Saga para + 18

Iris púrpura es el cuarto libro de la saga Los Craig. Para comprender la historia y conocer los personajes es necesario partir de la lectura de Los ojos de Douglas Craig.

La saga es de género romántico paranormal. El blog contiene escenas de sexo y lenguaje adulto.

Si deseas comunicarte conmigo por dudas o pedido de archivos escribe a mi mail. Lou.


miércoles, 15 de agosto de 2018

¡Hola chicos! Antepenúltimo capítulo. Solo nos quedan dos más y cerraremos otra etapa de esta saga.
Espero que les guste. Gracias por acompañarme.Un beso grande y feliz semana.


Capítulo 59.

La espera.

Sebastien.

Lenya depositó la taza de café en la mesa de living y al tiempo que escuchaba el “clic” de la porcelana, levantó la vista y me miró. Sentado en el sofá frente a él, bajé la vista.

—Cálmate, no puedes vivir cada segundo teniendo temor por Bianca.
—Es horrible. No creo que puedas entenderme. Cuando no esperas lo malo y te sorprende, es diferente. Mi situación es desesperante. Aguardo cada noche, cada día, ese instante que ese tal Hela venga por ella.
—Supongo que si hubiera una forma de evitarlo ya lo hubieran pensado.
—Estás en lo cierto. No hay modo que devuelva el don sin tocarlo. Y una vez que lo roce…
—Ella escapará. Confía en Bianca. Lo ha logrado una vez, ¿por qué no ahora?
—Se trata de enfrentar a la muerte, Lenya. Vencerla otra vez.

Se recostó en el respaldo y suspiró.

—Me siento impotente. No sé cómo ayudarte.
—No puedes hacer nada. Solo vigilarla si está sola. Si ves algo extraño, llamarme. No iré al hotel ni a cazar si no es con ella.
—¿Piensas colarte en ese viaje? ¿Has perdido la cabeza?
—¿Qué harías tú? Dime.

Exhaló el aire de los pulmones y negó con la cabeza.

—Entiendo… Lo que ocurre que tengo entendido que no la llevará si está junto a otro. Dijo Charles…
—Sí, eso de no poder llevarse dos vidas. Pero debe haber una forma de engañarlo. De que Bianca devuelva el don y regresar con ella.
—No sé…

Rose se acercó.

—Perdón… ¿Se supo algo más de Odin y los Escarlata?
—No, Rose. Tampoco de los Sherpa.
—Okay…
—¿Cómo va tu estudio?
—Muy bien, gracias.
—No olvides contarme como está yéndote en los exámenes.
—Sí, Sebastien.

Apenas se alejó, Lenya volvió a mirarme fijo.

—No puedes con todo. Cuando acabe toda esta angustia y espera repartiremos los quehaceres.
—Dependerá de cómo acabe, hermano. Porque yo… si… Ya no me importarán los Sherpa, los Escarlata, ni nada más.
—Tienes tres hijos. No hables así.
—Lo sé… No me hagas caso.
—Todo saldrá bien.

Asentí en silencio.

—¿Sabes? Bianca renunció al hospital.
—¿En serio?
—Sí… Eso confirma que aunque se haga la fuerte está atemorizada.
—Es normal. Pero tiene a Marte como protector. La dama de los Craig es una guerrera.

Sonreí.

—Tu hembra también es una dama de los Craig.
—Prefiero llamarla mi Reina del Mar.
—Suena romántico.
—Y aterrador –sonrió—. Justo para mí.
—Cierto, tal para cual.
—Bueno, yo no soy tan aterrador bajo un rostro de ángel.
—Se nota que no recuerdas cuando pisaste la mansión por primera vez.

Rio.

—¿Te asusté? Di la verdad.
—¡Nah! Me desconcertaste. No sabía quién diablos eras… Hasta que sonreíste. Entonces… Recordé el rostro de papá.

Lenya bebió un trago de café y quedó pensativo unos instantes.

—Oye… ¿Crees que nuestro padre pueda ayudar a Bianca?
—No lo sé. Ojalá Lenya. Pero no lo sé…
—En cuanto a lo de asustado… ese día que pisé la mansión… creo que era yo el que tenía más miedo.
—¿Tú?
—Sí, al rechazo. Ese es poderoso. Porque viene del corazón.

Charles se acercó y señaló el sofá.

—¿Puedo?
—¡Claro! ¿Y Bianca?
—Está con Scarlet.
—Tranquilo hermano.
—Lo siento… No puedo evitarlo.
—Somos muchos esta noche, no se atreverá a venir por ella.
—Ojalá…

Liz y Margaret se unieron al grupo. Hablaron de los regalos de Liz que aún no había abierto. Ron se acercó y se sentó a mi lado. Palmeó mi espalda y sonreí.

—¿Todo bien?
—Sí, gracias.
—Tendré que ir a cazar.
—No te preocupes, ve tranquilo.

De pronto, la vi. Caminando por el pasillo de la primera planta. Estaba hermosa, miento… Era hermosa. Hermosa y mía. Y mientras estuviera a mi alcance nadie me la arrebataría.


