Por otro lado entre las líneas escritas podrán notar algunos secretos que comienzan a salir a la luz. Además, una canción de cuna muy particular, ¿la recuerdan?
Los Craig son todo de ustedes, buen fin de semana y gracias por acompañarme.
Capítulo 49.
Color escarlata.
Asgard Nilsen.
Eran las nueve de la noche cuando el timbre de mi casa
sonó estridente. Dalila ladró sin cesar con el hocico hacia la puerta. Me
levanté del sofá de un salto ya que estaba despierto. Nunca podía dormirme en
el sillón de la sala y jamás lo haría. Menos desde aquella tarde que cambió mi
vida para siempre. Estiré la mano para coger mi camiseta sobre el respaldo.
¿Quién sería a esta hora? ¿Algún vecino molesto porque había dejado mal
estacionado el coche? Que yo recordara lo había subido hasta la entrada de mi
garaje.
-¡Calla Dalila! ¿No ves que estoy vistiéndome?
La perra golden me miró por unos segundos y continuó
el ladrido.
-Persistente y terca como toda mujer, ¡eh!
Observé la cámara y la luz potente del farol de la
calle me mostró una silueta de mujer… ¿Mirna?
Apenas abrí la puerta Dalila corrió atravesando el
parque. La seguí aunque con pasos cansinos. Hoy había sido un día agotador. Dos
menores habían ingresado al reformatorio y tres divorcios disputándose la
tenencia de sus hijos. Quizás había olvidado la firma en algún documento el
cual la secretaria del juzgado debía presentar a primera hora. Era extraño que
olvidara cuestiones importantes, pero este mes era especial para mí. No estaba
con todas las luces… Hace años mayo era un mes fatídico y si hubiera podido lo
hubiera erradicado del calendario.
Al llegar a los pesados portones de hierro digité los
cuatro números del código en la placa de la izquierda. Las puertas se abrieron
lentamente y la figura esbelta de Mirna se presentó ante mí.
Sonreí.
-¡Qué sorpresa! Adelante. ¡Dalila basta! Es una amiga.
La perra calló pero se mantuvo a mi lado. Como si
fuera capaz de poder hacer frente a cualquier enemigo que se me cruzara.
-Buenas noches, Asgard. Disculpa la hora.
Lucía sencilla. Con una blusa y jeans.
-No te preocupes -cerré los portones y señalé mi
casa-. Pasa, no me había ido a la cama aún. Estaba por ver la serie de “Testigo
protegido”, pero parece que la suspendieron por futbol.
-Ah, es muy buena. También la veo.
-Son buenos actores.
Caminamos hacia la casa con Dalila pisando mis
talones, aunque ya movía la cola como aceptación.
-¿Has visto? Casi lo descubren en el último capítulo
–sonrió.
-Cierto, la dejaron muy interesante.
Abrí la puerta y señalé el sofá.
-Por favor, ponte cómoda. ¿Quieres café?
-No gracias. En realidad no me quedaré mucho tiempo.
Me detuve camino a la cocina y la miré.
-¿Ocurrió algo que deba saber con urgencia?
-Sí, bueno… Supuse que sería importante para ti.
-Dime –me acerqué mientras Dalila se echaba en la
alfombra.
-Tengo una mala noticia, Asgard.
Me quedé inmóvil. No creía que hubiera noticia tan
mala como la que había recibido ese día de mayo, de cualquier forma su rostro
compungido me preocupó.
-Siéntate, por favor.
-Gracias –se sentó.
-Cuéntame que ocurrió para que vinieras hasta aquí a
decírmelo personalmente. Es evidente que no podías esperar mañana.
Bajó la vista y sus dedos jugaron sobre la falda.
-Asgard, se trata de Hermansen.
-¿El juez?
-Sí… Falleció esta tarde de un paro cardíaco.
-¿Qué? –me senté frente a ella.
-Es lamentable. Era muy querido. Sé cuánto ustedes se
apreciaban.
-No puede ser…
-Además… Hay algo más, quiero decir…
-Por favor, dime de una vez.
-Los casos, los expedientes, pasaron a otro juez. Fue
nombrado hace una hora. Me enteré por Faith, la asistente social. La llamaron
urgente para que pusiera al día su Señoría.
Ella calló, su silencio y sus ojos apenados hicieron
pedazos mi corazón y las tripas se retorcieron en mis entrañas. No necesitaba
decirme nada más. Solo buscando alguna luz de esperanza creí que finalmente me
lo negaría.
-Dime que no es él.
Más silencio… Bajó la vista.
-Dime que no lo han nombrado para el cargo. Por favor…
Me miró con los ojos húmedos.
-¡Qué más quisiera que no darte esa noticia! Pero
quiero que estés preparado.
Mi cabeza se hundió entre mis manos. Sentí mi pecho
expandirse buscando más aire. Cerré los ojos.
-No puede ser. Justo él -murmuré.
Sentí su mano sobre la mía y se arrodilló a mi lado.
-Asgard, sé por lo que has pasado pero no puedes
hacerle ver tu debilidad. Debes ser fuerte. Él no puede saber que te vulnera y
te altera. Vamos, sé que saldrás airoso cuando estés frente a él.
Me puse de pie y caminé lentamente hacia los grandes
ventanales. Las cortinas corridas dejaban ver el parque de césped recortado y plantas
diversas. Más allá, el tercer farol iluminaba aquel sector que odiaba con el
alma. Ahora, convertido en un cantero y un cobertizo donde guardaba
herramientas. Lo había ordenado construir. Sobre ese pedazo extenso de tierra
donde años atrás, exactamente siete años atrás, había una piscina. Una maldita
piscina.
Mirna se acercó y posó su mano en mi hombro.
-Dime qué puedo hacer para ayudarte.
Mis labios se separaron apenas para mencionar en un
susurro aquel nombre que creía no mencionaría jamás.
-Fried
Schneider… maldito seas.
-Asgard…
¿Qué puedo hacer por ti?
La miré desconsolado.
-Por favor, no me dejes solo esta noche. Quédate a
dormir conmigo.
Ella sonrió apenada.
-Claro que sí.
Bianca.
El vampiro poderoso caminó a mi lado en silencio.
Habíamos cazado en las inmediaciones donde una cascada caía estruendosa y la
blanca espuma resaltaba en la penumbra como fantasma que abrazaba el río. Según
el guerrero inmortal, solían aventurarse a acampar humanos soberbios que creían
ser experimentados. Muchos de ellos se escondían en el corazón de la reserva
para no ser vigilados y pescar especímenes en extinción. Cierto que no podrían
salir de la reserva con el botín sin ser descubiertos, pero algunas personas
ejecutaban actos crueles por el simple hecho de sentirse poderosos. Era
probable que los focos de incendio que llevaban tanto trabajo extinguir se
iniciarían en esta zona boscosa.
