Saga para + 18

Iris púrpura es el cuarto libro de la saga Los Craig. Para comprender la historia y conocer los personajes es necesario partir de la lectura de Los ojos de Douglas Craig.

La saga es de género romántico paranormal. El blog contiene escenas de sexo y lenguaje adulto.

Si deseas comunicarte conmigo por dudas o pedido de archivos escribe a mi mail. Lou.


jueves, 11 de agosto de 2016

¡Hola chicos! Les dejo el capi cuatro. Con Drank de a poco en su nuevo mundo. Y una perspectiva de Anouk muy particular... Misterios rodean a los Gólubev, y esto recién comienza...
Un besazo grande y gracias por leer y comentar. Lou.

Capítulo 4.
Nuevos amigos.

Drank.

La mañana pintaba gris y muy fría, señal que posiblemente nevaría más tarde. Bernardo nos había dicho que antes de comenzar a trabajar prefería que estuviéramos completamente instalados. Suponía que se refería a conocer a la comunidad y familiarizarnos con la tarea, horarios, y reglas.

Reglas… ¿Qué reglas tendrían los lobos? ¿Y los vampiros? Al parecer se llevaban bien. Al menos se toleraban.

¡Qué locura! Tantos años pensando que los humanos éramos los únicos en el planeta y resistiéndome a creer hasta en la vida extraterrestre y resultaba que en este mundo pisaban seres extraños con largos colmillos.

Por la ventana, tras de varios árboles altos y espigados me pareció ver un movimiento. Agudicé la vista y traté de enfocar que era ese bulto marrón y canela que esquivaba las matas… Un reno.

En Drobak también solía haber renos para la época de Navidad. Seguramente animados los animales del bosque salían de sus escondites en busca de tallos o raíces tiernas. Aquí en Kirkenes, días anteriores no había nevado. Las nevadas eran discontinuas aún. El sol se mostraba pocas horas y permanecía en el horizonte bañando con una luz tenue y naranja los montes y la reserva.

A la derecha cerca del sendero principal parecía ser llano. Quizás en la época primaveral se cubriría de flores. ¿Qué especies habría en este recóndito lugar de Laponia? ¿Habría castaños? ¿Habría fresnos? Quizás… Lo que más extrañaría sería mi nogal. Ese que habíamos plantado con mi padre cuando yo era pequeño. A lo mejor los nuevos dueños lo quitarían del jardín en base a otro proyecto que tendrían… A lo mejor… Quizás… Pero no tenía derecho a queja. El nogal ya no era mío… Nada de Drobak me pertenecería de ahora en más.

El cielo estaba cubierto de nubes. Fuera de la cabaña haría mucho frío. En el interior, la estufa a leños chisporroteaba y esparcía un suave y delicioso olor piñas de eucaliptos quemadas.

Me aparté de la ventana en cuanto mi padre me llamó. No habíamos hablado prácticamente desde que hacía dos noches me había contado que se había despedido de Jacqueline y le había prometido volver a verla. A su hija no había llegado a conocerla. Roxane estaba en la Universidad cuando él se había presentado en la casa.

No sé si me molestó compartirlo. Sí… Un poco…

Le hubiera preguntado miles de cosas de ese encuentro pero sentí que no era el momento. Mi cabeza tenía tanta información nueva que a veces parecía que iba a estallar.

Me acerqué hasta la puerta abierta de su habitación y pregunté que necesitaba. Dijo que nada en particular sólo preguntarme qué tal me había ido con mis nuevos amigos.

Hacía ya tres días que estábamos viviendo en la reserva y ya había conocido un par de jóvenes muy simpáticos que no tardaron en darme la bienvenida e invitarme a salir al centro de Kirkenes. Como lo había hecho Douglas Craig.

Di una buena excusa ya que no era que me desagradaran pero sentía un cierto cansancio en mi cuerpo debido a mi debilidad. Ya no tenía en mi cuerpo esa enfermedad cruel pero no me había alimentado muy bien los últimos meses así que era común hasta que todo volviera a la normalidad. Adrien me lo había marcado. “Te curaré pero para que vuelvas a ser el mismo dependerá de ti”.

No. Le hubiera dicho. Volver a ser el mismo no lo sería jamás.

A decir verdad no tenía mucho apetito y menos comenzar con ejercicios mañaneros. Por el contrario si no hubiera sido responsable me hubiera quedado en la cama por un mes entero. Pero muchos ayudaban a salir de una situación que rozaba la miseria y no iba a pagarles mal.