Bianca.
Me contemplé en el espejo con ese vestido negro tan bonito. Había terminado de maquillarme y las gotas de Lemon fueron el toque final para lucir espléndida. Observé los zapatos de charol stilettos, regalo de Sebastien. Levanté mi mano derecha y mi iris borgoña se deleitó con el anillo de los Craig en mi anular. ¡Cuánto camino recorrido hasta aquí! Hoy Liz cumplía un año más. Y al igual que yo, antes una simple humana con una vida monótona y rutinaria, ahora vampiresas portando el más célebre apellido.

Una brisa nocturna acarició mi cuerpo nuevamente. La ventana entreabierta permitía sentir no solo el aire fresco sino el aroma a manzanillas silvestres del cercano bosque. Se acercaba el verano. Una estación no ansiada para nuestra raza pero también con sus encantos.

Me acerqué a la ventana e hice a un lado las cortinas. Mis manos se aferraron al marco y cerré los ojos aspirando el exquisito olor a clorofila. El don del oído se agudizó. Grillos, búhos, ambos sonidos de la naturaleza se mezclaban con algunas voces queridas de la planta baja. Todos estaban reunidos. Menos Charles. Adivinaba que sería él que aguardaba tras la puerta. Tras saberse que Hela podría aparecer en cualquier momento, por orden de Sebastien, se turnaban para no dejarme sola. Por supuesto que era imposible cubrir ciertos momentos que necesitaba privacidad, pero estaban muy pendientes, todos y cada uno de los integrantes de la casa. Sí, hasta Ekaterina. No creía que era por su gran cariño hacia mí, sin embargo sospechaba que llegado el instante de partir al submundo, ella desearía acompañarme. Era una idea terrible si te ponías a pensar que no sabrías si regresarías. Pienso que no le importaba. Hasta un punto la entendía. Nicolay ya estaba en buenas manos, y ella reflejaba sus pocos deseos de vivir.

Vivir, un verbo que muchos mencionamos sin pensar en todo lo que contiene. Vivir es lo contrario a dejar de existir… Valorar la diferencia no es algo cotidiano para el humano, a pesar de no ser inmortal. He pensado que aquel que está cerca de la muerte puede comprender lo uno y lo otro. Solo cuando estamos convencidos que ya no disfrutaremos de los sentidos, de los besos y abrazos de los seres queridos, de las risas que borran y hacen olvidar los llantos, solo en ese momento te quieres aferrar al regalo de la vida. Es irónico que no aprendamos. Es incomprensible que debamos pasar por tiempos duros para darnos cuenta que no puedes desaprovechar los minutos.

Creo que Drank habría pasado por algo así. Estar al borde de la muerte y tener otra oportunidad te hace agradecido por el mínimo detalle que te ofrece el día a día. Yo había regresado gracias a mi fortaleza y voluntad. Drank, también. Porque si él no hubiera tenido la fuerza y las ganas para no dejarse abatir, Adrien hubiera llegado tarde.

El anillo de los Craig lanzó un destello con el leve movimiento de mis dedos. Una luna redonda y clara iluminaba el parque y más allá las copas de los cipreses. Si partiera extrañaría cada lugar de Kirkenes. El mismo lugar que había detestado al pisar por primera vez. ¿Cuánto tiempo no lo disfruté ni valoré el paisaje? Sí, aun en invierno. Creo que fueron tres o cuatro meses. Volvería el tiempo atrás para deleitarme con cada noche que viví despotricando. De la nieve, del frío, de lo que parecía un paraje tan desolado. Sin embargo el tiempo no regresaría. Lo hecho, hecho estaba.

Escuché la voz de Scarlet tras la puerta. Charles dijo algo gracioso y ella rio. A los pocos segundos giré para verla entrar. Lucía muy bonita con su cabello suelto y el vestido corto con flores pequeñas estampadas. Sonrió al verme y cerró la puerta.

—Dije a Charles que puede bajar. Me quedaré contigo hasta que termines de arreglarte aunque… viéndote… supongo que estás lista.
—Así es.
—¿Qué hacías en la ventana?
—Observaba la noche. Está hermosa.
—Tendremos noches cortas así por lo menos hasta que llegue el verano.

¿Tendremos? Pensé, pero no lo dije. Aunque ella lo intuyó.

Se acercó sonriente, con ese rostro perfecto heredado de la bella Lucila. Extendió la mano y la cogí. Ambos anillos idénticos se rozaron.

—Sé que regresarás.
—También lo creo. A veces tengo pequeñas dudas que se disipan al instante. Debe ser normal. Porque hay una mínima probabilidad que pueda fallar.

Sus ojos fijos en los míos brillaron de emoción.

—Solo por esa mínima posibilidad, hoy déjame decirte, gracias.
—¿Por qué? –sonreí.
—Por dos razones. Por ayudarme a ser la que soy, y la más importante… porque hoy puedo decírtelo.

Hoy podía decírmelo, hoy podía ver por la ventana, hoy lucía atractiva frente al espejo, hoy, siempre lo seguro es hoy. El futuro nadie lo sabía.

—Entonces, yo también te diré gracias.
¿Te he enseñado a caminar? ¿O a maquillarme? Porque creo fue al revés.
—Mataste a Samanta Vasiliev por mí.
—Pero me ayudaste a entrar en la Policía.
—Charles colaboró.

Arqueó la ceja.

—Tú y yo sabemos que la única que hará convencer al líder de los vampiros es Bianca Craig.

Reí.

—No lo subestimes, no es tan fácil.
—Sin embargo tarde o temprano lo logras. Creo que la única barrera natural que podrías encontrarte son sus hijos.
—Y los amo.
—Lo sé.
—Scarlet…
—Dime.
—¿Qué harás con Grigorii?

