Espero que les guste. Gracias por acompañarme.Un beso grande y feliz semana.
Capítulo 59.
La espera.
Sebastien.
Lenya depositó
la taza de café en la mesa de living y al tiempo que escuchaba el “clic” de la
porcelana, levantó la vista y me miró. Sentado en el sofá frente a él, bajé la
vista.
—Cálmate, no
puedes vivir cada segundo teniendo temor por Bianca.
—Es horrible. No
creo que puedas entenderme. Cuando no esperas lo malo y te sorprende, es
diferente. Mi situación es desesperante. Aguardo cada noche, cada día, ese
instante que ese tal Hela venga por ella.
—Supongo que si
hubiera una forma de evitarlo ya lo hubieran pensado.
—Estás en lo
cierto. No hay modo que devuelva el don sin tocarlo. Y una vez que lo roce…
—Ella escapará.
Confía en Bianca. Lo ha logrado una vez, ¿por qué no ahora?
—Se trata de
enfrentar a la muerte, Lenya. Vencerla otra vez.
Se recostó en el
respaldo y suspiró.
—Me siento
impotente. No sé cómo ayudarte.
—No puedes hacer
nada. Solo vigilarla si está sola. Si ves algo extraño, llamarme. No iré al
hotel ni a cazar si no es con ella.
—¿Piensas
colarte en ese viaje? ¿Has perdido la cabeza?
—¿Qué harías tú?
Dime.
Exhaló el aire
de los pulmones y negó con la cabeza.
—Entiendo… Lo
que ocurre que tengo entendido que no la llevará si está junto a otro. Dijo
Charles…
—Sí, eso de no
poder llevarse dos vidas. Pero debe haber una forma de engañarlo. De que Bianca
devuelva el don y regresar con ella.
—No sé…
Rose se acercó.
—Perdón… ¿Se
supo algo más de Odin y los Escarlata?
—No, Rose.
Tampoco de los Sherpa.
—Okay…
—¿Cómo va tu
estudio?
—Muy bien,
gracias.
—No olvides
contarme como está yéndote en los exámenes.
—Sí, Sebastien.
Apenas se alejó,
Lenya volvió a mirarme fijo.
—No puedes con
todo. Cuando acabe toda esta angustia y espera repartiremos los quehaceres.
—Dependerá de
cómo acabe, hermano. Porque yo… si… Ya no me importarán los Sherpa, los
Escarlata, ni nada más.
—Tienes tres
hijos. No hables así.
—Lo sé… No me
hagas caso.
—Todo saldrá
bien.
Asentí en
silencio.
—¿Sabes? Bianca
renunció al hospital.
—¿En serio?
—Sí… Eso
confirma que aunque se haga la fuerte está atemorizada.
—Es normal. Pero
tiene a Marte como protector. La dama de los Craig es una guerrera.
Sonreí.
—Tu hembra
también es una dama de los Craig.
—Prefiero
llamarla mi Reina del Mar.
—Suena
romántico.
—Y aterrador
–sonrió—. Justo para mí.
—Cierto, tal
para cual.
—Bueno, yo no
soy tan aterrador bajo un rostro de ángel.
—Se nota que no
recuerdas cuando pisaste la mansión por primera vez.
Rio.
—¿Te asusté? Di
la verdad.
—¡Nah! Me
desconcertaste. No sabía quién diablos eras… Hasta que sonreíste. Entonces…
Recordé el rostro de papá.
Lenya bebió un
trago de café y quedó pensativo unos instantes.
—Oye… ¿Crees que
nuestro padre pueda ayudar a Bianca?
—No lo sé. Ojalá
Lenya. Pero no lo sé…
—En cuanto a lo
de asustado… ese día que pisé la mansión… creo que era yo el que tenía más
miedo.
—¿Tú?
—Sí, al rechazo.
Ese es poderoso. Porque viene del corazón.
Charles se
acercó y señaló el sofá.
—¿Puedo?
—¡Claro! ¿Y
Bianca?
—Está con
Scarlet.
—Tranquilo
hermano.
—Lo siento… No
puedo evitarlo.
—Somos muchos
esta noche, no se atreverá a venir por ella.
—Ojalá…
Liz y Margaret
se unieron al grupo. Hablaron de los regalos de Liz que aún no había abierto.
Ron se acercó y se sentó a mi lado. Palmeó mi espalda y sonreí.
—¿Todo bien?
—Sí, gracias.
—Tendré que ir a
cazar.
—No te
preocupes, ve tranquilo.
De pronto, la
vi. Caminando por el pasillo de la primera planta. Estaba hermosa, miento… Era
hermosa. Hermosa y mía. Y mientras estuviera a mi alcance nadie me la
arrebataría.
Bianca.
Me contemplé en
el espejo con ese vestido negro tan bonito. Había terminado de maquillarme y
las gotas de Lemon fueron el toque final para lucir espléndida. Observé los
zapatos de charol stilettos, regalo de Sebastien. Levanté mi mano derecha y mi
iris borgoña se deleitó con el anillo de los Craig en mi anular. ¡Cuánto camino
recorrido hasta aquí! Hoy Liz cumplía un año más. Y al igual que yo, antes una
simple humana con una vida monótona y rutinaria, ahora vampiresas portando el
más célebre apellido.
Una brisa
nocturna acarició mi cuerpo nuevamente. La ventana entreabierta permitía sentir
no solo el aire fresco sino el aroma a manzanillas silvestres del cercano
bosque. Se acercaba el verano. Una estación no ansiada para nuestra raza pero
también con sus encantos.