-Debes poner un poco de ti, Drank –dijo mi padre apartando ropa en un estante.
-Lo sé –murmuré.

Se irguió y me miró.

-Estás vivo, ¿sabes lo que significa?
-Sí. Que ya no me pudriré bajo tierra.

Me miró detenidamente y bajé la vista.

-Lo siento…

Se sentó en la cama y palmeó al costado.

Negué con la cabeza.

-Iré por un café.
-Antes ven aquí.

Lo miré y fruncí el ceño. Ya vendría con la seguidilla de consejos y sermones de que parecía un desagradecido, que la vida me había dado una oportunidad de disfrutar y ser feliz y bla, bla, bla.

Aun así me acerqué y me senté a su lado.

Eché una ojeada a la habitación rústica y cálida por la madera ante de escuchar su voz.

Nunca me había mudado de mi casa ni siquiera había ido de vacaciones teniendo que dormir en un sitio distinto varios días. Solo algún que otro hotel en Drobak si pasaba la noche con una chica y en la casa de Liz, sí... en la casa de Liz hubo un tiempo que me quedaba los fines de semana.

-¿Quieres que te diga por qué estás así, tan triste?
-Me costará habituarme al lugar, papá. Dame tiempo.
-El lugar no es tu mayor problema. ¿Piensas que no me doy cuenta?
-No sé de qué hablas.
-De Liz. Tu problema es Liz.
-Eso está terminado.
-No sé porque pero estoy convencido que la decisión fue unilateral de parte de ella.
-Te equivocas.
-¿Fue tu decisión? ¿Tienes miedo de no amarla como se merece?
-Ella no me ama, está enamorada de otro… de otro hombre y yo no tengo ganas de luchar.

Bajó la vista y habló.

-Sí… Si hubiera sido la mudanza no te hubiera afectado tanto. Cuando uno ama esté donde esté no le importa. Está feliz por estar con quien quiere. Pero tú… Estás aquí, en Kirkenes, solo, aunque conmigo… Y has dejado parte de tu corazón en tu ciudad natal y parte está destruido. Entonces piensas que es difícil y no encuentras salida ni esperanza de volver a sonreír. Y yo te diré que sí, que volverás a sonreír y volverás a creer en el amor y a enamorarte. Porque a mí me ha pasado.

Lo miré serio.

-No, no me mires así. No lo digo por tu madre y por Jacqueline. Lo digo recordando tu agonía. La vida para ti tarde o temprano volverá a ser la misma de antes. En cambio para alguien que pierde un hijo ya nunca volverá a ser igual. Por suerte ambos, tú y yo, estamos aquí. Yo, con la fuerza que me da verte con vida, y tú… querido hijo, con la oportunidad en tus manos de elegir como vivirla.

Un nudo en la garganta me apretó lentamente hasta hacerse insoportable. El silencio no ayudó a no emocionarme al pensar en Liz. Era un adiós determinante y sin vueltas. Aunque continuara viéndola y fuera mi mayor tortura. Pero era un adiós.

Apoyé mis manos en las rodillas huesudas y bajé la cabeza. Apreté mis ojos.

-No sé por qué me haces hablar de ella. No quiero llorar frente a ti.

Él suspiró.

-Drank, si no quieres llorar en esta habitación junto a tu padre, no sé dónde creerás más apropiado.

-¡Mierda! Déjame en paz… –estallé en llanto.

Sentía que mi corazón se desgarraba de dolor. De saberme un imposible para ella y ella alguien intocable. Los recuerdos siempre me atormentarían. ¿Cómo deshacer mi memoria? Ojalá se hubiera ido con mi enfermedad. Mi cerebro guardaría su voz en suaves susurros cerca de mi oído, su aroma al hacerme el amor, su piel bajo mis manos estremeciéndola…

-¡No voy a quitarme el recuerdo de Liz! –lloré.
-Es probable –contestó abrazándome–, pero juro que poco a poco aprenderás a vivir con él. Y de pronto un día, el que menos esperes, el amor te llegará nuevamente. Serás capaz de amar tanto que Liz dejará de convertirse en angustia y será un dulce recuerdo.

Unas voces se escucharon fuera de la cabaña y le siguieron unos golpes en la puerta. Sequé mis lágrimas y me puse de pie.

-Voy a lavarme la cara. ¿Abres tú, por favor?
-Claro, hijo.

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Al salir del baño y entrar al living vi dos hombres uno de ellos muy joven. Ambos tenían cabello claro y parecían dedicarse a practicar fisiculturismo.