Sus ojos apuntaron a la ventana. Era noche y las cumbres no se distinguían demasiado, igual sabía que eran su refugio, sobre todo cuando no encontraba respuesta.

—Ya pensaré –murmuró.
—Vamos, quiero verte feliz esta noche –tratando de cortar la sensación de tristeza la miré de arriba abajo. Sus bellas piernas estaban al descubierto—. Por lo visto quieres que a Lenya le de un infarto, ¿verdad?

Su carcajada era cristalina.

—Ya se ha acostumbrado a lo moderno. Además ahora está muy ocupado con la futura llegada del bebé.
—¿Lo crees?
—No, pero me dará fuerzas para bajar la escalera.

Reímos.

—¿Lista Bianca?
—Lista.

Recorrimos el pasillo de planta alta mientras las voces y risas se hacían más nítidas. Lo primero que vi al asomarme fue a mi marido, sentado en el sofá frente a Lenya y Liz. A su lado Charles, Margaret, y Ron. Cerca de la puerta del despacho, Douglas, Marin, y Numa, conversaban y reían. Sara jugaba con Dyre en la alfombra. Anouk, sentada en la silla del piano, leía un libro a Rose que atenta escuchaba.

Al pisar los últimos peldaños, Sebastien me miró. Se puso de pie y se acercó sonriente a la escalera.

—Estás hermosa.

Escuché el silbido de Douglas y la risa de Scarlet tras de mí.

Extendí la mano para que Sebastien la cogiera. Él jaló suavemente hasta que nuestros labios se encontraron.

—Ven cariño, esperábamos por ti.

Eché un vistazo hacia uno de los sofás vacíos, cerca de la chimenea. Había muchos paquetes de regalos, inclusive entre ellos estaría el mío, pero había uno que llamó mi atención por las dimensiones.

Liz se acercó a mí con alegría.

—¡Feliz cumpleaños, prima!
—¡Gracias Bianca!

Nos abrazamos.

—¿No has abierto tus regalos?
—Te esperábamos.
—Okay, entonces manos a la obra –sonreí.

La sala se inundó de alegría y entusiasmo mientras Liz rompía papeles y desechaba moños de colores. Tuvo muchos presentes y algunos para el futuro bebé. En especial, el regalo de Lenya.

Cuando la flamante cuna se mostró ante los ojos de mi prima, abrió la boca asombrada, después sus ojos se humedecieron de emoción.

—Es… hermosa. Justo como la deseaba. ¿Dónde la conseguiste? He recorrido Kirkenes buscando algo así.
—La hice yo –murmuró Lenya.

Ella lo miró con ese amor tan grande que le tenía.

—Igual puede quedar simbólica y podríamos comprar una que esté mejor –Lenya se acercó.
—¡Tú estás loco! Con el trabajo que me has dado –protestó Anouk.

Liz deslizó sus manos por los barrotes finos de color blanco.

—Jamás usará otra cuna que no sea esta –aseguró.
—¿De verdad te gusta?
—Es hermosa.
—No quise pintarla de rosa o celeste porque no sabemos si será niña o niño.
—El blanco me gusta.
—¡Qué bien! Mi regalo le irá justo –Marin balanceó el cunero con campanillas y ositos.
—El colchón y almohada son regalos de Anouk –dijo Lenya—. Ella era la única que sabía la sorpresa. Me ayudó en la construcción.
—¡Gracias Anouk!
—De nada, un placer. Puedo agregar que fue buen alumno –sonrió.
—Es hermosa —dijo Sebastien—. Te felicito Lenya.
—Estoy deseando que llegue el otoño.
—Ya llegará, hermano.

Sí, todo llega… Pensé… Otra vez se cruzó la imagen de Hela… ¿Estaría viva para cuando llegara el bebé?

—Vamos a la sala comedor. La mesa está lista con el gran pastel –exclamó entusiasmada Margaret.

Reí.

—¿Gran pastel? ¿Para Douglas y Marin?
—Y Bernardo, Sabina, y Gloria –contestó mi marido.
—¿Los invitaste?
—Bernardo es amigo de Liz.
—Tienes razón.

Quizás era yo que me perseguía. ¿Sebastien había pensado en Liz? ¿O quería que no perdiera la oportunidad de ver otra vez a mi mejor amigo? Hela no había dado noticias todos estos días pasados, sin embargo conocíamos que su tiempo también se extinguía.
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Ya en el salón comedor las conversaciones y risas volvieron. Bernardo llegó con su familia y trajo a Liz un suéter azul y un importante regalo. A Drank. Debo decir que no hubo una pizca de reticencia de parte de Lenya. Si se sentía celoso, lo supo disimular muy bien.

Drank entregó a mi prima una caja con sandalias muy bonitas color nácar. Ella se notaba feliz cuando le agradeció, pero no hubo abrazo. Yo sabía el porqué… Ella me lo había contado. Liz le había dicho hace tiempo, “algún día me deberás un abrazo”, sin embargo era evidente que no era el momento. Porque ello pasaría cuando solo la amistad genuina quedaría entre los dos. Como Bernardo y yo…

Miré a mi amigo que conversaba con Sebastien y Ron. Hablaban del Jardín en la reserva. Sabina se sumó a la charla después que ayudó a servir unas copas de champagne. Como intuyendo la mirada cálida sobre mí, giré mi cabeza hacia la izquierda. Charles me observaba con esa sonrisa afectuosa de siempre, pero con un tinte de melancolía en su mirada. Sonreí y se acercó.