Me acerqué a la
ventana e hice a un lado las cortinas. Mis manos se aferraron al marco y cerré
los ojos aspirando el exquisito olor a clorofila. El don del oído se agudizó.
Grillos, búhos, ambos sonidos de la naturaleza se mezclaban con algunas voces
queridas de la planta baja. Todos estaban reunidos. Menos Charles. Adivinaba
que sería él que aguardaba tras la puerta. Tras saberse que Hela podría
aparecer en cualquier momento, por orden de Sebastien, se turnaban para no
dejarme sola. Por supuesto que era imposible cubrir ciertos momentos que
necesitaba privacidad, pero estaban muy pendientes, todos y cada uno de los
integrantes de la casa. Sí, hasta Ekaterina. No creía que era por su gran
cariño hacia mí, sin embargo sospechaba que llegado el instante de partir al
submundo, ella desearía acompañarme. Era una idea terrible si te ponías a
pensar que no sabrías si regresarías. Pienso que no le importaba. Hasta un
punto la entendía. Nicolay ya estaba en buenas manos, y ella reflejaba sus pocos
deseos de vivir.
Vivir, un verbo
que muchos mencionamos sin pensar en todo lo que contiene. Vivir es lo
contrario a dejar de existir… Valorar la diferencia no es algo cotidiano para
el humano, a pesar de no ser inmortal. He pensado que aquel que está cerca de
la muerte puede comprender lo uno y lo otro. Solo cuando estamos convencidos
que ya no disfrutaremos de los sentidos, de los besos y abrazos de los seres
queridos, de las risas que borran y hacen olvidar los llantos, solo en ese
momento te quieres aferrar al regalo de la vida. Es irónico que no aprendamos.
Es incomprensible que debamos pasar por tiempos duros para darnos cuenta que no
puedes desaprovechar los minutos.
Creo que Drank
habría pasado por algo así. Estar al borde de la muerte y tener otra
oportunidad te hace agradecido por el mínimo detalle que te ofrece el día a
día. Yo había regresado gracias a mi fortaleza y voluntad. Drank, también.
Porque si él no hubiera tenido la fuerza y las ganas para no dejarse abatir,
Adrien hubiera llegado tarde.
El anillo de los
Craig lanzó un destello con el leve movimiento de mis dedos. Una luna redonda y
clara iluminaba el parque y más allá las copas de los cipreses. Si partiera extrañaría
cada lugar de Kirkenes. El mismo lugar que había detestado al pisar por primera
vez. ¿Cuánto tiempo no lo disfruté ni valoré el paisaje? Sí, aun en invierno.
Creo que fueron tres o cuatro meses. Volvería el tiempo atrás para deleitarme
con cada noche que viví despotricando. De la nieve, del frío, de lo que parecía
un paraje tan desolado. Sin embargo el tiempo no regresaría. Lo hecho, hecho
estaba.
Escuché la voz
de Scarlet tras la puerta. Charles dijo algo gracioso y ella rio. A los pocos
segundos giré para verla entrar. Lucía muy bonita con su cabello suelto y el
vestido corto con flores pequeñas estampadas. Sonrió al verme y cerró la
puerta.
—Dije a Charles
que puede bajar. Me quedaré contigo hasta que termines de arreglarte aunque…
viéndote… supongo que estás lista.
—Así es.
—¿Qué hacías en
la ventana?
—Observaba la
noche. Está hermosa.
—Tendremos
noches cortas así por lo menos hasta que llegue el verano.
¿Tendremos?
Pensé, pero no lo dije. Aunque ella lo intuyó.
Se acercó
sonriente, con ese rostro perfecto heredado de la bella Lucila. Extendió la
mano y la cogí. Ambos anillos idénticos se rozaron.
—Sé que
regresarás.
—También lo
creo. A veces tengo pequeñas dudas que se disipan al instante. Debe ser normal.
Porque hay una mínima probabilidad que pueda fallar.
Sus ojos fijos
en los míos brillaron de emoción.
—Solo por esa
mínima posibilidad, hoy déjame decirte, gracias.
—¿Por qué?
–sonreí.
—Por dos
razones. Por ayudarme a ser la que soy, y la más importante… porque hoy puedo
decírtelo.
Hoy podía
decírmelo, hoy podía ver por la ventana, hoy lucía atractiva frente al espejo,
hoy, siempre lo seguro es hoy. El futuro nadie lo sabía.
—Entonces, yo también
te diré gracias.
¿Te he enseñado
a caminar? ¿O a maquillarme? Porque creo fue al revés.
—Mataste a
Samanta Vasiliev por mí.
—Pero me
ayudaste a entrar en la Policía.
—Charles
colaboró.
Arqueó la ceja.
—Tú y yo sabemos
que la única que hará convencer al líder de los vampiros es Bianca Craig.
Reí.
—No lo
subestimes, no es tan fácil.
—Sin embargo
tarde o temprano lo logras. Creo que la única barrera natural que podrías
encontrarte son sus hijos.
—Y los amo.
—Lo sé.
—Scarlet…
—Dime.
—¿Qué harás con Grigorii?
Sus ojos
apuntaron a la ventana. Era noche y las cumbres no se distinguían demasiado,
igual sabía que eran su refugio, sobre todo cuando no encontraba respuesta.
—Ya pensaré
–murmuró.