Apenas me acerqué mi padre nos presentó.

-Ah Drank, hijo, ellos son amigos de Bernardo y nuestros vecinos. Han venido a conocernos.
-Hola, soy Louk –dijo el joven sonriendo, extendiendo la mano.

Una blanca hilera de dientes se mostró en su esplendor. Menos mal no tenía colmillos.

El otro lucía el cabello más largo y sonrió con más disimulo pero con la misma simpatía. Extendió la mano luego de que estreché la del joven.

-Hola Drank, mi nombre es Tim. Soy la mano derecha de Bernardo.
-Ah, okay. Mucho gusto.
-Bernardo me dijo que la semana próxima ya comenzarás a trabajar con nosotros. ¿Te ha contado del proyecto de construir cabañas?
-Sí, algo me dijo. En lo que pueda ayudar…
-Claro que sí.

El joven interrumpió.

-Pero ahora estás disfrutando de unas mini vacaciones, ¿qué tal si recorremos la reserva y te voy poniendo al tanto de lo que ignoras?
-Buena idea. Voy a buscar mi abrigo.

Mi padre sonrió complacido.

-Yo puedo invitarte un café.

Tim sonrió amablemente.

-Será un placer.
……………………………………………………………...............

Los primeros diez minutos caminamos sin hablar. Aunque podía notarse que Louk moría por preguntarme sobre mi vida. Había sido amable al querer mostrarme los rincones de la reserva y sentía que no estaba siendo muy cortés de mi parte así que decidí hablar.

-¿Naciste aquí?

Me miró mientras saltaba entre unas rocas esquivándolas.

-Sí. Me criaron mis abuelos. Mis padres murieron en un accidente.
-Ah… Lo lamento.
-Gracias. ¡Esa es la cañada! –dijo señalando un arroyuelo que zigzagueaba por las piedras.
-¿No se congela en esta época?
-Sí, pero cerca de Navidad. Sus aguas vienen del Mar de Barents por eso es cálida. ¿Dejaste una novia en Drobak?

Me detuve y lo miré.

Sonreía con una sonrisa pícara y fresca.

-No. No tengo novia.
-Pero debiste tener muchas.
-Algo así –sonreí.
-Aquí varias te han echado el ojo.

Reí.

-Pues no estoy con la cabeza en eso por ahora.
-La cabeza no, ¿pero el cuerpo? Es naturaleza.
-Sí, pero no estoy con ganas.
-¿Eres gay?
-No, me gustan las chicas.

Sonrió.

-Bueno cuando te vengas ganas y no seas tan tímido te puedo presentar una decena.

Reí otra vez.

-¿Tú tienes varias?
-¡Estás loco! July me mataría.
-Supongo que July es tu chica.
-Supones bien. Hace dos años somos novios. Pero ella me da libertad de salir con mis amigos, no es celosa. Yo igual me porto bien.

Louk era encantador. Tras ese cuerpo grandote y fornido parecía tener un niño escondido.

-Eres afortunado que te deje salir con tus amigos sin poner trabas.
-Eso dice Tim, sí. Igual, no quiero aventuras. Pensamos casarnos y tener muchos hijos. Me gustan los niños. Desearía tener una niña como Gloria. ¿Conoces a Gloria?
-Sí, la hija mayor de Bernardo.
-Sí. Es muy astuta y simpática.
-Lo noté. Me ha caído bien.

Él se detuvo y me miró.

-Tú sabes quienes somos, ¿verdad?
-Sí… Hombres lobo –murmuré con temor a decir algo inapropiado.
-Sí…
-¿Todos?
-La mayoría. El resto aún no se ha manifestado. Lo hacemos a una edad que dejamos la adolescencia.

Me acerqué viendo que se sentaba en unos troncos.