—¿Qué tal si damos un paseo por el parque?
—Me parece buena idea —contestó.

Nos alejamos sin que nadie se percatara. Que era decir mucho. Muchos ojos cuidándome en esa reunión. Debo agregar que Sebastien echó una rápida mirada antes que desapareciera con Charles por la puerta. Sin embargo confiaba en su entrañable mayordomo y guardián. Creo que por eso no nos siguió.

—Bonita noche –suspiré.
—Sí, es muy bonita. ¿Estás bien? –preguntó con cierta angustia.

Lo cogí del brazo y avanzamos por el sendero.

—Lo estoy. No me escaparé otra vez –sonreí.
—Creo habértelo escuchado unas cuantas veces desde que te conozco.
—No seas injusto –reí—. Tú siempre sabías que regresaría. ¿Tenías miedo esta vez?
—No, es cierto. Jamás pensé que te alejarías de nosotros para siempre. Pero esta vez ignoraba cuánto tiempo ibas a tardar en regresar.
—No podría vivir sin ustedes.
—Ni nosotros sin ti.

Me incliné para ver mejor una flor nocturna muy llamativa.

—¡Qué bella! ¿La plantaste tú?
—Sí, se llama Dama de la Noche. Es curioso que la hayas visto. Florece una única noche.
—¿De verdad?
—Sí, eres una privilegiada.
—No lo dudo… La llevaría a mi florero de alcoba.
—No lo hagas. Será inútil. Morirá al amanecer.
—¡Qué triste!
—Es la naturaleza.

El silencio cubrió el parque… Lo miré a los ojos y sonreí.

—Eso no me sucederá.
—Seguro que no. Sería una catástrofe. No perderé otra hija.

Mi mano acarició la mejilla de aquél que amaba tanto.

—Debes confiar en mí.
—Si dependiera de ti juro que lo haría pero…
—Depende de mí regresar, aun cuando él decida llevarme.
—No pude salvar a Odette.
—Me salvaste aquella vez cuando me convertiste.
—Lo sé.
—Sin embargo no olvides que mi fortaleza me ayudó. Regresaré.
—Sebastien no te dejará ir sola.
—Debo hacerlo. De lo contrario Hela no me rozará. Sabe que no puede arrastrar dos vidas al submundo y tarde o temprano debo cumplir la promesa.

Un grito de alegría nos sobresaltó. Era Gloria arrastrando a Sabina de la mano.

—¡Es Nicolay lo vi por la cámara!

Sebastien salió al parque después de abrir los portones. Bernardo lo siguió.

Vi a Brander entrar al jardín tras de Nicolay. Un taxi esperaba en la puerta.

—Buenas noches. Nicolay quiso saludar a Liz por su cumpleaños.
—Bienvenidos –dijo Sebastien al estrechar la mano.
—Voy a quedarme papá, ¿puedo?
—¡Claro qué puedes!
—¡Hola Gloria!
—¡Hola Nicolay!

Descubrí a Ekaterina por una de las ventanas de planta alta.

—Mira, parece lechuza por la ventana espiando –murmuré a Charles—. Debo cuidarme de ella.

Él la observó.

—Es un ser con mucha amargura, pero tengo fe de que mejorará.
—¿Tú crees?
—Dale tiempo. Ha perdido a su hermana y su sobrino es la única familia de sangre que tiene. Está celosa. ¿Sabes? Me ha preguntado sobre el mensajero de la muerte y lo que puede ocurrir.
—Deseará que no regrese.
—No, ella… me sorprendió con sus preguntas. Estoy seguro que quiere morir. Partir con su hermana.
—Le cedería el lugar encantada. Lástima que soy la que tengo el don.

El abrazo de Bernardo me sorprendió. Me giré para encontrarme con sus ojos color miel.

—¿Estás bien?
—Sí –asentí.

Charles nos dejó solos.

Volvió a abrazarme.

—Tienes unos brazos muy fuertes –sonreí.

Besó mi coronilla y suspiró.

—Cierto, desde que soy un lobo puedo dar abrazos muy poderosos.

Me aparté y lo miré a la cara.

—Te equivocas. Para mí siempre has tenido el abrazo poderoso. Esos que tienen los amigos que no te dejarán caer.
—Quisiera que mi abrazo sirviera para retenerte. Para que nada ni nadie te arrancaran de aquí.

Acaricié su corta barba.

—Regresaré.
-¿Lo juras?

Negué con la cabeza.

—Eso sí no puedo hacer. Pero… He logrado terminar tu libro. El que me regalaste siendo humana. ¿Recuerdas? Para aquella Navidad.
—Recuerdo todo. Hasta puedo oler las galletas que sirvió tu tía en la cabaña de Drobak.
—Te robaste mi gorro para hacer un muñeco de nieve. Algún día me vengaré de ti.

Rio, después… se puso serio y me miró fijo.

—Que la venganza sea proporcional. Si te vas para siempre… Recuerda que quité tu gorro no un pedazo de corazón.

Sonreí y lo abracé nuevamente.