—Vamos, quiero
verte feliz esta noche –tratando de cortar la sensación de tristeza la miré de
arriba abajo. Sus bellas piernas estaban al descubierto—. Por lo visto quieres
que a Lenya le de un infarto, ¿verdad?
Su carcajada era cristalina.
—Ya se ha
acostumbrado a lo moderno. Además ahora está muy ocupado con la futura llegada
del bebé.
—¿Lo crees?
—No, pero me
dará fuerzas para bajar la escalera.
Reímos.
—¿Lista Bianca?
—Lista.
Recorrimos el
pasillo de planta alta mientras las voces y risas se hacían más nítidas. Lo
primero que vi al asomarme fue a mi marido, sentado en el sofá frente a Lenya y
Liz. A su lado Charles, Margaret, y Ron. Cerca de la puerta del despacho,
Douglas, Marin, y Numa, conversaban y reían. Sara jugaba con Dyre en la
alfombra. Anouk, sentada en la silla del piano, leía un libro a Rose que atenta
escuchaba.
Al pisar los últimos
peldaños, Sebastien me miró. Se puso de pie y se acercó sonriente a la
escalera.
—Estás hermosa.
Escuché el
silbido de Douglas y la risa de Scarlet tras de mí.
Extendí la mano
para que Sebastien la cogiera. Él jaló suavemente hasta que nuestros labios se
encontraron.
—Ven cariño,
esperábamos por ti.
Eché un vistazo
hacia uno de los sofás vacíos, cerca de la chimenea. Había muchos paquetes de
regalos, inclusive entre ellos estaría el mío, pero había uno que llamó mi
atención por las dimensiones.
Liz se acercó a
mí con alegría.
—¡Feliz
cumpleaños, prima!
—¡Gracias
Bianca!
Nos abrazamos.
—¿No has abierto
tus regalos?
—Te esperábamos.
—Okay, entonces
manos a la obra –sonreí.
La sala se
inundó de alegría y entusiasmo mientras Liz rompía papeles y desechaba moños de
colores. Tuvo muchos presentes y algunos para el futuro bebé. En especial, el
regalo de Lenya.
Cuando la
flamante cuna se mostró ante los ojos de mi prima, abrió la boca asombrada,
después sus ojos se humedecieron de emoción.
—Es… hermosa.
Justo como la deseaba. ¿Dónde la conseguiste? He recorrido Kirkenes buscando
algo así.
—La hice yo
–murmuró Lenya.
Ella lo miró con
ese amor tan grande que le tenía.
—Igual puede
quedar simbólica y podríamos comprar una que esté mejor –Lenya se acercó.
—¡Tú estás loco!
Con el trabajo que me has dado –protestó Anouk.
Liz deslizó sus
manos por los barrotes finos de color blanco.
—Jamás usará
otra cuna que no sea esta –aseguró.
—¿De verdad te
gusta?
—Es hermosa.
—No quise
pintarla de rosa o celeste porque no sabemos si será niña o niño.
—El blanco me
gusta.
—¡Qué bien! Mi
regalo le irá justo –Marin balanceó el cunero con campanillas y ositos.
—El colchón y
almohada son regalos de Anouk –dijo Lenya—. Ella era la única que sabía la
sorpresa. Me ayudó en la construcción.
—¡Gracias Anouk!
—De nada, un
placer. Puedo agregar que fue buen alumno –sonrió.
—Es hermosa —dijo
Sebastien—. Te felicito Lenya.
—Estoy deseando
que llegue el otoño.
—Ya llegará,
hermano.
Sí, todo llega…
Pensé… Otra vez se cruzó la imagen de Hela… ¿Estaría viva para cuando llegara
el bebé?
—Vamos a la sala
comedor. La mesa está lista con el gran pastel –exclamó entusiasmada Margaret.
Reí.
—¿Gran pastel?
¿Para Douglas y Marin?
—Y Bernardo,
Sabina, y Gloria –contestó mi marido.
—¿Los invitaste?
—Bernardo es
amigo de Liz.
—Tienes razón.
Quizás era yo
que me perseguía. ¿Sebastien había pensado en Liz? ¿O quería que no perdiera la
oportunidad de ver otra vez a mi mejor amigo? Hela no había dado noticias todos
estos días pasados, sin embargo conocíamos que su tiempo también se extinguía.
………………………………………………………………………………………………................
Ya en el salón
comedor las conversaciones y risas volvieron. Bernardo llegó con su familia y
trajo a Liz un suéter azul y un importante regalo. A Drank. Debo decir que no
hubo una pizca de reticencia de parte de Lenya. Si se sentía celoso, lo supo
disimular muy bien.
Drank entregó a
mi prima una caja con sandalias muy bonitas color nácar. Ella se notaba feliz
cuando le agradeció, pero no hubo abrazo. Yo sabía el porqué… Ella me lo había
contado. Liz le había dicho hace tiempo, “algún día me deberás un abrazo”, sin
embargo era evidente que no era el momento. Porque ello pasaría cuando solo la
amistad genuina quedaría entre los dos. Como Bernardo y yo…
Miré a mi amigo
que conversaba con Sebastien y Ron. Hablaban del Jardín en la reserva. Sabina
se sumó a la charla después que ayudó a servir unas copas de champagne. Como
intuyendo la mirada cálida sobre mí, giré mi cabeza hacia la izquierda. Charles
me observaba con esa sonrisa afectuosa de siempre, pero con un tinte de
melancolía en su mirada. Sonreí y se acercó.