-Y… ¿Es cómo en las películas?
-Te refieres a formas de perro y pelo en el cuerpo –rio-. Nooo, sólo en parte.
-¿Cómo y por qué se convierten?
-Nos convertimos generalmente por la furia o enojo. Entonces nuestra sangre se alborota, las uñas se fortifican como si fueran garras pero sin ser tan largas, La vista se agudiza sobre todo a la noche, mucho más de la que gozamos en estado normal. Nuestros ojos cambian del castaño al amarillo, y los colmillos se alargan. Eso es todo… Ah sí… La fuerza. La fuerza es una virtud que tenemos al convertirnos. Somos rápidos pero no tanto como los vampiros. ¿Sabes que los Craig son vampiros?
-Sí, lo sé.
-¿Quién te lo dijo?
-Mi amiga es una Craig…
-¿En serio?
-Sí, Liz.
-Ah, no la conozco. No irá por el centro de Kirkenes a menudo.
-Supongo que no.
-Conozco a Scarlet, ella entró en la policía. Con los humanos. Es hija del líder de los vampiros junto a sus hermanos, Sebastien y Lenya.
-Ah… En realidad Liz es humana.
-¿Humana? Cierto, no es extraño. La doctora, la hembra de Sebastien, lo fue por mucho tiempo y aun así convivió con ellos. Es la amiga de nuestro jefe, Bernardo. Son muy amigos. Cuentan que cuando Bernardo se convirtió ella vino a buscarlo y se enfrentó a la manada. Quería saber cómo estaba él.
-Ah… Entonces… No necesariamente se convierten en vampiros.
-No, bueno… A la larga sí. Ya lo ves. Bianca McCarthy es la dama de los Craig. ¿Y tú amiga?
-¿Liz?
-Sí, ella.
-Ella es… Ella es pareja de Lenya Craig.

Él rio.

-Ay amigo entonces no creo que demore en ser una de ellos.

Sentir a Louk esa frase que daba vueltas en mi cabeza fue como si explotara una bomba en mi cuerpo. Respiré profundo y traté de cambiar el tema.

-¿Los niños no son lobos?
-No, mientras sean niños o adolescentes.

Entonces los hijos de Bernardo no lo son.

-No. Aunque Gloria es especial. Es un secreto a voces que ella será el alfa de la manada.
-¿En serio?
-Así es. Gloria por ser el alfa corre peligro más que cualquiera de nosotros. Siempre hay maldad y envidia, también entre nosotros. Por eso tiene guardianes.
-¿Guardianes?
-Sí. Bernardo es uno de ellos. Tim, y yo.
-¡Guauh! Perdona es que todo me parece sacado de un libro fantástico.
-Entiendo, ya te acostumbrarás.
-¿Y cómo sabes que Gloria será un alfa?
-No tiene una inteligencia normal. Es muy astuta para sus siete años. Además se le ha parecido el lobo blanco varias veces.
-¿Quién es el lobo blanco?
-Es un espíritu benigno… ¿Cómo explicarte? Como si fuera un mensajero del más allá.
-Ah… ¿Y cómo saben que son ustedes sus guardianes.
-Ella misma nos lo dijo. Aunque Bernardo siempre es su protector especial. Debe ser por las virtudes que llevamos cada uno en nuestro interior. No lo sé. ¡Mira! Está comenzando a nevar. Te invito un café en mi casa y seguimos la charla. ¿Te parece?
-Me parece buena idea. Ya me has picado la curiosidad –sonreí.

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Ya en su casa nos recibió una anciana muy amable. Le decía “Mamina”. Ella nos preparó el café y nos dejó solos para conversar.

-Cuéntame de ti, Drank.
-Yo no tengo mucho para decir… Nací y viví en Drobak. Estuve muy enfermo y perdimos todo por los grandes gastos de mi enfermedad. Fue así como mi amiga se contactó con Bernardo y bueno… Aquí estoy.
-¡Vaya poder de síntesis que tienes! –rio.

Sonreí.

-Es cierto. Mi vida fue muy aburrida.
-Pues aquí te divertirás.
-No lo dudo –volví a sonreír.
-¿Solo son tu padre y tú? ¿No tienes hermanos?
-Bueno… Es largo de contar… Digamos que tengo una media hermana, Roxane. Me enteré hace muy poco.
-Uuf, debió ser un golpe para ti.
-Sí…

Bebimos café en silencio por varios y eternos segundos.

Louk tenía una cabaña un poco más grande que la mía. Los ambientes eran más amplios pero a decir verdad le faltaban algunos arreglos. En el techo podía verse la madera vieja y un tanto desvencijada.

Louk notó mi mirada aunque traté de ser discreto.

-Ah sí –comentó trayendo dos tazas más de café-. Hubo una helada mortal en Kirkenes y tuvimos que abandonar la reserva. Por suerte Bernardo tiene un proyecto en el que pondremos las viviendas en buen estado, junto con las nuevas a construir.
-Eso es genial. Y no te preocupes. No provengo de un hogar rico. Hemos vivido del trabajo, sin lujos.
-Pero sin nevadas mortales –sonrió.
-Sí –reí-. Al menos eso no. ¿Y dónde fueron a parar todos?
-A Suiza. Otra reserva de lobos. Los que tuvieron la suerte de salvarse.
-Algo escuché en el noticiero hace tiempo. ¿Fue hace un año?
-Un poco más… Creo. ¿Tú? ¿Conociste a la Craig en Drobak?