—Lo tengo muy claro. Haré todo lo que esté a mi alcance. Te lo prometo.
—Traeré champagne para beber en el parque –dijo Margaret, acercándose. ¿Bebes Bernardo?
—¡Claro!
—Te ayudaré –me ofrecí—. Nos vemos en un rato amigo.
—Vale, estaré por aquí.
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La cocina olía a caramelo. Todo brillaba como siempre. Las cortinas blancas que daban al parque trasero se balanceaban con la suave brisa. Margaret quitó varias botellas de champagne del frezzer y yo cogí copas haciendo memoria del número que necesitaba. Ni Gloria, ni Nicolay, ni Liz, beberían alcohol.

Margaret fue depositando las botellas en la encimera y buscó bajo la alacena laqueada una de las bandejas de plata. Volvió con ella y sonrió.

—¿Estará bien para tantas copas?

Estudié el espacio que ocuparía y asentí.

—¿Beberemos en el parque? –pregunté.

Pero ella no contestó. Entonces, la miré.

Tenía los ojos cálidos y amables. Hoy, un poco tristes quizás.

Sabiendo que era algo que no podía darme el lujo de postergar para un mañana cualquiera, me acerqué y acaricié su espalda.

Vamos Margaret, Charles te necesita fuerte. Si algo ocurriera…

—¡No! Eso no puede pasar –me miró con desesperación—. Porque de lo contrario toda esta mansión se caería a pedazos, y perdería al ser que amo. Charles no lo resistirá.

Tragué saliva y bajé la vista.

¿Qué podía asegurar yo sobre algo que dudaba? ¿Regresaría? ¿Todo sería como antes?

—Vamos a disfrutar esta noche y todas las que hagan falta.

Cogió mis manos.

—¿Sabes? Cada vez que te has ido de esta casa y en tu ausencia, siempre pensé que no te había dicho muchas cosas.
—¿Por ejemplo?
—Cosas… No sé… Como la primera vez que llegaste aquí, ¿recuerdas?
—Cada minuto –contesté—. Y dime la verdad, ¿te caí bien?
—Sí, pero debo confesarte que tuve temor que el secreto de los Craig se descubriera. Cuando tú lo supieras podrías ir con la policía, o con la prensa.
—Bueno, ¿no se te ocurrió que podría irme sin conocer la verdad? –sonreí—. Un huésped humano y nada más.
—No… Conozco a Sebastien desde que nació. Sus ojos, sus gestos, su embeleso… No… Él ya no te dejaría partir de su vida.

Reí emocionada.

—Si me hubieras dicho eso en otro tiempo me hubiera ahorrado los celos por Sabina.
—Hemos pasado momentos duros juntas, dentro de esta mansión.
—Lo sé –afirmé.
—Aquella helada mortal. Sebastien casi se muere por hambre y agotamiento… Entonces tú –su mirada se perdió en un punto específico de la cocina. Los cajones del armario—. Cogiste un cuchillo y subiste a la habitación. Creo que recién comprendí lo que serías capaz de hacer por él.
—¡Qué lío armé!
—Sí –sonrió—. Sin embargo ese acto fue la demostración que tú pertenecías a nosotros, aun siendo humana. A pesar que ya estabas casada con Sebastien. Esa noche… entendí que jamás nos abandonarías. Además –volvió a sonreír y se miró las prendas que vestía—. Me enseñaste a vestirme como seductora, a caminar erguida, y con tacos altos.
—¡Cierto! ¿Sabes? Nunca pregunté ni siquiera a Charles cómo era Sebastien cuando pequeño.
—Ah pues, es muy fácil resumirlo. Solo tienes que observar a Nicolay. Es igual. Sus gestos, sus travesuras. Esa inquietud por saber. La inteligencia y el razonamiento. Es un calco de él.

La puerta de la cocina se entreabrió y al escuchar su voz cascada mi corazón latió fuerte.

—Permiso, me dijeron que era por aquí.

Margaret se apartó delicadamente y escuché el sonido de las copas al posar sobre la bandeja. Yo… tenía mis ojos clavados en ese rostro que nunca había imaginado ver esta noche.

—Bianca…
—¿Papá?
—Bianca… —dio tres pasos hacia mí—. Espero no te incomode. Mildri quiso saludar a Liz y yo me dije, quizás…pueda verla.

Avancé hacia él y lo abracé.

—Papá… ¡Qué suerte has venido!

Él me rodeó con sus brazos. Ya no era el mismo de años atrás. Esa fuerza que caracterizaba a la juventud se había esfumado para no regresar. Sin embargo la demostración de amor no había cambiado. Por varios segundos no quise apartarme de su abrazo. Por esos segundos imaginé que ese contacto me protegería incluso de aquello que nadie podría protegerme. Volví a mi niñez en ese breve lapso de tiempo… Cuando era pequeña y me asustaban los monstruos y la oscuridad. Entonces, él me aseguraba, “Bianca, los monstruos no existen y si hubieran no te llevarán”. Y yo le creía. Pero sí existen… y también pueden llevarte.

Me quedé esos instantes sintiendo el cálido abrigo de sus brazos. Ya no era el poderoso guerrero que imaginaba mi Edipo. Sin embargo, aquí estaba, en la mansión, para verme. Para ello habría vencido muchas barreras. El orgullo de una discusión y de un pasado distante. El temor de encontrarse con un nuevo rechazo. Se merecía que yo venciera mi reticencia y mis miedos. Por eso, aunque tenía deseos de exclamar, ¡abrázame otra vez! ¡Quizás no podamos hacerlo mañana! Callé, callé y sonreí frente a él.