—¿Qué tal si
damos un paseo por el parque?
—Me parece buena
idea —contestó.
Nos alejamos sin
que nadie se percatara. Que era decir mucho. Muchos ojos cuidándome en esa
reunión. Debo agregar que Sebastien echó una rápida mirada antes que
desapareciera con Charles por la puerta. Sin embargo confiaba en su entrañable
mayordomo y guardián. Creo que por eso no nos siguió.
—Bonita noche
–suspiré.
—Sí, es muy
bonita. ¿Estás bien? –preguntó con cierta angustia.
Lo cogí del
brazo y avanzamos por el sendero.
—Lo estoy. No me
escaparé otra vez –sonreí.
—Creo habértelo
escuchado unas cuantas veces desde que te conozco.
—No seas injusto
–reí—. Tú siempre sabías que regresaría. ¿Tenías miedo esta vez?
—No, es cierto.
Jamás pensé que te alejarías de nosotros para siempre. Pero esta vez ignoraba
cuánto tiempo ibas a tardar en regresar.
—No podría vivir
sin ustedes.
—Ni nosotros sin
ti.
Me incliné para
ver mejor una flor nocturna muy llamativa.
—¡Qué bella! ¿La
plantaste tú?
—Sí, se llama
Dama de la Noche. Es curioso que la hayas visto. Florece una única noche.
—¿De verdad?
—Sí, eres una
privilegiada.
—No lo dudo… La
llevaría a mi florero de alcoba.
—No lo hagas.
Será inútil. Morirá al amanecer.
—¡Qué triste!
—Es la
naturaleza.
El silencio
cubrió el parque… Lo miré a los ojos y sonreí.
—Eso no me
sucederá.
—Seguro que no. Sería
una catástrofe. No perderé otra hija.
Mi mano acarició
la mejilla de aquél que amaba tanto.
—Debes confiar
en mí.
—Si dependiera
de ti juro que lo haría pero…
—Depende de mí
regresar, aun cuando él decida llevarme.
—No pude salvar
a Odette.
—Me salvaste
aquella vez cuando me convertiste.
—Lo sé.
—Sin embargo no
olvides que mi fortaleza me ayudó. Regresaré.
—Sebastien no te
dejará ir sola.
—Debo hacerlo.
De lo contrario Hela no me rozará. Sabe que no puede arrastrar dos vidas al
submundo y tarde o temprano debo cumplir la promesa.
Un grito de
alegría nos sobresaltó. Era Gloria arrastrando a Sabina de la mano.
—¡Es Nicolay lo
vi por la cámara!
Sebastien salió
al parque después de abrir los portones. Bernardo lo siguió.
Vi a Brander
entrar al jardín tras de Nicolay. Un taxi esperaba en la puerta.
—Buenas noches.
Nicolay quiso saludar a Liz por su cumpleaños.
—Bienvenidos
–dijo Sebastien al estrechar la mano.
—Voy a quedarme
papá, ¿puedo?
—¡Claro qué
puedes!
—¡Hola Gloria!
—¡Hola Nicolay!
Descubrí a Ekaterina por una de las ventanas de planta alta.
—Mira, parece
lechuza por la ventana espiando –murmuré a Charles—. Debo cuidarme de ella.
Él la observó.
—Es un ser con
mucha amargura, pero tengo fe de que mejorará.
—¿Tú crees?
—Dale tiempo. Ha
perdido a su hermana y su sobrino es la única familia de sangre que tiene. Está
celosa. ¿Sabes? Me ha preguntado sobre el mensajero de la muerte y lo que puede
ocurrir.
—Deseará que no
regrese.
—No, ella… me
sorprendió con sus preguntas. Estoy seguro que quiere morir. Partir con su
hermana.
—Le cedería el
lugar encantada. Lástima que soy la que tengo el don.
El abrazo de
Bernardo me sorprendió. Me giré para encontrarme con sus ojos color miel.
—¿Estás bien?
—Sí –asentí.
Charles nos dejó
solos.
Volvió a
abrazarme.
—Tienes unos
brazos muy fuertes –sonreí.
Besó mi coronilla
y suspiró.
—Cierto, desde
que soy un lobo puedo dar abrazos muy poderosos.
Me aparté y lo
miré a la cara.
—Te equivocas.
Para mí siempre has tenido el abrazo poderoso. Esos que tienen los amigos que
no te dejarán caer.
—Quisiera que mi
abrazo sirviera para retenerte. Para que nada ni nadie te arrancaran de aquí.
Acaricié su
corta barba.
—Regresaré.
-¿Lo juras?
Negué con la
cabeza.
—Eso sí no puedo
hacer. Pero… He logrado terminar tu libro. El que me regalaste siendo humana.
¿Recuerdas? Para aquella Navidad.
—Recuerdo todo.
Hasta puedo oler las galletas que sirvió tu tía en la cabaña de Drobak.
—Te robaste mi
gorro para hacer un muñeco de nieve. Algún día me vengaré de ti.
Rio, después… se
puso serio y me miró fijo.
—Que la venganza
sea proporcional. Si te vas para siempre… Recuerda que quité tu gorro no un
pedazo de corazón.
Sonreí y lo
abracé nuevamente.
—Lo tengo muy
claro. Haré todo lo que esté a mi alcance. Te lo prometo.
—Traeré
champagne para beber en el parque –dijo Margaret, acercándose. ¿Bebes Bernardo?
—¡Claro!