Trepé por encima de unas piedras que bordeaban el rio
y me detuve.
-¿Por qué los guardabosques no vigilan esta zona?
Él detuvo el andar. Me miró con esos ojos penetrantes
y su cabello blanco brilló bajo la luna.
-Por los osos salvajes. Murieron varios en sus garras.
-¿En las garras de los osos o en tus garras? –sonreí.
-No he matado guardabosques. No es necesario llamar la
atención.
-¿Y no llamas la atención alimentándote de turistas?
-No es lo mismo.
-¿Por qué? Las familias buscarían saber de ellos al
igual que con el guardabosque.
Hizo una mueca de ironía a la vez que se acercaba.
-Debes aprender más de la conducta humana. Me extraña
habiéndolo siendo por… ¿cuántos años?
-Treinta y seis.
-Las familias de los turistas saben que los dan por
muertos. Es imposible que escapen de aquí. Los carteles prohíben el acceso,
¿los ves?
A una distancia considerable pude divisar las señales
de las que el vampiro hablaba. Yo misma había pasado junto a un cartel que
decía, “PRHIBIDO PASAR. ZONA DE OSOS PARDOS.”
-¿Entiendes? –insistió-. No podrían recuperar el
cuerpo.
-Entiendo, además tendrían que enfrentar un juicio al
Estado por infringir una norma imperativa y clara. No les convendría. En cambio
un guardabosque está haciendo su trabajo. Podrían ponerse a investigar. Sabes
mucho de conductas humanas. ¿Te has mezclado entre ellos?
-¿Qué si me he animado? Porque para vivir entre
ustedes hay que ser valiente. Son imprevisibles, muchos no tienen códigos de
ninguna clase, y traicionan como si fuera lo más natural. Viven pensando en sus
lujos y deseos materiales. Sí, lo he hecho. Me he animado por algún tiempo.
-¿No quisiste quedarte entre ellos?
-Por las mismas razones que te he numerado –sonrió.
-No todos los humanos son así. Hay seres bondadosos y sencillos.
Te lo aseguro.
-Pues no me he cruzado con ninguno. Vamos, debemos
apresurar la marcha hasta las montañas. Treparemos hasta mi morada. Allí
conocerás al aquelarre escarlata.
-¿Aquelarre escarlata? ¿Son muchos?
-Seis escapamos de la ola de frio. Tres hembras y tres
machos. Escarlata nos llamaba Adrien a muchos que vivían en las cumbres junto a
él. Por el color de los ojos.
-Yo los tengo borgoña, como Charles –sonreí al
recordarlo.
El nudo en la garganta apretó y tuve deseos de llorar.
Extrañaba mi casa, mi familia, a Sebastien y a Charles. Esperaba que al
regresar todo fuera como antes, quizás mucho mejor. Sin esta angustia y pesar
que me había llevado a alejarme.
-Había vampiros de ojos borgoña. Recuerdo una
vampiresa… Una bella vampiresa de con ojos así. Tuvo una hembrita de cabello
como el fuego.
-¿Pelirroja? ¡Es Rose!
-Rose, sí. Así llamó a la niña.
-Conozco su historia, Sara me la contó. La madre de
Rose murió por cazadores y la crio una vampiresa llamada Ely. No ha tenido
padre, una pena. No se lo merecía.
El vampiro cambió el semblante y un velo de tristeza
cubrió aquel iris de fuego.
-Siempre hay un padre, Bianca Craig.
-Sí, quise decir… desconocido. ¿Tú sabes quién pudo
ser? Sé que su madre era salvaje y promiscua.
-Ella jamás quiso que se supiera su nombre. Vamos, nos
queda un buen trecho que recorrer y la tormenta nos sorprenderá.
Observé el cielo. La luna había desaparecido tras
nubes espesas y un aire húmedo y denso comenzaba a envolvernos poco a poco.
Ante un profundo silencio me atreví a preguntar.
-¿Puedo saber tu nombre?
-Odin.
………………………………………………………………………………………………
Tenía razón ese vampiro centenario. Mientras
trepábamos por las aristas filosas de la montaña, entre recovecos erosionados
por el tiempo y grutas estrechas, la lluvia comenzó a caer como cortina de
agua. Llegamos a las puertas de una cueva de impresionantes dimensiones justo
cuando el sonido de los truenos ensordecía mis oídos.
Seguí al vampiro como autómata. No tenía idea si el
grupo me recibiría bien. Era la dama de los Craig, sí… pero distaba mucho de
parecerme a cualquiera de ellos. Mi falta de experiencia y poco tiempo siendo
vampiresa se marcaban a cada instante frente a ese guerrero de Adrien. Pensé
que nunca había pedido a Sebastien entrar en el hogar de su padre. Había
visitado varias veces las cumbres para cazar junto a él. Sin embargo nunca llegué
tan lejos y tan profundo como para internarme en el corazón de la famosa
caverna. Era parte de la historia de Sebastien, y yo jamás me interesé por
ella…
Llegamos a una parte muy estrecha y a partir de allí
debimos reptar unos veinte metros. El cuerpo del vampiro era enorme. Adivinaba
con facilidad la fuerza descomunal que podría ejercer frente a cualquier
enemigo. Los guerreros de Adrien… Aquellos fieles a él por centenares de años
que nunca habían deseado la vida cómoda de los humanos.
Finalmente las paredes agrietadas desaparecieron y un
abismo se presentó ante mis ojos. En el medio como vertiente suspendida del
aire caía agua cristalina. Posiblemente agua de deshielos y de la lluvia.
-¿Debemos saltar? –pregunté temerosa.
-No, es allí arriba –señaló con el índice.
Dirigí la perspectiva hacia el sentido señalado.
Debíamos trepar…
Titubee.
-No sé si podré hacerlo.
-No es una frase que esperaría de una Craig –sonrió con
sorna.
Extendió su mano, ancha y callosa. No lo dudé.
-Aférrate fuerte- se compadeció-, si caes al pozo te
ahogarás.
-Okay…
El ascenso fue lento. Supe que sería por mi causa, ya
que Odin tendría la práctica de muchos años de trepar. Finalmente los
conseguimos al llegar a una explanada de rocas húmedas donde se respiraba a
humedad y otro olor desagradable que no supe distinguir. Vi sombras alrededor
de una lámpara pequeña. Las mismas se disgregaron como hormigas como al romper
un hormiguero.
-Escarlatas, traigo una visita importante –dijo con
voz firme, lanzando su abrigo sobre una roca.
Me quedé de pie sin saber qué hacer. ¿Se acercarían a
mí? ¿Serían amigables?
-Ellos son Daven y Aren. Y ellas Freya, Gerda, y
Kaira. Hermanos, ella es Bianca, la hembra de Sebastien Craig.
Escuché murmullos y alguna que otra exclamación. De
pronto una voz masculina sonó cerca de mi oído izquierdo. No supe en qué
momento se había acercado a mí.