Parpadee mientras adivinaba que se refería a Liz.

-Ah… Sí. Somos amigos desde la escuela superior.

Me acomodé inquieto en la silla. No quería hablar de Liz.

-Hablemos de otra cosa –dijo Louk sin dejar de sonreír.

Desconocía si mi nuevo amigo tenía información más de lo que demostraba, aunque me pareció acertado pensar que solo tenía una gran intuición. ¿Serían los lobos así?

-¿A qué te dedicas? –pregunté.
-De todo un poco.  Ayudo aquí ayudo allá… Donde me necesitan colaboro. Sé de mecánica aunque no más que Tim y Bernardo. Sé cortar leña y tengo cuidado de hacerlo bien. Tú debes saberlo mejor que yo. La época de talado, las especies que no sirven, por donde talar, etc.
-Claro… ¿Y estudiaste alguna carrera o no te gusta estudiar?

Bajó la vista.

-¿Tengo bollitos de miel? ¿Quieres probar? Son deliciosos. Los hace mi abuela.
-Me encantaría.

Supe que no deseaba hablar del tema aunque no entendía el porqué. No insistí. Lo respeté como él lo había hecho con Liz.

La mañana pasó volando. Las horas que me sonaban a monótonas fueron desapareciendo hasta que decidí volver a la cabaña. El sol ya se había despedido y parecía noche cerrada.

-Regreso a la cabaña. Muchas gracias. Lo pasé muy bien.
-Vale, yo también. Y si me permites un consejo…
-Por supuesto.
-Trata de familiarizarte con lo que ahora es tuyo y te pertenece. No regresas a la cabaña. Regresas a tu hogar.

Lo miré fijo mientras él me miraba con ojos compasivos pero sin perder la chispa de alegría.

Asentí.

-Lo haré.



Anouk.

Lo primero que hice al pisar Moscú después de solicitar a mi jefe Sebastien Craig unos días de vacaciones, fue ir de compras con mi madre. El invierno se acercaba a pasos agigantados y sería la primera vez que no estaría cerca de mi familia. Era una sensación que no sé si compartiría con mis hermanos, pero la estación más fría del año con sus nevadas y soles templados, provocaba que extrañara estar cerca de la chimenea mimada por mi familia, y sin ganas de moverme de mi hogar.

Extrañaba las bromas de Dimitri y las anécdotas de sus pacientes, las respuestas inteligentes y sabias que tenía Ivan para cada cosa que preguntara, ver a Svetlana y Anthony tan enamorados y mi hermosa sobrina gateando por los rincones y tocando cuanto objeto llegaba a su alcance cada vez que llegaban para quedarse unos días. Y por supuesto a Natasha, mi hermana preferida. Amaba contemplarla mirándose en el espejo mientras se maquillaba y vestía. Era perfecta. Tan seductora y bella. Ojalá pudiera ser como ella algún día.

Siempre fui la más mimada por ser la menor de los Gólubev pero eso no significó que me dieran sus buenas reprimendas cuando hacía travesuras o metía la pata, aunque siempre estaban mis hermanos para salvarme e interceder por mí.

Ivan, por ejemplo. No sé si por el hecho de ser el mayor se adjudicaba responsabilidades que no tenía. Lo cierto que cada vez que un vampiro de los errantes se acercaba con intenciones románticas a mí, Ivan parecía un guardabosque y el macho se arrepentía.

Es verdad que no ponía mucho énfasis en tener una pareja sea pasajera o no, de lo contrario hubiera luchado por el amor. En cuanto al sexo ni hablar. Paseaba mi prepotencia y altanería por cada pretendiente aunque por dentro lo único que sentía era el deseo de no pasar vergüenza ante mi inexperiencia y torpeza. No sabía besar, no sabía echar esas miradas seductoras, e ignoraba como dar esa caricia que enloquecía a los machos y los ponía a comer de tu mano.

Con mi largo suspiro que inundó la limousine, mi madre apartó la vista de unos de los paquetes y me miró.

-Querida, ¿te sientes bien?
-Sí, quiero estar en casa. El domingo a la noche estaré viajando a Kirkenes. En tres días más. Los he extrañado.
-Nosotros a ti, cariño.