—Te ayudaré –me
ofrecí—. Nos vemos en un rato amigo.
—Vale, estaré
por aquí.
………………………………………………………………………………………………..............
La cocina olía a
caramelo. Todo brillaba como siempre. Las cortinas blancas que daban al parque
trasero se balanceaban con la suave brisa. Margaret quitó varias botellas de
champagne del frezzer y yo cogí copas haciendo memoria del número que
necesitaba. Ni Gloria, ni Nicolay, ni Liz, beberían alcohol.
Margaret fue
depositando las botellas en la encimera y buscó bajo la alacena laqueada una de
las bandejas de plata. Volvió con ella y sonrió.
—¿Estará bien
para tantas copas?
Estudié el
espacio que ocuparía y asentí.
—¿Beberemos en
el parque? –pregunté.
Pero ella no
contestó. Entonces, la miré.
Tenía los ojos
cálidos y amables. Hoy, un poco tristes quizás.
Sabiendo que era
algo que no podía darme el lujo de postergar para un mañana cualquiera, me
acerqué y acaricié su espalda.
Vamos Margaret,
Charles te necesita fuerte. Si algo ocurriera…
—¡No! Eso no
puede pasar –me miró con desesperación—. Porque de lo contrario toda esta
mansión se caería a pedazos, y perdería al ser que amo. Charles no lo
resistirá.
Tragué saliva y
bajé la vista.
¿Qué podía
asegurar yo sobre algo que dudaba? ¿Regresaría? ¿Todo sería como antes?
—Vamos a
disfrutar esta noche y todas las que hagan falta.
Cogió mis manos.
—¿Sabes? Cada
vez que te has ido de esta casa y en tu ausencia, siempre pensé que no te había
dicho muchas cosas.
—¿Por ejemplo?
—Cosas… No sé…
Como la primera vez que llegaste aquí, ¿recuerdas?
—Cada minuto
–contesté—. Y dime la verdad, ¿te caí bien?
—Sí, pero debo
confesarte que tuve temor que el secreto de los Craig se descubriera. Cuando tú
lo supieras podrías ir con la policía, o con la prensa.
—Bueno, ¿no se
te ocurrió que podría irme sin conocer la verdad? –sonreí—. Un huésped humano y
nada más.
—No… Conozco a
Sebastien desde que nació. Sus ojos, sus gestos, su embeleso… No… Él ya no te
dejaría partir de su vida.
Reí emocionada.
—Si me hubieras
dicho eso en otro tiempo me hubiera ahorrado los celos por Sabina.
—Hemos pasado
momentos duros juntas, dentro de esta mansión.
—Lo sé –afirmé.
—Aquella helada
mortal. Sebastien casi se muere por hambre y agotamiento… Entonces tú –su
mirada se perdió en un punto específico de la cocina. Los cajones del armario—.
Cogiste un cuchillo y subiste a la habitación. Creo que recién comprendí lo que
serías capaz de hacer por él.
—¡Qué lío armé!
—Sí –sonrió—.
Sin embargo ese acto fue la demostración que tú pertenecías a nosotros, aun
siendo humana. A pesar que ya estabas casada con Sebastien. Esa noche… entendí
que jamás nos abandonarías. Además –volvió a sonreír y se miró las prendas que
vestía—. Me enseñaste a vestirme como seductora, a caminar erguida, y con tacos
altos.
—¡Cierto!
¿Sabes? Nunca pregunté ni siquiera a Charles cómo era Sebastien cuando pequeño.
—Ah pues, es muy
fácil resumirlo. Solo tienes que observar a Nicolay. Es igual. Sus gestos, sus
travesuras. Esa inquietud por saber. La inteligencia y el razonamiento. Es un
calco de él.
La puerta de la
cocina se entreabrió y al escuchar su voz cascada mi corazón latió fuerte.
—Permiso, me
dijeron que era por aquí.
Margaret se
apartó delicadamente y escuché el sonido de las copas al posar sobre la
bandeja. Yo… tenía mis ojos clavados en ese rostro que nunca había imaginado
ver esta noche.
—Bianca…
—¿Papá?
—Bianca… —dio
tres pasos hacia mí—. Espero no te incomode. Mildri quiso saludar a Liz y yo me
dije, quizás…pueda verla.
Avancé hacia él
y lo abracé.
—Papá… ¡Qué
suerte has venido!
Él me rodeó con
sus brazos. Ya no era el mismo de años atrás. Esa fuerza que caracterizaba a la
juventud se había esfumado para no regresar. Sin embargo la demostración de
amor no había cambiado. Por varios segundos no quise apartarme de su abrazo.
Por esos segundos imaginé que ese contacto me protegería incluso de aquello que
nadie podría protegerme. Volví a mi niñez en ese breve lapso de tiempo… Cuando
era pequeña y me asustaban los monstruos y la oscuridad. Entonces, él me
aseguraba, “Bianca, los monstruos no existen y si hubieran no te llevarán”. Y
yo le creía. Pero sí existen… y también pueden llevarte.
Me quedé esos
instantes sintiendo el cálido abrigo de sus brazos. Ya no era el poderoso
guerrero que imaginaba mi Edipo. Sin embargo, aquí estaba, en la mansión, para
verme. Para ello habría vencido muchas barreras. El orgullo de una discusión y
de un pasado distante. El temor de encontrarse con un nuevo rechazo. Se merecía
que yo venciera mi reticencia y mis miedos. Por eso, aunque tenía deseos de
exclamar, ¡abrázame otra vez! ¡Quizás no podamos hacerlo mañana! Callé, callé y
sonreí frente a él.