-¿Y qué hace la hembra de Sebastien, aquí? Estamos muy
lejos de Kirkenes.
Odin se sentó en una roca saliente, se descalzó y
quitó su camisa. Los fuertes y abultados pectorales se exhibieron con orgullo.
Con solo cerrar su brazo quebraría los huesos en cualquier ser sobre la tierra.
-No seas maleducado, Aren. Saluda a la dama, luego
preguntas.
Aren era alto y robusto como Odin, aunque su edad se
acercaba a la de Charles. Los ojos no lucían tanto brillo. Sus cejas blancas,
espesas, y barba muy larga, le daban un aspecto más aterrador. Estaba vestido
con harapos oscuros.
Inclinó la cabeza formalmente.
-Bienvenida, un placer. Mi nombre es Aren. Para los
vikingos, el que reina como águila. Yo encontré este lugar para nosotros.
-Es muy lindo –balbucee.
-Mi nombre es Daven, ser amado. Creo que mis padres no
sabrían que sería de mi carácter cuando pensaron en mi gracia –sonrió burlón el
otro vampiro.
Daven era muy musculoso pero no tan alto como Odin.
Todos tenían el cabello blanco y vestían igual.
Odin miró hacia la penumbra de la cueva. En un rincón
tres siluetas femeninas me observaban curiosas. El brillo de sus cabellos como
la nieve resaltaba en aquel lugar recóndito y profundo de las montañas. Eran
delgadas, muy altas, como Scarlet y Lucila, aunque no gozaban de la elegancia
envueltas en telas gastadas y bastante roídas.
-Acérquense, no querrán pasar por salvajes ante la
dama de los Craig.
Fueron segundos para verme rodeadas por las hembras.
Yo era valiente, aún así tenían algo que intimidaban. No era su aspecto
descuidado y amenazante, sino un poder que irradiaban por naturaleza. Sin saber
sus dones adiviné que debían ser muchos. Al menos varios de los que yo no
dominaba.
-¿La hembra de Sebastien no era humana? –pronunció la
que parecía ser más joven.
-Me convirtió Charles –respondí. Aunque la pregunta no
iba dirigida a mí.
-Lo siento… Mi nombre es Gerda, significa fortaleza.
-Hola, soy Bianca.
-Mi nombre es Kaira, significa pacífica. ¿Qué haces
por aquí?
-Es una larga historia.
-Tenemos taaanto tiempo para escucharte, Bianca –dijo
Gerda-. Ponte cómoda, íbamos a beber.
-Pero ella no -contestó Odin-. Dijo que estaba de
paso.
¿Beber? ¿Qué beberían además de sangre? ¿Habrían
traído un humano hasta aquí?
La tercera vampiresa se alejó y en un par de segundos
se puso tras la espalda de Odin. Sus brazos lo encadenaron por el cuello
mientras los ojos fijos en mí brillaron como luces incandescentes.
-¿Y qué más has hecho con mi macho además de hablar?
–su voz no sonó amigable.
Odin sonrió y una de sus manos acarició el brazo de la
hembra.
-Ella es Freya, diosa del amor y la fertilidad.
Cariño, ¿no has escuchado? Es la hembra de Sebastien. Nadie cambiaría ser
pareja del líder de nuestra raza.
-No, no lo cambiaría jamás –susurré.
La llamada Freya no se separó de su macho pero su
rictus de desagrado desapareció.
-Ven, bebe con nosotros –invitó Aren.
Poco a poco los vampiros rodearon a Odin y me acerqué
más relajada. Kaira y Gerda se acercaron con cuernos cónicos de algún animal.
Fueron repartiendo lo que parecía ser líquido espeso dentro de esos vasos
improvisados.
-Sirve a nuestra visita, Gerda. Yo ya bebí demasiado
–ordenó Daven.
La vampiresa extendió el cuerno y lo acepté.
-Gracias.
Todos bebieron casi al mismo tiempo. Acerqué el cuerno
a mi boca y un aroma a clorofila me revolvió el estómago.
-Pruébalo, no te hará daño. Es savia pura rebajada con
agua de rio. Es energizante. Nos sirve para mantenernos vivos en épocas duras
de invierno. Cuando no abundan humanos -aseguró Odin.
-Tiene un olor fuerte pero el gusto es apetecible
–agregó Kaira.
Probé un trago y sentí bajar por la garganta el
líquido espeso. Como si tragara clara de huevo. El sabor, un tanto picante,
pero a la vez no era desagradable. Similar al jugo de perejil.
Nos quedamos alrededor de esa vieja lámpara que al
parecer por el aroma debía alimentarse con aceite extraída de la madera. Como
mis ojos no se separaban del pequeño artefacto Daven respondió a mi pregunta
tácita.
-Sí, solemos robar lámparas de los exploradores. Pero
solo las usamos en noches de tormenta. Cuando la luna sale, nuestro hogar goza
de luz natural.
-¿Cómo caminan bajo el sol?
Todos se miraron.
-No lo hacemos. ¿Acaso tú no te quemarías? –se asombró
Kaira.
-Uso una crema para cubrir la piel. Los humanos
también la compran. El sol es dañino para todos.
-¿Cómo lo supiste? –preguntó Gerda.
-Los Craig lo ponen en práctica desde hace muchos
años.
-Sebastien y su mundo humano. Debí suponerlo
–refunfuñó Aren.
Después hubo silencio. Bebí el líquido que poco a poco
me supo más agradable. Pensé en el coñac, en el vodka, y en los jugos de fruta,
que estábamos acostumbrados a beber. Sin embargo ya no estaba entre vampiros
civilizados, eran parte de una raza con historia, de las raíces y orígenes de
Adrien.
Era difícil mantener la mirada a esos vampiros
salvajes. La profundidad del color rojo, casi no pestañeaban, y no tenían
reparo en mantener el iris clavado en mí.
-¿Has venido en el barco? –preguntó al fin Gerda.
-No, he viajado en avión… Eso aparatos que vuelan y te
llevan de un lado a otro.
-Sabemos que son aviones –retrucó Daven sonriendo.
-Lo siento, pensé que habían vivido en las cumbres de
Adrien y no habían salido de allí.
-No salimos, solo a cazar. Pero Adrien nos contaba los
inventos humanos. Ah, y veíamos aviones desde las cumbres, ¿verdad Aren? –dijo
orgullosa Kaira.
Como si fuera una hazaña contemplar tal
descubrimiento. Se notaba que no habían vivido demasiado fuera de su entorno.
-¿Cómo llegaron ustedes aquí? ¿Huyeron de la ola de
frío?
-Sí, todo se complicó aquel otoño. Odin nos guio al
mar. Esperamos la salida de nuestra salvación. Un barco muy grande. Se llamaba
Gutemb… ¡Ay! No recuerdo. Odin sabe leer y Freya también –dijo Kaira.