Bueno, en realidad no creí demasiado en las palabras de mi madre. No porque no me amaran sino porque cada uno tenía sus ocupaciones y no habrían reparado en mi presencia.

Miré a través de la ventanilla el día nublado y gris. Una pareja de humanos se besaba en la esquina y quedé observándolos hasta que el chofer giró y cogió la calle principal.

De sólo imaginar lo que debían sentir ambos con las lenguas enredadas, me acaloré.

Él la tenía entre los brazos y parecía devorarla mientras ella hundía sus dedos por debajo de la gorra acariciando su cabello.

¿Alguna vez me besarían así?

-Mira Anouk, ¿qué te parece este abrigo para Milenka?

Observé detenidamente la chaqueta rosa en miniatura con botones en nácar.

-Está hermosa, pero… ¿Crees que le quedará bien? ¿No es grande?
-No Anouk, ¿Cuánto hace que no ves a tu sobrina?
-Creo que dos meses o más.
-Oh, no te imaginas lo que ha crecido. El 13 de diciembre cumplirá siete meses.
-¿Ya?
-Claro querida. Y aprendió a decir mamá, papá y a mí me dice “abu”.
-Y a papá, ¿cómo lo llama?

Ella rio.

-A tu padre lo llama “ajil”. Debe ser porque escucha que Anthony lo llama Mijaíl.

Reí.

-Me gustan los niños, mamá.
-¡Qué suerte cariño! Cuando tengas los tuyos serás excelente y cariñosa madre, no lo dudo.
-Me refiero que me gustan mucho y quiero dedicarme a la docencia. ¿No te dijo papá?
-Ahora que lo dices me lo comentó pero creí…
-¿Creíste que era otro más de mis caprichos?

Mi madre sonrió con pena.

-Descuida mamá sé que me gané la fama. Sin embargo ahora es cierto. ¿Puedes creer que Scarlet y Marin me acompañaron a anotarme para rendir libre?
-¿No digas?
-Siii –contesté entusiasmada-. Me ahorraré tres años de carrera que hacen los humanos para graduarse. Claro que los meses de práctica los debo hacer sin excepción. Son seis. ¿Te parece mucho, mamá?
-En absoluto, Anouk. Los meses pasarán igual y mejor con un título. Tu padre estará feliz de saberlo.
-Él no creyó que era mi vocación cuando se lo conté por móvil.
-Bueno tesoro, debes entender que has pasado por varias Universidades… Anouk, ¿no has visto donde puse el libro que compré para Ivan? El que me pidió sobre historia egipcia.
-No…

El chofer miró por el espejo y sonrió.

-Señora Gólubev, aquí hay un paquete. En el asiento delantero.
-Oh Johnny, hazme el bien de pasármelo, por favor.

El chofer cogió el paquete y elevó la mano para que mi madre lo alcanzara desde el asiento trasero.

-Oh gracias querido, es este.
-De nada señora Gólubev.

Johnny… Nuestro chofer era simpático, rubio, ojos claros, y de facciones delicadas. Era humano pero… Podría ser… No… No definitivamente era muy delgado y en mis sueños eróticos mis manos paseaban por cuerpos musculosos y pétreos. Además, era un chofer…

La limousine se detuvo en la puerta del lujoso edificio de “las siete hermanas”. De inmediato él se apresuró a bajar y abrir la puerta para que bajáramos con los paquetes.

Antes de cerrar la puerta y ya de pie en la acera miré de reojo el culo de Johnny… En verdad muy de reojo no sería ya que mi madre me codeó con mirada de reproche. Claro, yo no era Natasha que llevaba una vida independiente y en su cama caían de todo tipo de machos, ni tampoco Svetlana cuya rebeldía perfiló desde la adolescencia. Anouk debía ser la hija perfecta… Perdón rectifico, perfecta y aburrida.

Una vez en la puerta del edificio mi madre abotonó su abrigo y habló a Johnny recordándole el viaje al aeropuerto.

-Johnny, no olvides que Mijaíl llega de la Isla a las seis y treinta. No lo olvides por favor.
-Por supuesto, señora.
-Ah, yo iré a la peluquería. Tengo hora para las cuatro.
-No se preocupe, señora Gólubev. Seré puntual.

Avancé hasta la puerta esquivando algunas personas que caminaban apresuradas por la acera. Antes de llegar al descanso que precedía a las puertas noté la figura de una joven abrigada de pies a cabeza con una chaqueta negra tres cuartos, falda hasta la rodilla y medias de lana. En sus pies llevaba unas zapatillas oscuras que parecían muy usadas.