—Vamos al parque,
papá. ¿Quieres beber algo?
—Bueno, en
realidad, no me quedaré mucho tiempo. El médico dice que debo dormir más de
diez horas. Hoy tuve que hacerme un estudio…
—¿Cómo te ha
ido? ¡Qué bonito traje tienes! Te queda muy bien.
Lo enlacé por el
brazo y avancé hacia el salón. Antes de abandonar la cocina, giré.
—Margaret, ahora
regreso para darte una mano.
—Tú tranquila
–guiñó un ojo—. Podré con todo. Eridan, ¿bebe champagne?
—Oh no, gracias.
No puedo.
—Ven, papá. Te
presentaré a mi marido y toda la gente que amo.
—Ese plan me
gusta. Quiero conocer quién obró el milagro de conquistar tu corazón.
Pensé...
Un vampiro…
………………………………………………………………………………………………..............
Mi padre no se
quedó mucho tiempo. En realidad hubiera querido que no partiera. Quizás en
estos días podría hacerle una visita. Había tanta preocupación por mi futuro
que la presencia de mi tía Mildri ya no me molestaba. Son esas mochilas que logras
quitarte para continuar el camino más liviana. Aunque ese camino fuera
demasiado corto.
Había observado
a Liz junto a su madre mostrándole la cuna. Ella también habría decidido echar
abajo su rencor. Era evidente que su embarazo la había sensibilizado. No
importaba el motivo que fuera, lo esencial era entender que para ser feliz
debías darle importancia a lo que en verdad tiene. El amor, los amigos, y la
vida.
Marin se acercó
sonriendo.
—Yo fui la que
les dije que vinieran. Sé que la casa es tuya y de Liz pero…
—Gracias –sonreí—.
Has hecho bien.
—Me alegro.
—¿Y cómo van tus
cosas con Douglas?
—Muy bien. A
veces discutimos.
Arquee la ceja
divertida.
—¿En serio? Nunca
lo hubiera creído de ustedes dos –reímos—. Es que eres muy celosa, Marin.
—Es de familia,
querida.
—¡Nooo! –golpee
su hombro.
—Tú celas a
Sebastien.
—Pero tú celas a
todo el mundo. A tu pareja, a tu hermana, a tu madre –reí otra vez.
—¡Mientes!
—¡Claro qué no!
Recuerdo cuando Liz salía y tenía esos chicos rondándola, las rabietas que te
daban.
—Me molestaba
que ella pudiera ir a bailar y yo no.
—Calla.
—Es verdad. ¡Qué
odio me daba!
—Eso lo sé
porque ibas con el chisme a mamá de que me besaba inocentemente con un chico
–Liz se acercó sonriente.
—¿Eso hacía? —pregunté
fingiendo asombro—. ¡Qué mal Marin!
—Te recuerdo que
ese beso del que hablas eran en verdad, escapadas tuyas al bosque con cierto
leñador musculoso.
Ambas abrimos la
boca espantadas.
—¡Calla! –Rio—.
¿Quieres que me cuelguen?
—Hablando del
leñador musculoso –pregunté—. ¿Dónde está Drank?
Liz echó un
vistazo por el parque.
—No lo sé, no lo
veo.
—Ahí está –lo
descubrí—. Sentado junto a Anouk en el portal.
—¿Con Anouk?
¿Qué puede hablar mi mejor amigo con esa chica?
—Pues, no sé
–sonreí—. Mira si después de todo lo ves de novio con la Gólubev.
—¡Anda ya! No lo
imagino. Son muy diferentes.
Observó a los
dos unos segundos y nos miró.
Marin y yo
encogimos los hombros.
—Tú sabes, a
veces los polos opuestos se atraen.
—Cierto, Bianca.
Miró a ambas y
sonrió divertida.
—¿No hablarán en
serio?
Sus ojos
volvieron a contemplar el cuadro. Anouk hablaba mientras Drank la escuchaba
divertido.
—¡Bianca, mira
la pompa de jabón que he hecho!
—Perdón, me
llama Nicolay.
Mientras me
acercaba bajo el primer ciprés escuché la charla de hermanas.
—Anouk es buena
chica.
—¿Cómo sabes,
Marin?
—Es mi amiga.
—Ya mismo quiero
saber todo de ella.
—Ah no, no diré
nada.
—No seas
traidora, anda. Larga el rollo ya.
Llegué hasta Nicolay
que envuelto en burbujas sostenía un vaso y soplaba a través de un aro.
Gloria se acercó
corriendo.
—Se terminó mi
agua y jabón.
—Ve con Charles
y dile que te reponga tu vaso.
Al quedarme a
solas con el niño me detuve a estudiar detenidamente su imagen y gestos. Aunque
aferraba el vaso con fuerza sus dedos eran finos y delicados, como los
pianistas. Su boca perfecta en forma de corazón se abría admirando el flotar de
las burbujas. Sus ojos grises, chispeantes, y divertidos. Era alto para su
edad. Delgado como su padre. Olga sería muy bella, pero la genética Craig
estaba marcada en cada célula de su cuerpo menudo, en la perfección de su
rostro.
—¿Dónde irá la
pompa de jabón cuando vuela?
Su mirada siguió
el recorrido en el aire mientras se elevaba sutil.
—Creo que subirá
hasta muy alto.
