompañada!
ResponderEliminarNuma, preocupado por Ekaterina. Sigo pensando que le robará el corazón!
Bso
¡Hola Ignacio! Muchas gracias por comentar. Me alegro mucho que te haya gustado el capítulo. Es una suerte que nadie haya sospechado aparentemente ya que las sorpresas siempre son bienvenidas en los capis.
EliminarNuma y Ekaterina... Yo me atrevería a decir que vas por buen camino.
Un abrazo y feliz semana para ti!
Yo me pensaba que Ekaterina se iria con Bianca porque no tiene ganas de vivir pero lo que ha pasado es que Bianca esta embarazada.Eso creo que no se lo esperaba nadie,es una sorpresa para todos y Sebastien se ha desmayado porque ha pasado mucha tension porque esta muy enamorado de Bianca.Me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Muchas gracias por tu comentario. Sí creo que fueron muchas cosas que pasaron en breve tiempo. Me alegro que haya sido una sorpresa el embarazo de Bianca. Veremos como sigue la mansión y si hay nuevas novedades. Un abrazo y que te tengas muy buena semana!
EliminarUy me a legro por Bianca que este esperando un bebe y todo haya salido bien. Genial capítulo
ResponderEliminar¡Hola Citu! Muchas gracias por pasarte y comentar. Todo ha salido bien, por ahora para los Craig... Veremos si hay otras novedades. Un besote y feliz semana!
EliminarCapítulazo!!!! Perooooo no me fío, no confío. Con tantas emociones fuertes, Sebastien se ha desmayado y se ha caído. Las caídas no son buenas!!!! A ver, a ver, si nos tienes preparada una sorpresita como el embarazo de Bianca!!!! Me ha molado!!!! Genial!!!!!
ResponderEliminarBesooooooosssssssss!!!!!
¡Hola corazón! Muchas gracias por comentar. Es que fueron muchas emociones juntas. Supongo lo reanimarán, lo malo que tendrá que esperar hasta el próximo capi. Flor de siesta se echará. Apuraremos el trámite por las dudas. Un besazo grande y buena semana!
EliminarQué capítulo! Fenomenal, valió muchísimo poder esperar este cap, está escrito desde el alma, como todo lo que escribes! Me mantuvo tensa hasta el dulce y conmovedor deselace! Empiezan a dibujarse nuevas tramas, no solo respecto al nuevo o nueva integrante Craig y sus dotes, sino también Drank y Anouk y el tema del homicidio del papá de Grigorii...eso será un peso para Ron y Anne...también Ekaterina y el prometedir amor juvenil que tiene frente a ella...genial, muchas gracias, listos para el último cap!!
ResponderEliminar¡Hola Diana! Muchas gracias por comentar en el blog, aunque siempre me haces saber por mail tus comentarios.
EliminarEl capi está escrito con el alma, es cierto. Amo a los Craig y cada vez que tramo sus historias es porque me siento allí, en el medio de la escena.
Tienes razón, muchas historias faltan resolver y el libro de los lobos tratará de ir salvando conflictos e imaginando situaciones nuevas.
Grigorii sigue siendo una bomba de tiempo, a ver que pasa más adelante.
Ekaterina y Numa... Uy... lo que se viene aún es secreto pero espero divertirlos y emocionarlos.
El bebé de Sebastien y Bianca, ¿será ella o él? Pronto lo sabremos.
Un besazo mi sol, gracias nuevamente por acompañarme, ¡y te deseo feliz semana!
Me alegro que todo salió bien y que Bianca este embarazada eso es una super noticia para todos, espero que sigan llegando cosas buenas, Lou muchas gracias por este bello capítulo!
ResponderEliminar¡Hola Lau! No había visto el comentario! Muchas gracias por comentar y me alegro que te haya gustado. Besotes miles!!
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