-Mi macho trae libros y me los regala. ¿Quieres
verlos? Tengo muchos –contó la bella vampiresa.
-Me encantaría.
Como una luz se levantó y se escurrió entre uno de los
huecos. Regresó en instantes con varios textos en sus brazos y los desparramó a
mi lado. Se sentó como buda y me extendió uno.
-Este fue el primero, se llama “Rebe-lión en la
gran-ja”-. Deletreó con dificultad.
-Sí, lo conozco. Lo he leído cuando estudiaba.
-Y este –extendió otro-, se llama el Cid campeador.
-Me gusta. También lo he leído.
-Habla del destierro. Como nosotros.
-Es triste, sí.
De pronto sus manos blancas y delgadas cogieron un
libro al que aprisionó contra su pecho.
-Tengo muchos más guardados pero este es mi favorito
–lo extendió mientras sus ojos se opacaban-. Es sobre nosotros. De dónde
venimos. ¿Entiendes?
Creí que era un libro de vampiros pero no… El título
señalaba, “La era vikinga”.
-¿Adrien era vikingo?
-Nunca supimos su origen por su boca –interrumpió
Odin-. Nosotros vivíamos en una isla, con nuestras hembras y niños. Un ejército
se adueñó de todo lo nuestro, quemó nuestros hogares y fue asesinando a nuestra
gente. Todos hubiéramos perecido. Se nos acusaba de salvajes y asesinos. Al
final, ellos que se decían civilizados y creyentes en un Dios justo, resultaron
siendo lo que acusaban. Muchos estábamos heridos mortalmente cuando él llegó.
Desembarcó junto a diez piratas. El ejército se enfrentó a ellos sin saber que
no eran humanos. Nada quedó de esos invasores que mataban en nombre de su
religión. Adrien y sus piratas los exterminaron en segundos.
-¿Y ustedes? ¿Los vikingos? –pregunté anonadada.
-Él y el grupo que lo acompañaba convirtieron a varios
moribundos, quizás veinte o más, y nos llevó con él. En su barco fantasma.
Desde ese día navegamos mucho tiempo, adueñándonos de riquezas y de vidas.
-¿Todos los piratas eran vampiros?
-Sí, pero él se notaba superior. Siempre fue poderoso
y especial al igual que su entonces amigo, Agravar.
-Agravar –murmuré. Cambié la conversación-. ¿Entonces
escaparon en un barco? Debió ser el rompehielos. El único barco que podría
zarpar en las condiciones extremas. ¿Así llegaron a Canadá?
-Tuvimos que andar mucho después que el barco tocó
tierra –dijo Odin.
-Entiendo. Ahora este es su hogar. ¿Extrañan las
cumbres de Kirkenes?
-Sí, pero solo Odin y Daven saben materializarse. No
volverán sin nosotros. Menos sin sus hembras –aseguró Aren.
Odin levantó el cuerno en señal de aprobación y bebió
hasta la última gota.
-Sé que es difícil viajar sin ser descubiertos sin
embargo algún día podrían regresar. A los Craig les gustaría saber que están
vivos.
-Algún día –murmuró Daven.
-Sí, quizás –reafirmó Kaira.
-Disculpen que pregunte pero… Ese día que Adrien los
salvó… ¿salvó a niños también?
-Nuestros hijos fueron los primeros en morir. No
resistieron.
-¡Qué triste!
-Aún recuerdo la canción de cuna que le cantaba a mi
bebé –murmuró Freya.
Un nudo en la garganta se formó al escuchar entonar
esa canción tan dulce, pero como interrumpirla. Parecía no dañarla al recordar,
todo lo contrario. Era como si volviera a vivir aquel tiempo que tendría su
hijo en brazos.
Duérmete mi niño, nada ocurrirá.
Cierra los ojitos y el sueño vendrá.
La luna redonda, te sonreirá.
La estrella más bella te iluminará.
Duérmete mi niño, sin ningún temor.
Velaré tu sueño con todo mi amor.
Duérmete que al alba el mar calmará.
Y un barco vikingo nos vendrá a buscar.
Iremos a un mundo donde no hay maldad.
Thor en su palacio nos recibirá.
Duérmete mi niño, el mar ya calmó,
Y el barco vikingo a costa llegó.
Ella me miró con tristeza.
-El barco llegó, pero fue tarde para él.
-Lo siento mucho -tratando de poner un toque más
animado, le prometí-. Si nos vemos otra vez te traeré algunos libros.
-¿De verdad?
-¡Claro qué sí!
-¿Por qué tu macho no está contigo? –preguntó Gerda.
-Pues… Estamos separados momentáneamente. Tenemos una
crisis.
-¿Crisis? ¿Qué es una crisis? –preguntó Daven.
-Odin debe saber. Es el más inteligente y sabe
vocabulario humano –adujo Aren.
El vampiro tenía sus ojos escarlata, atentos en mí. A
medida que daba una definición bajó la mirada.
-Crisis es cuando sientes que tú y tu pareja se han
alejado, ya no se entienden. Entonces, te aterra la idea de que el amor se haya
escurrido entre tus manos y encima de tus narices. Que no has hecho nada por
evitarlo, ni tú ni ella. De ahí en más, te quedarán dos opciones dependiendo
del sentimiento de ambos. Unes su alma y la tuya en un lazo indestructible. La
otra, aprender a vivir con la mitad de tu corazón.
-¿Por qué si la amo tengo que aprender a vivir con la mitad
de mi corazón? –preguntó Daven.
-Porque no dependerá solo de ti.
Nunca mejor explicado…
-¡Qué horror! –Exclamó Gerda-. Aren y yo jamás
tendremos una crisis.
Odin la miró.
-Eso jamás podrás preverlo. Solo debes prepararte por
si un día ocurre.
-¿Quieres ver el cielo mientras llueve? –preguntó Kaira,
cortando el poco ánimo que invadía la reunión.
-Me encantaría.
………………………………………………………………………………………………
Seguí a Kaira mientras trepaba ágilmente por las rocas
salientes, aún sintiendo la angustia de las palabras de Odin. Superar la crisis
dependía de los dos. Comenzaba a preguntarme qué tan dispuesto estaría
Sebastien a unir ese lazo para siempre.
Muy cerca, por una de las paredes, se deslizaba el
agua que debía provenir de la intensa lluvia. Llegamos a un descanso donde a unos
cuatro o cinco metros de nuestras cabezas podía verse un retazo de cielo. Nos
apartamos sentándonos bajo una roca que servía de medio techo. Allí, guarecidas
del temporal e iluminadas por los rayos, podía escucharse al viento ulular
furioso y la lluvia caer a torrentes.
-Me gusta subir aquí cuando llueve –dijo la vampiresa.
-Es bonito ver la fuerza de la naturaleza en su
esplendor, aunque a veces le temas.
-Adrien podía controlarla.