—Vamos al parque, papá. ¿Quieres beber algo?
—Bueno, en realidad, no me quedaré mucho tiempo. El médico dice que debo dormir más de diez horas. Hoy tuve que hacerme un estudio…
—¿Cómo te ha ido? ¡Qué bonito traje tienes! Te queda muy bien.

Lo enlacé por el brazo y avancé hacia el salón. Antes de abandonar la cocina, giré.

—Margaret, ahora regreso para darte una mano.
—Tú tranquila –guiñó un ojo—. Podré con todo. Eridan, ¿bebe champagne?
—Oh no, gracias. No puedo.
—Ven, papá. Te presentaré a mi marido y toda la gente que amo.
—Ese plan me gusta. Quiero conocer quién obró el milagro de conquistar tu corazón.

Pensé...

Un vampiro…
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Mi padre no se quedó mucho tiempo. En realidad hubiera querido que no partiera. Quizás en estos días podría hacerle una visita. Había tanta preocupación por mi futuro que la presencia de mi tía Mildri ya no me molestaba. Son esas mochilas que logras quitarte para continuar el camino más liviana. Aunque ese camino fuera demasiado corto.

Había observado a Liz junto a su madre mostrándole la cuna. Ella también habría decidido echar abajo su rencor. Era evidente que su embarazo la había sensibilizado. No importaba el motivo que fuera, lo esencial era entender que para ser feliz debías darle importancia a lo que en verdad tiene. El amor, los amigos, y la vida.

Marin se acercó sonriendo.

—Yo fui la que les dije que vinieran. Sé que la casa es tuya y de Liz pero…
—Gracias –sonreí—. Has hecho bien.
—Me alegro.
—¿Y cómo van tus cosas con Douglas?
—Muy bien. A veces discutimos.

Arquee la ceja divertida.

—¿En serio? Nunca lo hubiera creído de ustedes dos –reímos—. Es que eres muy celosa, Marin.
—Es de familia, querida.
—¡Nooo! –golpee su hombro.
—Tú celas a Sebastien.
—Pero tú celas a todo el mundo. A tu pareja, a tu hermana, a tu madre –reí otra vez.
—¡Mientes!
—¡Claro qué no! Recuerdo cuando Liz salía y tenía esos chicos rondándola, las rabietas que te daban.
—Me molestaba que ella pudiera ir a bailar y yo no.
—Calla.
—Es verdad. ¡Qué odio me daba!
—Eso lo sé porque ibas con el chisme a mamá de que me besaba inocentemente con un chico –Liz se acercó sonriente.
—¿Eso hacía? —pregunté fingiendo asombro—. ¡Qué mal Marin!
—Te recuerdo que ese beso del que hablas eran en verdad, escapadas tuyas al bosque con cierto leñador musculoso.

Ambas abrimos la boca espantadas.

—¡Calla! –Rio—. ¿Quieres que me cuelguen?
—Hablando del leñador musculoso –pregunté—. ¿Dónde está Drank?

Liz echó un vistazo por el parque.

—No lo sé, no lo veo.
—Ahí está –lo descubrí—. Sentado junto a Anouk en el portal.
—¿Con Anouk? ¿Qué puede hablar mi mejor amigo con esa chica?
—Pues, no sé –sonreí—. Mira si después de todo lo ves de novio con la Gólubev.
—¡Anda ya! No lo imagino. Son muy diferentes.

Observó a los dos unos segundos y nos miró.

Marin y yo encogimos los hombros.

—Tú sabes, a veces los polos opuestos se atraen.
—Cierto, Bianca.

Miró a ambas y sonrió divertida.

—¿No hablarán en serio?

Sus ojos volvieron a contemplar el cuadro. Anouk hablaba mientras Drank la escuchaba divertido.

—¡Bianca, mira la pompa de jabón que he hecho!
—Perdón, me llama Nicolay.

Mientras me acercaba bajo el primer ciprés escuché la charla de hermanas.

—Anouk es buena chica.
—¿Cómo sabes, Marin?
—Es mi amiga.
—Ya mismo quiero saber todo de ella.
—Ah no, no diré nada.
—No seas traidora, anda. Larga el rollo ya.

Llegué hasta Nicolay que envuelto en burbujas sostenía un vaso y soplaba a través de un aro.

Gloria se acercó corriendo.

—Se terminó mi agua y jabón.
—Ve con Charles y dile que te reponga tu vaso.

Al quedarme a solas con el niño me detuve a estudiar detenidamente su imagen y gestos. Aunque aferraba el vaso con fuerza sus dedos eran finos y delicados, como los pianistas. Su boca perfecta en forma de corazón se abría admirando el flotar de las burbujas. Sus ojos grises, chispeantes, y divertidos. Era alto para su edad. Delgado como su padre. Olga sería muy bella, pero la genética Craig estaba marcada en cada célula de su cuerpo menudo, en la perfección de su rostro.

—¿Dónde irá la pompa de jabón cuando vuela?

Su mirada siguió el recorrido en el aire mientras se elevaba sutil.