—¿Y después?
—Después
desaparecerá.
—¿Por qué?
—Porque el aire
de afuera ejerce presión. Como si empujaras hacia adentro. La capa de la
burbuja es muy fina. No resiste. Si hace calor mucho menos. Así que si haces
pompas de jabón un día húmedo y lluvioso te durarán más.
—¿Todo eso sabes
por ser doctora?
Reí.
—Bueno, un poco
de física, pero más de química. Debes estudiar muchas cosas para saber del
cuerpo humano y curarlo.
—Papá dijo que
tú no los curas. Que estudiaste para saber de que murieron.
—Cierto, pero
primero tuve que saber cómo curar.
—Ah… —sopló por
la varilla y una nueva pompa creció y se desprendió suavemente.
Observé la
ventana de Ekaterina. La sombra seguía allí, inmóvil.
—Oye cariño,
¿Por qué no le dices a tu tía que baje con nosotros? De todas formas ya debemos
entrar al salón. El sol no tardará en asomar.
—¿Ahora?
—Sí, anda. ¿Me
harías el favor?
—Sí, Bianca.
Abandonó el vaso
bajo el pino y corrió hacia la mansión.
—Es un niño
maravilloso.
La voz de Ron me
hizo girar a la izquierda. Salía entre los árboles con ese andar y porte que lo
caracterizaba.
—Sí, es verdad.
Es muy inteligente. Me pregunto quién le habrá hablado de nuestra raza.
—Según Brander,
su madre.
—Por lo visto no
lo ha tomado como Douglas. ¿Recuerdas?
Rodó los ojos.
—Nunca lo
olvidaría. Se enfadó tanto que decidió abandonar la mansión. Aunque pienso que
le dolió más la mentira.
—Sí… ¿Te
acuerdas? Nos llevaste al aeropuerto. ¿Qué pensaste ese día?
—Estaba seguro
que tarde o temprano regresarían.
—¿Regresarían?
—Por supuesto
–sonrió—. No solo Douglas, ustedes también.
—¿Tan seguro
estabas que volvería con los monstruos?
—Sí… Porque te
habías enamorado de uno.
Reímos.
Busqué con los
ojos a Sebastien. De pie en el portal junto a Bernardo, bebían una taza de
café. Su mirada no tardó en posarse en mí y sonrió.
—Iré a cazar.
¿Te encuentras bien?
—¡Claro, Ron! Ve
tranquilo.
Desapareció en
segundos y volví a Sebastien. Él extendió su mano y avancé hacia él, sonriente.
Nicolay salió
del salón seguido por Ekaterina. Ella saludó con una inclinación de cabeza a
Bernardo y al líder de los vampiros.
Seguí acortando
distancia hacia mi amado y mi amigo. Eché un vistazo al parque. Sabina sostenía
entre los brazos a Dyre y conversaba con Sara. Rose y Anouk recogían algunas
copas que habían quedado por ahí. El resto había entrado a la mansión. El
amanecer temprano iba tiñendo el horizonte del añil a un naranja tenue... Y la
brisa agradable… fue convirtiéndose en un frio extraño que calaba los huesos.
Me detuve… Todo
sucedió muy rápido.
Mis ojos
recorrieron en segundos aquello que vería quizás por última vez.
Nicolay me miró
asustado y gesticuló, “está aquí”. Sebastien se hundió en mi mirada y su rostro
se desfiguró. Supo al igual que mi amigo que alguien más había llegado y no
precisamente invitado.
Lo miré y tomé
la decisión. La única que era posible para terminar con todo de una vez. Mi
iris se humedeció a la vez que deseaba llevarme en la retina el gris más amado.
—Te amo, regresaré
–murmuré.
Mientras me
giraba hacia mi espalda escuché su grito.
—¡Nooo!
Supe que tanto
él como Bernardo correrían hacia mí, pero no llegarían…
Frente a Hela,
estiré la mano y la hundí en el oscuro manto mortal.
Uy me d esjas te intrigada haber que pasa con Bianca. Genial capítulo
ResponderEliminar¡Hola Citu! Muchas gracias por comentar. Veremos que pasa con Bianca. Almenos sabemos que se ha ido sola. Creo...
EliminarUn besazo y buen fin de semana!!
Acerté la encuesta! Bianca se va sola con Hela porque tenía que ser así y lo que tiene que ser no lo han podido cambiar Sebastien ni Bernardo. No he llorado porque no lloro ni pelando cebollas:))
ResponderEliminarBso
¡Querido Ignacio! Me alegro que hayas acertado. Tienes razón, debía ir sola de lo contrario Hela no se la llevaría. Pero... Ay no puedo decir palabra. Solo tendrán que esperar el capi 60. Muchas gracias por comentar y que tengas un feliz fin de semana.¡Un abrazo!
Eliminar¡Hola, Lou!