-Lo sé. Ahora sus hijos también lo hacen.
Escuché gemidos lastimeros, sin embargo no mencioné lo
que parecían captar mis oídos.
-¿Sus hijos? ¿Te refieres a Scarlet y Sebastien?
–preguntó.
-No, a Lenya. Adrien tenía otro hijo. Su madre fue
Halldora. ¿La conociste?
-¿Halldora? ¿La hechicera? Nunca la vi en las cumbres.
-No, ella vivió en Mursmark, con su hijo.
-No puedo creer que Adrien no lo quisiera con él.
Quizás porque solo amó a Bera, la humana.
-Fue una decisión de Halldora. Y amó a las dos.
Otra vez un llanto lejano…
-Ah… ¿Y el no se opuso a vivir sin Lenya?
-Tengo entendido que la amaba. Respetó su deseo por no
hacerla sufrir. Es algo largo de explicar. Quizás no tenga razón de ser. Los
hechos se dieron así.
-¡Qué triste! Adrien habrá sufrido mucho.
-Lenya también, y supongo que Halldora. ¿Conocen a
Margaret y Sara?
-¡Claro qué sí!
-¿Me contarías sobre ellas? Viven en la mansión y las
quiero mucho. ¡Ah! Y a Rose. ¿Conoces a Rose?
La vampiresa me miró fijo y llevó su dedo índice a los
labios en señal de silencio.
-¿Por qué no podía hablar de Rose?
De pronto unos gemidos callaron a través de la lluvia
y no aguanté la curiosidad.
-¿Quiénes lloraban? ¿Has escuchado?
-Claro que los escuché. Es una de las razones por las
que te he traído hasta aquí, además de ver la tormenta.
-¿Es alguien del aquelarre?
-Son Aren y Gerda. Es seguro que lo que creían lo han
confirmado.
-¿Qué ocurre con ellos?
-Gerda está embarazada y deberá abortar.
Abrí mi boca espantada.
-¿Abortar? ¿Por qué? ¿No desean un hijo?
-Bianca, ¿cómo crees que podrán tener al niño en esta
cueva? Nunca sobreviviría.
-Pero… Debe haber otra solución.
-No la hay. Nosotros no podemos mezclarnos con
humanos. No estamos preparados y nos llevaría tiempo. El nacimiento de bebé
vampiro sería nuestra ruina. Nos descubrirían y hay una norma que cumplir y una
raza que proteger.
-Cielos…
-No te apenes. Tarde o temprano se recuperarán, me ha
ocurrido a mí con Daven. Lo importante que estaremos juntos, somos pareja. Nos
amamos y cuidamos.
-Pero un hijo traería felicidad.
-No te creas. No siempre es así. Ya ves que sería un
problema. Si los humanos nos descubren eso sería fatal. Exterminarían hasta
nuestros hijos y ya no estaríamos juntos.
Flexioné mis rodillas y abracé mis piernas. Mi rostro
reflejó la tristeza que no pasó desapercibida por la vampiresa.
-¿Qué te ocurre?
-Yo no puedo darle hijos a Sebastien.
-¿Por eso te fuiste de su lado?
-Fue una de las razones. Sentía que lo defraudaba.
Kaira miró al cielo en actitud pensativa.
-Yo creo que si fuera tu macho me sentiría defraudado.
Pero no por no darme un hijo, sino por abandonarme.
Mis ojos se humedecieron.
-Sin embargo –se puso de pie-, no me hagas caso.
Pensamos como salvajes.
Mientras descendíamos lentamente pensé que tan
diferentes éramos los civilizados de los salvajes. ¿Tendría razón? ¿Cómo
sentirme segura y poderosa ante él como antes? Quizás, encontraría la paz
después de hablar con los McCarthy. No lo sabía. El acto de partir estaba
ejecutado y quedaba hacer frente a las consecuencias.
……………………………………………………………………………………………..
La madrugada transcurrió sin sobresaltos. Todos los
vampiros se retiraron a descansar en diferentes rincones de aquella gruta. La
lámpara seguía alumbrando débilmente varios enormes huecos de la caverna. Cerré
los ojos y me acurruqué. Por la mañana debía buscar a los McCarthy, y ni
siquiera sabía si permanecían en Banff después de tantos años.
Unos gemidos llegaron a mi oído. Esta vez muy
diferentes al producido de un llanto…
¡Lo qué faltaba! Se testigo de dos vampiros teniendo
sexo. Mierda… Y ese líquido que había llenado mis tripas y me había devuelto el
vigor y la energía.
Entreabrí los ojos, quizás podía apartarme y buscar
otro lugar sin llegar a perderme en el corazón de la montaña. A lo mejor si me
perdería ellos me buscarían. ¿O no? ¿Me dejarían morir por insensata? Y me lo
había dicho Odin, era una insensata.
Me puse de pie sigilosa y caminé entre grietas rocosas
hasta el hueco que nos había servido de entrada. Avancé casi diez metros y me
detuve. A mi derecha, en una especie de recoveco escondido estaban Odin y Freya
follando como conejos. Demonios…
Me quedé inmóvil, mirando entre el morbo y la
necesidad de no ser descubierta. Estaban completamente desnudos. A pesar que la
luz de la lámpara no llegaba a iluminar demasiado, era imposible no ver esos
músculos de acero rodear el cuerpo de la vampiresa. Él la tenía a horcajadas
subiendo y bajando sobre su grueso sexo. Con la cabeza hacia atrás dejaba expuesto
su cuello a las mordidas y lamidas de Freya. Sus manos la sujetaban con fuerza,
como si ella tuviera la ridícula idea de escapar. Con un movimiento brusco la
empaló profundo y su boca devoró la de ella… Mierda…
Los gemidos se hicieron más fuertes y los gruñidos de
Odin llenaron cada espacio de la inmensa caverna. Debía salir de allí. Sin
Sebastien mis hormonas estaban alteradas y sentí que no podía dominar mis
músculos. Las piernas me temblaron, el espacio a mí alrededor giró varias
vueltas en sí mismo y caí sentada.
En segundos dos brazos imponentes me pusieron de pie.
A mi lado Freya observaba asustada.
-Estoy bien, estoy bien -repetí no sé cuántas veces.
Al movimiento que había generado el resto de vampiros
me observó desde las paredes agrietadas. ¡Qué vergüenza!
-Perdón, lo siento. Yo… buscaba un lugar para
descansar donde hubiera más oxígeno –me excusé.
-Odin, llévala cerca de la entrada –sugirió Daven-. No
queremos que le ocurra algo malo aquí.
-Sí, no está acostumbrada a vivir en cuevas –agregó
Aren.
-Yo… Gracias, pero iré sola. Sigan con lo suyo
–balbucee.
-Te perderás y será más trabajoso para nosotros
encontrarte, incluso puedes caer al abismo –aseguró Daven.