—Creo que subirá hasta muy alto.
—¿Y después?
—Después desaparecerá.
—¿Por qué?
—Porque el aire de afuera ejerce presión. Como si empujaras hacia adentro. La capa de la burbuja es muy fina. No resiste. Si hace calor mucho menos. Así que si haces pompas de jabón un día húmedo y lluvioso te durarán más.
—¿Todo eso sabes por ser doctora?

Reí.

—Bueno, un poco de física, pero más de química. Debes estudiar muchas cosas para saber del cuerpo humano y curarlo.
—Papá dijo que tú no los curas. Que estudiaste para saber de que murieron.
—Cierto, pero primero tuve que saber cómo curar.
—Ah… —sopló por la varilla y una nueva pompa creció y se desprendió suavemente.

Observé la ventana de Ekaterina. La sombra seguía allí, inmóvil.

—Oye cariño, ¿Por qué no le dices a tu tía que baje con nosotros? De todas formas ya debemos entrar al salón. El sol no tardará en asomar.
—¿Ahora?
—Sí, anda. ¿Me harías el favor?
—Sí, Bianca.

Abandonó el vaso bajo el pino y corrió hacia la mansión.

—Es un niño maravilloso.

La voz de Ron me hizo girar a la izquierda. Salía entre los árboles con ese andar y porte que lo caracterizaba.

—Sí, es verdad. Es muy inteligente. Me pregunto quién le habrá hablado de nuestra raza.
—Según Brander, su madre.
—Por lo visto no lo ha tomado como Douglas. ¿Recuerdas?

Rodó los ojos.

—Nunca lo olvidaría. Se enfadó tanto que decidió abandonar la mansión. Aunque pienso que le dolió más la mentira.
—Sí… ¿Te acuerdas? Nos llevaste al aeropuerto. ¿Qué pensaste ese día?
—Estaba seguro que tarde o temprano regresarían.
—¿Regresarían?
—Por supuesto –sonrió—. No solo Douglas, ustedes también.
—¿Tan seguro estabas que volvería con los monstruos?
—Sí… Porque te habías enamorado de uno.

Reímos.

Busqué con los ojos a Sebastien. De pie en el portal junto a Bernardo, bebían una taza de café. Su mirada no tardó en posarse en mí y sonrió.

—Iré a cazar. ¿Te encuentras bien?
—¡Claro, Ron! Ve tranquilo.

Desapareció en segundos y volví a Sebastien. Él extendió su mano y avancé hacia él, sonriente.

Nicolay salió del salón seguido por Ekaterina. Ella saludó con una inclinación de cabeza a Bernardo y al líder de los vampiros.

Seguí acortando distancia hacia mi amado y mi amigo. Eché un vistazo al parque. Sabina sostenía entre los brazos a Dyre y conversaba con Sara. Rose y Anouk recogían algunas copas que habían quedado por ahí. El resto había entrado a la mansión. El amanecer temprano iba tiñendo el horizonte del añil a un naranja tenue... Y la brisa agradable… fue convirtiéndose en un frio extraño que calaba los huesos.

Me detuve… Todo sucedió muy rápido.

Mis ojos recorrieron en segundos aquello que vería quizás por última vez.

Nicolay me miró asustado y gesticuló, “está aquí”. Sebastien se hundió en mi mirada y su rostro se desfiguró. Supo al igual que mi amigo que alguien más había llegado y no precisamente invitado.

Lo miré y tomé la decisión. La única que era posible para terminar con todo de una vez. Mi iris se humedeció a la vez que deseaba llevarme en la retina el gris más amado.

—Te amo, regresaré –murmuré.

Mientras me giraba hacia mi espalda escuché su grito.

—¡Nooo!

Supe que tanto él como Bernardo correrían hacia mí, pero no llegarían…

Frente a Hela, estiré la mano y la hundí en el oscuro manto mortal.






















13 comentarios:

  1. Uy me d esjas te intrigada haber que pasa con Bianca. Genial capítulo

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    1. ¡Hola Citu! Muchas gracias por comentar. Veremos que pasa con Bianca. Almenos sabemos que se ha ido sola. Creo...
      Un besazo y buen fin de semana!!

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  2. Acerté la encuesta! Bianca se va sola con Hela porque tenía que ser así y lo que tiene que ser no lo han podido cambiar Sebastien ni Bernardo. No he llorado porque no lloro ni pelando cebollas:))
    Bso

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    1. ¡Querido Ignacio! Me alegro que hayas acertado. Tienes razón, debía ir sola de lo contrario Hela no se la llevaría. Pero... Ay no puedo decir palabra. Solo tendrán que esperar el capi 60. Muchas gracias por comentar y que tengas un feliz fin de semana.¡Un abrazo!