ResponderEliminarNo me incorporo al mundo de los blogs hasta la última semana de este mes... pero como me he enterado que vas a publicar los tres últimos capítulos... pues aquí me tienes con mucha ilusión, y un poquito nerviosa
Primero te voy a decir algo sobre los capítulos que no he comentado
Vamos a ver... me encantó el reencuentro y la reconciliación de Sebastien y Bianca... creo que forman una pareja maravillosa
Asgard Nilsen me parece un personaje estupendo, y lamento mucho el sufrimiento por el que está pasando... pero es muy comprensible
No sé qué decirte del juez Schneider... has conseguido que lo deteste... Creo que todas las personas tenemos fallos o cometemos errores... pero este juez es simple y sencillamente, cruel y muy malvado
Una persona capaz de regodearse del sufrimiento ajeno no tiene perdón... este juez no debería dedicarse ni tener nada que ver con la administración de justicia
Bueno, voy a pasar a comentarte este capítulo... no quiero enrollarme demasiado
Todos, absolutamente todos, han demostrado lo mucho que quieren a Bianca... Sí, sin ella la vida continuaría pero nada sería igual
No me gusta Hela... entiendo que necesita recuperar su don... pero no me gusta
Creo que Bianca se ha ido sola... pero no estoy segura... sea como sea le deseo lo mejor
Nicolay y Gloria son encantadores... Y precioso el regalo que Lenya ha preparado para Liz
Esta flor que florece una única noche debe ser espectacular... La Dama de la Noche... precioso nombre
Me ha parecido muy emotivo que el padre de Bianca haya ido a verla
Respecto a Ekaterina, te diré que la veo muy atormentada y que sufre mucho por el suicidio de su hermana... Olga debió pensar en cuánto dolor iba a causar con su terrible decisión... pero, bueno, no voy a juzgar a Olga
Cuando Bianca pide a Nicolay que vaya a buscar a Ekaterina... ha demostrado su generosidad y su gran corazón
Y ya solo me queda por decirte que me ha encantado el capítulo, que me encanta esta saga... y que la autora es muy brillante
Bianca está en peligro, vuelvo a desearle mucha suerte... porque valentía no le falta
Y para ti, muchos besos... Y Felicidades por hacerlo tan bien
¡Hola querida amiga! Ante todo quiero agradecerte la excepción. Me ha hecho muy feliz ver tu comentario. Gracias de corazón.
ResponderEliminarMe alegro que te haya gustado la reconciliación de Bianca y Sebastien. Fue difícil. Había muchos temas que resolver y seguramente en el archivo final podré extenderme. En el blog es complicado leer hojas interminables porque suele cansar la vista. Pero pensé hacerlo lo mejor posible aun resumido.
Asgard tendrá su historia y el cruel juez su merecido. Solo deben esperar al próximo libro.
He tratado que todos,o casi todos puedan tener su espacio con Bianca. Recordar lo que la quieren aunque a veces no se lo hayan dicho.
Entiendo que Hela no te guste. No es un personaje simpático, pero créeme que solo hará lo que esté permitido. ¿Qué será? Ya lo veremos.
Nicolay y Gloria son encantadores, coincido.
La Dama de la Noche no sabía que existía. Mi prima la mostró en face y me encantó. Dura un día y florece a la noche.
La visita del padre de Bianca también fue emotiva para mí, sobre todo por pensar en mi padre que no lo tengo.
Ekaterina dará que hablar pero conoceremos otro matiz de ella. Y tienes razón, está atormentada. Olga se equivocó,tal vez la soledad... no lo sé. Aún no desentraño algunos personajes.
Sí, Bianca es una guerrera pero tiene corazón. El mismo que en el primer libro aceptó llevarse a Douglas a Oslo a pesar de tener rabia con Sebastien.
Que decirte... muchas gracias, me hace muy feliz tu cariño hacia los Craig, y puedo asegurar que es el mismo que siento por el maravilloso Clan de tu novela.
Te deseo una genial semana y te mando un besazo!!
Bianca se tenia que ir sola para que Hela pueda tener el don pero no se si se ha ido sola.Ekaterina tiene pocas ganas de vivir.Lo has dejado muy interesante,me ha gustado mucho.Besos.
ResponderEliminar¡Hola Ramón! Cierto, al parecer se ha ido sola pero no sabremos hasta el próximo capítulo. Ekaterina no ha encontrado una razón para vivir a pesar de tener a su sobrino. Necesita algo más. Quien sabe si el tiempo se lo da.
EliminarMuchas gracias por leerme y comentar.Te mando un abrazo grande y buena semana!
Hola, querida amiga LOU, sabes?, en ocasiones me alejo un poco, pero siempre estoy pendiente de ti, y aun cuando me pierdo algunos capítulos, al regresar sigo como si no lo hubiera hecho, eso debes saber es porque tienes una pluma mágica,,que al retomar todo sigue su curso,,ahora éste capítulo ha sido muy sorpresivo, pero interesante,,,gracias por tus aportes,,,abrazos
ResponderEliminar¡Hola Lobo! No te preocupes yo también tengo etapas que me alejo o por las obligaciones que no me lo permiten. Te agradezco mucho que estés aquí y me comentes.Me hace feliz que te siga gustando la saga. Y muchas gracias a ti por tus palabras.
EliminarUn gran abrazo y que tengas buena semana!
Nooooo como va a quedar así el capítulos uufff que sufrimiento me muero de las ganas por saber que pasa con Bianca, Lou me dejas con los nervios de punta!!!...Gracias por este super capítulo!
ResponderEliminarLou, Lou, Lou, somos amigas, nos llevamos bien. No querrás cabrearme muuyyyy cabreada???? Tienes que ayudar a Bianca, vamos que la tienes que salvar!!!! Piensa en Sebastien, en Charles, en Douglas, en Bernardo, en Nicolay, en tooooodooooosssssss!!!!!! El capi es genial!!!!!
ResponderEliminarBesoteeeeeesssss!!!!!
AY AY AY!!!! No podés ser tan mala de terminar este capitulo así!!!!!!!!!
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