-No te preocupes, querida –dijo Freya con sonrisa
divertida-. Lo que hacíamos lo practicamos varias veces cada día. No importará
esperar.
¡Qué hija de puta! Encima me restregaba en la cara lo
bien que lo pasaba. Y yo sin Sebastien…
-Vamos –ordenó Odin-. Creo que es mejor que regrese
con los humanos.
-No quiero causar molestias. Puedo ir sola.
-¿No digas? –Rio Daven-. ¡Qué terca eres! ¿No te das
cuenta que no conoces el lugar? Serías capaz de meterte en una madriguera de
osos.
-¡No soy tan tonta! –protesté.
El sitio volvió a girar alrededor. Tambalee.
Odin me abrazó y me recostó en la pared para que me
apoyara. Desnudo, estaba desnudo. ¡Por todos los cielos! Mis manos se apoyaron
en su pecho de piedra, para salvar la distancia. No quería que mis ojos se
posaran en su entrepierna, así que lo miré a la cara e intenté apartarlo. Él se
movió hacia atrás y sonrió.
-Mejor me visto. Te dejaré cerca del hotel. La lluvia
cesará en menos de una hora.
Ideal hubiera sido que trabajara en el servicio
meteorológico. Era increíble como conocía los cambios del tiempo. Los humanos
pocas veces acertaban.
………………………………………………………………………………………………
Y la lluvia aminoró poco a poco… Me despedí
agradeciendo a cada uno su especial hospitalidad. Partí alejándome de aquel
hogar improvisado y oculto del ojo humano con cierta tristeza. Pensando en
Gerda y su aborto, en el sexo apasionado de Odin y Freya a pesar de tantos
años. Ellos no necesitaban nada más para sentirse felices y unidos. Ni casas
suntuosas, ni comodidades, ni niños… Podía apostar que esas uniones en aquellos
vampiros serían indisolubles por miles de años más, hasta la muerte. ¿Por qué
creí que para hacer feliz a Sebastien necesitaba darle un hijo? Quizás él pensó
lo mismo. O fue lo que quise interpretar. Sería una dicha tener un primogénito
de quien amas, sin embargo aprendí esa madrugada, que una dicha no significa la
suma de todas las dichas. Era solo una parte. Que la verdadera infelicidad
estaba en aprender a vivir con la mitad de tu corazón.
Por el camino, junto a Odin, quise aprovechar para
saber más de ellos. Era seguro que no volvería a verlos. Contaría a Sebastien
de sus existencias y costumbres, pero conocía a mi Dios de Kirkenes. Seguía
taxativamente los consejos de su padre. Si ellos no deseaban mezclarse entre
humanos jamás los obligaría. Como los Sherpa… ¿Qué sería de los Sherpa?
¿Habrían perecido por la hambruna?
Cuando las luces del hotel pudieron divisarse, me
detuve.
-Regresa con los tuyos. Puedo seguir sola desde aquí.
Inclinó la cabeza en formal saludo.
-Muy bien. Te deseo buen retorno a tu aquelarre. Tarde
o temprano querrás regresar con los tuyos.
-Lo sé… Gracias por todo.
Extendí mi mano la cual no rechazó en estrechar.
-Si necesitas algo, sabes que los Craig viven en
Kirkenes. Será un placer recibirlos.
-Muchas gracias.
De pronto mi móvil sonó… Mi corazón latió alocado…
Demonios… Sebastien…
Sebastien.
Una vez que Charles abandonó la habitación, me vestí y
fui en busca de Scarlet. Conocía el preciado don de mi hermana de visualizar a
nuestra raza en el lugar donde se encontraran. Pero también conocía a Scarlet,
y si hubiera sabido dónde estaba Bianca lo habría dicho. Pero no perdía nada
con intentarlo.
Golpee la puerta de su alcoba y aguardé impaciente,
¿por qué no? También con mil dudas de pensar que estaba tirando por la borda
todo mi orgullo y demostrar al resto de la mansión que deseaba ir por ella. A
pesar de que Bianca había decidido partir sin arrepentirse ni un segundo. Lo
había notado en sus ojos al despedirse. No iba a echarse atrás ni siquiera por
mí. Y ahora yo, gritaba al mundo que moría por que regresara y era capaz de ir
en su búsqueda. Me sentía un idiota, pero un idiota en busca de la felicidad.
Scarlet abrió la puerta y me miró.
-Es… de madrugada. ¿Ocurre algo malo además de lo que
ya sé?
-Por favor, necesito hablar contigo.
-Okay, adelante. ¡Qué cara traes! ¿No duermes bien?
-No te hagas la graciosa –me senté en el borde de la
cama y ella me imitó-. Sabes que no duermo bien desde que estoy solo.
-Lo sé… Dime, ¿por qué vienes a esta hora?
-Necesito saber dónde está Bianca. Tú visualizas
nuestra raza esté donde esté. Lo has hecho con Douglas cuando lo secuestraron,
y con Numa cuando escapó con el mendigo. Dame una señal, un dato que me lleve
hasta ella.
-No tengo idea dónde se encuentra.
-¡Scarlet!
-Digo la verdad. ¿Crees qué no lo intenté?
-No mientas.
-No miento. La vi, sí. Sin embargo nada sirvió para
saber el lugar. Un aeropuerto, una cafetería, una calle transitada. No he
podido conocer la región. No te servirá. Lo juro, Sebastien. Ya te lo hubiera
dicho.
-Por favor, inténtalo otra vez.
-¿Ahora? ¿De madrugada?
-¡Por favor!
Suspiró y cruzó los brazos a la altura del pecho.
-Sebastien… ¿Por qué no la llamas?
-¡No voy a hablar con ella por un móvil! Estoy seguro
que no me atenderá y además quiero que no ponga excusas. Sé que las pondrá, la
conozco. Necesito tenerla frente a frente, sorprenderla. ¡Visualízala Scarlet!
-¿Si tanto la conoces no sabes dónde pudo ir?
-No… No se me ocurre otro lugar que no sean los que ya
he estado. Por favor…
-Okay, guarda silencio y no me desconcentres.
Seguí su pedido como niño obediente. Deseaba que mi
hermana transmitiera lo que vería. ¿Y después? ¿Tendría el valor de incumplir
la promesa de no correr tras ella? ¿O saber dónde estaba solo era parte de un
juego macabro de mi propia mente? Imaginar que Bianca sabría de mi conocimiento
y aún así no habría corrido tras ella… No, a quién engañaba. No podíamos seguir
así. Ella huyendo de todo, hasta de mí. Yo sin detenerla y gritarle que lo
lamentaba. Lamentaba mi ausencia, mi poco interés, no haber comprendido que
algo grave pasaba entre los dos. ¿Me amaba? Sí, me amaba como yo a ella. Solo
era una crisis, un conflicto salvable porque aún nos necesitábamos.
Mi hermana se puso de pie.
-¿La viste?