Como estaba de espaldas a mí y tenía la vista fija en el portero de bronce no me llamó la atención. Estaría aguardando que le respondieran de alguno de los apartamentos aunque… No era común ver personas vestidas tan humildes en mi barrio y menos en las puertas del edificio.

Mi madre por fin me alcanzó y ayudándome con uno de los paquetes que tenía entre mis brazos se detuvo al ver la joven.

-Buenos días, señorita.

La joven giró para vernos sorprendida. Como si la hubiéramos despertado de un sueño.

Mi madre sonrió inquieta ya que la joven no atinó a contestar.

Me adelanté hasta llegar a ella para preguntarle.

Su cabello renegrido estaba recogido dentro de su gorra de lana. Tenía un rostro bonito y dulce, aunque sus ojos azabaches no reflejaban lo mismo. Tras ese asombro había una mirada intensa y penetrante.

Creo que no fui la única que lo notó, mi madre no volvió a hablar, la observó con un dejo de duda.

-Disculpa, ¿buscas a alguien? –repetí.

En cuanto la pude ver detenidamente descubrí el distintivo del “Hogar de huérfanos de San Basilio” prendido en la solapa del abrigo.

Al parecer mi madre también lo vio.

-Ah, querida. Eres del hogar. Pensé que vendría Kika. Siempre es ella la que retira la ropa que juntamos para el hogar.

Ella nos miró varias veces paseando por nuestros rostros como si no pudiera creer que le habláramos. 

Quizás pensaría que por ser ricos no le dirigiríamos la palabra.

-Buenos días –atinó a balbucear.

Mi madre se compadeció.

-¿Has venido en lugar de Kika? ¿Ella está bien?
-Sí… Ella sólo tuvo que hacer trámites y yo la reemplacé.
-Muy bien. No te preocupes. Inmediatamente bajo la ropa. Coge asiento en el hall.

Cuando mi madre introdujo la llave en la puerta del edificio que daba al hall central supe que le había incomodado algo de la joven. Yo no podía negar que era algo extraña pero era normal cuando personas muy humildes llegaban a nuestra puerta o tenían trato con nosotros. Muchas se sentían cohibidas. Aunque… Cohibida no era la palabra que la definiría… Asombrada, anonadada, sería la palabra exacta.

Mi madre se adelantó y se hizo a un lado para que pudiera pasar con los paquetes.

Me sentía un poco avergonzada. Vestía con un grueso y confortable abrigo y botas largas. Para colmo llevaba paquetes de las tiendas más costosas y frente a mí tenía una joven que apenas se había abrigado en este frío noviembre.

Bajé la cabeza  intenté avanzar hasta el ascensor pero su pregunta me detuvo y paralizó a mi madre antes de cerrar la puerta.

-¿Aquí vive Dimitri Gólubev?

Mi madre quedó inmóvil y la miró sin comprender. ¿De dónde conocería a mi hermano esa joven tan humilde?

Entonces… Era eso lo que miraba con tanto afán en el panel del portero. El apellido de nuestra familia.

Me adelanté a mi madre ya que no atinaba a responder.

-Sí, vive aquí. Es mi hermano.

Ella pareció sonrojarse a pesar de la palidez de su rostro.

Mi madre reaccionó movida por el impulso de la curiosidad.

-¿Conoces a mi hijo?

Ella la miró. Sí… Tenía ojos negros como el carbón.

-Lo conozco desde hace un tiempo.
-Ah… ¿Y puedo saber de dónde?
-Fui paciente de él.

Mi madre pareció largar el aire que tenía comprimido y sonrió.

-Oh, cierto… Bueno… ¿Tú trabajas en el hogar?
-Sí. Desde hace dos años. Pero no tenía la misión de recoger las donaciones. Generalmente estoy en otro sector.
-Ah comprendo… Bueno, ya regreso con la ropa.
-Gracias.
-Mi hija te traerá un termo descartable de café. Te servirá si tienes que seguir recorrido. Posiblemente llueva y baje la temperatura.
-No se moleste, señora Gólubev. Este es mi único recorrido por hoy.
-De todas formas no me cuesta nada prepararte café.
-Le agradezco mucho.