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  3. ¡Hola, Lou!
    No me incorporo al mundo de los blogs hasta la última semana de este mes... pero como me he enterado que vas a publicar los tres últimos capítulos... pues aquí me tienes con mucha ilusión, y un poquito nerviosa
    Primero te voy a decir algo sobre los capítulos que no he comentado
    Vamos a ver... me encantó el reencuentro y la reconciliación de Sebastien y Bianca... creo que forman una pareja maravillosa
    Asgard Nilsen me parece un personaje estupendo, y lamento mucho el sufrimiento por el que está pasando... pero es muy comprensible
    No sé qué decirte del juez Schneider... has conseguido que lo deteste... Creo que todas las personas tenemos fallos o cometemos errores... pero este juez es simple y sencillamente, cruel y muy malvado
    Una persona capaz de regodearse del sufrimiento ajeno no tiene perdón... este juez no debería dedicarse ni tener nada que ver con la administración de justicia
    Bueno, voy a pasar a comentarte este capítulo... no quiero enrollarme demasiado
    Todos, absolutamente todos, han demostrado lo mucho que quieren a Bianca... Sí, sin ella la vida continuaría pero nada sería igual
    No me gusta Hela... entiendo que necesita recuperar su don... pero no me gusta
    Creo que Bianca se ha ido sola... pero no estoy segura... sea como sea le deseo lo mejor
    Nicolay y Gloria son encantadores... Y precioso el regalo que Lenya ha preparado para Liz
    Esta flor que florece una única noche debe ser espectacular... La Dama de la Noche... precioso nombre
    Me ha parecido muy emotivo que el padre de Bianca haya ido a verla
    Respecto a Ekaterina, te diré que la veo muy atormentada y que sufre mucho por el suicidio de su hermana... Olga debió pensar en cuánto dolor iba a causar con su terrible decisión... pero, bueno, no voy a juzgar a Olga
    Cuando Bianca pide a Nicolay que vaya a buscar a Ekaterina... ha demostrado su generosidad y su gran corazón
    Y ya solo me queda por decirte que me ha encantado el capítulo, que me encanta esta saga... y que la autora es muy brillante
    Bianca está en peligro, vuelvo a desearle mucha suerte... porque valentía no le falta
    Y para ti, muchos besos... Y Felicidades por hacerlo tan bien

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  4. ¡Hola querida amiga! Ante todo quiero agradecerte la excepción. Me ha hecho muy feliz ver tu comentario. Gracias de corazón.
    Me alegro que te haya gustado la reconciliación de Bianca y Sebastien. Fue difícil. Había muchos temas que resolver y seguramente en el archivo final podré extenderme. En el blog es complicado leer hojas interminables porque suele cansar la vista. Pero pensé hacerlo lo mejor posible aun resumido.
    Asgard tendrá su historia y el cruel juez su merecido. Solo deben esperar al próximo libro.
    He tratado que todos,o casi todos puedan tener su espacio con Bianca. Recordar lo que la quieren aunque a veces no se lo hayan dicho.
    Entiendo que Hela no te guste. No es un personaje simpático, pero créeme que solo hará lo que esté permitido. ¿Qué será? Ya lo veremos.
    Nicolay y Gloria son encantadores, coincido.
    La Dama de la Noche no sabía que existía. Mi prima la mostró en face y me encantó. Dura un día y florece a la noche.
    La visita del padre de Bianca también fue emotiva para mí, sobre todo por pensar en mi padre que no lo tengo.
    Ekaterina dará que hablar pero conoceremos otro matiz de ella. Y tienes razón, está atormentada. Olga se equivocó,tal vez la soledad... no lo sé. Aún no desentraño algunos personajes.
    Sí, Bianca es una guerrera pero tiene corazón. El mismo que en el primer libro aceptó llevarse a Douglas a Oslo a pesar de tener rabia con Sebastien.
    Que decirte... muchas gracias, me hace muy feliz tu cariño hacia los Craig, y puedo asegurar que es el mismo que siento por el maravilloso Clan de tu novela.
    Te deseo una genial semana y te mando un besazo!!



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  5. Bianca se tenia que ir sola para que Hela pueda tener el don pero no se si se ha ido sola.Ekaterina tiene pocas ganas de vivir.Lo has dejado muy interesante,me ha gustado mucho.Besos.

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    1. ¡Hola Ramón! Cierto, al parecer se ha ido sola pero no sabremos hasta el próximo capítulo. Ekaterina no ha encontrado una razón para vivir a pesar de tener a su sobrino. Necesita algo más. Quien sabe si el tiempo se lo da.
      Muchas gracias por leerme y comentar.Te mando un abrazo grande y buena semana!

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  6. Hola, querida amiga LOU, sabes?, en ocasiones me alejo un poco, pero siempre estoy pendiente de ti, y aun cuando me pierdo algunos capítulos, al regresar sigo como si no lo hubiera hecho, eso debes saber es porque tienes una pluma mágica,,que al retomar todo sigue su curso,,ahora éste capítulo ha sido muy sorpresivo, pero interesante,,,gracias por tus aportes,,,abrazos

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    1. ¡Hola Lobo! No te preocupes yo también tengo etapas que me alejo o por las obligaciones que no me lo permiten. Te agradezco mucho que estés aquí y me comentes.Me hace feliz que te siga gustando la saga. Y muchas gracias a ti por tus palabras.
      Un gran abrazo y que tengas buena semana!

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  7. Nooooo como va a quedar así el capítulos uufff que sufrimiento me muero de las ganas por saber que pasa con Bianca, Lou me dejas con los nervios de punta!!!...Gracias por este super capítulo!

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  8. Lou, Lou, Lou, somos amigas, nos llevamos bien. No querrás cabrearme muuyyyy cabreada???? Tienes que ayudar a Bianca, vamos que la tienes que salvar!!!! Piensa en Sebastien, en Charles, en Douglas, en Bernardo, en Nicolay, en tooooodooooosssssss!!!!!! El capi es genial!!!!!

    Besoteeeeeesssss!!!!!

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  9. AY AY AY!!!! No podés ser tan mala de terminar este capitulo así!!!!!!!!!

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