-Sí…
-Dime dónde está. ¿Pudiste ver la región? ¿Se fue de
Kirkenes?
-Sebastien, basta… Tranquilo.
-¿Cómo quieres que me tranquilice si te haces la
misteriosa. ¡Larga el rollo de una vez!
-La vi… Es una gruta, una caverna como en las cumbres.
-Ya fui a las cumbres. No la encontré. ¿Estás segura?
-No son las cumbres de Kirkenes. Las conozco de punta
a punta.
-¿De qué cumbres hablas?
-No lo sé. No las conozco. Pero…
-¿Pero?
-Bianca… No, no puede ser, debe haber alguna
explicación.
-Scarlet, sé clara.
-Es que… podría equivocarme.
-¿Equivocarte en qué? –me puse de pie.
-Bianca, no está sola.
-¿Con quién está?
-Un vampiro. Ella está con un vampiro.
-¿Qué? ¿Quién es? Conozco a todos los vampiros.
-Sí… Pero este vampiro lo creímos muerto. Seguramente
escapó de la ola de frio.
-No entiendo nada, Scarlet. ¿Qué hace Bianca con un
guerrero milenario en una gruta desconocida?
-Bueno… Nada… Ella no hacía nada… Él…
-¡Él qué!
-Él la abrazaba y… estaba desnudo.
Quedé inmóvil. ¿Había escuchado bien?
-¿Es una broma?
-No bromearía con eso.
-Me dices que… Bianca, mi hembra, mi esposa, ¿esta
abrazada a un vampiro desnudo?
-Lo siento, es lo que veo. Tranquilízate, debe haber
una explicación.
-¡Estás pidiéndome que me tranquilice! ¿Estás loca?
-¡Sebastien!
Salí de la habitación hecho una furia. Mi hermano
salía de su alcoba con una sonrisa.
-¿A qué no saben? Liz tiene su primer antojo.
-¡Qué mierda me importa!
-¡Oyeeee!
Vi a Scarlet coger del brazo a Lenya y jalarlo tras de
mí.
-¡Ven aquí! Necesito tu ayuda –sonó desesperada.
Entré a mi habitación y cogí el móvil.
-¡No necesito ayuda de nadie!
-¿Qué está pasando aquí?
-¡Pasa que mi hembra se fue con un vampiro!
-¿Bianca se fue con un vampiro? –Lenya abrió los ojos
como platos.
-¡Dile Scarlet! ¡Dile lo que viste!
-Bueno yo…
-¿Qué viste?
-¿Qué vio? A mi hembra con un vampiro desnudo. ¡Eso
vio!
-¡Ay caray!
-Por favor Sebastien, ¿qué vas a hacer?
-¿Qué crees? Llamarla.
-Pero si no has querido llamarla hasta ahora.
-¡Ahora sí!
Liz se asomó a la puerta de pijama.
-¿Mi amor? ¿El licor de huevo?
-Sí… Ehm… Voy por tu licor en unos minutos, cariño.
Vuelve a la habitación, cogerás frio.
Liz obedeció aunque su rostro dibujó el desconcierto.
-¡Me siento un idiota! No me siento, ¡soy un idiota!
-Cálmate, no hables con ella en ese estado –suplicaba
mi hermana.
-¿Qué quieres que espere Sebastien? ¿Qué terminen de
hacerlo?
-¡Lenya! Necesitaba ayuda no que complicaras las
cosas.
-Es la verdad.
-¡Claro qué sí! Fui un imbécil. Planeó todo para irse
con un vampiro que quien sabe quién es. Quizás lo conoció en Kirkenes y se
fueron juntos.
-¡Por favor, no te hagas una película!
-¿Qué vampiro hay en Kirkenes que no sabemos quién es?
–preguntó Lenya.
-Odin –murmuró mi hermana.
-¿Qué? ¿Ahora dices que es Odin?
-Creo que era Odin, no sé, me pareció.
-Odin, se salvó de la ola de frio… -arquee la ceja-.
Mira tú con quien se escapa. No es tonta, ¡no! Dime qué más viste.
-No… Nada importante… Era una gruta, había agua
alrededor como una cascada.
-¿Cascada? ¿Un vampiro desnudo y una cascada? Faltaban
los violines.
-¡Lenya qué te calles!
-Okay, me callo. Pero estoy con mi hermano. Hay muchas
probabilidades de pensar que la está pasándolo bomba.
-¡Qué te calles, joder! Sebastien, por favor. Hazlo
por mí. Piensa antes de abrir la boca. Solo espera un par de horas para
llamarla. Estarás con la mente más fresca.
-¿En serio? –Murmuró Lenya-. Yo creo que juntará más
rabia de la que tiene ahora.
No sabría decir si me hermana tuvo razón. Si habría
necesitado mucho más tiempo del que esperé. Lo cierto que aguardar ese par de
horas no sirvió de mucho. Imaginaba una y otra vez lo idiota que había sido al
creerle su estado anímico. Lo único que atiné a decirle al escuchar por fin su
voz fue, “¡Bianca, quiero el divorcio!”
Charles.
Ante tanto alboroto salí de mi habitación junto a Margaret.
-¿Qué diablos ocurre? –Caminé por el pasillo hacia la
pequeña y bulliciosa reunión-. ¡Se olvidan que hay un bebé durmiendo y una embarazada
que necesita descansar!
-A la embarazada se le ha antojado licor de huevo y ya
mismo voy por él –contestó Lenya.
-¿Van a decirme que pasa aquí? –protesté.
-¡Bianca, tu hijita protegida a la que siempre
defiendes está con un vampiro! –Exclamó Sebastien.
-¿Te has vuelto loco?
-No, Scarlet acaba de visualizarla en unas malditas
cumbres con un vampiro.
-¡Y desnudo! –acotó Lenya.
-¡Basta Lenya! –gritó Scarlet.
-¿De qué están hablando? Bianca nunca te engañaría,
¿estás borracho?
-¿Lo ves? ¡Nadie lo cree! Pero no te culpo, ¡no señor!
Yo mismo no hubiera pensado jamás algo así. Scarlet la vio con Odin. ¡Para qué
te enteres!
-¿Odin? ¿Odin no había muerto por la helada? –preguntó
Margaret azorada.
-Parece que no, y quien lo está calentando es ella, mi
hembra. ¡Ah! Pero esto no se queda así. Le pedí el divorcio.
-¿Cuándo hiciste esa canallada? –enfurecí.
-Por teléfono –murmuró Scarlet.
-¿Por teléfono? ¿Le pediste el divorcio por teléfono
sin pedir explicación?
-Charles, voy a pedirte que no te declares mi enemigo.
Scarlet la visualizó. No hay prueba más contundente.
-Esto es una locura –murmuré-. No puedo creer eso de
Bianca. Debe haber encontrado al guerrero y seguro lo estará ayudando.