Mi madre y yo subimos al ascensor dejando a la chica introvertida y misteriosa sentada en uno de los sofás del hall. Sé que dudó si dejarla pasar al interior del edificio pero es que hacía mucho frío y hubiera sido desalmado de nuestra parte. Por supuesto que dentro de casa jamás se nos hubiera ocurrido. No porque fuera pobre sino porque Dimitri nos mataría. No le gustaba mezclar su trabajo con la familia. Siendo vampiros se entendía perfectamente.

Mamá fue por las cajas y apresurada pidió mi ayuda.

-Ven Anouk, termina el café y tráeme la ropa que dejó Svetlana. Esa que ya no le va a Milenka.
-Okay.

Quité la ropa del cajón donde sabía que Svetlana siempre dejaba para los humanos sin recursos lo que ya no usaría y pensé nuevamente en la chica del hogar.

Mi hermano era un tiro al aire quizás había tenido un romance con esa humana siendo ella paciente… No… Dimitri tenía códigos aunque la joven era muy bonita.

Salí de la habitación y me dirigí a la cocina. Cogí la cafetera que mantenía el café caliente y busqué un termo descartable. Lo llené de café y enrosqué la tapa muy bien para que no volcara.

¡Qué tristeza que hubiera personas sin recursos para pasar el invierno! Moscú era de terror para aquellos que vagaban por las calles o no tenían un plato caliente en la mesa. Por suerte había gente buena que colaboraba en los hogares y no me refería a nosotros sino a seres como la joven que trabajaban sin paga desinteresadamente.

¿Cómo se llamaría la joven?

Debía preguntárselo.

-¡Mamá! ¿Tenemos vasos descartables? –pregunté desde la cocina.
-Nooo, coge un vaso de Milenka. Uno de esos de colores, de plástico.
-¡Vale!

Fui la encargada de bajar con las dos cajas y el termo de café. Mi madre dio una excusa tonta. Creo que la chica la ponía nerviosa. Si ponía a hilar fino podía imaginarme que Dimitri siempre había sido su niño consentido así que imaginarse que algo serio podía haber ocurrido entre esa humana y él la pondría un poco nerviosa… Quizás… Es que no le encontraba otra explicación para la conducta de mi madre.

Apenas bajé y las puertas del ascensor se abrieron la joven me vio y se puso de pie sonriendo débilmente.

-Aquí tienes. Te traje café y puedes quedarte con el vasito. Es de mi sobrina pero tiene varios.

¿Podría haber omitido el hecho que tenía varios? ¿Había quedado como soberbia? Cielos…

-Quiero decir que son de plástico y no los usamos a menudo… Perdón, lo que quiero decir…

La joven me miró ante mi cara de agotamiento por quedar bien y se tentó con una risa agradable. Su rostro se iluminó y los ojos oscuros y profundos se suavizaron.

-No te preocupes, te he entendido.
-Sí… gracias.
-Gracias a ustedes.
-Ehm… -dudé-. ¿Quieres que le diga a Dimitri que has pasado por aquí? ¿Puedes decirme cómo te llamas?
-No es necesario que le digas. No me recordará.
-Pero dime tu nombre aunque sea.
-Anoushka. Mi nombre es Anoushka.
-Mi nombre es Anouk –reí-. Suena parecido. Adiós Anoushka, que tengas buen día.
-Adiós. Muchas gracias por sus donaciones y también por el café.

Me quedé observándola alejarse por la acera. Comenzaba a nevar, y me dio la impresión de ser una sombra oscura fantasmal que se perdía poco a poco entre la gente.




5 comentarios:

  1. Mmm porque esa chica buscará a Dimitri me dejo intrigada y más en el estado en que estaba...me encanta leer sobre Drank y es cierto lo que dijo su papá el amor le llegará cuando menos lo espere, gracias Lou por el capitulo, estuvo muy bueno!

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  2. Uy genial capítulo muy divertido adoro a Dimitri, aunque siempre mi amor sera Lenya. Te mando un beso y te me cuidas mucho

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  3. Hola, Lou... Me ha encantado la conversación entre Drank y su padre
    Por supuesto que puede encontrar a quien querer... Pienso que Liz no era la mujer para él... quiero decir, que si lo fuera, nunca se hubiera enamorado de Lenya
    Louk, su nuevo amigo, me ha parecido encantador... y le ha explicado muy bien cómo se transforman los humanos en lobos
    Gloria será el alfa de la manada... hay que cuidarla y protegerla
    Me he quedado intrigada con Anoushka
    Felicidades por otro gran capítulo
    Besos

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  4. El personaje de Anoushka promete!!!!!

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