-¡Siii claro! ¡A encontrar la ropa!
-¡Lenya! –Gritó Scarlet-. ¿No ibas por el maldito
licor?
-Okay, me voy. Y apoyo a Sebastien en este trágico momento
que está pasando. Entiendo su desilusión y si yo fuera él buscaría a ese tal
Odin y lo haría trizas.
-Tú no conociste a Odin, ¿verdad? –Scarlet puso los
brazos en jarro.
-Pues no.
-Se nota, querido. Uno de sus brazos es la mitad de tu
cuerpo.
-¿Qué? Ah… Bueno… En ese caso… Me callo la boca y voy
por el licor.
-¡Sí, mejor vete ya!
-Escuchen, tranquilicémonos todos –sugerí-. Sebastien,
Bianca es incapaz de engañarte. Ella es una hembra que te ama y siempre fue
dulce y dedicada a ti.
-Pues la dulce que dices me acaba de decir un rosario
de malas palabras. Desde cretino, hijo de puta, y no sé qué más.
-Bueno, nunca dije que no tuviera carácter. Estás
acusándola de algo grave y sin pruebas.
-¿Sin pruebas? Scarlet dile, por favor que no aluciné.
Scarlet bajó la vista.
-Charles adoro a Bianca, pero es lo que vi.
-Madre santa… ¿Qué está ocurriendo?
-¿Qué está ocurriendo dices? ¡Qué no pasaré por la
puerta de los cuernos que tengo!
Sebastien bajó la escalera y lo seguimos como sombras.
Antes de encerrarse en el despacho y dar un portazo le exigió a su hermana.
-¡Trata de descubrir esas cumbres porque quiero saber
dónde está!
Scarlet se desplomó en el sofá.
-¿Qué haremos Charles?
Margaret se sentó cabizbaja junto a ella.
-¿Qué haremos? Comenzar por recorrer cumbres. Aunque
me lleve cien años.
.
Hola, Lou... Me ha encantado la perrita de Asgard... también su nombre... Dalila
ResponderEliminarPuedo entender muy bien que Asgard quisiera hacer desaparecer un mes del calendario... quizás porque a mí también me gustaría que desapareciera otro
Lamento el fallecimiento del juez Hernansen... no recuerdo por qué motivo Asgard le tiene tanta inquina al nuevo juez... Si ya lo has contado en algún capítulo anterior te agradeceré que me lo recuerdes
Si no lo has contado no me digas nada... ya me enteraré a su debido tiempo
Bueno, ya voy a pasar directamente a comentarte sobre Sebastien ;-)
Entiendo su furia... pero yo, como lectora, me lo he pasado muy bien ;-)
Pido disculpas a Sebastien porque él lo ha pasado muy mal... y yo demasiado bien ;-)
Un capítulo genial... Felicidades
Besos
¡Hola Mela!Me he divertido con tu comentario. Varias de nuestro género lo han pasado bien con los celos de Sebastien. No sé si leerá tus disculpas porque creo que está demasiado preocupado pero la autora se ha divertido. Cierto, no podré comentarte nada sobre el nuevo juez... En el próximo capi sabrás que ocurre entre Asgard y su Señoría.
EliminarMe temo que todos en la vida tienen fechas que no desean recordar, me uno a tus dichos.
Por lo demás habrá que esperar que hará Bianca si no encuentra los McCarthy. Esperemos que sí.
¡Un besazo reina y gracias por coemntar!
Madre que enredo!!Aqui lo que pasa es que no saben dialogar bien.Sebastien tendria que haberle dicho que sabe que ha estado con un vampiro desnudo y Bianca que se lo explique pero no hacen eso y hay mas enredo.No dialoga nadie,todos sacan conclusiones y piden divorcios.El juez nuevo debe ser malo,eso creo.Me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Un gusto leer tu comentario. Sé que hay lío por todas partes y por falta de comunicación. En algún momento se darán cuenta.
EliminarEspero que mi pluma logre poner las cosas en su sitio.
El nuevo juez parecería no ser grato para Asgard, veremos que opinas en el próximo capítulo.
Un abrazo a la distancia y muchas gracias por estar aquí.
Qué estás haciendo Lou??? Pobre Sebastien!!!! Divorcio??? Le has dado motivos para que pida la anulación, que vaya al nuevo juez y se la pida!!!! Y ya puedes reformar la mansión, las puertas tienen que ser más altas para que pasen los cuernos de Sebastien, jajajajajajajajaj. Qué bien me lo he pasado!!!! Genial!!!!!
ResponderEliminarBesotes!!!!!
¡Hola Merck! Jajajaja, ¿has visto? No les doy paz. Los tengo con el corazón en la boca. Calma que la sangre no llegará al rio. Y lo de reformar la mansión por ahora creo que está salvándose aunque él no lo crea. Lo peor es que no pienso que encuentre a Bianca por ahora así que deberá confiar.
EliminarUn besazo grande cielo y muchas gracias por el comentario.
Hay Sebastien se precepito y demasiado tiene que escuchar a Bianca pero fue a lo loco y le pidió el divorcio mmm que cosco le voy a dar jajaja...amiga lindo el capítulo gracias!!!
ResponderEliminar¡Hola Lau! Sí, creo que debería haber pensado antes de abrir la boca pero a ver... Scarlet nunca se equivoca y lo que vio fue real. Lo que ocurre que el trasfondo no lo conocen. Digamos que todo se daba para pensar mal.
EliminarUn besote enorme amiga y buen fin de semana. Gracias por el comentario.
Scarlet es un poco traviesa, tenía que haber vestido al vampiro:)) Cómo se le ocurre decirle a Sebastien lo que veía? El hermanito Lenya se lo ha pasado en grande.
ResponderEliminarJoder(perdón) cómo miraba Bianca a Odin y a Freya!
Un nuevo juez, más problemas para Sebastien.
Bso
¡Hola Ignacio! Bueno, yo creo que Scarlet se le ha reflejado en la cara lo que vio. Es que el lector tiene más información que ella y no sé hasta que punto le parece muy extraña la situación. Sí Lenya se lo ha pasado genial aunque es bastante bocón. También hubiera callado jajaja.
EliminarCreo que a Bianca le está empezando a pesar la abstinencia, y lo que vio no le ayudado para nada.
Un nuevo juez, sí... quizás el problema no lo tenga tanto Sebastien. Habrá que esperar para saber quién es el susodicho.
Un abrazo y muchas gracias por tu comentario.
Uy veamos que pasa con Bianca y Sebastien ojala dialoguen . Me gustaron los vampiros salvajes Odin es dulce. Te mando un beso y genial capítulo
ResponderEliminar¡Hola Citu! Gracias por comentar. Hay mucho enredo pero esperemos que se escuchen porque se aman. Los vampiros nuevos son interesantes. Tienes razón, Odin es especial. Un besazo grande cariño y gracias por leerme.
Eliminar